Unos pasos cautelosos a través de los oscuros pasillos del edificio en ruinas. El arma le pesa demasiado en la mano. Debió haberla cambiado antes. Un crujido le avisa que hay algo o alguien del otro lado de la pared. Se queda quieta junto al marco esperando el momento propicio. Un brusco giro le hace apuntar hacia otra arma que le apunta a ella. Su portador: Booth. Ambos bajan los brazos suspirando aliviados.

- ¿Qué haces aquí? Te dije que fueras del otro lado –Booth reclama susurrando

- Y estoy del otro lado. Eres tú el que se equivocó de camino.

- Es que esto es como un laberinto que…

El ruido de un metal lo interrumpe. Ambos fijan su mirada en un rincón oscuro, detrás de una montaña de escombros. Pero a espaldas de Brennan suena el seguro de una pistola. Ella reacciona girando automáticamente, pero el disparo suena y a ninguno de los dos les queda tiempo para otra cosa…

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Ella despierta sobresaltada. Suspira al darse cuenta que todo fue una pesadilla. Al abrir los ojos del todo, duda de que haya despertado realmente. La habitación es completamente extraña. Cuando trata de levantarse de la cama se da cuenta de que su vientre está considerablemente crecido. Su mente es un remolino de recuerdos extraños, y continúa pensado que todo es un sueño, en cualquier momento despertará.

Sigue en el mismo lugar. Escucha el agua de la ducha que corre. Se acerca a la puerta del baño y la abre lentamente. Allí se encuentra a un hombre guapo y atlético, él sonríe al verla.

- Ya despertaste. Pensé que querrías dormir un poco más.

Se acerca a ella sin cubrirse si quiera y le da un beso. Tiembla un poco pero no se resiste, como si su cuerpo y su mente estuvieran desconectados. El hombre toma una toalla y sale a la habitación.

- Te lo dejo. Prepárate rápido. No querrás llegar tarde a la fiesta de cumpleaños de tu madre. –le dice mientras se viste con prisa y desorden

- ¿Mi madre?

- Creo que aún no te despiertas del todo. Tómate tu tiempo, que yo me encargaré de los niños.

Le da otro beso y termina de vestirse al mismo tiempo que sale de la habitación. Ella vuelve a mirar su vientre.

- ¿Niños?

El agua de la ducha está helada. Eso y todo lo que está pasando la ponen muy nerviosa. Pone su mano frente a ella, tiene una alianza. ¿Por qué estará soñando todo eso? ¿Por qué todo parece tan real? ¿Cuánto se tardará en despertar?

Vestida, pero todavía muy confundida, se dirige hacia la cocina. Hay cosas que la mueven de manera automática, como si estuviera de visita en la vida de otra persona. Entonces ve a tres revoltosos niños que juegan con su desayuno: un niño que tal vez tendría seis años, y dos niñas, de cuatro y dos aproximadamente. Su marido trata de calmarlos y de que no salpiquen la leche por todos lados.

- No es lo que tú crees, puedo controlar esto.

Los niños entonces se percatan de que ella está presente y se ponen firmes en sus sillas. A coro le dan los buenos días, y continúan comiendo en calma. Se sienta a la mesa donde la espera una torre de empalagosos bizcochos. Obviamente su estado le impulsa a devorárselos todos acompañando con un enorme tazón de leche.

Luego sigue la ardua tarea de alistar a los niños para ir a casa de sus abuelos. Cuando al fin los embarca en el enorme auto familiar, tiene que soportar un largo camino de griteríos infantiles y la espantosa música que escucha "su esposo". Mientras, trata de acostumbrar su mente a la realidad actual.

Ella es Temperance Hanson, profesora de ciencias, madre de tres niños, y un cuarto en camino, esposa de Jonathan Hanson, entrenador de un equipo de baloncesto, que además no cuenta con un C. I. superior a 100. Y todo eso se debe quizá a que Vince Mcvicar jamás encontró a sus padres, o quizá ellos lo mataron a él cuando se encontraron. No lo sabe a ciertamente. Pero sí está segura de que ellos volvieron de sus compras navideñas y que la vida a transcurrido de manera a terminar… de esta manera.

Al fin llegan a casa de sus padres, la misma que recuerda de su infancia, con algunos cambios normales según el paso del tiempo. Se percata que ni siquiera queda muy lejos de la casa en la que vive actualmente, pero el camino le ha sido tan largo.

Después de bajar a los niños, su atolondrado marido se apresura por tocar el timbre varias veces como si fuera un juguete. Ella tiene que cargar con su hija más pequeña, y los dos otros chicos pelean entre sí. Entonces sale a recibirlos su padre. Es extraño verlo así, ya se había acostumbrado a su rostro alterado por las cirugías, y verlo de esa manera…

- ¡Hola, cariño! –le saluda dándole un abrazo- ¿Cómo están los bebés? ¿Y estos dos traviesos?

- ¡Abuelo! –los abraza a ambos

- Qué tal, pá. –Jonathan le extiende la mano con una sonrisa estúpida.

- Sí… bien. ¿Qué esperan? pasen todos

Al parecer a su padre no le simpatiza Jonathan pero él no se da cuenta. Deja a la niña en brazos del abuelo, y sus otros dos hijos corren hacia Emma y Haley que están jugando en el patio. Russ está por ahí cerca viendo televisión y también lo saluda. Ella en realidad se apresura por ver a su madre. Aunque fuera sólo un sueño, está ansiosa de encontrarse con ella otra vez.

La encuentra hablando con Amy. No puede evitar algunas lágrimas. Está ahí, sonriéndole, ligeramente más vieja de como la recordaba y con algunas canas. Enseguida acude a abrazarla.

- Feliz cumpleaños, mamá

- Tempy… gracias… ¿Te sientes bien?

- Sí… es que… debe ser por el embarazo. Las hormonas alteran mis reacciones afectivas.

- Ven. Será mejor que te sientes te serviré algo de beber y te pondrás mejor.

- Estoy bien. En serio.

Durante toda la mañana casi no hace otra cosa más que hablar con su madre. Los demás pasan casi desapercibidos. Hablan de cuando era pequeña, de sus recuerdos juntas, de cualquier tontería, esos minutos son tan preciosos que desearía prolongarlos como sea.

- ¿Y cómo está tu familia?

- Bien… Me pregunto… o sea… a veces me pregunto cómo llegue a este punto. –dice fijándose en todo el desastre que su esposo y sus hijos hacen al jugar. Su madre sacude la cabeza sonriendo.

- Tu padre y yo te advertimos sobre Jonathan, pero estabas tan enamorada.

- Sí. –aunque ella piensa que debió tener un ataque de psicosis temporal para llegar a casarse con ese hombre.

- Él sigue diciendo que te merecías algo mejor. Tú sabes eso de que podías haber llegado mucho más lejos con tu potencial. Pero de todas formas tomaste una buena decisión.

- Quisiera decirte en este momento que soy una antropóloga forense, una de las mejores y que… escribo libros en mi tiempo libre… y ayudo al FBI a arrestar a criminales, y te contaría de las maravillosas personas de mi equipo –en ese momento se da cuenta de lo extraño que estaría sonando todo aquello para su madre – Quisiera tener todo eso, pero dadas las circunstancias creo que en verdad tomé una… buena decisión.

Llega la hora, y hasta le cuesta despedirse. Esa realidad que está viviendo es algo, o mejor, bastante extraña para ella. Pero estar de vuelta con su madre, y ver a su familia feliz no tiene precio. También se da cuenta que Jonathan y los niños pueden llegar a ser muy tiernos. Toda la tarde se pasa pensando en eso mientras corrige exámenes, como siempre de manera autómata como si en realidad le fuese algo habitual.

Ya en la cama junto a Jonathan, que a pesar de ser poco inteligente, eso sí, es bastante guapo, vuelve su mente a la vida que está acostumbrada. ¿Cómo encajan Booth, Angela, Hodgins, Zack, Cam y Sweets en todo esto? ¿Cómo es que un sueño puede estar tan bien estructurado, de manera tan detallada? Desea poder despertar y hablarles de eso o consultar en algún libro sobre neurología, tal vez encuentre mejores explicaciones de esa manera…

Suena el despertador. Sí, es hora de volver al Jeffersonian. Será interesante contar su sueño y ver cómo reaccionan en el laboratorio. Lástima que no puede decirles cómo eran sus vidas alternativas, debió haberlo averiguado… Tal vez todavía pueda hacerlo.

Está en aquella habitación, su barriga sigue del mismo tamaño, y ese hombre está durmiendo a su lado. ¿Todavía está soñando? ¿Cuándo va a despertar? ¿Qué está pasando realmente?