Hola, bueno quise avisar que esta es la misma historia que anteriormente había escrito "Loba", pero mejorada. La estoy reescribiendo porque no sentí que al anterior tuviera los detalles necesarios para relacionarse con los personajes (muy inconsistente y una historia muy rápida), por eso no solo la estoy volviendo escribir sino que además le estoy cambiando algunas cosas.
Este es solo el prologo así que no es tan interesante, pero sentí ganas de ponerlo en la historia :). Espero que sea entendible, o por algo no tendría sentido volver a escribir y subir esto XD.
Disclaimer: Harry Potter y sus personajes le pertenecen a J. K. Rowling.
~Prologo~
Un destello de color blanco pasó rápido entre el mar de sombras de árboles que oscurecían su alrededor, misma oscuridad que otorgaba un resguardo a la ágil figura que corría sin preocuparse por su tenebroso manto. Más bien, entre más oscuro se ponía la noche, entre más silencioso los alrededores se volvían, más idóneo era el terreno para su marcha, un lugar perfecto para poder ocultar su brillante pelaje blanco, entre luz y oscuridad.
La figura corrió tan silenciosamente como podía ir en un bosque sepulcral, casi volando en una apariencia fantasmagórica que no terminaba de encajar en esa ilusión de horror que las sombras mostraban. La figura danzaba con el viento, y las olvidadas hojas que también jugaban ese baile que las mantenía en el aire antes de volver a ser abandonadas en el suelo. El sonido que hacían esas hojas secas al viento eran el único ruido que esta criatura blanca haría a su paso. Solo un suave silbido , o un inconfundible crujido, que alertaba a los más pequeños que rondaban el camino, y era una suerte que esta bestia no estuviera de caza, pues ese pequeño ruido que se permitía el lujo de hacer era insignificante en comparación a lo que podía ser capaz de llegar a lograr cuando tenía un objetivo en mente. Nadie se salvaba cuando se volvía una cazadora, y por eso todos deberían suspirar hoy aliviados.
Hasta que la bestia muriera, algo muy poco probable, ellos deberían de aprovechar cada oportunidad de sobrevivencia que tenían, cada día de mantenerse con vida como una fortuna preciada. Pero hoy no era ese día en el que cualquiera podía ser presa, en el que podía mirar a los ojos de la misma muerte antes de que esta viniera a llevarte. Entre esas cosas filosas que llamaban dientes, que todo podía desgarrar, ahí, ya nada podía ser más certero que el definitivo final.
Esa bestia les daba hoy a grandes y pequeños un momento para poder dormir, de despertar otro día más, y aunque era algo insignificante contando con que los perseguiría al otro día ellos no lo dejarían de apreciar. Podían dormir tranquilos de que nada viniera por ellos en esa espeluznante noche, y los nocturnos podían seguir tranquilos con sus actividades sin el temor por encontrarse a esa bestia en su camino.
De repente, la extraña criatura se detuvo en medio de su carrera, respirando fuerte por el tiempo de energía gastada. Su cabeza se levantó hacía el cielo, y allí, donde los rayos de luz tocaba cada parte de su rostro, fácilmente se podía vislumbrar el brillo dorado que resplandecían de una manera escalofriante. Los ojos que no podían ser conocidos de otra forma que la de un asesino.
No, nadie quería tener que tener ese recuerdo de pesadilla persiguiéndolos. Solo ver esos ojos le daban a cualquiera un escalofrío en sus cuerpos, una certeza que calaba hasta los huesos de lo que haría la bestia si te encontraba. Nadie soñaba positivamente con ver esos ojos en sus últimos recuerdos que se llevaría de esa vida, y era evidente que no quedaría vida después de ser atrapado por esos colmillos.
...Tanta ferocidad.
Esos ojos empezaron a buscar a sus alrededores, esta vez más atenta que cuando se cansaba a si misma en su carrera. ¿O, posiblemente nunca estuvo distraída para empezar? Y mientras era dudoso que un depredador con su habilidad viajara en solitario sin poner atención a su alrededor, sin preocuparse por ser atacada por un igual o peor, también era cierto que la forma en que movía la cabeza era similar a la de alguien que estaba desorientado. ¿Quizás… buscaba algo?
Esos dos soles helados se detuvieron en un árbol que estaba a unos metros, más arriba entre las ramas, para ser más precisos. Una miraba hambrienta cruzó ese amarillo enfermizo, alertando a todos los pobres cerca que aún estaban despiertos y al alcance de su mirada deseosa y su presencia asesina.
Él sintió que las náuseas le invadían, y de inmediato se escurrió al hoyo que debería haber estado hace tiempo. Sus miradas se habían conectado, la pesadilla había puesto sus ojos dorados sobre él. Era una suerte que esa bestia no pareciera poder trepar, no había visto que lo hiciera y esperaba que siguiera así.
Escuchó un bufido abajo, donde suponía él que estaba la criatura que le había hecho saltar el corazón en pocos segundos, antes de oír como sus suaves pisadas se alejaban entre el mar de ruidosas hojas secas. Solo cuando ya no pudo oír las pesadas respiraciones que parecían una burla ya, él se relajó.
Pobres de los que estaban allá abajo, pues parecía que en realidad la bestia sí que estaba de caza. Pobres los perdidos que no habían regresado a tiempo a sus hogares, o los que no tenían uno, ya no importaría con ese depredador suelto y al acecho. Ya nada importaba para aquellos que en ese día verían su último aliento.
…De ese al que llamaban lobo.
