Debo aclarar que los personajes no son míos. Pertenecen a Rumiko Takahashi, anime InuYasha. Yo solo los tomo prestados para realizar esta historia.
Te conocí
El día es soleado y cálido, ni una sola nube se atreve a retar al sol, se oye como los pájaros cantan su dulce melodía y en una amplia cama con una habitación tan espaciosa, más del que pueda necesitar la persona quien habita en dicha habitación. Al lado de la torre principal, en una mediana torre descansa Rin, una joven de 16 años.
Se frota los ojos con las dos manos, tratando de desperezarse – Hoy es una gran día, incluso los pájaros lo anuncian, y debo estar muy hermosa. Hoy viene a visitarme mi apuesto prometido – se dice a sí misma en sus pensamientos – Kohaku… – dice su nombre en un suspiro.
Golpean la puerta delicadamente, es su doncella – Señorita Rin, esta despierta? – dice Abi entrando a la habitación con cuidado, tratando de no despertarla. En sus manos lleva el desayuno de su ama.
– Buenos días Abi, voy despierta desde hace horas estoy tan emocionada que no puedo esperar al atardecer, deseo tanto su presencia aquí – lo dice con una voz tan animada y con sus manos unidas cerca de su pecho, que casi hace caer la bandeja que llevaba en las manos Abi.
– Es bastante evidente señorita, hoy es un día muy especial para usted.
– Si, hoy me comprometo oficialmente con Kohaku, después de tantas esporádicas visitas, que maravilla y aun no me decido por el vestido que debería usar.
– Debería desayunar señorita así tendrá más ánimos y fuerzas para decidir – deja la bandeja en la mesa que se encontraba al lado de la cama.
– No quiero, mejor ayúdame a decidir tengo dos opciones. Este rosa suave con encajes blancos en las mangas y un escote moderado o este naranja un poco oscuro decorado con perlas blancas y listones verdes. – se había levantado de la cama y corrió velozmente hasta el armario para sacar sus dos vestidos largos.
En otra parte algo cerca del reino donde vivía Rin un hombre cabalgaba un caballo blanco. Estaba sumido en sus pensamientos que no se percataba del maravilloso día que hacía. Había cabalgado ya por tres días y descansando escasas horas, seguramente llegaría a su cometido al atardecer. Detestaba ser impuntual y se caracterizaba por cumplir siempre su palabra, pero esta vez se sentía inseguro y se cuestionaba si habría tomado la decisión correcta, si era sensato su comportamiento. Desmonto del caballo cerca de un río para tomar algo de agua y al fin se percató del maravilloso día así que dejo de preocuparse y dejar que las cosas fluyeran por si solas. Tal vez sería la única decisión en su vida que lo pondría tan indeciso.
Al atardecer las puertas del castillo se abrían en bienvenida al caballero recién llegado y en una habitación amplia yacía sentada una joven preparada para su encuentro con su amado. Tocaron la puerta de su habitación en señal de que bajara a recibir a su futuro esposo y como un resorte se paró Rin, casi corriendo a la puerta para bajar al comedor.
– Es una maravilla tenerlo con nosotros joven Sesshomaru – con las manos temblorosas dijo Ridell – le aseguro que mi hija será una gran compañía para usted.
Pero Sesshomaru se limitó al silencio y observar la construcción del cuarto del comedor cuando un golpe en la puerta llamo su atención. Una joven entraba a la habitación toda sonriente y con impaciencia, miraba a cada esquina de la habitación buscando algo y sin prestarle atención.
– Rin toma asiento – dijo su padre ahora con las manos sudorosas. Ella obedeció con una cara de extrañeza y por fin observando al extranjero que llevaba sentado en esa mesa quien sabe cuánto tiempo – Joven Sesshomaru, ella es mi hija… – pero antes de que pudiera terminar de hablar una voz suave y dulce lo interrumpió.
– Mi nombre es Rin Brown y tú eres? – dijo cerca del extranjero y levantando su mano, esperando a que se la estreche.
– Sesshomaru Taisho – dijo serio, estrechando su mano y analizando el comportamiento de la chica que aun permanecía feliz pero con la pequeña diferencia de que ahora su cuerpo no saltaba de alegría.
– Como puede ver es muy impulsiva – dijo su padre sonriendo levemente – Y antes de que le de otro impulso peligroso mejor… – pensó su padre aun sonriendo – Rin, deberías se mas afectuosa con tu prometido.
Ella se quedó helada y aun con la mano sujeta por él, no sabía si pedir a su padre que repita lo dicho, para comprobar si escucho bien, o darle un beso en la mejilla a aquel hombre pero para su fortuna llego una doncella con unas tazas y Rin soltó rápidamente la mano de él y tomo asiento como pudo, bajo la cabeza y no dijo más.
Una risa se escuchó en el salón que llamo la atención de Rin y giro la cabeza en dirección de la risa – Disculpe los modales de mi hija joven Sesshomaru, a veces llega a ser tan tímida – Continuo con su risa.
– Me doy cuenta señor Ridell – bebió un poco del té que le habían puesto en la mesa.
– Ummm disculpen pero no me encuentro muy bien sería mejor que me retirara a mi habitación – dijo Rin con la cabeza baja y la voz quebrada. Se paró de golpe y salió de la habitación velozmente, sin esperar si le concedían el permiso o no.
– Bien, ya que mi futura esposa se ha retirado a descansar. Podríamos planear como combatir al futuro enemigo que tenemos en común.
– Enemigo en común? no confunda señor Sesshomaru – dijo Ridell tomando un gran sorbo de té – primero hablaremos de lo más importante mi hija y la fecha de matrimonio. – Dejo la taza de té sobre la mesa de manera brusca y lo miro directamente a los ojos – y luego continuaremos con lo trivial, su guerra y mi ejército.
Apretó sus manos con mucha fuerza debajo de la mesa – Como desee – expreso esas palabras de la manera más relajada posible. Las ganas de matar al padre de su futura esposa eran indescriptibles pero tendría que tragar su orgullo por primera vez, necesitaba un ejército y la única forma de obtenerlo era mediante ese matrimonio – Se realizara la próxima semana en mi reino al atardecer, el banquete, los invitados y LA NOCHE DE BODAS – le hizo una pequeña risa - ya están planificados.
Ridell bajo la mirada, huyendo de su mirada retorcida y macabra – Me parece perfecto – dijo levemente y quiso tomar un poco de té para calmarse pero la taza estaba vacía – Es un maldito desgraciado. Es feliz recodándome que le estoy entregando mi más valiosa joya – Pensó – en cuanto más pronto mejor – fueron sus últimas palabras antes de decir – Margot, trae un mapa y los ficheros.
Al finalizar el día ya tenían el plan de batalla y habían arreglado algunos detalles de la boda así que Sesshomaru fue de regreso a su reino ese mismo día, aunque Ridell le había propuesto que se quedara a dormir Sesshomaru se negó y se fue velozmente en medio de la noche junto con su caballo, él estaba más que molesto con el padre de Rin y no quería pasar ni un minuto más al lado de una persona tan desagradable.
En la habitación de Rin, ella daba vueltas en la cama sin poder dormir hasta que decidió sentarse en una silla cercana a la venta y vio como salía a todo galope Sesshomaru – ahhh – suspiro y golpe en la puerta la saco de su estado de depresión – buenas noche papá – le dijo entre lágrimas y abrazándose a si misma – de verdad tengo que casarme con él? Y Kohaku? Que pasara con Kohaku cuando se entere que estoy comprometida con otra persona? – la lagrimas caían en sus brazos desnudos
– Eso no sucederá
– Por qué? – miro a su padre con los ojos rojos por la lágrimas y debido al largo silencio de su padre dijo – pero si lo único que eh hecho hasta hora es aprender a amar a Kohaku y lo amo – las gotas de lágrimas cada vez eran más grandes que las anteriores.
Su padre puso una mano en el hombro de su hija – Empaca tu vestido de novia y todos los artículos que te sean necesarios para tu boda – le dijo y se dio la vuelta en dirección a la puerta – Los tienes que tener listo para mañana en la mañana – salió de la habitación en completo silencio. Podía escuchar los gemidos de lamento de Rin, uno más ruidoso que el otro. Aquellos gemidos calaban su corazón pero era lo único que podía hacer por su hija ahora.
