Nueva historia, que en realidad me gustaria que fuera algo así como una copilación de buenos momentos NaruHina. Generalmente no escribo sobre ellos, pero después de ver el impacto que ha causado el final del manga y la pelicula The Last, estoy más que encantada. Espero que ustedes lo disfruten.
Sun and Moon.
-Familia-
Existe el sol y la luna, ambos comparten el cielo desde tiempos inmemoriales, ambos han visto crecer a la humanidad y casi perecer. Los astros por los cuales la humanidad se guía, por los cuales existe el día y la noche. Por los cuales existen la vida misma, sin sol no hay día, sin día no hay noche y sin noche, la luna sólo sería un pedazo más en el espacio; pero sin luna… el sol no tendría el mismo significado.
…
Hiashi Hyuuga entornó los ojos cuando contempló a Uzumaki Naruto frente a él. Los ojos celestes del muchacho eran tan sinceros que no había que activar el Byakugan para cerciorarse sus pensamientos. El muchacho, mejor conocido como el Héroe de las Cinco Naciones Ninja, le estaba pidiendo y sin tapujos, que quería formar parte de su familia; o mejor dicho, tomar a la mayor de sus hijas como esposa y convertirla a ella en alguien del clan Uzumaki.
El patriarca dejó salir un espeso aire mientras se cruzaba de brazos, miró al mismo tiempo a su hija, quien yacía al lado del susodicho y cómo, aunque firme y sin despejar sus ojos de los de su padre, aferraba sus manos con evidente nerviosismo. Pero Naruto estaba a su lado y eso simplemente garantizaba que ella no se derrumbaría, podía apreciar eso y entendía, de una forma u otra el por qué su hija confiaba tanto en el joven. Volvió a estudiar a su futuro yerno, ¿Cómo era posible que un cabeza hueca como él pretendiera ser el esposo y heredero de la voluntad del Byakugan? ¡Qué digo Byakugan! ¡De todo el mundo ninja! No obstante, Hiashi comprendía que el camino para llegar hasta donde estaban ahora no había sido para nada fácil y que, si existían los milagros o las leyendas, Naruto era uno de ambos.
—Está bien. – dijo finalmente y ambos jóvenes abrieron los ojos sorprendidos, sin creerlo del todo. Por un momento el hombre mayor estuvo tentado a reír. No podía escoger mejor partido para su hija, aunque en alguna parte de su orgullo le doliese, Naruto era el ninja más poderoso de Konoha, no había nada que le parase y su hija siempre estaría segura.
—Oto-sama… - Hinata jadeó sin poder creerlo.
—Tienen mi bendición. – el hombre sonrió. —Espero que cuides de mi hija.
—¡Lo haré! – enseguida se puso recto y sonriente. —¡Es una promesa!
—Me alegra escucharlo.
—¡Gracias, Oto-sama! – Hinata corrió a abrazarlo y él correspondió con tanta calidez que terminó por sorprender a la chica.
—Te amo hija.
—Y yo a ti padre.
…
Ambos jóvenes caminaban por las calles de Konoha como lo que eran, marido y mujer. Hacía tres meses que se habían casado y la novedad aún no se esfumaba. Todas las naciones hablaban de lo mismo y de la encantadora pareja que formaban. Incluso, después de algún tiempo en el que Sasuke había vuelto a Konoha, la noticia seguía siendo la comidilla de todos, nadie prestaba atención al último de los Uchiha y eso, para él, era mejor.
Entraron tomados de la mano a Ichiruka, en donde pidieron lo de siempre y se sentaron a celebrar su tercer mes de casados, cuestión que fue idea de Naruto, a decir verdad, pues Hinata lucía algo distraída ese día.
—Que agradable es verlos por aquí, Naruto. – saludó Ayame, quien colocaba los tazones de ramen frente a los esposos.
—Lo mismo digo. – rápidamente se adelantó a probar la deliciosa comida. —¿Hinata? – la chica dio un respingo al escucharlo, había permanecido callada todo el tiempo y no se había percatado que ya les habían servido hasta que su marido le llamó.
—¿Sí? – le miró inocentemente y el rubio le sonrió con amor.
—Estás muy callada, ¿Sucede algo? – la atención recayó sobre ella, tanto los dueños del local como el muchacho le miraron atentamente. Hinata se sintió algo mareada de pronto y muy avergonzada.
—No, nada… - se apresuró a tomar un poco del caldo y al saborearlo una arcada le remordió las entrañas. No era que estuviera malo, que el sabor fuera inusual o que el olor le hubiera recordado algo asqueroso, pero con tan sólo probarlo sintió enormes ganas de devolver el estómago.
—¿Te sientes mal? – Ayame fue la primera en captar esto y ella simplemente negó enseguida.
—No, yo… estoy bien. – sonrió para quitar importancia al hecho.
—Si tú lo dices. – Naruto palpó su espalda con candidez y regresó a lo suyo.
—Y cuéntanos, Naruto, ¿Qué tal va todo? – Teuchi se apresuró a preguntar con alegría. —Veo que ya no vienes tan seguido, debes tener una comida variada y rica todo el tiempo en cada ahora que te has casado con esta encantadora chica. – Hinata se sonrojó al igual que su esposo.
—Oh bueno. – el muchacho se rascó la nuca con un aspecto penoso. —En parte es cierto, nunca nadie me había tratado tan bien. – le dedicó una mirada cómplice a su mujer y ella se puso tan roja como un tomate.
Pero la conversación murió con el último sonrojo pues Hinata no pudo contenerlo más y terminó por vomitar enfrente de todos, dejando el piso como una verdadera cantina. Los tres restantes se quedaron en una pieza, apreciando a la joven Hyuuga mientras se arqueaba nuevamente.
—¡Hinata! – Naruto la sostuvo una vez que termino, ella seguía mareada y pálida.
—Creo… que algo no anda bien. – dijo limitándose a sonreír para despreocupar a los demás.
—No, claro que no. – la chica ahogó un grito cuando Naruto la alzó en brazos. —Lamento lo del piso, te pagaré después, lo prometo. – salió corriendo del restaurante sin decir más.
—Na-Naruto-kun, no creo que sea necesario… - pero tuvo que callar para no vomitar nuevamente.
—Algo te ha enfermado, iremos a un hospital. – sin más por reprochar la muchacho dejó que la llevase. Sakura estaba de guardia ese día, así que sería muy sencillo tener la atención inmediata. Para suerte suya la sala de urgencias estaba libre y Sakura también, la chica estaba leyendo unos pergaminos y bebiendo café cuando el rubio entró con la chica en brazos.
—¡Naruto! – iba a regañarlo pero la visión de Hinata le hizo contenerse. —Bien, entiendo. – le ayudó a acostarla en una cama del consultorio. Sacó un estetoscopio y checó sus signos vitales, le midió la temperatura, la presión arterial, todo estaba en orden, bueno, no del todo, tenía la tensión arterial algo baja. Una nueva arcada amenazó con hacerla desfallecer pero Sakura la hizo recostarse para tranquilizarla.
—Sakura-chan, ¿Se pondrá bien? ¿Todo estará bien? – Haruno miró a su compañero de equipo tan angustiado y después le regresó la mirada a Hinata, quien no podía hablar debido a los mareos.
—Se repondrá, necesitare tomar unas muestras de sangre y enviarlas al laboratorio. ¿Estás de acuerdo, Hinata? – ella asintió. —Muy bien. – preparó lo necesario y cuando terminó les dejó a solas un rato.
Hinata suspiró sonoramente y Naruto se acercó apresuradamente donde ella para tomarle la mano.
—¿Te duele algo? ¿Quieres vomitar otra vez? – la muchacha se sintió conmovida por tanta atención y negó con suavidad para colocar una de sus manos sobre el rostro de su esposo.
—Estaré bien, Naruto-kun. – bostezó repentinamente. —Me siento algo cansada.
—Descansa, yo estaré aquí, tranquila. – le besó en la frente.
Pasaron unos minutos y Sakura regresó con los resultados, Hinata estaba dormitando y despertó al escuchar la puerta abrirse. Naruto por otro lado se levantó y acercó a Sakura con ansiedad.
—Oye, tranquilo, siéntate. – soltó la mujer al sentirse hostigada. Llegó donde Hinata y colocó una mano sobre su frente. —¿Cómo te sientes?
—Mejor. – le sonrió.
—¿Puedes sentarte?
—Sí. – se enderezó lentamente hasta sentarse en la camilla.
—Tengo una noticia que darles. – la sonrisa que adornó el rostro de la pelirrosa les dio curiosidad.
—¿De qué se trata? – cuestionó la chica de ojos blancos.
—Es una agradable sorpresa y honor anunciarles que lo que le pasa a Hinata es completamente normal en su estado. – se acercó a ella y al estar a un palmo de distancia le abrazo enternecida. —Felicitaciones, Hinata. – apretó su abrazo y la mujer no supo cómo reaccionar. —Estás embarazada, tienes cuatro semanas. – la liberó y lo que encontró fue una cara llena de perplejidad y afonía.
—¿Eh? –gimió sin saber qué decir.
—¿Embarazada? – Naruto alzó una ceja. —¿Qué es eso? – recibió un coscorrón por parte de su compañera de equipo. —¡Ah, Sakura-chan, eso duele!
—¡Eres un tonto! – siseó su amiga.
—Sa-Sakura-san… ¿Estás segura? – habló finalmente Hinata, tenía los ojos acuosos y las mejillas sonrojadas.
—Completamente, aquí tengo los resultados.
—Sigo sin entender, ¿Qué es embarazada? – Sakura estuvo a punto de darle otro golpe pero dejó salir su exasperación cuando escuchó la voz del Uchiha sorpresivamente detrás de ellos.
—Significa que tu esposa tendrá un bebé, dobe. Felicidades, tendrás un hijo. – lo dijo con tanta sinceridad y le sonrió orgulloso a lo que Naruto perdió el aliento.
—¿Un… Un bebé? – ahora lo entendía. Miró a Hinata como si fuera la cosa más maravillosa del mundo y la encontró en total silencio, con los ojos perdidos en la nada y sus manos aferrando su vientre aún plano. Se aproximó a ella y la abrazó fuertemente, sacándola de su ensimismamiento, Hinata respondió a su gesto unos segundos después, mientras un hermoso sonrojo cubría las mejillas de ambos.
La pareja Uchiha apreció a los dos esposos que salían de la clínica, tomados de la mano y con una sonrisa en sus rostros. Sakura observó momentáneamente a Sasuke, que pese a que había aparecido de quien sabe dónde, ya se estaba acostumbrando a esa costumbre suya de aparecer de la nada.
—Te has quedado muy callado, Sasuke-kun.
—Tan sólo pensaba… en lo que pasará a partir de ahora.
—¿A qué te refieres?
—Que… ahora que Naruto va a ser padre… - la miró a los ojos. —No puedo permitir que me gane. – Sakura se sonrojó inevitablemente.
—Tonto. – le dio una palmadita en su hombro. —Siempre hay tiempo para todo.
—Lo sé. – Sasuke tomó a Sakura de la mano en silencio y la llevó a un lugar en donde nadie pudiera interrumpirles.
…
Esa noche, en la calidez de su hogar, Hinata tomaba un baño caliente para reconfortar sus músculos. Habían ido a la mansión Hyuuga para decir la buena nueva a su padre y hermana, como era de esperarse la felicidad se dibujó en el rostro del patriarca y la menor de los Hyuuga. Estuvieron toda la tarde ahí, platicando, tomando el té y conviviendo, pero ahora y ya de noche, Hinata agradecía mucho el poder relajarse en paz en su hogar sin la necesidad de prestarle atención a alguien más que no fuese ella.
Pasó sus manos sobre su vientre plano, miles de fantasías y escenarios se dibujaron mientras tarareaba una suave canción de cuna. Estaba tan entregada a su labor que no se dio cuenta cuando su esposo había entrado con la intención de acompañarla.
—Hinata. – ella dio un respingo al verlo parado y desnudo frente a ella. Los colores se le subieron al rostro y se llevó las manos a sus pechos al momento que le daba la espalda. Naruto soltó una carcajada detrás de ella y se metió rápidamente, la abrazó cariñosamente y depositó un beso en la base de su cuello, ella tembló ante esto.
Sin decir más se recargó en el extremo de la tina y la trajo consigo, ella quedó sobre él, en su regazo, mientras Naruto descansaba su barbilla sobre la cabeza de su esposa. Tomó una bocanada de aire y después lo dejó salir con completo alivio.
—Naruto-kun. – ella le miró por encima de su hombro con algo de pena. No era muy frecuente que se bañaran juntos y ciertamente siempre que lo hacían terminaban haciendo el amor hasta que el aire se enfriaba por completo. No obstante, ese momento prometía ser diferente.
—Tranquila, no pienso hacer nada malo. – dijo sonriendo. —Estoy muy feliz, es todo. – ella se animó a sonreír y asintió con delicadeza, volteó la cabeza y se recostó en el pecho de su amado. De pronto sintió que Naruto acariciaba su vientre con ambas manos, ahuecándolo y repasando mil y una vez su forma, como si quisiera memorizarla.
—¿Naruto-kun?
—¿Has pensado… en qué podría ser?
—¿Te refieres si será niño o niña?
—Sí. – detuvo sus caricias para prestarle atención.
—No importa que sea, siempre y cuando esté sano. – declaró con timidez.
—Tienes razón. – volvió a sonreír como un bobo. —¿Y cómo deberíamos llamarle?
—No lo había pensado tampoco. – lo cierto era que la noticia era tan repentina que apenas se estaba haciendo a la idea.
—Ni yo, pero supuse que quizá ya tendrías una idea.
—Quizá aún es pronto para pensar en eso. – Hinata tomó sus manos entre las suyas. —Es decir, acabamos de enterarnos que seremos padres… no… no sé si debamos apresurarnos.
—Mmm, es verdad. – la tomó de los hombros y la obligó a que se girara para que se vieran de frente, ella se sonrojó inmediatamente. —¿Por qué tan apenada? – sonrió con dulzura. —Me encanta cuando te sonrojas. – ella terminó de colorearse. —Cuidaré de ti y este bebé hasta el fin de mi vida, te lo prometo.
—Na-Naruto-kun… - lo apreció agachándose para unir sus labios. Ella correspondió como era debido.
El vapor de aquel baño terminó por empañar la estancia mientras las caricias traviesas y llenas de amor de ambos jóvenes se fundían en una promesa futura.
...
Habían pasado cuatro meses desde que se habían enterado de la noticia. El embarazo de Hinata era sin duda la comidilla de todo el reino, y el nombre de Uzumaki Naruto y Hyuuga Hinata volvía a ser sonado en todas partes de las cinco naciones ninja.
En esta ocasión y para variar, Kakashi había enviado a Naruto a una misión que demoraría al menos dos semanas. La euforia e irritación del rubio fue casi inmediata, pues últimamente había estado muy acaramelado y ocupado con su joven esposa que, desde hacía unos días para acá no parecía estar al cien por ciento en sus actividades.
Cada vez estaba más fatigada, dormía más, comía menos, casi no tenían intimidad. Tal vez no era del todo notorio, pero para Naruto sí era importante y tras recibir la orden del Hokage rechistó mucho. Sin embargo, su presencia era necesaria para aminorar el riesgo de la misión, así que, tras despedirse de su esposa de forma lamentosa emprendió el viaje al sitio en donde se supone que debían ir a trabajar.
Finalmente, cuando las dos semanas se completaron y el momento de volver a Konoha se dio el rubio iba de por demás apresurado. Sus compañeros, Kiba, Shikamaru y Sai, quienes apenas podían mantener su paso, reían ante el comportamiento de Naruto, pues más que un hombre enamorado, se comportaba como un niño impaciente.
La primera parada después de volver fue la torre del Hokage, pero el recibimiento no fue el habitual. Kakashi contempló a Naruto con preocupación y éste sospecho que no se trataba de sus moretones o rasguños.
—¿Sucede algo, Kakashi-sensei?
—Naruto, es Hinata. – al decir eso los colores se fueron del rostro del rubio, sus compañeros de equipo se preocuparon, sobre todo Kiba. —Está en el hospital desde hace tres días.
—¡¿Qué le pasó?! – demandó apretando los puños.
—Tuvo una complicación y… - no terminó de decir el resto, para entonces Naruto ya había desaparecido. Kakashi suspiró cuando se fue.
—¿Ella está bien? – preguntó Shikamaru, triste por sus compañeros.
—Sí, Sakura dice que es una infección viral del sistema respiratorio, pero la recomendación era que permaneciera en el hospital para impregnación de medicamentos y cuidados hospitalarios.
—Pobre Naruto. – recitó el Nara. —Hace unos días nos comentaba que notaba a Hinata algo cansada y enferma, debió ser una noticia muy dura. ¿Kiba, a donde vas?
—Al hospital, también quiero ir a ver a Hinata. – salió de la habitación.
—Supongo que serás tú quien me reporte la misión, ¿Eh, Shikamaru?
—¡¿Qué?! Diablos, no me di cuenta cuando Sai desapareció.
…
Naruto había llegado en un flash al hospital, abrió las puertas apresuradamente y llegó con la recepcionista, ésta lo reconoció inmediatamente e tras hacer una reverencia reveló la información que él buscaba.
—Está en la cama 223, Naruto-san.
—Gracias. – corrió por los pasillos apresuradamente y tras llegar al lugar indicado abrió la puerta con algo de violencia. La imagen de Hinata, sentada en la cama, con puntillas nasales conectadas a un tanque de oxígeno, un oximetro conectado a su muñeca, junto a una venoclisis que goteaba rítmicamente le devastó. Miró inmediatamente su tierna barriguita que ya sobresalía y sin decir más se aproximó hasta ella.
—Naruto-kun. – ella le saludó tan amorosamente y sonriendo, pese a sus condiciones, que se sintió la peor persona del mundo. —¿Acabas de llegar? – era como si quisiera aparentar que todo estaba normal. —¿Cómo te fue? – el chico no había respondido nada desde que había llegado y eso la hizo sentir incómoda.
—Hinata. – cuando estuvo a escasos centímetros la rodeó con sus brazos y la asió con fuerza. —Perdóname, Hinata. – hundió su cara entre sus pechos, ella se sonrojó, pero al mismo tiempo no supo cómo reaccionar. —Sabía que algo te pasaba, pero no sabía que sería tan grave. Soy un mal esposo, te dejé sola cuando más me necesitaste y ahora… estás en el hospital. – el arrepentimiento de su voz conmovió a la chica, quien acarició sus rubios cabellos entre sus dedos.
—No, no es así, Naruto-kun.
—No, Hinata. No te compadezcas de mí. – alzó su rostro y la chica se quedó sin habla cuando contempló las lágrimas incipientes en su rostro. —Perdóname, prometí que te protegería a ti y a nuestro hijo, pero sólo soy un fracaso, un tonto que no merece tener…
—Por favor, no continúes, Naruto-kun. – ahora ella estaba dolida. —No eres un fracaso, no tengo nada que perdonarte. Te amo, ¿Me escuchas? Y mereces todo el amor que pueda darte, tanto yo como este bebé. No es culpa de nadie, tan sólo… enfermé, pero ya estoy bien. Todos han cuidado muy bien de mí. Estás cosas pasan.
—Hinata. – ahora sus lágrimas se desbordaron y la mujer sintió tantas ganas de llorar que su pecho le dolió. —También te amo. – le besó con ternura y ella le respondió. —Eres mi familia ahora, ¿Lo entiendes? No consentiría que algo malo te pasara.
—Gracias por velar por nosotros.
Los dos volvieron a besarse hasta que fueron interrumpidos por el personal médico que llegaba donde Hinata para aplicar sus medicamentos de las seis de la tarde. Se sorprendieron de ver al Uzumaki allí y tras saludarle y pedirle que saliera un momento para hacer todo el protocolo de medicación, los jóvenes volvieron a estar juntos.
Cuando dieron de alta a Hinata los dos se fueron de ahí agradeciendo a todos y fue justo en la salida del hospital en donde Sakura les saludaba con una agradable sonrisa.
—¡Naruto, Hinata! – los abrazó a ambos, tocó el vientre de la pelinegra con ternura y después les miró con un brillo diferente en sus ojos.
—Te ves diferente, Sakura-chan. – alardeó Naruto y era cierto.
—Acabo de enterarme de algo maravilloso. – profesó con una sonrisa aún más grande.
—¿Ah sí? – Naruto alzó una ceja.
—Estoy embarazada. – dijo Sakura, sin poder ocultarlo más, era como si quisiera saltar de felicidad.
—¡Felicitaciones, Sakura-san! – Hinata le abrazó, Naruto no tardó en hacerlo. Le miró sonrojado y feliz
—¡Sakura-chan, es una gran noticia! ¿Sabes lo que significa? Que Bolt y tu pequeño teme será amigos.
—¿Bolt? – Hinata le miró confundida.
—Había pensado en que sería un gran nombre. – aclaró él.
—Espera, Naruto, ¿Cómo sabes que éste bebé es de…?
—¿Qué? ¿Acaso no lo es? – le miró sorprendido.
—No, bueno… sí lo es, pero… - Sakura estaba sonrojada. —Es sólo que todavía no se lo he dicho.
—Pues deberías, estará tan feliz como yo cuando me enteré que sería padre.
—¿Sasuke-kun todavía no está en Konoha? – preguntó educadamente Hinata.
—Sigue de viaje, pero hace poco recibí una carta de él, llegará dentro de dos semanas.
—Entonces tienes tiempo de sobra para pensar en cómo decírselo.- comentó su compañero de equipo.
—Supongo. – Sakura prestó súbita atención a Hinata. —¿Cómo te sientes hoy?
—Muy bien, gracias. Todos ustedes cuidaron muy bien de mí, estaré siempre agradecida.
—¿Pero qué dices? – Sakura colocó sus manos sobre sus hombros mientras sonreía. —También eres parte de mi familia, yo haría cualquier cosa por mi familia. – aquellas palabras sorprendieron a Hinata. —¿No lo crees? – ella asintió inmediatamente.
Sin más que agregar se despidieron de Sakura y regresaron a su hogar. Finalmente, después de tanto tiempo volvían a estar juntos en aquel lecho que guardaba mucha intimidad y felicidad. Hinata descansaba sobre el pecho de Naruto mientras éste le abrazaba posesivamente, estaba a punto de dormirse cuando el muchacho dijo algo.
—¿No te parece que somos como el sol y la luna?
—¿Cómo el sol y la luna? – respondió somnolienta.
—Sí. Eres tan radiante y hermosa, a comparación tuya, tan sólo soy como la luna que recibe los rayos del sol para brillar.
—No es así. – ella le miró con ternura. —Tú eres el sol y yo la luna, mis ojos siempre están sobre ti y tu cabello son como los rayos del sol. Por eso jamás podría perderte de vista, eres tan grande y resplandeciente, que atraes la felicidad, como el sol… y yo, siempre me escondo, siempre estoy detrás de ti…
—Pienso que es al revés.
—Yo igual.
—Estoy muy ansioso por ver a nuestro hijo. – agregó después de un silencio.
—Lo sé, pero… me temo que para eso, aún faltan algunos meses.
—Bueno, no importa, mientras lo esperaré ansiosamente y a tu lado. – le besó en la frente. —Buenas noches, Hinata.
—Buenas noches, Naruto-kun.
Y así, ambos durmieron mientras la luna brillaba en el firmamento.
Fin.
Cielos y Nubes para ustedes chicos. Este capítulo me gustó mucho, creo que fue muy dulce, pero bueno; un momento de relax no le hace daño a nadie. Saludos. Pasen por mi otro fic que acabo de terminar Darken Than Light, se que les gustara.
¿Merece un comentario?
Yume no Kaze.
