Pedí una palabra, me dieron calor, salió esto.
Durante mucho tiempo estuvo convencida de que el lugar más caluroso que existía era Agrabah.
Mentira.
Es Maine.
Más concretamente, Storybrook.
Y todo por culpa de la señorita Swan.
¿Que por qué? ¿Qué había hecho ahora? ¡Qué NO había hecho!
A la frustrante rubia se le había ocurrido que el departamento del Sheriff necesitaba chalecos antibalas.
Chalecos.
Antibalas.
En Storybrook.
Completamente risible.
Por eso la alcaldía, más concretamente la alcaldesa en persona, había denegado la petición. Lo más peligroso en ese pueblo era el misterioso gato callejero con tendencia a la escalada arbórea pero sin los conocimientos suficientes para descender por si sólo, y la propia presencia de la señorita Swan en el pueblo.
Los chalecos, por lo tanto, eran inútiles y un gasto innecesario. Y en el caso en que fuesen necesarios... bueno... adiós Sheriff.
Sin embargo, la rubia de ojos aguamarina había decidido recaudar dinero.
Primero con una venta de galletas que terminó en fracaso absoluto.
En parte porque a Mary Margaret, que decidió unirse a la causa, se le daba mejor montar casitas para pájaros que cocinar. En serio, no debía de quedar un sólo árbol en el condado sin su mini casita, apartamento, loft, duplex y demás versiones en miniatura para la comunidad plumífera.
En parte, también por la carencia absoluta de aptitudes culinarias por parte de la propia Sheriff. En total, fueron seis los ciudadanos que fueron hospitalizados por intoxicación alimentaria, antes de que corriese la voz de evitar a toda costa las galletas.
Y sin galletas, no había dinero. Sin dinero, adiós chalecos.
Para Regina ese fue un buen día.
...
No cómo hoy.
Lo que nos vuelve a traer al motivo por el que Storybrook estaba ahora en la cúspide de lugares más calurosos que existía.
Maldita Swan y su maldita idea de un maldito lavado de coches, con su malditas mangueras y su maldito jabón y la maldita Sheriff con su maldita camiseta blanca de tirantes completamente empapada que le marcan su malditos abdominales esculpidos merecedores de ser acariciados y venerados mientras se somete a la rubia contra el coche hasta que grite su nom...
¡Crash!
¿Pero qué? Estupendo, ha aplastado la taza de café para llevar de Granny's (se había olvidado el termo de café en su prisa por que Henry no llegase tarde esta mañana a clase).
Suspira, dando un último vistazo a la escena frente a Granny's (genial, la joven Lucas OBVIAMENTE tiene que ponerse a organizar una guerra de mangueras y esponjas de jabón) antes de girarse y...
La camiseta.
Emma acaba de quitarse la camiseta...
Está en bikini.
Mojada.
Pechos
Abdominales.
Piel.
- ¿Regina?
Calor.
- Regina, ¿todo bien?
Mucho calor.
- Hey, ¿todo bien?
Espera, los abdominales estan más cerca, ¿qué?
Levanta la mirada, clavándola en unos ojos aguamarina que la observan preocupados.
- ¿Todo bien? -pregunta su dueña
- Todo perfecto. Todo absolutamente perfecto, Sheriff. ¡Salvo por el detalle de que la máxima autoridad de nuestro sistema policial está en mitad de la calle,, medio desnuda no sólo alterando el orden público, si no hundiendo la imagen de nuestro pueblo!
- Guau -responde Emma- y sin dejar de mirarme el pecho. Impresionante.
Regina vuelve a levantar la mirada, ¿cuando demonios la ha bajado?, y descubre esa maldita sonrisa descarada que borraría con un beso que dejaría sin ali...
¡NO!
No.
Cierra los ojos.
No.
- Me voy a ir a casa, Sheriff. En una hora voy a volver a pasar por esta calle camino a mi despacho, y espero que este espectáculo depravado haya desaparecido.
Se gira, abriendo por fin los ojos, y fijando su camino hacia la mansión.
Storybrook, el sitio más caluroso que existe.
...
Necesita cambiarse la ropa interior.
...
Y una ducha fría...
Maldita sea Emma Swan.
