La luna en acecho.

El baile.

Siguiendo a la luna no llegaré lejos,

Tan lejos como se pueda llegar,

Las cosas que dije no tienen sentido,

No puedo detenerme, ponerme a pensar.

El alboroto era general en todos los alumnos. Una gran excitación recorría Hogwarts. Al fin y al cabo, era el primer baile de navidad en mucho tiempo ¿quién no podría sentirse seducido ante la simple idea de asistir a él? La expectación que esto causaba se materializaba en cuchicheos en los pasillos, risitas disimuladas y alegres entre las chicas, miradas evaluadoras por parte de los chicos, decidiendo sin duda, a quien invitar. Hasta ella, que por lo general no era partícipe de los gustos de los demás, había quedado prendada a la idea de asistir al baile, aunque no lo comentase con los demás, que desde luego reirían ante la sola mención de una lunática en el baile de los campeones ¿Quién en su sano juicio podría invitarla? Dirían entre risas. Nadie, desde luego, y ella lo sabía de sobra, pero eso no impedía que soñara, sí, soñara con asistir al lado de aquél chico de cabello de fuego y ojos como el mismísimo cielo, al que a ella tanto le gustaba observar. Tal vez por que le recordaba a aquella vez que acompañó a su padre a una cacería de Snockharts de cuernos arrugados en otro continente, sin éxito alguno, obviamente, pero con la suerte de haber encontrado uno de esos enormes felinos, de melena alborotada y olor salvaje. Luna había quedado impresionada ante la majestuosidad del animal. Sus pasos lentos y pesados, marcando su territorio, la habían hipnotizado de tal manera que podría haberse quedado horas y horas observándolo. Tal y como hacía ahora con Ronald Weasley. Quien le parecía de pronto como un león. Y sus carcajadas sonoras, como un rugido. Le gustaba observar sus pasos cansados y lentos, delimitando un territorio muy breve, entre él, su amigo Harry Potter y la chica de cabello alborotado que siempre los acompañaba.

Ahora se encontraba a sí misma acechando como un gato. Escondiéndose detrás de armaduras, estatuas o cualquier cosa que la ocultase, vigilando. Quería saber con quien asistiría el pelirrojo al baile ¿quizás con su amiga Hermione Granger? Era lo más probable. Bien, no había problema, si ellos sólo eran amigos. Los más grandes, según le había platicado Ginny, la única persona a la que podía considerar como tal, y que, para su suerte, era hermana de aquél chico que ahora tenía enfrente, casi al alcance de su mano, mirando como fascinado enfrente de sí. Luna no se había dado cuenta en que momento se había acercado tanto. Su corazón se hubiera ido al suelo si ella no fuera capaz de controlar sus emociones. Y ahí estaba, simplemente observándolo. Pensaba que si en cualquier momento él volteaba y le preguntaba que hacía ahí, escondida, ella podría responder "oh, nada, busco jeroglíficos diminutos en las paredes". Para alguien que la conociera, ese tipo de respuesta sin sentido le parecería apropiada para alguien como ella. Pero no, no fue necesario. Lo vio caminar con la mirada perdida, fija en un punto que ella no alcanzaba a ver. Se asomó un poco más. Había mucha gente, pero nadie, como de costumbre, parecía verla. Todos estaban absortos en una figura esbelta que se encontraba un poco más allá: Una chica de Beauxbatons que charlaba muy animadamente con el campeón de Hufflepuff, Cedric Diggory. Sin poder evitarlo frunció el entrecejo. Esa chica parecía una veela, y Ronald no despegaba la vista de ella. Lo vio acercarse y oyó preguntarle con voz ronca "¿Quieres ir al baile conmigo?". La mirada despectiva de la chica la llenó de furia. Todos comenzaron a reír y Ronald pareció reaccionar. Horrorizado miró a todos lados y salió corriendo. Luna salió de su escondite. Quería decirle algo que lo aliviara de semejante bochorno. Al pasar el pelirrojo a toda velocidad, la empujó sin querer, ahogando toda palabra de consuelo que Luna tuviera en sus labios. Ni siquiera se detuvo a pedir una disculpa. Así de avergonzado estaba...

Su búsqueda de nargles en los muérdagos desperdigados por todo Hogwarts, había sido infructuosa. Vaya que si sabían esconderse esos bichos. Tal vez otro día lo intentaría. Necesitaba ayuda, era obvio, un trabajo así de difícil no era para una sola persona. Sólo que en todo Hogwarts, no existía nadie que quisiera ayudarle a acabar con esa plaga. O tal vez si había una, la chica que estaba sentada junto al lago a unos cuantos pasos de ella. La única con la que podía contar como amiga. Ginny Weasley, que miraba tristemente al suelo.

-Hola Ginny – saludó cortésmente, sentándose a su lado. Su padre siempre le había dicho que fuera cortés, aunque los demás no lo fueran con ella.

-Hola- contestó la aludida con voz entrecortada. Parecía que a duras penas, trataba de controlar las lágrimas que amenazaban con salir a borbotones.

- El lago es hermoso – dijo Luna fijándose en él. Lucía tan cristalino como los ojos de Ginny en esos momentos – y el calamar está dormitando sobre su superficie- agregó entrecerrando los ojos.

Ginny volteó a verla y dejó escapar una fugaz carcajada, luego, respirando con fuerza dijo - ¿sabes que dices cosas sin sentido? Por eso los demás no te entienden.

Luna lo meditó un rato. Llegando a la conclusión de que eso en realidad no importaba. Lo único importante era esa personita sentada a su lado, que parecía más triste que una noche sin estrellas – Lo que no tiene sentido es llorar por algo que no se puede remediar... es un desperdicio- Le dijo convencida de que así era.

Ginny intentó sonreír, pero no pudo lograrlo y abrazándola comenzó a llorar – Pen... pensé que me invitaría... sólo...sólo por un momento... – balbuceaba – creí que... que me lo pediría a mí...soy una tonta... – Se detuvo de pronto, y soltando a Luna se enjugó las lágrimas, después la miró – claro que eso tú no lo entiendes – susurró.

Luna la miró con una expresión rara. Sus grandes ojos se clavaron en Ginny. En su cabello – Me gusta el color de tu pelo – confesó.

Ginny esbozó una sonrisa. Negando con la cabeza. De verdad que Luna era la persona más extraña que hubiese conocido. Pero tenía la cualidad de transmitirle tranquilidad - ¿a qué viene eso? – preguntó sin esperar una respuesta lógica.

- Se parece al de los leones... me gustan los leones – prosiguió. Ginny la observaba entre divertida y curiosa – pero no podría ir con uno de ellos al baile...

- No, supongo que no... te devoraría – rió la pelirroja, luego, suspirando añadió – Tú no puedes ir con leones... y yo no puedo ir con héroes.

-Potter – murmuró Luna. Ginny asintió.

Luna pensó en todas aquellas tardes en que Ginny le había hablado de Harry Potter, el niño que vivió. Por supuesto que Luna lo conocía ¿Quién en el mundo de los magos no había escuchado hablar del niño que venció a Quién-no debe-ser-nombrado? Una noche de Hallowen, sin ninguna explicación, ese hijo de dos jóvenes magos había logrado derribar al señor Tenebroso. Y Ginny lo admiraba, según se lo había confiado, desde que tenía memoria. Por ella se había enterado de muchas cosas sobre él. De sus tíos muggles que no lo querían. De las veces que había estado en casa de los Weasley. De cómo le brillaba la mirada al sonreír. De su entrañable amistad con Ronald. Y con Hermione Granger. De su afición por el quiddicht. De esa melancolía que parecía no abandonarlo nunca. Y de ese disgusto por saberse observado a donde quiera que iba, con murmullos a sus espaldas. Luna sabía muy bien lo que él debería sentir. En ocasiones innumerables, la gente hablaba de ella sin importar si los escuchaba o no.

- Le pidió a Cho Chang que fuera con él – dijo Ginny con voz queda interrumpiendo los pensamientos de Luna– ella no aceptó porque irá con Diggory...- suspiró- así que Harry irá con Parvati Patil...

-Conozco a su hermana... – afirmó Luna mientras seguía con la vista los movimientos pausados del calamar en el lago.

- Padma... ella irá con Ron.

Luna volteó suavemente a ver a Ginny. Parecía ahora más tranquila. El sonido del agua repicaba en sus oídos como una canción melancólica. Era un desperdicio llorar por cosas sin remedio. Eso era cierto, así que tan sólo repitió – tú no puedes ir con héroes, ni yo podré ir con leones... pero al menos tenemos al lago... y al calamar...