Declaración: InuYasha pertenece a la genialidad de Rumiko Takahashi. Hay personajes que son de mi invención en esta historia, creada por mi sin fines de lucro.

¡Hola!, es la primera historia que escribo. Espero sea del agrado de alguno de ustedes. Los comentarios son bienvenidos para mejorar.


Capítulo 1. Ella volvió

Ella volvió.

‒ ¿Qué estabas haciendo? Tonta…‒ Después de que ella se disculpará por haberlo hecho esperar, es todo lo que el alcanzó a decir.

La emoción de todos no se hizo esperar, y no era para menos, tres largos años habían pasado, sus amigos la llenaron abrazos. Shippo no podía contener las lágrimas, de verdad la había extrañado, la compañía de sus otros amigos lo hacían sentir bien, pero solo Kagome lo había cuidado como si fuera su propio pequeño, procurando siempre consentirlo, e incluso malcriarlo, constantemente llevándole dulces, juegos y pinturas sin mencionar el hecho de que se había acostumbrado a dormir a su lado, no estaba regresando solo una amiga, sino prácticamente su madre adoptiva.

InuYasha solo pudo observarlos a todos en silencio después del breve abrazo que le dio al salir del pozo. No podía dejar de observar que era la misma chica que había esperado por tres años, ella lucia igual, aunque sonaba un poco más madura de lo que recordaba, Sango y Miroku después de darle una calurosa bienvenida y presentarle a las gemelas y a Komori todos se pusieron camino a la aldea para avisarle las buenas noticias a los demás.

La aldea no había cambiado realmente mucho, la mayoría de las cosas seguían como Kagome las recordaba, decidieron reunirse en la casa de Miroku ya que no cabrían todos en la cabaña de la anciana Kaede, ella y Rin se pusieron igual de felices que los otros cuando ella apareció, se dispusieron a cocinar para todos, para así comer juntos como lo hacían cuando la búsqueda de Naraku les dejaba tiempo y la posibilidad de estar con un poco de tranquilidad, bueno, ahora había más integrantes en esa familia que habían logrado formar todos ellos y la paz y tranquilidad se había vuelto algo relativamente cotidiano en sus vidas.

Todos llenaron a Kagome de preguntas, principalmente de que había realizado en esos tres años, ella contestaba educadamente aunque parecía que había cosas que evitaba mencionar pero también ellos se limitaban a escuchar lo que ella quisiera contarles, que en general era como se había esmerado en terminar la escuela.

Se veía feliz, InuYasha se preguntó por un momento como podía verse tan feliz, es que acaso no lo había extrañado. El definitivamente lo había hecho aunque él tampoco había podido quitar de su rostro una sonrisa desde que ella apareció. Todos tenían muchas cosas que contarle también a ella, intentaron ponerla al corriente de sus vida, ya que ninguno tenía reservas en contar lo que se habían dedicado a hacer, ella escucho paciente los avances de Shippo para convertirse en un gran demonio zorro, como les estaba sentando la vida de casados a Miroku y Sango, de como Rin se dedicaba a ayudar a la anciana en todo lo que pudiera y se divertía con los juegos de los bebés que en sí mismos eran pura ternura.

Fue una tarde encantadora, todos se divirtieron a pesar de que hubo lágrimas presentes. Ninguno se dio cuenta de lo rápido que paso el tiempo, ya había obscurecido y los adultos se estaban quedando conversando ellos ya que los pequeños se fueron quedando en silencio (para ser más precisos se estaban quedando dormidos uno a uno). Parecía que las cosas a contarse no tendrían fin pero ellos también estaban comenzando a tener sueño. La anciana Kaede y Rin se despidieron con un fuerte abrazo de Kagome.

‒Creo que debemos descansar, este día a estado lleno de sorpresas ‒mencionó Sango llevando a su bebé en brazos para depositarlo junto a sus hermanas, se volvió hacia Kagome y estirando los brazos le dijo‒, sería buena idea si Shippo duerme aquí está noche, llevarlo con ustedes sólo lo despertará…

Kagome sólo asintió, aunque en realidad estaba un poco confundida ya que pensaba que pasaría la noche con sus amigos, pero éstos no parecían haberse enterado de que ella necesitaba asilo por esa noche ahí. Se giró hacia InuYasha y el sólo le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

‒Nosotros también deberíamos ir a descansar.

‒Claro… ‒Fue todo lo que respondió antes de levantarse y girar para desearle buenas noches a sus amigos que a pesar de llevar toda la tarde con ella no dejaban de mirarla con ternura y gusto de que estuviese ahí.

Comenzaron a caminar con dirección al bosque.

‒ ¿A dónde vamos InuYasha?

‒A descansar a la cabaña...

Ella se asombró ya que no esperaba que InuYasha se hubiese decidido a construir una cabaña para él en la aldea. Aunque ya que lo pensaba estaba lo suficiente retirada como para estar en paz sin tener que estar lejos de sus amigos. Básicamente podría vigilarlos por si estaban en peligro y necesitaban ayuda, pero también tener una noche tranquila, lejos del llanto, gritos y juegos de los niños.

Cuando llegaron InuYasha dejó que Kagome entrara primero. Las cabañas de las aldeas generalmente tenían sólo una pieza o máximo dos, sin embargo esta tenía tres; la primera que podía denominarse como la estancia ya que era donde se podía apreciar el fogón en medio con una pequeña mesita en la esquina, estantes donde parecía que acomodaban los vegetales, ingredientes y utensilios necesarios para la comida y el té; el segundo y tercero, parecían ser los cuartos, uno a cada lado de la estancia, cada uno con su respectivo cuarto de aseo.

Kagome después de entrar le preguntó si le molestaba que prepara un poco de té, InuYasha sólo negó con la cabeza por lo que ella inició un fuego que volvió el lugar más acogedor y se dispuso a prepararlo para entrar en calor, ya que como siempre, solo iba vestida con una falda corta y un suéter delgado, que era suficiente para las tardes frescas pero esta noche se comenzaba a tornar muy fría.

‒Toma cúbrete ‒dijo InuYasha poniendo en los hombros de Kagome una manta que había entrado a tomar de su dormitorio. Ella lo agradeció ya que se estaba congelando y el té estaba tardando más de lo que le gustaría esperar.

Al notarla tan cansada InuYasha la guío hasta el cuarto en donde sólo se podía apreciar una cómoda y un futón grande. Lo suficiente para dos personas.

–Debes descansar o te quedaras dormida sin darte cuenta, buenas noches, que descanses – dijo el sin la intención de acostarse a su lado, se giró para salir de la habitación y dejarla descansar, después de todo había sido un día bastante largo, no tanto como él hubiese deseado ya que aún no se atrevía a preguntarle si regresaría a su casa en su época al día siguiente, y para ser sincero le costaba demasiado dejarla fuera de su vista.

En parte tenía miedo de hacer esa pregunta pero un suave susurro por parte de ella le detuvo esa línea de pensamientos.

‒Quédate conmigo... ‒susurró ella.

Él la miró y ella sólo tenía una mano extendida, él no lo pensó demasiado y la tomo para sentarse junto a ella pero ella lo jalo lo suficiente para que se recostase. Ella tomó la manta cubriéndolos a ambos. Girándose hacia ella, notó como sus ojos estaban a punto de desbordarse, él se asustó momentáneamente ya que no sabía que las lágrimas que ella no podía contener eran de felicidad al encontrarse así con él.

–No sabes cuánto te extrañe… – dijo cerrando los ojos y dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas.

Su miedo se esfumo y fue cambiado por un sentimiento sobrecogedor que estuvo a punto de hacer que a él también le rodaran un par de lágrimas. Cuando él rozo con sus manos las lágrimas para retirarlas no pudo evitar los nervios que le producía ese contacto con ella.

–Si lo sabía, yo también te extrañé, por eso no dejé de esperarte, han sido tres largos años, seguro has hecho muchas cosas en tu mundo pero siempre espere que volvieras.

–De verdad lo intenté Kei intentó ayudarme todo lo que pudo ya que mi poder espiritual es más grande que el suyo, pero sin la guía de alguien experto sólo podía visitar diario el pozo de casa para intentarlo una y otra vez…

– ¿Quién es Kei?

Kagome se enderezó para mirarlo, no sólo estaba ceñudo sino también se había puesto muy tenso, en cualquier otra ocasión esa desconfianza por parte de él la hubiese hecho enfurecer, pero justo en ese momento ella sólo consiguió sentirse reconfortada de tener a su lado a su celoso InuYasha. Las lágrimas comenzaron a salir de nuevo de su rostro pero esta vez no le dio tiempo de limpiar su rostro, se acercó al de él y puso sus labios en los de suyos.

Él se sorprendió por su reacción y a pesar de estar preocupado de no haber obtenido respuesta no pudo evitar sentirse agradecido de lo que ella estaba haciendo. La había esperado mucho tiempo y así como ella confío en que él la encontraría en la oscuridad, él confiaba en que ella encontraría la forma de volver con él. Ese beso estaba comprobando que su Kagome a pesar de mostrarse más madura había mantenido sus sentimientos por él intactos, no podía negarse a corresponderle ya que eso sería engañarse a sí mismo aunque en realidad no tendría forma de resistirse aunque quisiera. Por supuesto que estaba nervioso, las inseguridades de toda una vida no se iban a ir en una tarde pero habían sido tres largos años y el sonrojo y la vergüenza podían esperar para más tarde.

Bajo sus manos a su cintura para pegarla más a su cuerpo cuando sintió que ella también lo intentaba, la beso con más entusiasmo, y se sintió complacido de que ella no retrocediera, ya que buscaba estar tan cerca como él. Ella se separó con sus mejillas rojas, se pegó más a su pecho al acurrucarse.

–Kei y Rei son alumnos de mi abuelo en el templo, te contaré de ellos después, me han ayudado mucho, he practicado con Kei mis poderes espirituales y Rei me ha entrenado un poco.

Él la escuchaba atento, no le agradaba la idea de dos chicos cerca de Kagome pero ella le estaba contando las cosas ¿no?, siempre habían peleado por situaciones como esta por ejemplo con Koga, pero en este momento no estaba seguro de que alguno de ellos estuviera enamorado de Kagome, aunque debían estar locos si no lo estaban. Intento alejar esos pensamientos de su cabeza, no quería molestarse con ella, además ¿de qué podía culparla? si no sabía nada en concreto más que de la existencia de ellos, y si Kagome había dicho que ese tipo había ayudado a que ella volviera con él al menos intentaría conocerlo antes de querer matarlo.

Tenerla tan cerca lo ponía nervioso y podía notar que ella también lo estaba pero le encantaba que no intentará alejarse, aunque para ser sinceros él no había aflojado su abrazo y no pensaba hacerlo.

–Tienes razón, debes descansar – dijo.

–Que comprensivo te has puesto –respondió ella a su vez.

Él no podía soportarlo así que preguntó – ¿Volverás a tu casa mañana?

Ella se quedó en silencio por un momento, no fue mucho pero fue el suficiente para que él se pusiera nervioso.

–No puedo controlar abrir y cerrar el pozo, no aún, no me iré mañana hay muchas cosas que debemos hablar y lo sabes, pero quisiera por el día de hoy… por ahora… disfrutar que estoy aquí –ella se acurruco aún más, no quería que hubiese nada que los separará.

Él solo asintió. En definitiva estaba nervioso por su respuesta, pero también estuvo de acuerdo con ella, ella no había dejado claro si volvería a su hogar o cuando, de solo pensarlo sentía que un hueco en él se abría. Quería besarla nuevamente, pero ella se estaba quedando dormida y no quería molestarla. Al día siguiente aclararían algunas cosas seguramente pero en ese momento disfrutaría abrazarla al dormir. Y si lograba dormir rogaría por despertar a su lado y descubrir que no era un sueño.