Sarah Fortune había conseguido lo que quería. Gangplak había muerto, a pesar de lo que los desafortunados rumores típicos tras Harrowing dijeran. ¿El problema? Dicho Harrowing solo había conseguido alimentar los problemas de gobierno y las guerras entre bandas en Bilgewater.
Uno pensaría que después de tanta muerte, las bandas de delincuentes, piratas y demás, se habrían cansado. Pero no. Solo les había motivado, pensando que sus rivales estarían demasiado débiles para actuar. Ya casi no quedaba nada de Bilgewater.
Literalmente.
Los fuegos y el daño de la noche de Harrowing casi habían hecho más mal a los edificios que al nivel poblacional. Cosa que resulta extremadamente fácil, cuando la mayoría de las casas son de madera, y están construidas en acantilados casi verticales.
Para Miss Fortune, aunque en su objetivo de traer la estabilidad de vuelta iba fracasando, esto traía un lado bueno, y un lado malo. La parte buena es que sus acciones y las de sus hombres en la noche de Harrowing habían logrado conseguir la simpatía de la población general, y el respeto o miedo, aunque en Bilgewater no hay diferencia, de las demás bandas. ¿El lado malo?
No tenía casi dinero.
Entre los daños a reparar, y la perdida de hombres, apenas tenía para sostener la paga de su tripulación en el Sirena. Gracias a que Rafen sabía como mantenerlos a raya en estas circunstancias, que si no la mitad ya se habrían largado. Y los que lo hicieron... bueno, últimamente siempre había alguien dispuesto a trabajar para ella.
Pensando en que hacer con eso, e intentando relajarse, practicaba tiro en el patio trasero de su villa. Suerte que aquella parte de la isla había quedado intacta y se encontraba tan, relativamente, alejada de todo lo demás.
Sus pistolas han sido siempre su mejor baza, pero le quedó claro tras Harrowing que su madre tenía razón. Jamás iba a volver a pedirle a nadie entre los suyos que se las cargase.
-Si has venido por lo del intento de motín, ya te dije que me encargaría yo misma esta tarde de disciplinarlos. Que encargase a otros esa tarea sin estar presente, me debilitaría ante la visión de los demás.
Rafen seguía sin ser capaz de sorprenderla. Pero aún veía tan claro a través de ella como siempre. No era la fuerza de su imagen lo que le preocupaba.
Lo que le preocupaba es que ejecutar a alguien sin molestarse en saber ni de quien se trata, es algo que Gangplank haría. Suerte que no era el caso.
-No. Tranquila. Eso ya lo dejaste bastante claro. Es por otro asunto. Algo que podría solventar nuestros problemas de efectivo.
-Bueno. Una vez eso esté solucionado, todo seguirá como debe. ¿De que se trata?
Fortune seguía disparando mientras conversaban. Pero por algún motivo, Rafen había dejado de hablarle.
-¿Viejales?
Cuando se giró para mirarle, y vio la expresión de su rostro, sabía que debía tratarse de algún negocio difícil.
Y en Aguas Estancadas, eso significaba potencialmente letal.
Sopló sobre el cañón de sus humeantes pistolas, para luego enfundarlas, acariciando las cachas del mango.
-Hablemos dentro.-le dijo pasándolo de largo.
Sarah observaba la cifra de la recompensa con incredulidad. Una incredulidad que se fue transformando en alegría.
-Rafen, por favor, dime que esto no es una broma de mal gusto.
-Ojalá lo fuera.
El hombre contestó con un carácter peculiarmente apático para las noticias que traía. Debería estar casi saltando de alegría. Como ella.
Notando como había perdido la compostura, Fortune volvió a serenarse.
-¿Ojalá lo fuera? Rafen, por esta cifra podríamos comprar media isla, y luego reedificar la otra mitad. ¿Cuál es el problema?
-Sarah, por favor.
Solo se refería a ella por su primer nombre cuando estaba realmente nervioso. Ni siquiera en Harrowing lo vio así.
-Ya llevas suficientes años arrastrando cuerpos al tablón de recompensas como para no saber lo que significa una...
-Una cifra así, significa que o bien el buscado ha desaparecido de forma completa y será imposible localizarle, y más valdría dar la recompensa por perdida, o bien si lo encuentras, puedes dar tu vida por perdida, porque el que ofrece la recompensa solo lo hace para sacar a la luz al que busca, y sabe que algo menos que un batallón no sería capaz de capturarle.
Se sentó sobre la mesa, cruzando las piernas confiada, y sacando un cigarro de la tabaquera de madera sobre el mueble.
-Y diría que me faltan dedos en las manos y en los pies para enumerar los contratos de ese estilo que he completado.
Cuando no encontraba las cerillas, Rafen se acercó con las suyas para encenderlo.
-Lo sé. Y también sé que has enviado de vuelta a Piltover a muchos hombres de ciencia con métodos que sus compañeros consideran moralmente cuestionables.
-Sí. Esos son los que al contarme lo que les gustaría hacer con mi cuerpo, me perturben en un sentido completamente distinto al habitual.-dijo antes de dar una calada.
-Pero en esta ocasión, el que proclama la recompensa lo hace desde Zaun.
Aquello obviamente le sorprendió hasta a ella, pues enseguida se puso a toser con el humo que había inhalado.
-¡Cough, cough! ... ¿Qué?
Volvió a echarle un vistazo a la hoja. ¿Qué clase de experimento o área del conocimiento podía considerarse demasiado inmoral hasta para la principal creadora de monstruosidades y armas de guerra de Noxus?
Quizás al fin recapacitaría.
-... Me ha picado la curiosidad.
O no. Siempre se hacía falsas esperanzas con ella.
-Mira, hasta esa parte, podría estar de acuerdo contigo en cierto modo. Pero entonces fue cuando noté el nombre de un tal Mundo en el contrato.
-¿Mundo? ¿Cómo en Dr. Mundo, el científico que trabaja para Noxus, o Mundo el asesino en serie?
-Ambos son el mismo.
-¿Es a él a quien buscan?
-No. Él fue quien puso el precio.
AHORA sí que las cosas se ponían extrañas.
De entre todos los candidatos a miembros de la banda de Miss Fortune reunidos en la cantina del muelle, solo uno llamaba la atención. No tanto por su talento o su presencia, si no por el hecho de ser mujer.
Se dice que una mujer en el barco trae mala fortuna. Sarah Fortune había hecho fama siendo la excepción a esa regla, a propósito. Pero los viejos hábitos mueren difícilmente. Así que muchos hombres miraban recelosos a la chica de la mesa solitaria.
Bueno, aunque puede que el hecho de que estuviese jugando al rompededos con su propia mano y su propio cuchillo fuese la causa de dicho recelo.
Claro que a algunos el orgullo les puede más que la prudencia.
O la inteligencia.
-¿Qué haces aquí, muchacha?
Les contestó sin detenerse, ni mirarles, tan siquiera.
-Buscar trabajo. Como todos vosotros, supongo.
El hombre miró a sus compañeros, esperando que ellos añadieran algo. Pero parecía que definitivamente esto dependía de él.
-Olvídalo. Ni Bilgewater ni el mar es buen lugar para una mujer soltera y sola. Ni tampoco lugar de trabajo.
-Creía que la nueva jefa era una mujer.
-Ella es una excepción que nadie comprende.
-Además, aunque así fuese, yo no estoy aquí por ser buena navegante.
Al fin se detuvo, y le miró a los ojos.
-Estoy aquí porque se me da bien matar.
Volvió a lo suyo, con el hombre riendo brevemente.
-¿Ah, sí? Pues me gustaría verlo.
La joven no tardó en darse cuenta de que se hallaba rodeada del local entero. La observaban, habiendo cogido interés en la conversación. Ahora sí que se veía obligada a actuar.
Clavó la daga sobre la mesa, con fuerza. El hombre quiso dar un paso atrás cuando la morena se levantó, pero no lo hizo. No podía mostrarse inseguro ante los demás.
El aspecto de aquella joven le recordaba en cierta parte al de la capitana Fortune. Ambas parecían compartir el mismo sentido de la vestimenta, pues parecía que ambas disfrutaban llevar ropa que solo llegase por encima del estómago. Claro que ningún hombre, y menos uno de Bilgewater, iba a quejarse.
La mujer puso los brazos en jarra, mientras le sonreía. Obviamente, él era más alto que ella, así que la imagen daba más a favor de su conversador que de ella misma.
Más relajado, el hombre intentó colocarle la mano sobre el hombro. Por lo que acabó lanzado por encima de ese hombro por los brazos de la chica, y cayendo de espaldas sobre el tablero de la mesa.
Antes de que el dolor del impacto se marchara, ya tenía la daga que la morena había clavado en la mesa, sobre su garganta.
-¿De veras? ¿De veras quieres verlo?
La joven se movió rápidamente del sitio, cuando los colegas del amenazado se lanzaron a por su espalda. Se impulsó con las manos sobre la mesa, y con la suela de las botas, les pateó en la barbilla. Finalmente aterrizó de pie sobre el mueble, sujetando contra la mesa con un pie al hombre que había atacado.
Luego se inclinó para verle a la cara.
-¿Y bien?
El hombre negó con la cabeza. La morena le guiñó con su único ojo, y le pateó en el costado, haciéndole rodar de vuelta al suelo.
Cuando alzó la vista, todos comenzaron a reír. Incluido los hombres a los que había pateado.
Al final parecía que Aguas Turbias no era tan distinto de Noxus. Lo que te permitía escalar posiciones y ser respetado, era la fuerza. En ambos parece que eso es lo que vale para conseguir poder.
El jolgorio de la cantina fue perturbado por un disparo. Todos se pusieron en alerta, menos la chica, que observaba la balaustrada de la parte superior. Miss Fortune había salido, y dado un tiro al aire para llamar la atención.
Lo que no tenía claro es si había visto lo que acababa de pasar. Y en caso de que lo hubiera visto, si le habría hecho quedar bien o mal delante de ella.
La forma en que le miró y le sonrió, alivió ambas dudas. Parece que era de las suyas.
-Muy bien, caballeros. Como todos sabrán, tras la caída de Gangplank y Harrowing tan seguidos, la mayor parte de las bandas han sido aniquiladas, y las que no, han visto drásticamente reducidos sus números y su influencia. Eso incluye a la mía. Pero me gusta pensar que si de algo ha servido todo esto, es para purgar la estupidez y la debilidad. Y por lo que veo, todos ustedes han sido lo suficientemente inteligentes para venir a unirse a mi. De ahora en adelante, les tocará demostrar que son lo suficientemente duros para sobrevivir a mi.
Todos rieron excitados, hasta que Fortune volvió a detenerlos con un disparo de su otra arma.
-Dicho esto, hay algo que deben comprender antes de ponerse a mi servicio. No sé si ustedes lo sabrán, pero al principio de mi carrera trabajaba de caza recompensas, y aún lo hago. Así que no esperen de mi, ni crean que se les permita, ciertos comportamientos que estarían mal vistos hasta por las laxas leyes de la zona. Dicho esto, y antes de que sus ánimos se hundan, no crean que vamos a dedicarnos a acatar la ley. Aguas Turbias se encuentra en el caos, lo cual significa que alguien debe restablecer el orden. No vamos a seguir la ley. ¡Nosotros nos convertiremos en la ley!
Volvieron a aullar, y Miss Fortune desapareció una vez más por la puerta tras la balaustrada.
La morena al fin se bajó de la mesa, y se acercó por detrás, con curiosidad, a uno de los grupos de hombres que charlaban.
-Joder. Que buena está.
-Calla, que aún te va a oír uno de los suyos.
-¿Y que más da? Por lo que he oído, se ha tirado a la mitad de su tripulación. No es misterio alguno que esa tipa es una puta de cuidado.
-Como si tú fueras a tener una oportunidad con ella.
-¿Y quien dice que no?
Tardó medio segundo en procesar que aquella era una voz de mujer.
Y dos segundos en darse cuenta de que la mujer parada frente a él era la Capitana Fortune.
-Lo digo yo.
Los hombres comenzaron a retroceder mientras ella se alejaba de las escaleras que daban a su despacho, y se adentraba en la multitud. Después de examinar brevemente y con curiosidad al hombre que hablaba sin pensar, echó un ojo a la multitud.
-Tú, tú, tú, y tú. Y quizás tú. Mira.-se dirigió al hombre de lengua suelta.-Esos cinco si que tendrían una oportunidad.
Se giró hacía ellos.
-Pero para eso primero tendréis que impresionarme.
Lanzó un beso al aire al hombre más cercano de los señalados, y que más le atraía físicamente, y luego se dirigió hacía la puerta del local.
-Mañana os quiero a todos parados en fila delante del muelle donde está atracado la Sirena. Ahí decidiré quien sube, y quien no. Y los que no, ya tendréis una oportunidad otro día.
-¿Dónde está ese muelle?
Miss Fortune se detuvo justo antes de alcanzar la puerta, y se giró para ver a la morena, parada y sola. Ojo verde, parche negro, y pelo moreno. Llevaba dos espadas a la espalda y fundas para cuchillos en las piernas y los brazos. Perneras y guanteletes metálicos y picudos. Eso sí que no se veía en Aguas Turbias. Aparte de eso, su ropa era una chaqueta roja, un top blanco, y pantalones negros.
-Tú no eres de aquí, ¿verdad?
La morena negó con la cabeza mirando hacía otro lado, como si no le diese importancia. Miss Fortune se dirigió hacía ella.
-¿Cuál es tu nombre?
-Ariana. Ariana Katleen.
-Muy bien, Ariana. Si te preguntas como lo sé...
-No lo hago.
Fortune la miró entre sorprendida y ofendida. Los de alrededor temieron que estuviera poniendo a prueba su paciencia, pero sus sospechas se vieron infundadas cuando la capitana sonrió.
-Lo sé por lo limpio de tus ropas y lo poco desgastadas que están. Aunque claro, la gente como tú no es rara aquí. Ven conmigo, Ariana.
La mencionada no dudó. Se dirigió a la puerta, y Miss Fortune la abrió y sujetó para que pasase. Ni siquiera se lo cuestionó. Solo pasó de largo, y la capitana le siguió. Como si ni le importase ni necesitase demostrarle que ella era la que mandaba.
-Je. Anda, mira. Hasta le van los bollos.-comentó el lengua suelta, antes de recibir un puñetazo en la nariz por parte de aquel al que Ariana había derribado, comenzando una pelea.
Hace tiempo que quería escribir una historia sobre Aguas Negras. Desde que "Sombre y Fortuna" fue publicado en la red de LoL, Miss Fortune es un personaje que me llamaba la atención. Y he pensado en escribir una historia aludiendo a lo que podría ocurrir después. También pretendo más adelante, explorar el resto de Runaterra, y el universo de LoL según el lore actual, pues hecho en falta historias que no traten exclusivamente de las interacciones entre los campeones.
Espero que os interese y lo disfrutéis leyéndolo. Antes de que nadie pregunte, aún continuare con "Sinfonía de Dolor".
PD: Para animaros a dejar una review aunque no tengáis nada que decir. ¿Adivináis quien es Ariana? Temo haberlo dejado demasiado obvio.
