Hola, mi nombre es Stella Magdala Umbrae; no es la primera vez que escribo un fic, aunque tampoco es que lleve muchos escritos. Se puede decir que, hasta ahora, los de los Titanes se han convertido en mi especialidad (¡ay sí!, dos cuentitos y ya te sientes Elena Poniatovska); estoy trabajando en una especie de "trilogía" (aunque no es de corte yaoi), de la cual solo llevó dos partes terminadas.

Un día, navegando en la red, buscando un sitio donde publicarlas, me topé con el desafío de Slash heaven del fic RobinXSlade. De inmediato me entró la tentación de tomarlo; al principio tardé mucho en dar con el tema perfecto, pero gracias al apoyo y sugerencias de mi adoradísima hermanita Haoyoh Asakura, por fin di con el escenario adecuado e hice está historia.

Básicamente se basa (como el título lo dice) en los capítulos del aprendiz, solo que hagan de cuenta que en lugar de que los haya escrito David Slack, (su autor original) lo haya hecho yo (simple, a estas alturas los dos capítulos jamás habrían salido al aire y yo estaría en fresco bote por pornografía infantil); ¡en fin!, solo espero que este fic sea de su agrado y que, si no llena sus expectativas, por lo menos les haga pasar un rato agradable.

El aprendiz.

Capítulo 1.

Por fin lo había logrado, después de tanto esfuerzo.

Desde hace mucho tiempo que había decidido tener un discípulo; alguien que siguiera sus pasos y continuara su obra cuando llegara a faltar (lo cual no descartaba, pues a pesar de su sangre fría, tenía una larga lista de enemigos que debía considerar, pues bien podrían truncar sus ambiciones de modo definitivo), alguien a quien guiar hacia la cúspide por él tan acariciada.

Pero a pesar de todo, nunca encontró a la persona indicada, a ese alguien merecedor de toda su experiencia. Buscó incansablemente a esa persona, pero nunca llegó.

Mas un día ocurrió. Los diarios y noticieros no paraban de propagar la noticia; Batman, el caballero nocturno, eterno guardián de Ciudad Gótica, ahora se hacía acompañar de un joven ayudante; un pequeño, que, no obstante su edad y complexión, era el rival perfecto de cuanto psicópata y maniático lo enfrentara. Fue cuando se dio cuenta que ahí podía estar aquel a quien él estaba buscando.

El niño parecía tenerlo todo; el cerebro, la habilidad, la fuerza, la agilidad, la perspicacia, inteligencia y sagacidad; además, la guía del murciélago lo estaba convirtiendo en el candidato perfecto. Desgraciadamente en eso también radicaba el problema.

La presencia del murciélago.

Mas sin preverlo, el mismo muchacho solucionó el inconveniente separándose de su mentor y continuando solo su camino. ¿Cuál fue la razón de este acontecimiento?, nunca lo supo y la verdad nunca importó, lo realmente importante era que se hallaba libre de la vigilancia del caballero nocturno.

Por consiguiente, la suya aumentó. Debía estar 100 seguro de que no se engañaba por la emoción del momento y que el chico era realmente lo que él necesitaba. Se enfocó en observarlo, retarlo, ponerle pruebas cada vez más difíciles, solo para saber si era el indicado.

Y lo era.

Más que eso, era casi perfecto; tan parecido a él que un poco más y podía ser su copia al carbón; igual de serios y obcecados, entregados al trabajo, algo desconfiados y a la vez, solitarios.

Aunque él tenía a sus "amiguitos".

Y precisamente serían ellos quienes finalmente lo llevarían a él, ellos serían las herramientas a usar para que el chico estuviera a su merced, y de una vez por todas, de su lado.

Esas sondas nano tecnológicas eran el mejor de sus logros. Con solo infectar a los Titanes con ellas, fue capaz de dominarlo; debía trabajar para él, debía obedecerlo en todo, una sola insubordinación y ellos lo pagarían, ¡los destruiría!

Slade miraba desde el umbral de la puerta a Robin. El joven veía con odio e impotencia el traje que su mayor enemigo había preparado para él; era casi una replica del que éste usaba. Si ahora iba a ser su aprendiz debía seguirle en todo y portar su símbolo.

Slade observaba la expresión del muchacho, la cual decía mucho aun sin pronunciar palabra alguna; era obvio que si bien había logrado controlar sus acciones, no había dominado aun su bravo carácter; podía verlo con claridad, maquinaba sin cesar el modo perfecto de asestarle un golpe certero, salvar a sus amigos y largarse sin reparos.

Sí, había doblegado su voluntad, ahora debía doblegar su espíritu.

Y solo existía una manera de hacerlo.

Robin desabotonó la parte superior de su traje; en ese momento no podía volver a la torre "T"; Slade mataría a sus amigos ante cualquier signo de rebeldía; si quería verse libre de volver con ellos, debía actuar con inteligencia y esperar, después de todo, no faltaría la oportunidad de quitarle el gatillo con el que tenía la vida de los Titanes en sus manos.

Por ahora, debía usar ese traje, seguir el juego y buscar el momento indicado…

-Veo que aun dudas-Escuchó decir a la gélida voz del hombre detrás de él.

No respondió. Continuó desabotonando su traje.

-Me habría agradado ver un poco mas de orgullo y alegría en tu rostro; después de todo ahora estás del lado ganador.

-Yo no estoy tan seguro-Replicó Robin.

-Siempre tan renuente-Dijo Slade acercándose a él por la espalda-Deberías estar consciente que tus palabras podrían condenar a tus amigos, recuérdalo bien, sus vidas están en mis manos.

-No tienes que repetírmelo-Repuso éste a su vez, airado y con ira contenida.

-Pero aun así continúas usando ese tono de voz, el cual delata tus intenciones, ¿o acaso crees que no lo sé?, buscas el momento oportuno para inutilizarme y salvar a tus estupidos amiguitos, para así huir de mi.

El chico no dijo nada; no le sorprendía que supiera eso, era lógico, aunque no le gustara y le costara admitirlo, eran muy parecidos; pero no diría abiertamente que tenía razón, no le daría gusto.

-Ahora controlo tus actos-Volvió a decir Slade-Cada acción que emprendas desde ahora será para mi.

-No por mucho-Pensó el muchacho.

-Pero tu espíritu…aun no se doblega; admito que esa es una de las grandes razones por las cuales te elegí, pero en estos momentos se convierte en un estorbo en mis planes-Slade sujetó a Robin por la espalda, aferrando su entre pierna con un poderoso y poco sutil agarre de su mano derecha, mientras internaba la izquierda dentro de la parte superior del traje desabotonado del joven-Pero eso va a cambiar muy pronto.

Robin abrió los ojos impactado y haciendo uso de toda su fuerza (parte natural, parte el susto y la sorpresa) se separó de ese obsceno e impúdico abrazo con violencia y encarando a su enemigo. Exclamó aun más colérico.

-¡¿Qué diablos estás haciendo?!

-Demostrarte quien manda aquí, a quien debes respeto y obediencia, quien tiene el control ahora.

-¡¡Eres un loco!!-Gritó indignado y casi histérico-¡¡Un enfermo!! ¡¡Si creíste que te permitiría tocarme de esa forma, estás muy equivocado!!

-No Robin-Replicó Slade con ese tono tan exasperante, pasivo y gélido-Al contrario, el equivocado eres tú. No te das cuenta que soy tu amo absoluto; tu vida, tus acciones, tu cuerpo, están aquí solo para servirme; después de todo, a eso te comprometiste en el momento en que aceptaste nuestro pequeño trato-Sacó de nuevo el famoso gatillo del que pendían la vida de los Titanes-Recuérdalo, sus vidas están en mis manos; tú decides sus destinos; de ti y tu absoluta sumisión depende que vivan o mueran.

Robin veía el dispositivo, y a pesar de que Slade lo había mostrado constantemente para complementar sus amenazas, se le presentaba ahora como una cosa nueva y aun más terrible. De algo tan frágil como eso se sostenían 4 vidas; de eso, pero también de él, de su disposición a convertirse en el esclavo de Slade, de su orgullo, su voluntad y ahora también de su intimidad.

Una horrida sensación fría recorrió al niño de la cabeza a los pies; como si su sangre se hubiese convertido en un torrente helado que descendiera por sus venas dejando cada parte de su cuerpo expuesta a un terrible temblor que le hacía sentir mas vulnerable. Sus brazos cayeron a los costados desfallecidos, les había abandonado la fuerza y el brío guerrero, sus piernas, como imitando a los brazos, casi le hacen caer, logrando el chico mantenerse en pie solo por la poca voluntad que le asistía, su rostro había perdido, sin que pudiera evitarlo, la resolución que hasta hace poco le adornaba.

-Muy bien-Siseó Slade-Así está mejor.

Nuevamente se acercó al niño, el cual ya no hizo ni el mas mínimo ademán de querer (o poder) evitarlo. Slade sujetó a Robin de los hombros y con el pie empujó uno de los del joven, derribándolo así en el piso; clavó los brazos del pequeño en el suelo con sus enormes manos y lo observó por un momento; la fuerza del derribe había entre abierto la camisa del petirrojo, dejando al descubierto parte de la blanquecina piel de su bien formando tórax; las tetillas, menudas y sonrosadas, resaltaban ante él. Respiraba con dificultad, por el temor, la incertidumbre y, esto no lo dudaba, los furiosos sentimientos guerreros que seguramente le instaban a oponer resistencia y que debían ser apaciguados por la prudencia y el cariño hacía sus amigos. Su pecho subía y bajaba lenta y pausadamente, sus labios estaban entre abiertos para permitir el paso de más aire, el resto de su rostro, se descifraba aun con el antifaz, mostraba una expresión vacía…perdida.

Una sensación extraña se apoderó de Slade. Era una emoción que nunca había experimentado y que sin embargo le agradaba; ponía sus sentidos en alerta, a punto ya de desbordarse. Separó una de sus manos con cuidado del brazo de Robin para poder deshacerse de los guantes, no hubo reacción alguna por parte del petirrojo a este movimiento.

Libre de este atavío, Slade procedió a actuar. Se hallaba sentado sobre las piernas del chico, Robin pudo sentir como el miembro del hombre incrementaba su tamaño y esto le hizo experimentar un espasmo de horror que Slade no ignoró; sonriendo para si mismo.

De un tirón rompió las mallas del traje del joven dejando al descubierto la blanca piel del cuerpo desnudo del adolescente; un temblor recorrió al niño.

Slade admiró el febril pene de Robin; con una mano separó una de las piernas de este y comenzó a sobar de manera fuerte y tosca esa sensible zona; Robin se arqueó un poco ante el dolor que se le infringía, pero se prohibió emitir un solo quejido. Lo único que le quedaba en ese momento era su orgullo y obstinación y no pretendía entregarlos también.

Sin consideración, Slade metió los dedos índice y corazón en el ano del joven, al cual volvió a acometer ese movimiento involuntario que había sufrido al principio. Complacido, Slade movía los dos dedos de modo circular dentro de la cavidad; Robin se mordía los labios para no gritar.

-¿Sabes que lo estoy tomando como un reto?-Dijo Slade al muchacho al ver los esfuerzos que este hacía para permanecer impasible-Una ocasión como está amerita que te haga este honor.

El hombre se quitó la mascara, pero Robin no pudo verle el rostro, pues además del estado de turbación en el que se hallaba, la habitación solo era iluminada por una lámpara ubicada al centro que irradiaba su luz en un área limitada; el cuerpo de Slade a contra luz de esta, había quedado en las sombras al frente, dejándolo cubierto.

Libre de este otro obstáculo, Slade continuó con su operación; además de seguir con el movimiento de sus dedos dentro de Robin, tomó el falo de éste con su mano libre y la paseó a lo largo del mismo, de arriba hacia abajo con brusquedad y violencia.

Robin hacía un esfuerzo sobre humano para no soltar ni un sonido.

Slade colocó la punta del joven pene en su boca y succionó una y otra vez, chupándolo con lascivia, torturándolo con lujuria, haciéndolo inflamarse a cada acción como lógica respuesta anatómica.

Robin se retorció ante esto; su cuerpo reaccionaba de un modo que su mente despreciaba. Sabía que esto era lo más normal en un hombre sano, pero odiaba la idea en lo absoluto, no se perdonaba la excitación que sus genitales estaban experimentando.

Slade se acostó sobre el niño sometiendo su indefenso cuerpo de 14 años bajos su peso de hombre maduro. Podía sentir el hinchado y tierno miembro en su duro abdomen mientras chupaba y mordía con lujuria las sonrosadas y erectas tetillas. Dando tregua al ano del chico, se ocupó de sostenerle los brazos sobre la cabeza con ambas manos.

Esto lo dejaba aun más a su merced. Paseaba su lengua por toda la piel de Robin, lo cual le daba la sensación al muchacho de ser recorrido por un hierro candente que le lastimaba cruelmente. De nuevo su boca se apoderó de los ya maltratados pezones continuando la tortura. Los esfuerzos del joven por no gritar eran casi heroicos.

-Veamos si no te venzo y te sometes de una vez-Pensó Slade dando una ultima mordida al pezón izquierdo. Se incorporó un poco y parsimoniosamente sacó su endurecido y enorme falo de su prisión.

-¡¡No!!-Pensó Robin al ver los movimientos de su verdugo, adivinando lo que seguiría.

Con un movimiento rápido, Slade separó las piernas del niño y lo penetró sin compasión, rompiendo a su paso miles de delicados y febriles tejidos anales.

Robin no pudo más. Gritó con todas las fuerzas que quedaban en su ser.

Aun mas excitado por el grito y su triunfo, Slade dio inicio a un veloz y brutal vaivén entre los glúteos y piernas de Robin; su cadera se movía repetidas veces sin dar descanso alguno al inocente chico que no pudo evitar llorar.

-¡Sí. Maravilloso, eso lo hace aun mas placentero!-Rugía el hombre con la voz alterada por el esfuerzo físico y la excitación sexual. Sus glúteos, su cadera, la parte baja de la espalda del adulto con sinuosas y cadenciosas embestidas, hundían aun a más profundidad el enorme y grueso órgano en el interior del jovencito; a su vez, Slade aferrò la cadera de éste, pegándola más a él, clavando sus cortas, pero afiladas uñas en la suave piel de su victima. Robin se retorcía cuanto podía, con la vana esperanza de librarse de él, sintiendo el desmesurado dolor que esta invasión le provocaba y el golpeteo de los testículos de su agresor en sus pequeñas nalgas.

Slade se acostó nuevamente sobre él, dominándole aun más. El placer que sentía al tomar posesión de ese hermoso y vigoroso cuerpo, lo llevaba a límites jamás pensados por él.

La excitación le hacía emitir gemidos mas parecidos a rugidos en el oído del menor, quien se sentía, de esta forma, atacado por una enorme e inmisericorde bestia infernal. El dolor llegaba a tales grados que, en contra de su voluntad comenzó a musitar.

-¡B…basta…bas…ta, no sigas…no…!

-¿Qué…no siga?-Logró replicar el otro a pesar de su éxtasis-De ningún modo Robin…eres mío… ¿entiendes?, ¡mío!

Y aun unidos como estaban, Slade se sentó sobre el piso, halando a la criatura con él, de manera que éste quedó sentado en él, quedando ambos frente a frente. Robin sintió la ultima y casi extinguida llama de su dignidad arder dentro de él y se riñó a si mismo por las continuas lagrimas que resbalaban por sus mejillas; Slade siguió la penetración llevando él con sus manos las caderas del chiquillo de arriba hacia abajo, separando las nalgas de éste con sus dedos.

Robin se quejaba quedamente, a pesar del dolor que sentía. Cuando Slade supo que su simiente estaba a punto de derramarse, clavó al pequeño de forma definitiva en su verga, dejado que su semen le regara el interior, mientras lanzaba al aire un grito ronco y aterrador lleno de satisfacción.

Robin también gritó, pero de asco y a la vez de alivio, pues esto indicaba que la tortura había terminado.

-¡Delicioso…-Susurró Slade, lamiendo el cuello del petirrojo-…realmente exquisito Robin!, pero…veo que tú no has terminado.

Los ojos de Robin se abrieron desmesuradamente con sorpresa y horror; había obtenido lo que quería, ¿es que acaso no lo iba a dejar en paz?

Como respondiéndole, Slade dijo.

-Esto no se termina hasta que llegues al clímax-Y levantando al joven hasta que su erecto e hinchado pene quedara a la altura de su boca, rodeó la cadera de éste en un abrazo y dijo-No es correcto que tú no termines, ¿no crees?

Slade atrapó el miembro de Robin en su boca, chupando, succionando con fuerza, violencia y sin pudor. Robin se arqueó, impuso sus manos con fuerza en la cabeza de Slade para tratar de repelerlo, pero solo consiguió excitarlo más; este soltó uno de sus brazos del cuerpo del chico y tomándole la pierna izquierda, la montó en su hombro, repitiendo la acción con la otra, de modo que Robin quedó prácticamente sentado en los hombros de Slade; así, éste pudo continuar con su constante ataque a la entre pierna del niño.

Robin sentía la lasciva lengua recorriendo su pene, atrapado en la boca de su cruel opresor, quien le hacía como quería para su plena satisfacción; los labios, la lengua, incluso un roce de los dientes, trabajaban en conjunto contra la inflamada zona erógena.

A pesar del dolor y la humillación, el efecto placentero se extendía en el cuerpo del niño, quien volvía a recriminarse por ello. Pronto no pudo mas, y sin poder evitarlo, la blanquecina sustancia, tan anhelada por Slade, fue expulsada de la punta del torturado órgano del adolescente; resbalando por la lengua y garganta de su victimario.

Satisfecho, Slade retiró al chico de su boca y le dejó en el piso. De pie ante él, miraba como brillaba entre sus nalgas los restos de su semen, mezclado con el escarlata de la sangre del ano de la criatura; a su vez, la eyaculacion del joven había quedado embarrada en su miembro y muslos; y, aunque no se notaran en la oscuridad, otras huellas de su posesión y dominio quedaban en el cuerpo de Robin; laceraciones, moretones, la marca de sus uñas.

El uniforme de Robin yacía esparcido por el suelo hecho jirones, algunos manchados de sangre y semen. Slade sonrió, eso era para él, romper el lazo definitivo que unía al chico con su pasado. Se limpió los labios relamiéndose con la lengua, tomó su mascara y se la puso de nuevo, guardó su ya flácida verga dentro de la ropa y, tras ponerse de nuevo los guantes dijo.

-Báñate y vístete. Tengo tu primera misión lista-Avanzó hacia la salida, se detuvo y dijo-Siéntete afortunado Robin, este es solo el principio de tu brillante futuro.

Salió de la habitación dejando solo a Robin.

Sin la presencia de su verdugo, Robin se sintió libre de entregarse a la desesperación. El estado actual de su cuerpo era lamentable, pero más lo era el de su alma. Su espíritu, mancillado y abatido, dolía más que todas sus heridas juntas.

Desgarradores y terribles sollozos escaparon de su garganta; gruesas y copiosas lagrimas corrieron libres por su rostro. Entre toda su miseria, solo un nombre venía a su mente, como un refugio o un amuleto que ahuyentara todas sus penas.

-Bruce…

Bien, hasta aquí llega este primer capítulo, ¿Qué les pareció?, espero sus comentarios ansiosamente.

¡TEEN TITANS FOREVER!