Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, de ser así ya seríamos canon y de manera oficial.. porque ¡oigan, ya lo somos y lo saben! (?
"FT es propiedad de Hiro Mashima, y este Fic participa de la actividad: Jingle bells rock: Intercambio navideño del foro 413 days!" ahora, Cannon Island.
Advertencias: Ninguna, ¿creo? Posible OOC. Me disculpo por ello, así como por cualquier falta que pudiera presentar.
Notas de la autora: Querida Yuki-chan, siento tanto la tardanza. Lo motivos han sido variados, así como su seriedad, pero al fin y al cabo llevaron a mi retraso con tu obsequio. Sin embargo, finalmente puedo centrarme en él y prometo continuarlo hasta el final —aun cuando admito que podría tardar—.
Escribí cuatro distintas versiones para este fic, cuatro distintas ideas que me hicieron cuestionarme una y otra vez cual podría ser la adecuada para ti, y al final casi por impulso he decidido quedarme con esta. Espero que sea de tu agrado.
Sin más que añadir, gracias por la paciencia y por acompañarnos en este viaje, es un placer contar con tu presencia en el foro. Y quiero agradecer a Lira, pues su eterna disposición para lectura y crítica de mis trabajos, es lo que me permite no sucumbir a mis inseguridades y arrojar todo por los aires xD ¡Salud capitana! (?
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Jingle bells rock: Intercambio navideño.
Obsequio para: Yuki-chan.
Details.
— Envy —
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Objeto: Pesebre
Sentimiento (Juvia): Envidia.
Sentimiento (Gray): Sinceridad.
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Estrechó sus oscuros y cuestionantes ojos en busca de una mejor visión. Sus mejillas sonrojadas —aunque no de vergüenza— se inflaron notoriamente mientras protagonizaba un silencioso mohín.
Deseaba acercarse, era notorio en como se mecía inquieta sobre sí misma, cegada al mundo a excepción de la escena frente a ella.
Suspiraba, y su cuerpo parecía perder toda fuerza a cada bocanada de aire que abandonaba sus labios temblorosos. Estaba molesta, pero también dolida. Sentía en su pecho una emoción que creyó haber dejado en el pasado desde hacía mucho, y eso la hacía sentir vacía, incorrecta.
Dirigió su mirada azulina una vez en dirección a aquella pequeña cabaña de madera con el montón de figuras de porcelana en su interior, y se avergonzó de sus pensamientos cuando sorpresiva y vergonzosamente, se imaginó haciéndolas desaparecer.
Un pesebre. Así lo había llamado su Rival en el amor. Al parecer una importante decoración navideña dentro de su tradición familiar.
Se le hacía conocido, y estaba segura de que esa definitivamente no era la primera vez que veía uno, y aunque su orgullo no se lo permitiera admitir, tampoco resultaba verse tan mal. Sin embargo, no era aquella pequeña construcción bajo el imponente árbol de Navidad lo que hacía sentir inquieta a la maga de agua, tampoco era el factor de que todo el gremio pareciera haberse detenido un instante para la simple apreciación de aquella inusual decoración; la inquietud de Juvia la genera la particular atención que el destinatario de sus afectos ha mantenido sobre la misma, y más concretamente sobre su propietaria.
Todo había iniciado temprano en la mañana, cuando el equipo más fuerte de Fairy Tail había hecho su regreso desde una misión. La maga celestial había estado luciendo apagada —angustiada—. Afirmó a todos encontrarse bien, pero la misma Juvia podía ver más allá de su sonrisa; la rubia hacía su mayor esfuerzo por ocultar un evidente dolor, y Juvia estaba bastante segura de comprender a que se debía.
La Navidad es una fecha para disfrutar en familia, y Lucy ya no la tenía. Por supuesto tenía a Fairy Tail, lo primero y único que muchos como la maga de agua alguna vez habían tenido, pero para alguien que había conocido algo más—no mejor, pero si diferente— de seguro esas serían fechas cargadas de melancolía y nostalgia.
Más tarde ese día, ella había estado esperando el regreso de su Gray-sama, quien se había marchado sorpresivamente por su cuenta a una presunta misión, y había corrido hasta él deseosa de hacerle saber lo mucho que lo había extrañado al notar que este hacía su entrada por la puerta principal. No se extrañó cuando este le dedicó vagamente un cortés saludo, y continuó su andar decidido hasta la mesa donde Natsu y Happy se esforzaban por levantarle el ánimo a la rubia. Estaba acostumbrada.
Los celos fluyeron en su interior en aquel entonces, pero su curiosidad fue notoriamente mayor al momento en que sus ojos avistaron las pequeñas figuras de porcelana que su amado retiraba con cuidado de su bolso y extendía con una media sonrisa a la maga estelar.
Sus pies habían avanzado inconscientemente en su dirección para ese entonces, deteniéndose a pocos pasos del lugar donde se desarrollaba la acción. Los hermosos ojos castaños de la rubia se habían llenado de lágrimas, y parecía sorprendida, impactada incluso. Se colocó en pie de manera sorpresiva, y sin brindar tiempo a la peliazul de prepararse mentalmente para lo que presenciaría, se había arrojado a los brazos del mago de hielo, aprisionándolo en un abrazo.
Había dolido, no lo negaría. Sintió su cuerpo estremecerse con un sinfín de sensaciones que no tuvo tiempo de vociferar. Sintió celos, y por primera vez en mucho tiempo sintióalgo más.
Los brazos de su amado, los abrazos que la habían salvado tantas veces pero jamás profesado una muestra mínima de cariño, ahora se depositaban torpemente sobre la espalda baja de la maga estelar correspondiendo a ese abrazo.
Dolía, realmente dolía. Pero por sobre todo se cuestionaba, ¿por qué?
¿Por qué a ella? ¿Por qué no a Juvia?
El contacto había durado poco, y posteriormente habían aumentado el número de curiosos aglomerados alrededor de aquella mesa. La maga de agua aún deseaba acercarse, su pecho subía y bajaba en entrecortadas respiraciones, mientras mordía su labio en busca de autocontrol, pues temía ser capaz de estrangular a su Rival en ese preciso momento.
Sentía su corazón latir fuertemente, pero no se sentía igual a cuando el mismo pareciera salirse de su pecho por la presencia de su amado. No. Esta vez era diferente.
Su cuerpo se sentía pesado, y aunque se aferraba casi desesperadamente de su chalina en busca de un soporte invisible, no era capaz de contener su tiritar y el rechinar ocasional de sus dientes cuando abandonaban su labio a causa de su creciente ansiedad.
Se sentía molesta y dolida, pero eso perdía lugar ante la impotencia que también se apoderaba de su cuerpo. No sentía celos como hubiera esperado. No, esta vez el dolor en su pecho le informaba que se trataba de algo más intenso y disgustante.
Sentía envidia.
Desde la fibra más oculta de su ser sentía envidia, y eso le molestaba.
Ella no era así, ella ya no era así.
Se sintió una niña pequeña otra vez, que observaba desde la distancia la vida transcurrir sin permitirle ser partícipe, y le escupía en su rostro la felicidad que ella jamás sería capaz de experimentar.
Ella no quería sentirse así. A ella la hacía feliz ver a Rival en el amor sonreír, pero comenzaba a plantearse la idea de que quizá no a cuestas de sus propias pérdidas.
Ella quería recibir un obsequio de Gray-sama.
Ella quería recibir la sonrisa galante de Gray-sama.
Ella quería sentir la calidez de un abrazo de Gray-sama.
Ella quería su recompensa por tanto esfuerzo invertido, ella quería lo que la vida una vez más le negaba y repartía con los demás.
Ella quería, y simplemente "querer", comenzaba a volverse insuficiente.
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— Gracias por leer —
