Hola chicos! La continuación de La Nueva Profesora está aquí!

Para aquellos que no lo sepan; escribí un fic corto aparte, llamado Una Misión de Verano. No es completamente necesario que lo lean para entender este fic que estoy comenzando a publicar, si recomiendo que lean La Nueva Profesora, ya que los eventos ocurridos en ese fic están ambientados en el quinto libro, y este de aquí, en el sexto, por lo que todo comienza en el fic anterior.

Espero que les guste este primer capi y me regalen uno que otro review para saberlo.

Muchas gracias por leer!

Prólogo.

Había mucha concurrencia dentro de aquel popular local de comida rápida aquel día. El verano llevaba siendo caluroso hasta el momento, pero nada parecido a lo del año anterior. La mayoría de la gente, sobre todo los niños, llevaban pantalones cortos y playeras delgadas para soportar el calor del exterior. Las familias alegres estaban sentadas juntas, comiendo papas fritas y hamburguesas, bebiendo sodas frías. Algunas otras hacían fila frente al mostrador para ordenar su comida, observando las diferentes opciones que se ofrecían en los distintos carteles sobre el personal de las cajas registradoras.

Afuera, muchas personas paseaban tranquilamente, habiendo almorzado ya o queriendo esperar un poco más antes de comer, buscando finalizar los asuntos que los llevaban hasta ese concurrido barrio londinense.

Una mujer se encontraba sentada, sola, frente a una de las pequeñas mesas para dos dentro del restaurante. Llevaba más de dos semanas queriendo hacer lo que estaba haciendo en aquel lugar, y por fin había podido coordinar un día libre para lograrlo.

Claire White, como la mayoría de la gente ahí, llevaba puesta ropa ligera; unas sandalias de taco bajo que usaba a pies descalzos, unos jeans a medio muslo y una blusa floreada de mangas cortas, con los dos primeros botones abiertos, generando un atractivo, pero decente escote del cual colgaban sus gafas de sol. Tenía su densa cabellera negra atada en una cola de caballo con una liga elástica roja. No había podido llevar ese tipo de ropas durante lo que llevaba del verano, puesto que tenía clases de verano que impartir todos los días, en la University College London, por lo que utilizaba ropa acorde al puesto.

Cruzó su pierna derecha y volvió a leer el mensaje escrito con pulcra letra en un trozo de pergamino. El mensaje no era para ella, pero le llamaba mucho la atención. Llevó su mirada desde las letras hasta el joven de pelo negro, de pie frente al mostrador, y se preguntó el verdadero motivo detrás del mensaje.

Sonrió y levantó la mano, indicándole a Harry Potter donde se encontraba cuando éste se volteó para buscarla, cargando una bandeja llena de comida para ellos dos. Claire aún se impresionaba con lo mucho que había crecido en las cuatro semanas que habían pasado desde la última vez que se vieron, al final de su quinto año en Hogwarts, cuando lo habían dejado junto a sus tíos en Kings Cross. Ella calculaba que era, como mínimo, treinta centímetros más alto que ese día; ya la había dejado bastante más abajo, como la mayoría de la gente. Pero aparte de su altura y los rasgos levemente endurecidos que se iban acercando al rostro de un hombre, Harry seguía teniendo el pelo negro desordenado y grueso, levantado en la coronilla, y unos ojos verdes y brillantes.

Lo había telefoneado a comienzos de aquella semana, a la casa de los Dursley, para indicarle que contaría con un día libre aquel día jueves, pues la Universidad había cancelado todas las actividades académicas por arreglos varios en el campus, y que le gustaría juntarse a almorzar y pasear para conversar si es que no tenía inconveniente.

Harry, quien había estado encerrado en Privet Drive desde que comenzaran las vacaciones, naturalmente estaba horriblemente aburrido y se moría por salir, pero por temas de seguridad no podía hacerlo. Obviamente, Claire había planeado todo con mucho cuidado, informando a distintos miembros de la Orden del Fénix, incluso al mismo Dumbledore, para solicitarle su permiso para acompañar a Harry a un paseo. Algunos habían puesto algunos reparos, pero cuando Dumbledore expresó su contento con la idea, nadie fue capaz de negarse una vez que Harry hubo aceptado. Había querido incluir a Ron, Hermione y Ginny en el paseo, pero el asunto era que proteger a uno era mucho más fácil que proteger a cuatro, así que tuvo que contentarse con eso. Claro, estaba muy feliz de poder verlo nuevamente, sobre todo tras lo vivido hacía unas semanas, durante un trabajo para la Orden que había realizado en el extranjero, junto a Hielsen. Así que ella había ido a buscarlo a la casa de sus tíos, en taxi, y luego habían decidido ir a la ciudad a almorzar.

Ella tenía grandes antojos por comida chatarra, y Harry, quien no había comido esas cosas en mucho tiempo, aceptó encantado. No habían podido hablar de muchas cosas en la parte de atrás del taxi, pero al menos Claire había confirmado que desde la corta charla de varios de los adultos cercanos a Harry con sus tíos, no estaba pasando hambre ni lo mantenían encerrado. Tampoco había detectado nada sospechoso que sucediera en el vecindario; de hecho, parecía que no pasaba nada fuera de lo común.

Harry posó la bandeja frente a ella antes de sentarse en la silla del otro lado de la mesa. Había dos hamburguesas grandes, dos porciones grandes de papas fritas y dos bebidas de máximo tamaño. Claire sonrió, mirando la comida. Para él parecía una comida normal, para ella quizás parecía demasiado, pero realmente tenía mucha hambre.

- Muchas gracias. – agradeció Claire, el gesto de que le llevara la comida a la mesa para que ella no esperara de pie.

Ella tomó una papa frita y se la llevo a la boca, saboreando la gloria.

- Hacía meses que no comía de éstas. – dijo, feliz.

Harry sonrió y comenzó a comer también.

- Había olvidado preguntarte. – dijo Harry. - ¿Cómo van las clases en la universidad?

- Oh, bastante bien. – respondió Claire. – La estructura de la teoría es un poco diferente a la que se enseña en Estados Unidos, pero la teoría sigue siendo la misma, de todos modos. Nunca había hecho clases de verano, eso sí.

- ¿Y qué tal? – preguntó Harry, metiéndose una papa en la boca.

- Bueno, el nivel de exigencia que me piden los directores de Bioquímica y Biotecnología es bastante alto, porque estoy impartiendo clases de repetición, así que los estudiantes se esfuerzan mucho pero aun así no logran resultados demasiado buenos. – suspiró Claire. – No son demasiados estudiantes; son los que no lograron aprobar las clases durante el semestre normal. Si se hubieran esforzado como lo han hecho este verano, sus calificaciones hubieran sido estupendas. Al menos no tengo a nadie que esté reprobando.

Harry asintió.

- ¿Volverás a… enseñarnos a nosotros? – preguntó Harry, con cuidado de no mencionar palabras que no deberían ser mencionadas frente a los muggles.

Claire se detuvo en la mitad de una papa, lo pensó unos segundos, luciendo contrariada, y luego negó con la cabeza.

- No lo creo, Harry. – respondió la mujer, luego de haberse comido su papa. Bebió un poco de su refresco de cola y miró al joven. – El Director ya tiene a un candidato para ocupar la plaza bacante en el profesorado.

Harry se mostró decepcionado por aquello.

- ¿Quién es el nuevo profesor?

- La verdad, no tengo ni idea. – confesó Claire. Sabía que llegaría un nuevo profesor a enseñar aquel año que se acercaba, pero Dumbledore no había revelado su identidad.

- ¿Y no podrías volver como consejera?

- Harry, ya deberías haberte dado cuenta de que aquel puesto solo fue creado para que no tuviera que marcharme tan pronto luego de llegar, cuando Umbridge me sacó del cargo de profesora. – dijo Claire, serena. – Fue la forma del director para que el hecho de haber viajado tan lejos no fuera completamente en vano.

Claire nunca le dijo, ni le diría, que se había quedado en Hogwarts por la promesa que le había hecho al director acerca de ayudarlo a mejorar.

- Entiendo. – dijo Harry, terminando sus papas.

Claire también había terminado las suyas, y ahora se dedicaba a desenvolver su hamburguesa con doble queso.

- Claro que… no hay nada confirmado. – comentó ella, haciéndolo mirarla con curiosidad. – Bueno, se suponía que existía la opción de quedarme; por eso el director fue, de hecho, quien me consiguió los formularios y el contacto de la dirección de los colegios en la universidad que necesitaban con urgencia a un profesional que dictara las cátedras este verano, porque así podría quedarme y seguir… con mi vida muggle… hasta el inicio del próximo año escolar.

Claire dejó su hamburguesa descubierta sobre el papel que la había cubierto, sobre la bandeja.

- Pero no he recibido ninguna noticia de él; de hecho no había tenido ningún tipo de contacto directo con sus palabras… hasta que me mostraste esto que te envió. – Claire le devolvió el mensaje de Dumbledore en el trozo de pergamino. – No he visto al director desde hace dos semanas, más o menos, luego de que le reportara los resultados de un encargo que me hizo. Y no hablamos sobre el colegio en esa ocasión.

Harry miró en todas direcciones, queriendo comprobar que no había nadie escuchando lo que estaban hablando. El lugar estaba lleno de familias con niños pequeños, así que el ruido era considerable, por lo que si hubiera alguien del mundo mágico como ellos intentando escucharlos, cosa que dudaba, le sería muy difícil.

El chico volvió a mirar a Claire, que ya había comenzado con la hamburguesa.

- Fue un trabajo… ¿para ya sabes? – preguntó Harry.

Claire lo miró mientras masticaba, y entonces le guiñó un ojo.

- ¿Qué tuviste que hacer?

- No puedo decírtelo. – dijo Claire, simplemente. – Lo sabes. El director nos envió a Neil y a mí a averiguar algunas cosas para él, solo eso puedo revelarte.

Si Harry se molestó con la imposibilidad de saber lo que Dumbledore la había enviado a hacer o no, no pudo decirlo, porque el rostro del joven no mostró señal alguna.

- El inspector… digo, Hielsen, ¿sigue siendo parte de… ya sabes?

Claire asintió.

- Por supuesto. Todos seguimos activos. – declaró Claire. – Come tu hamburguesa, antes de que se enfríe.

Harry desenvolvió su hamburguesa.

- ¿Cómo está él? – preguntó. – Hielsen… quiero decir.

Durante parte del año anterior, Neil Hielsen había entrado a trabajar en Hogwarts como el Inspector General de Disciplina y Comportamiento, bajo el mando directo de Umbridge, quien era la Directora en ese entonces. Pero aunque había trabajado para aquella despreciable mujer, con las órdenes de atrapar a Harry y sus amigos haciendo cualquier falta a las reglas para poder expulsarlos, de hecho él había sido quien había protegido a Harry de ser descubierto en algunas ocasiones, y quien había informado a Claire sobre el paradero de Harry, cuando éste había volado hacia el Ministerio de Magia para salvar a Sirius, a quien creía secuestrado.

- Está bien. Lo vi por última vez la semana pasada. – Claire sonrió y se mordió el labio inferior.

Harry la miró con curiosidad, ladeando la cabeza levemente, como si hubiera algo extraño en su expresión. La mujer se recompuso y terminó de comer.

- Yo gano. – dijo, triunfante. Harry aún tenía media hamburguesa por comer.

Harry sonrió y terminó de comer mientras Claire se bebía su refresco.

- ¿Qué tal están Ron y Hermione? – preguntó Claire. – Quise invitarlos a venir, pero no me lo permitieron.

- Están bien, creo. – dijo Harry, tras limpiarse la boca con la servilleta. – Nos escribimos bastante a menudo; están muy curiosos por el mensaje que me mandó el director. Por eso quise ver si tú sabrías algo al respecto.

Claire asintió.

- Lamento no haber sido de ayuda. – dijo, apoyando su mentón sobre la palma de su mano. – Aunque que nadie más sepa nada solo me dice que se trata de algo que respecta solo a ustedes dos.

Harry no había pensado en aquello, o así pareció por la cara que puso.

- ¿Vamos por un postre? – ofreció Claire, sonriente. – El día está perfecto para un helado.

El muchacho sonrió y ambos se pusieron de pie para salir del local. Claire había escuchado de una heladería bastante popular por parte de algunos de los estudiantes a los que enseñaba en la universidad, que se encontraba a unas cuantas calles de ahí. Le indicó a Harry la dirección y caminaron juntos por la soleada acera, observando al interior de algunos aparadores para mirar los productos que ahí se promocionaban. No era ni cerca de tan entretenido como mirar en las tiendas mágicas, pero era una distracción al calor durante el tiempo que les demoraba llegar a la tienda de helados.

Cuando llegaron, se encontraron con una pequeña fila frente al mostrador, pero la temperatura era tan agradable al interior de la tienda que no les importó esperar. Claire miró a Harry, quien estaba a su lado, hacia arriba.

- ¿Sabes? No puedo creer lo mucho que creciste estas semanas. - comentó, y sonrió.

- Tendré que comprar toda la ropa para el colegio otra vez. - dijo Harry.

- Al menos será la última vez, no creo que vayas a estirarte mucho más. Aunque... nunca se sabe. - dijo Claire. - A mi me dijeron que me pegaría un estirón entrando en la adolescencia. Todavía lo estoy esperando...

Se miraron a los ojos y comenzaron a reír, atrayendo algunas miradas del resto de la clientela.

- Olvidé preguntarte... - dijo Claire, cuando las risas hubieron cesado. - ¿Estás nervioso por los resultados de los exámenes?

Algo en el rostro de Harry le indicó que ni siquiera había pensado en ellos durante lo que llevaban de vacaciones.

- La verdad, no. Sé que en tu materia me fue excelente, estoy seguro de que sacaré la calificación máxima. Y me tengo mucha fe en los exámenes de la profesora McGonagall y el profesor Flitwick. Incluso creo que podría aprobar mi asignatura menos favorita...

Claire supo que se trataba de Pociones. Asintió.

- ¿Sigues con la misma ambición de trabajo?

Harry asintió sin siquiera pensarlo.

- Yo creo que lo conseguirás. Pero deberás trabajar muy duro, Harry. Los niveles avanzados de las asignaturas que requieres son bastante pesados. - advirtió Claire, y miró las distintas variedades de helados. - ¿De qué quieres?

Harry se pidió un enorme helado de chocolate con chips de menta y Claire uno de mantequilla de maní con chocolate blanco.

- Realmente están buenísimos. - aprobó Claire, sonriente.

Siguieron recorriendo el lugar mientras comían de manera apresurada, puesto que el calor amenazaba con derretir sus helados rápidamente, algo que usualmente no sucedía con los helados que vendían en el mundo mágico. Claro, un encantamiento simple hubiera bastado para evitar que se derritieran, pero Harry no podía usar magia a menos que estuviera en peligro, y el riesgo de mancharse la ropa con gotas de helado no era considerado un peligro, y Claire no iba a arriesgarse a hacer magia rodeada de muggles, lo que podría atraer la atención no sólo de la gente no-mágica.

Y después de una buena caminata junto a las fuentes de agua, que generaban un refrescante rocío, Claire miró la hora en su reloj de pulsera y decidió que era hora de que Harry regresara a casa de sus tíos.

Bajaron a la estación del metro para acercarse un poco más a Privet Drive antes de tomar el taxi.

- Será muy extraño no poder hablar contigo en el colegio... - comentó Harry, cuando se encontraron sentados dentro del vagón.

- Oye, aún no hay nada definitivo. - le recordó Claire. - Y siempre estará el correo. Claro, no sería lo mismo, pero era algo.

- ¿Crees que podamos vernos de nuevo antes de que tomemos el tren?

Claire asintió de inmediato.

- Claro que si. Las clases de verano terminan la próxima semana, así que estaré libre desde algunos días antes de que tengan que partir hacia el colegio. Iré a verlos a la casa de Ron. - prometió la joven. - No me iría sin despedirme de todos. Si es que llego a irme.

Se bajaron del vagón y subieron a la superficie para tomar un taxi.

- A Privet Drive, número 4, por favor. - indicó Claire al conductor.

- En seguida, Madame.

Eran más o menos treinta minutos de viaje desde ahí, dependiendo del tráfico. Los primeros minutos siguieron conversando, mayormente sobre cosas sin importancia, hasta que Claire recordó algo.

- Oh, es verdad. - dijo la joven de pronto. - No sé si te contaron ya; Bill, el hermano de Ron, se casará.

Aquello tomó a Harry por sorpresa; al parecer ninguno de sus amigos le había comentado aquello en ninguna de sus cartas.

- Vaya, que buena noticia. - dijo Harry. - ¿Con quién se casará?

- Fleur Delacour. - respondió Claire, echando mano a su mejor francés.

- ¿Estás bromeando? No sabía que se conocieran.

Claire asintió.

- Se conocieron hace dos años; recuerda que Bill y Charlie ayudaron a organizar... la fiesta en el colegio. - explicó. - De hecho, creo que ella se está quedando con la familia Weasley; trabaja en el Banco con Bill para mejorar su inglés.

- Vaya, si que se han olvidado de contarme varias cosas en las cartas, Ron y Hermione. - comentó Harry. - Creo que, como castigo, no les diré nada de lo que suceda mañana cuando me vaya a su casa.

Claire reprimió una risa, divertida.

Y los últimos quince minutos siguieron mayormente en silencio, adormecidos por el calor, el sonido del motor y sus estómagos llenos. La joven cerró los ojos y se inclinó hacia un lado, apoyando su cabeza contra el hombro de Harry.

- Me divertí mucho hoy, Harry. - dijo. - Gracias por acompañarme.

- También me divertí. Gracias a ti.

El taxi se detuvo frente a la casa de los tíos de Harry.

- Espéreme aquí un momento, por favor. - pidió Claire al taxista, y se bajó para acompañar a Harry a la puerta de la casa. - Bueno, que tengas un día remanente aquí... decente. Luego ya podrás divertirte en La Madriguera.

- Muchas gracias por todo, Claire. Ten, te pago el recorrido en taxi hasta... - Harry iba a sacar dinero de su billetera, que usaba solo en vacaciones; había cambiado algunos galeones en Gringotts al inicio del año escolar anterior para tenerlo para las vacaciones en el mundo muggle, nunca lo gastaba todo, y en esa ocasión Claire había invitado todo.

- Nada de eso. - interrumpió Claire. - Puedes considerarlo todo como una parte adelantada de tu regalo de cumpleaños.

Vieron dentro de su perfil como las cortinas de la sala se revolvían y se hacían a un lado para revelar el rostro redondo y rosado de Vernón Dursley, quien se quedó mirando a Claire y agitó su bigote. La joven lo saludó con la mano. - Hola, señor Dursley, gusto en verlo de nuevo.

El rostro del hombre volvió a desaparecer detrás de las cortinas.

- Me da la impresión de que no le agrado. - dijo Claire, irónica.

- No es nada personal; no le gusta nada ni nadie que tenga que ver conmigo ni la magia. - Harry se encogió de hombros. - Aunque... al inicio de las vacaciones vino todo el camino desde la estación del tren refunfuñando acerca de cómo era posible que alguien de nosotros pudiera ser doctor. Le dije que habías ido a la universidad... creo que la idea de que los magos además podamos tener una carrera muggle exitosa si lo deseamos no le causó mucha gracia.

Claire rio por lo bajo. Entonces le dio un abrazo y un beso en la mejilla al joven que era como un hermano menor para ella.

- Nos veremos en algunos días, Harry. Cuídate.

- Adiós.

Claire regresó al taxi y, a través de la ventanilla, se despidió con la mano del muchacho antes de que este entrara a la casa y el coche se pusiera en marcha.