Consuelo: (I de VI)Severus Snape entro en la habitación que compartía con otro muchacho de slytherin, hecho una furia. James Potter y sus amigos le habían dejado en ridículo delante de toda la escuela, y, para colmo de males, Lily se había enfadado con el y no le perdonaba.
Sabiendo que su compañero no estaría en la estancia, puesto que jugaba al quidditch y seguramente estaría entrenando o ligando con alguna chica, pateo con frustración retenida su baúl, moviendolo levemente, y produciendo un sonido agudo al rayar la superficie de madera del suelo.
Por supuesto, en cuanto había puesto un pie en la sala común, ellos se habían burlado de el, del comelibros que era. Lucius había silbado burlonamente, recordandole que le habían dejado en ropa interior delante de todo el colegio, Bellatrix había soltado algún insulto por lo bajo, y Narcissa le había mirado despectivamente, mientras todas esas víboras se reían de el.
Suspiro con fuerza mientras las lagrimas de furia se agolpaban en sus ojos, y pateo unas cuantas veces su viejo baúl, descargando su ira en el inocente objeto. Cuando dejo la violencia a un lado, las marcas de sus antiguas zapatillas se encontraban marcadas a fuego en el recipiente.
En un intento de recobrar la calma perdida, se metió directamente en la ducha, sobre la baldosa blanca y fría. Con un golpe seco, encendió la manera de agua fría, que comenzó a caer sobre su escuálido cuerpo con fuerza. Su mano se dirigió por inercia a la manera de agua caliente, pero, después de meditarlo, dejo el agua como estaba.
Diez minutos después se encontraba visiblemente mas tranquilo y aterido por el frío, que le calaba hasta los huesos. No obstante, no se preocupo demasiado, y con parsimonia, empezó a vestirse. Una vez vestido, se sentó en la orilla de su mullida cama, ausente.
Debía recuperar a Evans, era lo único que sacaba en claro, de esa maraña de pensamientos que se unía en su mente. También debía vengarse de los merodeadores, por quitarsela. Y por supuesto, por humillarle de esa manera.
De repente, una figura alta y fornida tapo la luz, ensombreciendo su figura, ya oscura de por si. Con el ceño fruncido, Severus levanto el rostro y miro a Evan Rosier, su compañero de habitación.
Su rostro aniñado le sonreía suavemente, mientras decía:
- He oído lo de los jardines.- 'Perfecto.' pensó el moreno, esperando las burlas. Todo lo que había hecho para conseguir tranquilizarse, a la mierda.
- ¿Que quieres, Evan? ¿Quieres que te aplauda? ¿Que te de un regalo a la inteligencia personificada?- pregunto mordaz.
- No deberías ponerte así, yo solo lo comentaba. Eres la comidilla de allí abajo.- dijo señalando la puerta con la cabeza.- Yo solo quería saber como estabas.
- Que amable de tu parte, Rosier.- respondió irónico, sin creerle siquiera un ápice.- Pues ahora que ya me has visto, largate.
- No.- negó el muchacho con una sonrisa en los labios, sentandose en frente suyo, en la cama contraria.- ¿Iras a ver a Evans?
- Si.- admitió secamente Severus.
- Yo que tu no iría, parecía bastante cabreada. Diría que...- dejo la frase incompleta por unos segundos. La atención de Snape se concentraba en sus palabras, cuando agrego.- Dijo que te odiaba.
- Oh...- la mirada de Severus bajo hasta su regazo, apenado por la situación tan lastimosa en la que estaba.
- Si quieres puedes llorar en mi hombro, ¿sabes?
- Vete a la mierda, Rosier.- repuso el otro con violencia, levantandose. No obstante, antes de salir por la puerta, la voz de Evan le hizo parar en seco:
- Tengo alcohol, por si te interesa.- aun de espaldas al muchacho, Snape oyó el tintineo de las botellas de vidrio al chocar entre si. Se giro, dubitativo; iba a disculparse con Lily, antes de que se enfadase aun mas.
- Yo... Debería irme.- dijo inseguro, mientras su mano se posaba en el manillar de la puerta. Lo giro con cuidado, pero en el momento de abrirla puerta, la gran mano de Evan empujo, obstruyendole el paso.
- Vamos, solo serán unas cervezas.- dijo detrás suyo el jugador de quidditch. La otra mano se deslizo muy cerca de Snape, colocando en su mano una botella.
- Bueno... Solo una cerveza.- acabo cediendo el escuálido muchacho. Abriendo la botella de vidrio, la acerco a los labios y tomo un largo trago, mientras Evan le llevaba de regresos su cama.
Sentandose ambos muchachos en la cama de Snape, comenzaron a beber, mientras Evan hablaba. Rápidamente, las botellas empezaron a agotarse mientras ambos empezaban a sentirse hebrios.
Y, mientras Snape se sentía a punto de vomitar todo lo que contenía su estomago, Evan se relamía los labios, con una sonrisa en ellos. Finalmente, ocurrió: Severus corrió al servicio, y regurgito todo lo que llevaba encima en el retrete.
Evan entro poco después, encontrándose a Snape sentado en el suelo, al lado del inodoro, cabeceando. Era muy tarde, y el chico tenía sueño. Con una sonrisa, Evan levanto al adormecido chico, y tambaleandose, lo llevo hasta su cama.
Lo deposito sin cuidado, y empezó a quitarle la ropa, con rapidez. Ante la mirada extrañada del hebrio, Evan sonrió con seguridad.
La camisa y la corbata salieron con facilidad, dejando al descubierto su pecho blanco y sin músculos. Los pantalones cayeron poco después, y Evan se separo para contemplarlo. Severus se arrebujo encima de las mantas, cansado, y casi desnudo.
Relamiendose los labios por enésima vez en la noche, Evan se acerco hasta la cama, mientras se quitaba la ropa. La temperatura había aumentando varios grados de golpe, o al menos esa era su impresión. Sus pantalones le apretaban, cuando se los bajo dejando a la vista su enorme erección.
Rápidamente, se sentó a horcajadas en el regazo de Severus que se giro para verlo.
- ¿Que haces, Evan?
- Follarte, Sev.- dijo con la voz tomada, para besarle después.
- Pero yo quiero a Lily.- dijo Severus, completamente borracho.
- Y yo a ti. Ella no te quiere, te odia. Nunca la tendrás, Sev, porque ella es demasiado poca cosa para ti. Ella nunca podría quererte porque tu eres demasiado bueno para ella.- dijo con seguridad Evan, repitiendolo varias veces en el oído de su compañero.
- Pero... Yo... La... La amo, Evan.- las lagrimas empezaron a salir de las cuencas de Severus, mientras se agarraba al cuello del slytherin, que le beso el cabello, mientras sus manos le retiraban los calzoncillos a su amigo.- No puede odiarme, yo soy bueno, Evan, soy bueno.
- Claro que si... Eres muy bueno para ella Sev, por eso te odia.- fueron las conclusiones de Evan. Sus manos tocaron sus nalgas, estrujandolas, y subieron por sus caderas hasta el plano vientre de Severus.
El llanto del moreno se acrecentó aun mas, mientras enterraba su rostro en el cuello de Rosier. Con cuidado, tomo su flácido pene, y comenzó a masturbarle, con violencia.
- ¿Que haces? Sueltame, Evan. No me gusta que hagas eso.- se quejo el moreno, revolviendose inútilmente entre los brazos de Rosier.
- Vamos, Sev, ella no te merece. Es solo una sangresucia, yo soy sangrelimpia, nunca te dejaría tirado de la misma forma en que ella te ha dejado. Te ha tirado a la basura como si fueras un muñeco viejo y roto...- su voz se hizo un murmullo, mientras su dedo indice se introducía en su ano, a la fuerza.
- Para... Evan, para, por favor...
- Ella no te quiere, nunca te ha querido, Sev. Yo si te quiero, deberías agradecermelo... Yo soy bueno, ella te ha dejado. Te odia, Sev, te odia.
- ¡No! Para, para, para...- otro dedo se introdujo en su interior, y el chico se revolvió, incomodo.- Ella... Ella... Ella me quiere, si, me quiere... Ya lo veras, Evan.
- No te quiere, nunca te ha querido, Sev. Evans es mala, te ha dejado tirado, no te ama como tu a ella.
Evan introdujo su pene de una estocada en el interior virgen de Severus, remarcando sus ultimas palabras. El muchachos de ojos negros grito de dolor, mientras la sangre comenzaba a salir a borbotones de su lastimado esfínter.
Solo disfruta, Sev. Ella nunca te querrá como yo te quiero.- dijo con total seguridad Rosier.
Con rapidez, comenzó a moverse en su interior, acrecentando el llanto de Severus. No obstante, aun llorando, Evan escucho el estrangulado susurro de su compañero de dormitorio:
- Amame Evan... Amame como ella no me ama.- le pidió, abatido.
Con la sangre como lubricante, el pene de Evan comenzó a moverse con soltura dentro del recto de Severus, llevando al cielo. El cuerpo del sumiso empezó a reaccionar ante las burdas caricias del dominante, y pronto, los sollozos cambiaron por gemidos, mientras las lagrimas seguían cayendo por sus mejillas, dejando un rastro tras de si.
Finalmente, tras unos minutos de intenso vaivén, ambos culminaron, uno derramandose en el regazo del otro, cuyo semen fue a parar al interior de Severus.
Ambos se tumbaron en la cama, y Severus abrazo a Evan, antes de dormirse, con rastros de lagrimas en sus mejillas. Pasando un brazo por la cintura del escuálido muchacho, Rosier cerro los ojos satisfecho.
La paz acompaño a Severus en sus sueños; unas botellas de alcohol y sexo con su propio compañero de dormitorio habían sido su burdo consuelo, ante el odio y desprecio de su amada.
Quizás al día siguiente le perdonase, pero esa noche había llorado todo cuanto había podido, había conseguido un hombro sobre el que llorar y un poco de calor humano, aquello que no volvería a probar el resto de su vida. Gran consuelo, para quien nunca tendrá mucho que perder.
