Bueno, aquí traigo una nueva historia de una de mis parejas favoritas: Marina y Clef, espero que sea de su agrado y pues comenzare subiendo dos capítulos para que por favor me digan si desean que continúe con la historia, muchas gracias a todos por leer n_n

-Lagrimas en un día de otoño-

Era una fría mañana de otoño en la ciudad de Tokio y Marina podía jurar que hacia más frio de lo normal ese día; amaba el frio pero de alguna forma el clima de ese día la inquietaba mucho.

La joven de larga y hermosa cabellera azul se encontraba en la cocina de su enorme casa preparando un pastel, uno muy especial el cual preparaba solo para su padre y su madre, lo cual lo hacía más delicioso que cualquiera al poner todo su corazón en el.

Habían pasado 7 años desde que la joven junto a sus dos amigas habían regresado de aquel mágico mundo llamado Cefiro y ahora Marina con 21 años de edad vivía una vida normal en mundo místico. Estaba a punto de terminar su carrera universitaria, no hacia lo que le apasionaba pero era consciente que debía de hacerse cargo de las empresas de su familia, por ello distraía su tiempo haciendo las cosas que siempre había amado como practicar esgrima y hornear pasteles aunque no fuera ella la que los comiera después.

-Bueno… ya esta… espero que les guste y me haya quedado tan delicioso como siempre- Marina sonrió con superioridad colocando la ultima flor de crema sobre su obra maestra, un hermoso pastel mitad chocolate mitad vainilla con relleno de almendras y caramelo, cubierta de crema de dos sabores, adornado con flores de crema y almendras

-De solo verlo me empalaga pero sé que ellos lo disfrutaran…- Sonrió mientras colocaba el pastel en un plato y salía con el rumbo al jardín donde sabia encontraría a sus padres tomando el té

-Hija que sorpresa, pensamos que no te veríamos en todo el día, llevas toda la mañana en la cocina y no dejabas entrar a nadie- Su madre le sonrió dulcemente y con alegría al verla

-Es eso lo que creo que es?- Pregunto su padre mirando fijamente el pastel en las manos de su hija, adoraba sus postres y definitivamente ese era su favorito

-Así es, su pastel favorito y regalo de aniversario- Marina sonrió ampliamente, dejo el pastel sobre la pequeña mesa al lado del té y abrazo a sus padres amorosamente –Feliz aniversario papá y mamá… los amo-

-Y nosotros te amamos a ti querida, sabes que eres mi mundo y también el de tu padre-

Marina sonrió aun mas, no sabía que haría sin sus padres, ellos siempre eran tan buenos y cariñosos con ella, así que solo los abrazo mas fuerte sin dejar que se separaran, no sabía porque pero no quería que ese abrazo se terminara nunca, no quería soltarlos pero aun así tuvo que hacerlo al notar que llevaba varios minutos así y aunque su madre reía melodiosamente ante la muestra de afecto, ella y su padre la miraban un poco preocupados.

-Lo… lo siento, es que los amo mucho- Marina se sonrojo un poco apenada por su comportamiento pero al ver la sonrisa de sus padres se sintió mejor hasta que un escalofrió seguido de una helada brisa la hizo temblar

-Esta mañana está haciendo mucho frio, el invierno aun no se acerca así que no es normal este clima-

Marina miro a su padre, al menos sabía que no estaba loca y que alguien más sentía también ese extraño frio, aunque eso no la tranquilizaba en lo mas mínimo, solo la ponía más nerviosa y tan perdida estaba en sus pensamientos que no noto cuando sus padres se levantaron de la mesa y caminaban con el pastel al interior de la casa.

-Marina! No te quedes ahí parada, vamos a comer el pastel adentro ya que está haciendo mucho frio afuera-

La chica asintió ante el llamado de su madre y se interno en la casa con ellos, compartiendo el té entre risas y anécdotas mientras sus padres disfrutaban del delicioso pastel que había preparado para ellos.

Sin notarlo el tiempo corrió más rápido de lo normal y la mañana entera había pasado, incluso buena parte de la tarde, pero eso no importaba ya que habían pasado un agradable tiempo en familia pero llego la hora en la que debía terminar.

-Ha sido un día muy agradable Marina y el pastel estuvo delicioso, pero tu madre y yo tenemos una reservación para cenar-

-Tu padre tiene razón, pero estás segura que no quieres ir a cenar con nosotros querida?-

-Segura mamá, es la celebración de su aniversario y yo no quiero hacer mal tercio, además quede con Lucy y Anais para tomar un café, no se preocupen por mí, vayan los dos y disfruten de una cena romántica como se la merecen, diviértanse mucho-

-Está bien hija, ve con cuidado y saluda a tus amigas, diles que las esperamos el fin de semana para que vengan a cenar-

-Si mamá, yo les diré, ustedes también vayan con cuidado, feliz aniversario- Marina se acerco para abrazar de nuevo a sus padres cariñosamente

-Gracias hija… no olvides que te amamos…-

Al escuchar esas palabras mencionadas por su padre sintió de nuevo ese frio que la hizo estremecer, solo pudo quedarse en silencio sintiendo como sus padres se separaban del abrazo, caminaban hacia la puerta y se detenían para sonreírle mientras se despedían y ella mecánicamente movía su mano en señal de despedida viendo como la puerta se cerraba y las risas de sus padres se desvanecían lejos de la casa.

-Que silencio…-

Marina susurro suavemente sin moverse de aquel sitio y sin quitar la vista de la puerta; en segundos su mirada se había ensombrecido y no quedaba ningún rastro de la chica alegre y tierna de hace unos momentos, ahora solo quedaba una mujer de elegante porte, mirada fría y vacía y expresión melancólica.

Es cierto que Marina había cambiado mucho desde que regreso de su viaje a Cefiro, pero no precisamente en forma positiva, seguía siendo la misma chica caprichosa y egocéntrica, con el mismo carácter fuerte de siempre y un humor pésimo, aunque eso ahora no era su verdadero ser, era solo una máscara, una que usaba ante todos para poder sobrevivir en medio de la sociedad, una máscara que solo era capaz de quitar parcialmente frente a sus padres y las únicas dos personas que consideraba sus amigas y quería como si fueran sus hermanas, Lucy y Anais.

Desde su regreso Marina sentía que no encajaba en Tokio, en ese mundo, de alguna forma su alma se quedo en Cefiro, soñando con ese mundo mágico el cual había desaparecido de su realidad dejando solo un vacio en su interior. Para ella todo carecía de sentido, veía todo tan superficial y cruel, veía en todas las personas solo egoísmo y frialdad, sentía el mundo falso y oscuro, se sentía enferma de hacer parte de él, de un mundo en el cual la magia y la voluntad no existían, solo los deseos y ambiciones de individuos capaces de todo por obtener lo que querían, un mundo material.

Solo con sus padres y sus dos amigas podía ser ella misma, podía sentirse feliz y sonreír sinceramente, sentir amor y entusiasmo por la vida ya que sabía que ellos la amaban sinceramente, no como los demás los cuales solo buscaban su compañía por su belleza o su dinero, solo con ellos el vacio de su interior se llenaba, pero en cuanto se encontraba sola de nuevo, el abismo se abría haciéndose más profundo y arrastraba a la chica a su interior sumergiéndola en la soledad, la tristeza y todas esas sensaciones negativas.

Después de unos momentos y aun con la misma expresión, Marina avanzo a su habitación y se arreglo para el encuentro con sus amigas, abandono su hogar y camino por las calles de la ciudad en dirección a la torre de Tokio.

La chica caminaba mecánicamente hacia el lugar, siempre mirando al frente sin prestar atención a nada a su alrededor aunque todas las miradas se posaban en ella y muchos detenían su paso ante una mujer tan hermosa. Y es que con los años Marina se había vuelto mucho más bella, alta y esbelta, sus hermosos y fríos ojos azules solo le daban un aire de misterio que cautivaba mas a los hombres, cosa que a ella no le interesaba en lo absoluto, solo se preocupaba por llegar a su destino.

En cuanto diviso a sus dos amigas disfrutando de la hermosa vista que proporcionaba la torre de Tokio, la miraba de Marina se volvió cálida y una sonrisa se dibujo en su rostro, parecía que la chica de hace un momento había desaparecido por completo dejando en su lugar a una soñadora que corría infantilmente al encuentro de sus dos mejores amigas.

-Marina!- La pelirroja al verla corrió también hacia ella para envolverla en un cálido abrazo mientras sonreía ampliamente

-Pensamos que tardarías mas Marina, estamos muy felices de verte- Anais le sonrió amablemente acercándose despacio, no era tan efusiva como Lucy pero al llegar a su encuentro no pudo evitar unirse al abrazo, captando todas las miradas de las personas curiosas e impresionadas de ver a tres mujeres hermosas abrazadas y sonriendo tiernamente

-Bueno es que mis padres se fueron a su cena y no había motivo para quedarme más tiempo sola en casa-

-En eso tienes razón Marina, espero que tus padres estén teniendo un aniversario muy agradable-

-Pues también lo espero Anais, me he esforzado por darles un hermoso día, ahora depende de ellos-

Las chicas se separaron de su abrazo mientras caminaban hacia la cafetería de la torre y se sentaban en una mesa ordenando algo para tomar. Marina seguía siendo la más alta de las tres, su cabello seguía igual de largo pero ya no cubría su frente ni usaba su cinta negra en el, ahora su cabello estaba un poco ondulado en las puntas y dejaba al descubierto su rostro a excepción de un travieso mechón ondulado que caía sobre él, sus rasgos eran más finos y femeninos, su figura más madura pero hermosa, capaz de hipnotizar a cualquier hombre con ella.

Por su parte Lucy seguía siendo la más baja pero no menos hermosa, a pesar de su estatura tenía un buen cuerpo lo que quitaba todo rastro de niña y dejaba un aspecto más seductor ya que su hermosa sonrisa encantaba a los hombres. Ahora llevaba su cabello suelto a media espalda cortado en capas que empezaban más cortas desde su rostro y se hacían más largas hacia las puntas.

Por último Anais ya no usaba sus lentes, ahora llevaba con ella unos más pequeños y elegantes que usaba solo para leer por lo que podía apreciarse libremente la belleza de sus ojos esmeraldas y de su rostro, el cual siempre demostraba madurez y seriedad pero también amabilidad y ternura que hacían que su belleza se acentuara. Era un poco más alta que Lucy pero menos que Marina y al igual que las dos tenía un cuerpo envidiable por cualquiera que junto a su hermoso cabello dorado el cual ahora lucia más largo, llegando a ser un poco más corto que el de Marina y completamente rizado desde la raíz, hacían de ella una mujer bella y elegante.

Después de unos momentos las tres amigas se encontraban disfrutando de un capuchino entre risas e historias de su pasado, sin poder evitar que por algunos instantes se presentaran momentos melancólicos que les robaban algunos suspiros.

-Tus padres me dan mucha envidia Marina… tanto tiempo juntos y tan enamorados….- Lucy suspiro de forma soñadora después de terminar su frase para después sonreír y beber su capuchino

-Lo sé Lucy, a mí también me dan algo de envidia, se complementan perfectamente el uno al otro y son tan felices juntos-

-Sera que algún día… encontraremos a alguien especial y seremos tan felices como ellos?... celebrando un aniversario después de tantos años juntos enamorados- las dos chicas miraron inmediatamente a Anais, la cual suspiro al igual que Lucy al terminar sus palabras pero con tristeza y pensando sin querer en dos hermosos ojos dorados

-No seas tonta Anais, claro que sí, no por nada somos tres hermosas y atractivas mujeres con un futuro prometedor- Dijo Marina en tono de broma para cortar el momento tenso y nostálgico que se había formado –Se que algún día el hombre adecuado llegara y podremos compartir nuestras vidas con el… bueno al menos ustedes dos, estoy segura que en este mundo hay alguien especial para ustedes-

-Pero que hay de ti Marina? Por que no te incluyes?-

-Vamos Lucy… acaso crees que hay un hombre capaz de soportar mi temperamento?- De nuevo intento bromear aunque por dentro sabia que ese no era el problema sino la incapacidad de creer que podría existir alguien que la amara auténticamente –Además yo soy un alma libre y aventurera, nadie podrá enjaular a este gorrión- rio de nuevo divertida pero con un dolor en su interior, producto del vacío que se hacía presente de nuevo y se acentuaba al recordar cierta mirada azul cielo la cual no veía desde hace 7 años

-Para todos hay alguien en esta vida, creo plenamente que en algún lugar, todos tenemos nuestra otra mitad y cuando la encontremos estaremos completos para siempre-

-Que romántica estas hoy Lucy-

La pelirroja se sonrojo fuertemente ante el comentario de Marina que reía divertida a pesar de esa sensación en su interior y la melancolía que llegaba a ella al pensar que Lucy y Anais deseaban el amor, pero no de cualquiera sino de ese par de chicos de Cefiro que hace años habían robado sus corazones. Por eso mismo las dos chicas continuaban solteras, rechazaban a los hombres y sus relaciones no duraban más de una semana ya que ellas mismas las saboteaban inconscientemente, guardando la esperanza de volver a ver a sus amores.

-Estas bien Marina?- Esa pregunta la saco de sus pensamientos rápidamente haciéndola volver a la realidad

-Claro que si Anais, solo recordé algo y mi mente empezó a divagar- Le sonrió para tranquilizarla pero de nuevo sintió esa corriente helada en ella, esta vez más profunda y fuerte lo que hizo que se abrazara a ella misma en busca de calor

-No parece que estuvieras bien Marina… ahora te estás abrazando a ti misma y tienes una expresión rara…-

-Anais tiene razón, está todo bien?-

-No te preocupes Lucy, tu tampoco Anais, es solo que empezó a hacer mucho frio de repente y no logro que se vaya, no entiendo que es lo que está pasando con el clima, el otoño nunca ha sido tan frio-

-Pero Marina, no está haciendo frio, es cierto que está fresco pero el clima no está diferente a los otoños pasados-

-Lucy, no digas tonterías, todo el día ha hecho un frio muy extraño y ha habido corrientes de aire muy fuertes, hasta mis padres lo sintieron, cierto Anais?-

-Lo siento Marina pero Lucy tiene razón, el clima ha estado muy agradable y nada fuera de lo normal, solo las brisas clásicas y el fresco característico de esta estación- Anais miro preocupada a Marina y llevo su mano a la de ella pero la aparto inmediatamente –Estas helada…-

-Qué raro, será que te estás enfermando?- Lucy también toco la mano de Marina intercambiando una mirada con Anais, pero tuvo que desviarla al ver a las personas algo alteradas hablando sobre un accidente o algo así

-Creen que paso algo malo? Todo el mundo se ve muy inquieto-

Marina también observo a las personas que comentaban cosas y buscaban observar más de cerca un punto de la ciudad desde las maquinas de la torre, estaba intrigada mientras seguía abrazándose a ella misma sintiéndose ese frio incomodo que no se iba

-No vas a contestar Marina?- Anais señalo el bolso de Marina del cual salía una suave melodía que al parecer Marina no había notado por estar concentrada en la agitación de las personas y en el frio

-Que tonta, no lo escuche, discúlpenme un momento-

Rio distraída poniéndose de pie y alejándose unos pasos para contestar el teléfono, según indicaba la pantalla era su padre quien llamaba, cosa que la extraño un poco y aun mas cuando la voz al otro lado de la línea no era la de su padre

Lucy y Anais seguían en la mesa terminando sus bebidas mientras comentaban sobre el extraño frio que menciono Marina y el comportamiento de las personas, pero su conversación se interrumpió súbitamente al escuchar el sonido de algo caer y desviar su mirada, encontrando así a Marina de rodillas en el suelo con la mirada perdida mientras lloraba desconsoladamente, por lo que se apresuraron a llegar a su lado.

-Marina! Estas bien? Que sucede?- pero Marina no respondía a las preguntas de Lucy y ni siquiera la miraba

-Marina dinos que pasa?- esta vez fue Anais la que pregunto y al no conseguir respuesta noto el teléfono celular en la mano de Marina, con delicadeza se lo quito y hablo para ver si aun había alguien en la línea

-Marina, no nos gusta verte así, dinos que sucede?- Lucy abrazo a Marina tratando de calmar su llanto pero se asusto mas al ver la expresión de Anais que agradecía perdidamente por teléfono y finalizaba la llamada completamente pálida –Que…que ocurre Anais?-

-El señor y la señora Ryuuzaki… un accidente…- Las manos de Anais temblaban temerosa de continuar mientras observaba la expresión de Lucy que al parecer había comprendido la situación y a Marina destrozada en llanto aun en el suelo –Los padres de Marina… ellos… fallecieron…-

CONTINUARA….