Capítulo 1: Un día diferente
Una joven castaña de 17 años despertó en su habitación sorprendida, había soñado con Ron y con Malfoy, que se comportaba muy raro con ella. Demasiado amable, sensible, educado era algo que Malfoy nunca iba a tener.
"Demasiado terrible" pensó la castaña.
Se levanto de la cama, y se fue a bañar, sus compañeras todavía estaban dormidas, y como no quería despertarlas, se fue de puntillas al baño.
Salió del baño relajada, como siempre todas las mañanas, se vistió con el uniforme y se puso a cepillar su cabello.
-¡Ay! Cierta persona ya se levantó-dijo Lavender, con su voz de altiva que tenía reservada siempre a Hermione.
Hermione decidió no hacer caso de la ofensa, total, siempre era lo mismo todos los días desde que empezaron su 7° año en Hogwarts.
-La señorita prefecta siempre tan perfecta ¿no?-dijo Lavender maliciosamente y soltó una carcajada de lo que dijo.
Hermione, que ya había acabado de cepillarse el cabello, recogió su mochila y bajo a la sala común.
Abajo, la esperaba Ginny para desayunar, Harry y Ron, todavía no bajaban.
-Hola¿cómo estás?-saludo alegremente Ginny a Hermione
-Bien, gracias ¿vamos ya a desayunar?
-Solo si no quieres morir de hambre-dijo Ginny, mientras que ella y Hermione, atravesaban el retrato de la Dama Gorda.
Fueron al Gran Comedor, donde solo habían unos pocos estudiantes, era muy temprano, y muy pocos llegaban a esa hora a desayunar.
Se sentaron en la mesa de Gryffindor, que estaba vacía.
Pronto, se iba llenando el Gran Comedor, de estudiantes de las otras casas, y de Gryffindor solo algunos de primero y tercer grado.
Se lleno por completo el Gran Comedor, y hasta entonces llegaron Harry y Ron.
-¿Por qué nunca llegan temprano, se puede saber?-preguntó Ginny, nada interesada en la respuesta.
-Simplemente no somos madrugadores como ustedes-respondió Ron algo molesto por la pregunta.
Desayunaron con calma, por lo menos Hermione y Ginny, pues Harry y Ron, por las prisas, desayunaron rápidamente.
A Ginny le tocaba Herbología, mientras que a los otros, Defensa contra las Artes Oscuras.
La maestra que habían contratado ese año, era una auror joven, llamada Jazmín, que provocaba atracción en muchos chicos del colegio, en especial en Ron.
Llegaron al aula, que tenían que compartir con Slytherin para su mala suerte, y eso significaba una sola cosa: Malfoy estaba con ellos.
Se sentaron en las bancas del final, donde en la banca de al lado, para descontento de Hermione estaba Malfoy.
Había cambiado bastante desde que empezaron el año, su cabello rubio platinado se veía muy bien con un corte que lo hacía ver más guapo de lo que ya estaba.
El uniforme no le sentaba mal, pues traía la camisa desfajada y la corbata sin apretar bien.
Sin embargo, seguía siendo el mismo mal educado e insensible de siempre, por lo que Hermione no quería sentarse en la orilla.
-No quiero estar aquí Ron, quítate-susurró rápidamente.
-¿Porqué? Así estamos bien-contesto sorprendido.
-No ¡quítate!
-¡No quiero!
-¿Algún problema srita. Granger y sr.Weasley?-preguntó la profesora Jazmín acercándose a ellos.
-No, para nada profesora-contesto Ron inmediatamente, no quería enojar a su profesora preferida.
Hermione no tuvo más remedio que quedarse en la orilla, donde trato de no hacer caso de Malfoy, que estaba en la otra banca.
Para su sorpresa, el no la molestó para nada ni la critico, algo que era muy extraño, siendo Malfoy la persona que la molestaba más aparte de Lavender.
"Ni pensarlo, no es mi problema" pensó Hermione, que estaba contestando el cuestionario que les había dejado la profesora sobre las maldiciones imperdonables.
Al final de la clase, Ron se quedo a solas con la profesora Jazmín, porque "no había entendido" bien el tema, y Harry se fue a entrenamiento de Quidditch que tenía.
Como Ginny tenía clase a esa hora, Hermione decidió ir al lago a hacer la tarea.
Mientras se dirigía al lago, tropezó sin querer con una roca y cayo encima de un chico rubio muy guapo.
-Perdón-dijo Hermione muy angustiada.
-No te preocupes-le contestó el chico y la ayudo a levantarse y a recoger sus libros.
-Gracias-dijo Hermione justo cuando volteaba a mirarlo y se daba cuenta que era Malfoy.
No supieron cuantos minutos se quedaron mirando, pero fueron pocos que parecieron siglos.
Los dos se quedaron en medio de un incomodo silencio, por lo que Hermione volvió a agradecerle y se fue a la orilla del lago muy ruborizada.
De repente, sintió en su interior un sentimiento muy raro, que no había experimentado nunca por Malfoy.
"¿Qué diablos me pasa?" pensó Hermione por lo que sentía, era como una pequeña simpatía, que jamás había sentido hacia Malfoy.
Acabó los deberes más rápido de lo previsto y se fue a su dormitorio, que por milagro estaba vació.
Se sentó en la cama a reflexionar sobre lo que sentía, y pensó"¡Qué día mas diferente para mi!". Se puso su pijama y se durmió.
