"Ginebra"
Leyó sin demasiado interés las letras escritas en aquella etiqueta que se veía borrosa por la penumbra de la habitación. Ginebra. Sonrió con ironía, ¿podía ser algo más obvio? Aunque tampoco le resultaba importante que esa pregunta obtuviese algún día respuesta; probablemente se perdería entre otras tantas dispersas en la atmósfera de la noche.
Tras incorporarse sosteniendo una sábana con su mano para tapar su desnudez, extendió el brazo libre hacia la botella con aparente tranquilidad, sin darle importancia a ese par de ojos que seguían sus movimientos con diversión. Riendo sin ganas, terminó de acercarla y la alzó para beber un trago durante un instante, después, volvió a colocarla a un lado mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano.
—Desagradable —masculló ante el sabor, ya que era la primera vez que lo tomaba, para luego dirigirle la mirada al hombre junto a ella, quien le dedicó una sonrisa enfermiza.
Ginebra. No podía haber un nombre más apropiado para él, de eso no tenía ninguna duda. Al fin y al cabo, ese asesino despiadado era la persona más desagradable que conocía, y sin embargo, tenía ese aire de sostificación y adicción que envolvía a las mejores bebidas; esas que invitaban a probar un nuevo trago.
Volvió a reír con amargura ante aquella reiterada ironía, solo una vez más, y se dejó caer sin dudar en los brazos de aquel hombre tan desagradable para ella. Pues se había dado cuenta de que jamás podría escapar de ese aroma: El embriagante aroma del licor.
