Prólogo.
Suspiró una vez más, mirando detenidamente la pila de informes que Shikamaru había dejado sobre su escritorio por segunda vez esa semana… cuando de niño se imaginaba a sí mismo como líder de la aldea, sin duda no pensaba en eso. Cuando no eran las graduaciones de la academia ninja, era la nueva formación de grupos y cuando se terminaba eso debía comenzar a supervisar los exámenes chunin, los jounin, y para ser el héroe que había se había imaginado, recorriendo los países en busca de rivales y aventuras, ya no le quedaba tiempo en su rutina… porque ahora tenía una.
-Pasa. -alzó la voz para hacerle escuchar a quién estaba a punto de chocar su puño contra la puerta, evitando así el sonido que durante días ocupados como ese lograba agobiarlo más de la cuenta. -¿Qué sucede, Hinata-Chan?
Sus ojos azules le mostraron curiosidad y ternura, mientras ella sólo miraba los papeles amontonados a su lado. Luego dirigió su vista hacia él con expresión preocupada. Él entendió de inmediato.
-No te preocupes. -sonrió de inmediato para tranquilizarla. -Es sólo un poco de papeleo, estoy bien. Me aseguraré de terminarlo pronto para no llegar tarde.
-¿Estás seguro? ¿Puedo quedarme a ayudarte, si eso es lo que deseas Naruto-Kun? -su voz era dulce y pausada, casi una melodía de amor, pero sus ojos brillaban con toda su determinación enfocada en ayudar.
-No, hoy tienes muchas cosas de que preocuparte… déjame esto a mi, en cuanto termine iré por ti. -sonrió. -Debes ponerte muy guapa para esta noche. -le guiñó un ojo, haciéndola estremecer, y luego bajó su vista nuevamente a su trabajo mientras ella suspiraba un saludo casi inaudible y desaparecía de allí.
Sus obligaciones ese día no terminaban junto con el horario de oficina, iban mucho más allá, y si la dejaba quedarse a su alrededor revisando los papeles a su lado, moviéndose gentilmente por la oficina, sonriéndole tímidamente…
-Maldición. -musitó. Con sólo imaginarla se arrepentía de haber hecho que se marchara, lo único que quería era desconcentrarse de todo y fijar su mundo en ella hasta que apareciera otro amanecer.
Sonrió agradecido cuando alguien más apareció para distraerlo.
-¿No piensas entrar? -saludó, girando su vista hacia la ventana abierta. -Tenía dudas de que vinieses, para ser sincero creí que ni siquiera recibirías mi mensaje… -su sonrisa se ensanchó aún más y sus ojos brillaron con una complicidad nostálgica. -Bienvenido a Konoha, Sasuke.
El otro no contestó, sólo esbozó una mueca parecida a media sonrisa. Y luego desvió su atención a los trámites sobre la mesa, haciendo que su gesto se convirtiera en una ronca risa burlona.
-Al parecer nadie se acostumbra a verme así. -aceptó, recordando la reciente visita de Hinata. -...ni siquiera yo. -admitió. -pero si me ayudas.. -sus ojos se delinearon en un gesto malévolo. -vamos, Sasuke… podríamos terminar con todo esto en unos pocos segundos con tu sharyn…
-Ni lo sueñes. -cortó con gesto serio, aunque estuviera divirtiéndose a costillas de su amigo. -Ese es su trabajo, Hokague-Sama.
-Así que aún eres esa clase de idiota eh… -se quejó ante la clara burla de su amigo. -¡Bien! Sólo asegúrate de no llegar tarde hoy. Supongo que para eso has venido, además… espero que traigas algún bonito regalo para mi futura esposa desde los confines de este mundo. -avisó serio. -Quiero que sea el mejor día de su vida.
-Con un idiota como tú pidiendo su mano, ¿Qué podría salir mal, eh? -se giró hacia la ventana y apoyó un pie sobre ella listo para saltar de allí. -No vine hasta aquí por eso… -advirtió antes de desaparecer.
-No, claro que no. -Naruto sonrió cuando se encontró solo. -Cada vez la visitas más seguido, si sigues así…
Borró la mueca de su rostro cuando se dio cuenta de que la visita de su futura prometida y la aparición de su nómada amigo, el tiempo se le había acortado sin avanzar ni un ápice en las tareas de la oficina. Debía apurarse, no quería dejar plantada a la heredera del Clan Hyüga en la reunión formal de compromiso.
