-La noche anterior-
—¡Un brindis por la detective Decker, cuyo trabajo es infinitamente mejor al mío en todos los sentidos! —Chloe negó con la cabeza mientras aquel hombre alzaba el codo llevándose aquel chupito a la boca para después clavarlo en la mesa con un movimiento firme. Murmuró su nombre pero la detuvo, no quería escucharla, mucho menos borracho como iba y le pidió que se marchase de la forma más amable que el alcohol le permitió. La mujer se sentó a su lado en el piano, mirándole de reojo esperando que fuese tan sólo una rabieta de niño pequeño que se esfumaría en cuanto durmiese un poco.
—Lucifer, siento que te haya molestado pero no he querido decirlo de esa manera, tan sólo deberías ser más cuidadoso y nos evitarías problemas a los dos. Tu inmadurez casi nos cuesta la vida hoy —sentenció ella, soltando despacio el aire de sus pulmones mientras observaba la mirada perdida en las teclas de su interlocutor.
—Estoy harto del mismo sermón de siempre, todos igual: "Lucifer haz esto", "Lucifer haz lo otro", "Esto no es así", "Cuidado con eso"... Puedes ahorrártelo; deberías marcharte, tienes una niña pequeña a la que atender.
Asintió y se alzó de nuevo dejándole espacio, seguramente necesitaba reflexionar después de todos los cambios que habían ocurrido en su vida, y ella no quería ser un estorbo.
—Muy bien, Lucifer, como prefieras. Igualmente si necesitas algo ya sabes donde encontrarme, cualquier cosa que necesites... —Esas palabras desataron la ira del Diablo, al menos en su interior y en su rostro, el cual dibujaba una mueca mientras sus ojos se deslizaban desde el piano hasta la detective.
—¿Cualquier cosa? ¿En serio? —preguntó retóricamente golpeando las teclas, provocando un gran estruendo que puso en guardia a la chica y le hizo dar un respingo, amén de retroceder un par de pasos. Era ya inútil seguir dando rodeos, tanto para ella evadiendo el tema como para él argumentando que su enfado se debía a motivos laborales. Estaba molesto por no poder estar con Chloe.
—Lo siento, Lucifer —se disculpó tragando saliva. El demonio negó con la cabeza mientras se llevaba los dedos a las cuencas de los ojos y sonreía triste y pesadamente, acto seguido se dirigió a la barra y se preparó otra bebida como buenamente pudo.
—Yo sí que lo siento, eres tú quien no siente nada. Que duermas bien —sentenció, echándola de aquel lugar indirectamente. Le dolió verle así pero debía aceptarlo, eran compañeros de trabajo, de personalidades muy diferentes, y además estaba Trixie. Durante unos segundos no le respondió, se quedó mirándolo frunciendo los labios y asintió nuevamente.
—No bebas más, tanto alcohol no es bueno. Que descanses —le sugirió mientras salía por la puerta. Lucifer miró en la dirección por donde había marchado para luego posar sus ojos en su copa, decidiendo que ya que la había servido se acabaría al menos esa, pero sería la última.
-Ese mismo día-
El tono de llamada de su teléfono la despertó de un profundo sueño. Sentía los párpados más pesados de lo habitual y con dificultad lograba localizar el aparato en la mesita de noche. Con voz algo ronca contestó:
—Decker... —La voz de Dan respondió al otro lado. Al parecer había acontecido diversos homicidios, esta vez en un hotel, entre ellos el de alguien conocido. Dan le pasó el relevo a otro agente con más rango, quien se encargó de contarle los detalles a la somnolienta, quien se sobresaltó de la cama en escuchar el nombre del fallecido.
—Lucifer Morningstar... —Terminaron de ultimar los detalles del caso en lo que cambiaba su pijama por ropa de trabajo y se dirigía a la escena del crimen, repitiéndose una y otra vez por qué le dejaría sólo la noche anterior tras haber tomado tanta bebida, quién sabe qué podría haber hecho tras ello. Llamó a Maze para avisarla pero no hubo suerte, lo mismo con la doctora Linda, y finalmente intentó llamar al mismo Lucifer por si realmente aquello no estaba pasando; nada. Sintió sus ojos humedecerse conforme se acercaba al lugar de la acción, a lo cual reaccionó secándoselos con la manga del uniforme. Al llegar atravesó a toda prisa el cordel policial y la escena que presenció la aterró: Varios cuerpos marcados con un pentagrama invertido, sangre en cantidad y olor a incienso.
Recorrió con la mirada los cuerpos tratando de identificar a su compañero hasta lograr encontrarlo, pegando un gran grito.
—¡Detective! ¡Menuda cara traes hoy, y pensaba que yo tenía ojeras...! —Estaba al borde del infarto tras haber visto al hombre detrás suyo aparecer de la nada, aunque agradecía que realmente no fuese una de las víctimas. Se llevó una mano a la frente y respiró hondo sin perderle de vista, sin ánimos siquiera de regañarle por su comportamiento como tantas otras veces.
—¿Qué haces aquí? Mejor dicho, ¿cómo es que estás vivo? —El hombre avanzó por la escena del crimen esquivando los charcos de sangre de puntillas hasta llegar al baño, donde comprobó que no había más víctimas.
—Vaya, detective, si no tuviese información sobre el caso creería que me quieres muerto —se mofó intentando cerrar la puerta del servicio, mas el brazo de una de las víctimas se lo impedía —Oh, disculpa, necesito que...
—¡Lucifer, no! No muevas los cuerpos, por favor... —repitió por enésima vez, llegándose a plantear si no sería ella quien le quitaría la vida. El hombre accedió a su petición mientras se adentraba en el baño.
—Bien, espero que no te moleste entonces el ruidito... sé que puedes llegar a ser muy tiquismiquis. —Chloe frunció el ceño sin saber a qué se refería, pero lo entendió todo cuando escuchó el sonido de la tapa y el baño siendo utilizado. Se cargó de paciencia y cerró los ojos tratando de pensar en otra cosa; era incorregible, aunque se alegraba que estuviese vivo.
—¿No podías aguantarte? Y explícame por qué en comisaría piensan que te habían asesinado. —Vio salir a aquel niño encerrado en el cuerpo de un adulto y le señaló la entrepierna con la barbilla. Lucifer sonrió acercándose, entrecerrando los ojos con su mirada más seductora creyendo entender lo que buscaba la detective, aunque ni por asomo acertó y fue interceptado por la mano de la mujer.
—Súbete la cremallera, ¿quieres? —Miró hacia abajo y corrigió su error ipso facto, desistiendo en su plan de conquista.
—¿No es obvio? Alguien se ha hecho pasar por mí. O eso o alguien quiere eliminarme. Puede que el que se ha hecho pasar por mi quiera eliminarme, o quería, quizás es uno de estos... —dijo señalando a los difuntos a su alrededor con el dedo índice —La resaca bien, por cierto, gracias por preguntar. ¿Por dónde empezamos?
-Minutos más tarde-
—Bien, ya tenemos la identidad de las tres víctimas, tan sólo nos faltaría la de la cuarta, el supuesto "Lucifer Morningstar". Al parecer se ha hecho un carné falso con tus datos, ¿sabes por qué habría querido reemplazar tu identidad? —preguntó Decker, revisando los datos recopilados y mirando de reojo al demonio. Éste sostenía el mencionado carné, mirándolo desde todos los ángulos posibles mientras se quejaba por tonterías irrelevantes.
—¿40 años? Es decir, ¡mírame!, como mucho puedo aparentar 37, no más, ahora sí que me ha matado... Disculpa, ¿qué decías? ¡Ah, sí! Bueno, es normal, todo el mundo quiere ser yo. Supongo que no puedes ser el Diablo sin ganarte algunos enemigos... ¿Ocurre algo, Chloe? —Mientras tanto, Decker le miraba con una sonrisa en los labios a la par que negaba, incapaz de disimular su alegría en verlo tan reluciente después de la terrible y falsa noticia y tras la noche pasada.
—No es nada. A juzgar por las pruebas recogidas parece ser que era más bien una "fiesta privada" más que un rito satánico, es posible que los símbolos los hicieran a posteriori. Además no lo consideraría ningún tipo de sacrificio al Diablo puesto que normalmente se usan armas diseñadas para ello, y parece ser que estas heridas se hicieron con una navaja pequeña o algo por el estilo. Sin embargo no encontramos el arma homicida, por lo que la idea de que el asesino fuese una de estas personas y después se suicidase es prácticamente descartable; aún así no hay rastros de sangre por ninguna parte por lo que no sabemos cómo puede haber escapado
Lucifer le entregó el carné y abrió la puerta que conectaba con el pasillo mientras observaba los charcos de sangre de la habitación. Examinó el pasillo sin ver ningún tipo de rastro y después se dirigió a la ventana, abierta de par en par y sin manchas de sangre en el marco.
—¿Han mirado las cámaras de seguridad? —quiso saber, a lo que recibió una afirmación como respuesta.
—El asesino no pudo escapar por el pasillo, puesto que las cámaras no se desconectaron en ningún momento, es precisamente por eso que pensaba que debía ser uno de ellos pero...
—Pero la gente al suicidarse se clava el arma y suele dejársela clavada por falta de fuerzas, no se desgarra con ella. —terminó su frase antes de que ella lo hiciera —Lo que sugiere que el asesino sólo pudo salir por la ventana... —
Decker se cruzó de brazos analizando esa teoría, sin acabar de verla factible.
—De ser así hubiese necesitado algún tipo de cuerda y una sujeción, lo cual sería casi imposible de realizar en tan poco tiempo como para que nadie se percatase, tanto de la entrada como de la salida de la habitación. —
Lucifer observó pensativo los edificios a lo lejos, observando el vuelo de las palomas y frunciendo el ceño con el batir de sus alas. Alzó la vista al cielo esbozando una teoría más radical, pero que en su cabeza tenía más sentido.
—Entonces necesariamente tuvo que salir volando...
