Es una tarde tranquila. Me encuentro mirando mi reflejo en la ventana. Es la hora del té, pero mi madre se enteró recientemente, por mi propia boca, que he renunciado a tal ritual. Cada vez me era más difícil mantenerme con los ojos cerrados. La última vez caí de hocico sobre la pequeña mesa, vencida por Morfeo. El té me causó quemaduras en el rostro… y la vergüenza… La vergüenza aún no la ha terminado de pasar, mi pobre madre.

La escucho mencionar mi nombre con más énfasis de que costumbre, pidiéndome asistir a la estancia, después llama a mi hermano Ryoga. Sé entonces, que mi padre hará una de sus "juntas familiares", para llamarnos la atención por nuestra indisciplina o darnos alguna de sus "grandes noticias".

Lo último fue lo acertado esta ocasión. Estoy lista para recibir reproches de cualquier tipo… Es cierto. He estado entrenando duro últimamente, no es novedad que me gusten las artes marciales. Que me he peleado con la mayor parte de los varones del barrio, también es cierto. Pero hay que ver la clase de idiotas que nacen por aquí. Debe ser algo en el agua o en el medio ambiente.

En fin… Estoy preparada. ¡Venga!. ¡Listo! ¡Déjalo salir papá! Mis ojos medio cerrados, me hacen parecer seria y atenta. Aunque en realidad oculten que estoy completamente dormida. Solo espero que no me venga el dolor de espalda de nuevo. Así que. Señor padre… Échalo rápido, que se me entumen las piernas.

¡Cuantas formalidades! ¡Cuanta solemnidad! La gran noticia es el compromiso de mi hermano con una perfecta desconocida. La clásica historia de "unir dos escuelas de artes marciales". Un simple pretexto cuando en una de las dos familias no hay varones… o una de las dos escuelas esta en banca rota, como es nuestro caso. Esa ya es noticia vieja, al menos para mí. Aunque me resulta divertido ver la cara de Ryoga. Mi madre me jala las orejas de nuevo, como si yo tuviera la culpa de lo cómica de la situación.

"¿Al menos es bonita?" pregunta el tonto de Ryoga. No sé para que quiere que sea bonita. Eso no hace más que aumentar la cantidad de sangre que saldrá por sus narices cuando quiera besarla o hacer algo peor. No estoy de acuerdo con los matrimonios arreglados, pero en este caso era necesario… ¡Urgente! Hacer eso, o mi pobre hermano mayor no se casaría ni en mil años, con lo tímido que es.

El tonto de mi padre no tiene la respuesta, claro, era de esperarse. Pero nos ha dicho que la "afortunada" llegará mañana mismo. La verdad, esto si me sorprende. Mi madre es muy reservada con respecto a la admisión de extraños en nuestra casa.

"Necesitamos que tú seas muy atenta con ella… Espero que nos ayudes a que se sienta cómoda." Dice mi madre, dirigiéndose a mí.

Yo solo asiento. ¿Qué más me queda? Solo espero que se concentre en Ryoga para que no me haga la existencia pesada. No pienso malgastar mis días escogiendo ropa o aprendiendo a maquillar. Aún me queda mucho para mejorar mis técnicas.

Ayudo a mi madre a limpiar y ordenar la habitación que ocupará "prometida", así he decidido llamarla. Mi madre ha puesto flores aquí y floreros por allá. De seguro la chica traerá muñecas y cosas así. Es la habitación más pequeña de la casa, pero es cómoda, acogedora y… "encantadoramente femenina".

Ha sido una espera un tanto desafortunada, la nuestra. ¡Mira que caernos un aguacero en la estación!. El Kimono me debe pesar más de veinte kilos… y es que no soy muy exagerada.

Dicen que los inicios lluviosos son los más significativos. Yo no soy romántica, pero creo que si es cierto. Al menos podré decir "Cuando llegó la estúpida de mi cuñada, estaba lloviendo." Esas cosas no se olvidan.

Sumida estoy en mis pensamientos, escuchando a ratos, discutir a mi padre y hermano. El tren se detiene frente a nuestra espera…

Mi madre tiene las señas de "prometida". Se puso de acuerdo con ella por carta y se reconocerán en cuanto se miren. No sé cómo…

Tampoco sé como he podido distinguirla. Pero sé que es ella… Apostaría mi vida a que es a quien estoy mirando en este preciso instante. Mientras mis sentidos discuten por cual será mi reacción, mi madre le llama.

"Akane" Grita gustosa, mientras la chica destiende su paraguas para después levantar la vista con una sonrisa…

¡Señora Nodoka! Le contesta mientras se acerca hacia nosotros, y nosotros hacia ella. Miro a Ryoga fascinado… Es mejor de lo que se esperaba. No lo culpo.

¿Tú crees en la reencarnación? Yo no… Pero si no es eso. Entonces…¿ por qué creo haber visto esa sonrisa antes…muchas veces? Sacudo mi cabeza para evitar pensamientos inútiles.

"Y ella es mi hija, Ranma" - Me presenta mi madre. Cuando sus ojos castaños me encuentran después de quién sabe cuantas vidas… Y tomo fuerzas para estrechar su mano.