Disclaimer: los personajes que menciono de Rouroni Kenshin no me pertenecen sino a Nobuhiro Watsuki, este fic fue escrito por diversión, así que no me demanden.
Kitsune
I
Aun recuerdo esos días. Estudiaba en la universidad y en aquel entonces vivía en un pequeño edificio a unos minutos de la universidad, había ganado una beca deportiva que hacía que mis gastos fueran un poco menores, mi vida era simple, estudios, entrenamientos, bibliotecas, amigos, exámenes competencias, prácticas. De vez en cuando debía que tomar uno que otro trabajo temporal para solventar mis necesidades.
Recuerdo que Tsunan Tsukioka era mi compañero de cuarto, estudiaba artes en la misma universidad, pero poco a poco se había hecho dueño del departamento. El sitio estaba lleno de material, , bocetos , libros , kilos y kilos de papel, cientos de marcadores , tintas, pinturas y su equipo de cómputo que apuesto quería más que a nada en el mundo. Tsunan era ayudante de un mangaka, tenía poco tiempo entre estudios, trabajo, reuniones y trabajo extra que llevaba a casa.
Tsunan estaba encantado, estaba trabajando para una de sus ídolos. Al principio solo le permitían trabajar con las tramas para ayudar con los fondos, pero en los últimos días le habían encargado mejorar el diseño de uno de los personajes menores y realmente se estaba esforzando mucho. Su trabajo lo absorbía tanto que de vez en cuando lo arrastrábamos con nosotros a jugar o a tomar un par de cervezas para recordarle que no debía olvidar el contacto humano.
Podría decir que nuestra vida era apacible hasta que ella entró en nuestras vidas.
Recuerdo que la primera vez que la vi fue cuando hacía un pequeño trabajo como repartidor de comida china. Pasarían de las 4 de la tarde, la orden era para un elegante apartamento ubicado cerca de una zona comercial. Ella salió a recibir el encargo, se veía guapa y amable, pero cambié de opinión cuando después de darme el dinero cerró la puerta en mis narices. No me gusta la gente que no da propina, pero no me iba a pelear por unos cuantos yenes. Se lo había prometido al entrenador, así que me apresuré a regresar al restaurante, porque ya había más pedidos que entregar.
Recuerdo que era un día pesado, varias oficinas tenían pedidos y los del restaurante apenas se daban abasto. Aquel día terminé un poco tarde y estaba muerto de cansancio. Regresé en metro a casa. En una de las estaciones subió al vagón la chica que no me había dado propina, la reconocí en el acto, se veía llorosa y arrastraba una enorme maleta roja. Sus párpados estaban hinchados, señal inequívoca de que había llorado. Me compadecí de ella.
Me temo que un error de mi parte fue verla con tanta insistencia. Calculé que era unos dos o tres años mayor que yo, su cabello era largo, ojos obscuros y vestía unos jeans, cardigán lila sobre una blusa blanca y zapatos bajos.
- ¡qué miras! – dijo en tono hostil
- ¿qué?
- ¡deja de mirarme!
- Ni que hubiera mucho que ver
- ¡cretino!
Me mordí los labios. Recordé, no debo pelear, pronto habrá competencia y el entrenador había dejado muy claro que si no aprendía a controlar mi temperamento, por muy bueno que fuera no estaría en la selección. No era un lujo que pudiera darme. La beca era vital en mis estudios. Así que cerré los ojos tratando de recordar las enseñanzas de Sozo.
Juro que traté de ignorarla el resto del camino y me dediqué a observar a otras personas del vagón. Al llegar a mi estación bajé rápidamente, tratando de apartarme cuanto antes de esa chica. Todavía me detuve en un puesto de periódicos y después pasé a una tienda de 24 horas para comprar un par de cosas para desayunar, ya que era el día que me encargaba de las compras.
La vi pasar cuando estaba en la fila. Iba acompañada de dos chicas, una pequeña de larga trenza y otra pálida que me parecía conocida de algún sitio, tal vez de alguna clase o quizá me hubiera cruzado con ella en la biblioteca. En esos momentos no importaba.
Pagué el importa. Cuando llegué Tsunan estaba encerrado en su habitación enfrascado en su mundo. Así que no lo molesté y decidí darme un baño. Prendí la televisión, le pregunté a Tsunan si cenaría algo, pero él dijo que más tarde, así que cené mientras veía de una manifestación estudiantil en la Plaka, un contingente armado frente al museo del Cairo y un reportaje sobre estudios hechos a unas carpas genéticamente modificadas. Pensé que me daría tiempo de ver mi animé favorito cuando sonó la puerta. A esas horas solo podía ser el dueño del edificio. Pero no venía solo.
- Señor Sagara
- Señor Oibore,– dije entre dientes - ¡que sorpresa!, este mes Tsunan si pagó la renta
- Lo sé, y no vengo por eso
- ¿entonces?
- Necesito un favor joven Sagara
- Usted dirá
- La señorita Takani será su nueva vecina…
- La persona que la acompañaba salió de la penumbra. Genial. La chica llorona que no me había dado propina reapareció en escena.
- ¿Tú aquí? – dijimos al mismo tiempo
- ¿se conocen? – dijo el administrador - eso facilitará las cosas
- ¿qué haces aquí? – dijo irritada
- Aquí vivo
- ¡genial! - Murmuró ella - ¡voy de mal en peor!
- Señor Sagara
- ¿si?
- ¿podría ayudarme a llevar un futón para la habitación de la señorita Takani
Tenía ganas de decirle que no, que tenía mucho que estudiar para la clase de mañana. Pero no puedo negar que tenía curiosidad por la identidad de esa nueva vecina. Seguí al señor Oibore a la bodega y sacamos un futón de un viejo armario. Después subimos un par de pisos.
- Se lo agradezco mucho señor Oibore – dijo la chica con su mejor sonrisa – no sabe el gran servicio que me presta
- Es un placer servirle señorita Takani – dijo alejándose por las escaleras – pásese mañana y hablaremos de las modificaciones necesarias
- Perfecto, hasta mañana señor Oibore
- Hasta mañana señorita Takani, joven Sagara
La señorita Takani había prendido las luces del departamento y observaba con atención el lugar. Era una construcción similar a donde vivía, se veía limpia, porque el señor Oibore era obsesivo con la limpieza del lugar, pero las paredes necesitaban pintura nueva y mobiliario.
- Puedes dejar por ahí el futón
- Perfecto – dije dejándolo en el suelo y dispuesto a salir
- Espera
- ¿si?
- ¿cómo dices que te llamas?
- No te he dicho mi nombre
Ella suspiró.
- Creo que empezamos mal, soy Takani Megumi
- Sagara Sanosuke – dije y salí del departamento
- Espero que seamos buenos vecinos
- Si, claro… - dije y salí del lugar
Era una chica linda, pero estaba cansado y la verdad es que no me había caído muy bien,me sentía cansado, regresé a repasar un poco de la clase . Me quedé dormido frente a la lección que debía repasar para el día siguiente.
Pero a la mañana siguiente...
El despertador no había sonado a tiempo , me metí corriendo a bañar y descubrí que el agua estaba helada, tenía clase en 45 minutos. Busqué inútilmente en el refrigerador las compras del día anterior.
- ¡Tsunan!
- ¿qué pasa?
- ¿por qué no me despertaste?
- No sabía que tenías clase en la mañana
- ¡tengo examen!
- No sabía
- ¡Tsunan!
- ¿qué?
- ¿te acabaste lo que compré ayer?
- Eso te iba a comentar, tenemos nueva vecina…
- ¡ya lo sé!
- Pues yo no lo sabía, es una chica muy amable y desayunó conmigo
- ¡como que desayunó contigo!, ¡con la casa hecha un desastre!
- y tus ronquidos de fondo, hace poco se acaba de ir
- ¡qué!
- ¡Y se acabaron todo!
- Bueno, desayunamos y le dí algunas cosas. Hoy llega su mudanza y no podrá ir a la tienda...
- ¡pero tenías que darle todo!, ¡no hay nada que comer!
Pero Tsunan me ignoró, no sé si estaba habituado a esos pequeños dramas matutinos o si lo hacía por molestar.
- Su familia es de Aizu, tiene unos modales exquisitos
- Oye, no tengo tiempo de escuchar alabanzas, se hace tarde, ya comeré algo en el camino
Salir fue otra historia. Había un camión de mudanzas en la parte baja y un montón de cajas que bloqueaban la entrada. Lancé un par de maldiciones, salté algunas cajas y muebles y salí corriendo al café de la estación. Pedí un café americano y un sándwich para el camino. Rogando a buda y a todos los espíritus llegar al examen a tiempo.
Era febrero de un año del conejo,
que un zorro entró en mi vida.
Comentarios, críticas y sugerencias serán bien recibidos.
