La sombra de Tomoyo

Capitulo I: "De la luz provienen las sombras"

por: Tiffany Dincht

Una hermosa chica de ojos violeta miraba distraídamente por la ventana, mordía su lápiz y escribía en su cuaderno una que otra anotación importante de vez en cuando, para luego seguir jugueteando con su largo cabello mientras el profesor al frente, iniciaba su rutinario discurso acerca de la mitosis.

Era algo extraño que ella no pusiera atención, siempre era la primera que levantaba la mano para contestar, o la que pasaba al pizarron generalmente, al enfrentarse con el poco interés de los demás compañeros.

Al estar frente a todos se sentía un poco incomoda. Todos los chicos la veían detenidamente, mientras cruzaban por sus mentes pensamientos retorcidos, típicos de adolescentes de su edad.

Y es que esa joven era en verdad hermosa. Su largo cabello negro azabache cubría toda la extensión de su espalda, su piel era extremadamente blanca, pero un ligero rubor coloreaba sus mejillas, y un rojo natural destacaba en sus delgados labios. Sus ojos, eran de un inusual color, ametista sería describirlos con precisión. Su fragancia era delicada y fresca, dejando un toque de ternura y sensualidad a su paso.

Tenía a docenas de pretendientes a sus pies. Invitaciones por montones, un casillero lleno en día de San Valentín, y un regalo diario encima de su pupitre cuando empezaban las clases.

Tenía las mejores calificaciones del salón entero, y el reconocimiento publico de cada uno de sus profesores.

Había escogido la gimnasia como actividad principal, convirtiéndola en una gran atleta, pero principalmente dotándola de atributos envidiables ante las demás chicas.

Su pasión y pasatiempo era el canto, desde que era muy pequeña, se había dedicado a la música, su madre la inscribía en todos los cursos que podía, la presumía en todas las reuniones de la alta sociedad, y acudía a cualquier concurso que se le pusiera en el camino.

Había dejado atrás su pasión por la fotografía y el video tiempo atrás, limitándose solamente a reuniones con amigos en ocasiones importantes.

Tomoyo Daidouji tenía una vida perfecta. Era la chica más popular de la escuela, era hermosa, inteligente, una grandiosa atleta y la chica con la mejor voz en el coro... eso hubiera sido suficiente para cualquier otra persona, y sin embargo, ella no era feliz.

Desde que su querida amiga había acabado de convertir las cartas Clow a cartas Sakura, su vida se había vuelto monótona, sin ninguna emoción, sus trajes ya no eran utilizados para esa labor, y por tanto habían quedado arrumbados en algún lugar del desván. Sin embargo, no por ello había dejado de hacerlos, aun confeccionaba hermosos trajes, pero no para su mejor amiga, los había convertido todos en vestuarios miniaturas para las tantas muñecas de porcelana que coleccionaba en su habitación, vistiendo a cada una con su propio estilo, tal y como lo realizaba con Sakura.

-Entonces repasemos, mitosis es el proceso que lleva a cabo la célula para...-

Tomoyo miro de nuevo hacia la ventana, desde el cuarto piso se podía observar la escuela en su totalidad. El patio estaba lleno de jóvenes en pantalón corto que jugaban en clase de educación física. Algunos practicaban el foot-ball, otros bascket-ball, y las chicas generalmente practicaban gimnasia.

Sus ojos llegaron hasta un grupo de chicos que jugaban mientras botaban la pelota. Cuando entrecerró los ojos logro distinguir sus rostros con claridad.

El joven que llevaba el balón, le fue conocido al instante. Shaoran Li, era de los jóvenes más populares en la institución entera, era bien parecido, algo misterioso, y el acento extranjero que cargaba, lo hacían simplemente irresistible. Era su mejor amigo, ya que hacia mucho tiempo, ella le había ayudado a confesar sus sentimientos a su mejor amiga Sakura.

Sakura Kinomoto se encontraba a un lado de la cancha, animando con pompones y gritos a su nuevo novio. Ella era una chica alegre y entusiasta, amable con la gente, y querida por las personas que la conocían. Era también muy popular, era muy bonita y dulce, aunque ya pocos se atrevían a mandarle detalles, por miedo al chico de Hong Kong.

Jugando al lado de Shaoran se encontraba Eriol Hiragizawa, era un chico de origen ingles, la persona más educada que se pudiera encontrar en la escuela entera. Se había mudado a Tomoeda desde hacia casi dos años, dejando en Inglaterra su vieja relación con Kaho Mizuki. Un rompimiento devastador para el sin duda. Era además la reencarnación de Clow reed, poderoso mago del pasado, que había heredado su legado a Sakura. Poseía grandes poderes mágicos, que en esos momentos eran utilizados solo en ocasiones especiales.

Ellos eran en las únicas personas que confiaba. Le habían sabido dar comprensión y cariño, cualidades que ni su madre poseía.

Sus amigos eran lo único importante que poseía en su vida, lo demás iba y venia. En ciertas ocasiones, deseaba regresar a esos momentos en que no le importaba nada. Cuando solo se preocupaba por un pequeño oso de peluche, y divertidos juegos de niños.

Si, sus años de niñez habían sido los más felices, cambiaria cualquier cosa, por regresar a ellos.



Los chicos terminaron sus clases en medio de alboroto desmedido, los pasillos se llenaron de risas juveniles, y animadas platicas. Las fiestas del fin de semana estaban en boca de todos, peleándose porque las personas más populares escogieran asistir a determinada reunión. Tomoyo salió del salón rodeada de chicos, que la invitaban por uno u otro lado, a asistir con alguno de ellos a cualquiera de las fiestas.

Ella solo podía ofrecer disculpas con una tierna sonrisa, al rehusar todos los ofrecimientos. Los chicos fueron desapareciendo uno a uno, después de las negativas de la chica de ojos ametistas. Estaba sola cuando al fin alcanzo su casillero. Después de un largo suspiro lo abrió, para encontrarse con un hermoso ramo de rosas rojas de un admirador anónimo.

El gesto le parecía lindo, y al mismo tiempo le disgustaba ¿como podían abrir su casillero así nada más? lo bueno es que no dejaba nada comprometedor a la vista.

-¿Los admiradores de nuevo Daidouji?- un chico ojiazul llego a su lado de repente, mientras secaba su cabello mojado con una toalla.

-Hola Hiragizawa ¿como te fue hoy?- respondió ella con su sonrisa habitual

-Supongo que bien-

-Pensé que Sakura y Shaoran estaban contigo.-

-Terminaron rápido y se fueron, creo que iban a la cafetería-

-Por fin logramos unirlos ¿eh?- la chica le guiño uno de sus ojos, cual pequeña que hace una travesura, y logra salir de ella sin un regaño.

-Si, después de casi cinco años.-

Por un momento hubo un silencio entre los dos, los últimos chicos pasaron por el lugar, y la escuela quedo vacía. Al no oír sonido alguno a su alrededor, Tomoyo tuvo un sentimiento de nostalgia. Cuando llegara a su casa, ese mismo silencio reinaría en el lugar. Su sonrisa ya se había esfumado al terminar de acomodar sus libros en la mochila.

-¿Te sucede algo Daidouji?-

Ella levantó su mirada, encontrándose con unos ojos con mezcla de confusión y preocupación, detrás de los elegantes anteojos grabados.

-¿Porque lo dices?-

-Hace tanto tiempo que no te veo sonreír como antes.-

-Si sonrió- Tomoyo fingió una sonrisa como siempre.

-Pero ya no veo felicidad en tu sonrisa-

-Tu no puedes saber lo que siento.-

-Puedo sentirlo si así lo deseo. Sabes quien soy, y lo que puedo hacer con los dones que me otorgo el mago Clow-

-No puedes entrar en mi mente así nada más.- Tomoyo agacho su mirada, y su visión se empezó a tornar húmeda.

-No entré en tu mente...entré en tu corazón. Sé porque sufres-

-No lo sabes, porque nunca te a pasado-

La chica cerro su casillero de un fuerte golpe, se dio la vuelta, y se hecho a caminar por el pasillo, sin mirar hacia atrás de nuevo.

Eriol la miro con algo de preocupación en su rostro. Tomoyo sufría mucho internamente, y no sabia de lo que podía ser capaz.

El cielo se empezaba a tornar oscuro mientras Tomoyo tomaba su habitual camino a casa. Pensó en las palabras que le había dicho Eriol, antes de que ella saliera de la escuela apresuradamente, con la intención de no escucharlo.

No deseaba escucharlo, porque sabia que sus palabras eran muy sabias. En cada una de ellas, se expresaba lo ancestral de sus conocimientos.

Seguramente comenzaría con un discurso acerca de sus sentimientos. Comenzaría a preguntar tantas cosas, a las cuales ella estaría temerosa de responder.

Después de todo, el siempre tenía razón. Ella no era feliz. En verdad odiaba su vida, se odiaba a si misma.

Se había dado cuenta hacia mucho tiempo que ella siempre había sido una sombra en la vida de los demás, había carecido de su propia vida, de su propia identidad. Era simplemente una especie de camarógrafa para Sakura, la confidente de Li, y una persona más en la vida de Eriol.

Ni su madre se daba cuenta de su presencia, se preocupaba más por su negocio, por organizar las mejores fiestas de la ciudad y por ser el miembro mas elegante de "La Sociedad de Tomoeda", que por su propia hija. había descubierto, poco después de los doce años, el sentimiento que nacía en su corazón por su madre. La odiaba. La aborrecía. No soportaba su presencia. Su hipocresía y sarcasmo se notaban siempre en su voz, su complejo de superioridad era demostrado hasta en la más mínima partícula de su esencia. Aprovechaba cualquier oportunidad para acabar a sus oponentes, para terminar con cualquiera que se pusiera en su camino. Pero lo que mas odiaba de ella, era como la trataba. Intentaba parecer tan dulce, tan comprensiva, tan amorosa... el sentimiento más grande que alcanzaba departe de su hija, era lastima. Pobre de aquella mujer, que a causa de su ego, terminaría sola en su gran mansión, sin ninguna visita, y abandonada con su propia amargura en sus años de vejez.

Su padre en cambio, era una persona diferente. Era la única persona que sabia comprenderla en cualquier circunstancia.

Ella se pasaba contando los días para saber en el momento en el que él regresaría. Recordaba que de noche, cuando el regresaba, iba sigilosamente a su cuarto cuando ella ya estaba dormida. Acariciaba su cabello confundido en las sombras de la almohada, y besaba su frente con suavidad. Entre sueños escuchaba las largas historias que él le relataba, no tenían cartas mágicas, o guardianes del sol y la luna, pero igualmente eran maravillosas.

Lo extrañaba tanto. Deseaba más que nada en el mundo poder estar a su lado, como esas noches de lluvia en que él la abrazaba, en un instinto protectivo por ahuyentar el miedo que ella a veces presentaba.

Su muerte había significado el inicio de su desdicha, y sabia que ese dolor solo se aliviaría, cuando pudiera estar al lado de su padre de nuevo.

El chico de anteojos seguía a la joven de cerca. Sus manos se habían deslizado a sus bolsillos a causa de la débil brisa de lluvia que comenzaba a caer. No podía dejar sola a Tomoyo en esos momentos, o su educación se vería juzgada. Con un poco de pesar, apresuro su paso, llegando al lado de su compañera de clases.

-¿Puedo acompañarte?- Tomoyo apenas se había dado cuenta de su presencia. Le resultaba un poco incomoda.

-Claro- no podía decir sus verdaderos pensamientos al chico.

Caminaron un rato en silencio, pasando calles poco concurridas, pero con muchos autos pasando por las avenidas. Tomoyo se había dado cuenta que la única intención de Hiragizawa, era hacerle compañía, sin entrar en su vida personal. En realidad había sido muy grosera con el.

-Perdón Hiragizawa.- dijo de pronto sin levantar la mirada.

-¿Perdón? ¿Porque lo dices Daidouji?-

-Hace rato fui grosera contigo, no se que pasaba por mi mente en esos momentos. Quiero decir, tu nunca has sido grosero conmigo, al contrario, siempre te has portado muy educado. Creo que yo debo darte por lo menos el mismo respeto.-

-...¿De que estas hablando? Yo no recuerdo nada...-

Lo miro un momento, y después puso una dulce sonrisa. Por un momento apareció la Tomoyo de hacia algunos años -Gracias Hiragizawa-

La lluvia por fin había aumentado su intensidad, levantando grandes charcos, en las calles. Los autos se deslizaban por el pavimento con gran rapidez, iluminando paulatinamente con las altas luces. Dos sombras caminaban por la banqueta, apenas dándose cuenta de la lluvia que los empapaba. Casi sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

Eriol recordaba mientras caminaba, la linda sonrisa que ella le había otorgado hacia unos momentos. Sabía que aquella niña alegre y carismática, seguía en esa mujer, en algún lugar, escondida, con miedo de salir de nuevo a la vida.

El sabía que podía encontrarla, solo necesitaba ganar su confianza de nuevo. Podía devolverle a la hermosa Tomoyo su alegría y sus deseos por la vida.

Un estruendo chillón lo saco de sus pensamientos súbitamente. Volteo la cabeza a su lado, y alcanzo a ver los faros de un automóvil que se dirigía a él con gran velocidad.

Sus instintos de reacción fueron muy rápidos, de un solo salto, se quito del camino del carro, poniéndose a salvo a un lado de la acera. Un golpe seco se escucho a unos pasos al lado de el.

El automóvil dio un vuelco rápido al volante, haciendo que este girara sobre su eje, quedando en sentido contrario al camino, antes de detenerse completamente después de el rechinido de sus llantas sobre el pavimento mojado.

Los faroles alumbraron la cara de Eriol en su totalidad, segándolo unos momentos, consiguió apoyo en la pared detrás de el, mientras su agitado aliento salía en forma de humo blanco por su boca.

El conductor del auto salió apresuradamente con la cara pálida, y con ojos llenos de temor. Buscando por algo en el piso.

Eriol se quedo confundido al ver la cara de preocupación en el hombre, al parecer no estaba lastimado, y no venia acompañado, ¿Que podía estar buscando tan desesperadamente?

De un momento a otro la mirada del hombre cambio por un gesto de terror, mientras miraba al piso con ojos fijos. El ojiazul, por fin se había acostumbrado a la luz que lo había estado segando, y con curiosidad, inspeccionaba el lugar al que se dirigía la mirada del conductor atónito.

Distinguió entre el agua regada en el suelo, un bulto negro, con una mancha roja a su alrededor, que se veía diluida lentamente por el agua que no dejaba de azotar la ciudad.

Su pupilas se dilataron en un gesto de terror como nunca antes en su vida, al ver una delicada mano blanca a un lado de la sombra en el piso.

Miro a su alrededor, buscando frenéticamente con la mirada, a aquella chica de ojos ametistas que hacia unos cuantos segundos atrás, estaba a su lado.

Un escalofrío indescriptible recorrió todo su cuerpo, al notar que ya no estaba más a su lado. Sin pensarlo dos veces corrió como nunca al lado de el bulto tirado en el piso, rezando a los cielos que ella estuviera a salvo.

El cuerpo estaba boca abajo. Con mano temblorosa alcanzo la sombra, y la volteo lentamente. Pudo ver su rostro, pudo reconocer sus ojos...era ella...

Continuara...

Hola!! mi primer fic de Card Captor´s Sakura, como ven aquí la pareja de Eriol y Tomoyo es mi favorita, aunque algunas como Sakura y Syaoran, Chiharu y Yamasaki, etc. son también encantadoras!!!! ^o^ La historia apenas va comenzando, espero que les agrade la idea. Imagínense, Eriol haciéndose cargo de la pequeña Tomoyo, mientras intenta descubrir todos los sentimientos que ella guarda en su corazón... se que será mejor de lo que suena, así que por favor, dejen sus comentarios, y compartan conmigo su opinión o critica, que siempre son bien recibidas. Mi mail es tiffany_icarian@hotmail.com, por si quieren enviar algún comentario privado. Ojala y les guste el comienzo de esta historia!!!!!

Hasta la próxima!!!!!!! Tiffany Dincht