Depredadores
Los personajes de esta historia no me pertenecen, sino a Rumiko Takahashi. No los utilizo con ningún fin de lucro.
Advertencia: esta historia tiene alto contenido erótico, menores de edad y personas en desacuerdo abstenerse de leerlo
Parte 1
"En ecología la depredación es un tipo de interacción biológica en la que un individuo de una especie animal (el predador o depredador) caza a otro individuo (la presa) para subsistir. Un mismo individuo puede ser depredador de algunos animales y a su vez presa de otros, aunque en todos los casos el predador es carnívoro. También en la sociedad humana se podría utilizar el término depredador para ciertos individuos. En ciertos casos, los hombres llaman a las mujeres de ese modo, en otros, nosotras reconocemos un depredador, en los hombres."
En ese momento, Rin no comprendió esas palabras dichas por su amiga, esta se volvía filosófica cada vez que bebía dos copas de vino y el alcohol surtía efecto en su cuerpo al derrumbar las paredes del pensamiento. Cuando noto la cara de inocencia de su joven acompañante, solo pudo regalarle como respuesta la risa más pura llena de burla, que cruel podía llegar a ser esa joven en ocasiones.
Ahora estaba sentada en la biblioteca pública con libros en su mesa, un lápiz entre sus frágiles dedos y su mente perdida en el pensamiento.
Era su desgracia y bendición el estar enamorada, más lo primero que lo segundo. Lo hermoso de estar enamorada era conocer las nuevas sensaciones que le podía producir ese ser de sexo opuesto, las cosquillas en el estómago eran como nauseas dulces, los latidos desbocados del corazón la hacían sentir viva y el calor que subía por su cuerpo le agradaban por oponerse al fresco otoñal que los rodeaba a todos. Pero todas esas sensaciones tenían su contraparte. Verdad que no existe una cara de la moneda sin la otra. Las náuseas se volvían dolorosas y un sabor amargo subía hasta su garganta, los latidos de su corazón la asustaban y el calor la asfixiaba, todas esas sensaciones hacían que ella deseara no estar enamorada. Todas esas sensaciones se volvían de un lado y del otro cada vez que observaba a ese hombre llegar y luego marcharse. Crueldad era todo.
Llevo sus dedos cerca de su rostro y mordió el lápiz, ese gesto le recordó lo que perturbo a su mente el día anterior.
Flash Back
Por desgracia, Kagome la había arrastrado a la oficina de Inuyasha, esta se encontraba en el mismo piso donde estaba la oficina de Sesshomaru. Ella no quería verlo. No quería pasar por una de las tantas situaciones que debía presenciar y tenia de protagonista al mismo señor Sesshomaru Taisho.
Esperaba fuera de la oficina de Inuyasha, no era la primera vez, pero siempre era incomodo esperar allí donde todas las secretarias van vestidas de un perfecto arreglado uniforme de blanco y negro, ella vestía de un modelo deportivo o de faldas un poco largas para el estandarte de mujeres bellas, y su cabello se encontraba ridículamente despeinado el día de hoy.
Había empujado a sus amigos dentro de la privacidad de la oficina cuando el menor de los Taisho había olvidado donde se encontraban por centrarse en besar a su esposa y apretar su cuerpo contra el de ella. Adoraba verlos así de enamorados pero le avergonzaba ser testigo de tales momentos de intimidad cuando ella apenas había conocido los labios de un hombre. Ciertamente, era inexperta en esos campos de erotismo y pasión.
Sin embargo, el ser inexperta no le privaba de ciertos conocimientos, como no podía tampoco, controlar las sensaciones que le causaba a su cuerpo la presencia de alguien importante a sus jóvenes ojos.
Dejo escapar un suspiro de sus labios al resignarse a que sus amigos la olvidaron allí, lo mejor sería irse. Se acercó al ascensor donde un joven parado ante él se hiso a un lado cuando las puertas se abrieron, creyó que lo hiso por ella pero no. El ascensor no estaba vacío. Lo primero que Rin pudo visualizar fue el curvilíneo cuerpo de una mujer, alta y rubia, vestía de un precioso vestido negro aunque este no cubría demasiado su cuerpo, sus piernas estaban muy desnudas a su parecer.
Detrás de la hermosa mujer, Rin vislumbro el largo cabello blanco del mayor de los hermanos Taisho. Su corazón se desboco al verlo rodear la estrecha cintura de la mujer rubia mientras usaba su otra mano en sostener un teléfono pegado a su oído. Ambos salieron del ascensor como si caminaran por su casa, pero la mirada de Sesshomaru era en demasía más imponente y llena de soberbia. Caminaba como si se tratara de un señor feudal ante sus débiles vasallos. Cuando su mirada se dignó a elegir a alguien, Rin deseo que no notara su inútil presencia, pero su suerte estaba en su contra hoy, porque en el momento exacto en que los ojos dorados observaron de soslayo a alguien, ella fue la elegida para recibir una mirada de un gigante de hierro que mira a hombres de papel, los mira como analizando los motivos que tuviera para no pisarlos. Ella se sentía como una frágil figura de papel arrugado, él podría tomarla entre sus manos y arrojarla a la basura.
Él se veía como un depredador.
Aquella mujer no fue la primera en acompañar a Sesshomaru hasta su oficina, y todos sospechaban que tampoco sería la última.
Cuando los ojos grises y jóvenes solo pudieron ver su ancha espalda escondida bajo la americana negra, calmo su alocado corazón y corrió a esconderse en el ascensor.
Fin del Flash Back
Ahora que podía pensar con más claridad y calma, aceptaba que ella actuaba como una tonta, se mostraba sumisa y no ponía el suficiente empeño en cambiar sus modos de actuar ante un hombre, quizás, esa era la razón de solo atraer a aquellos que buscan una alocada y lujuriosa noche de sexo. La idea no se escuchaba tan mal, pero ella tenía moral y era muy difícil abandonar el sueño de amar solo para ser amada con la misma intensidad. Era muy difícil quitarse ese deseo de saber que se siente ser acariciada y besada por una sola persona, pero con esa persona seria más que suficiente, porque ella no era inocente, sabía perfectamente que el sexo podía ser muy placentero, solo tenía la ligera sospecha de que al finalizar el acto de sexo sin amor, no sentiría más que un hueco vacío en su pecho, porque ¿Qué dejaría tener sexo por mero placer? El placer carnal era una sensación efímera. Pasajero y sin sentido.
El pensar tanto en estos temas no significaba que ella no gozara de explorar su cuerpo, conocía los puntos de su cuerpo que le causaban más placer y los que no.
Por décima vez, la bibliotecaria se acercó a su sector a ver si ya había acabado de utilizar los libros. Rin suspiro y observo su reloj. Esta vez le deba la razón a la señora anciana, solo quedaba siete minutos para guardar aquellos libros y papeles para cerrar las puertas del edificio. Entendía que aquella mujer también querría ir a almorzar en la comodidad de su casa. No se molestó en dejar los libros en la mesa, los junto y devolvía a sus respectivos lugares.
-Hasta luego y gracias señora Kaede-su voz se escuchó muy dulce al despedirse.
-Gracias a ti Rin. Hasta pronto.
Colgó su mochila azul de un hombro y decidió caminar hasta la casa de su amiga. Le daba mucha paz caminar porque podía pensar por más tiempo mientras escuchaba sus canciones favoritas de su iPod.
Oprimió el botón de encendido y sintió un ligero dolor en su pulgar derecho, ese dedo había sido víctima de su intento de cocinar en la casa de Kagome, y ahora lo torturaba al escribir tanto, pues lo utilizaba para apoyar el lápiz en él.
El departamento de Ayame no quedaba lejos del de Kagome, pasaría a visitarla antes de ir a la casa de la joven señora Taisho.
Ayame siempre alegraba sus malos ratos por su alocada manera de ver el mundo y siempre, la acompañaba en las noches de desvelo que le causaban los trabajos de la universidad.
No era nada fácil estar estudiando Ingeniería, además, sus rebeldes hormonas de sus veinte años no ayudaban en nada.
A dos cuadras del departamento de Ayame, se detuvo ante la vidriera de una joyería. Le gustaban mucho los anillos que se mostraban allí y siempre los observaba con ilusión en sus ojos. Un diamante en el centro de un plateado anillo fue el que llamo su atención desde el primer día, ese era su anillo favorito, los ojos Sesshomaru tenía ese intenso brillo de diamante en el fondo de sus irises doradas.
Sacudió su cabeza para quitarse esas absurdas ideas de la mente. No debería pensar tanto en él, podría causarle mucho daño la decepción de aceptar algún día que él no sería suyo nunca.
Sujeto en su mano izquierda el dije de su collar, este tenía forma de luna creciente, un regalo de su fallecida y adorada tierna madre. Sujetar ese dije era como sujetar las manos delicadas de su madre. Sabía que ella siempre la sostendría entre sus dedos cuando apretaba ese dije.
Se dijo que debía dejar de lamentarse por dolores pasados y fue a casa de Ayame, toco la puerta varias veces pero nadie se dignó a abrirle, entonces tomo su teléfono marco el número de su alocada compañera.
-Lo siento, no estoy en casa.
-Lo note-en claro tono de sarcasmo.
-No tienes por qué ser tan comprensiva-el que ella le respondiera en el mismo tono, hiso sonreír a Rin.
-¿Estas muy ocupada?
-La verdad no, dime que necesitas linda.
-A ti.
-Lo siento señorita pero ese paquete ya ha sido reservado por alguien más, sin embargo, tenemos una fiesta esta noche con los amigos de mi lindo novio Kouga. Estas invitada. Corrección. Tienes que venir si o si, de lo contrario te secuestraremos.
-Si no me queda otra opción.
Rin se dio por vencida. Sabía que, en realidad, tenía otras opciones, pero no le apetecía discutir ahora mismo.
Colgó la llamada y fue a la casa de su amiga Kagome, esas dos amigas suyas nunca se llevarían bien pero siempre hacían el esfuerzo de soportarse solo por alegrarle el ánimo a ella.
Kagome siempre era tan vivas, alegre, comprensiva, todos los consejos los daba ella. Era como una mujer nacida para ser madre. Su hija Leila era muy afortunada de tenerla como madre.
Subió un par de escalones y toco el timbre. La casa de la joven señora era una casa común de familia pero de familia de ricos. Ayame le estaba pegando sus modos de hablar.
Cuando Rin conoció a Kagome, esta era una adolescente preocupada todo el tiempo por calmar los nervios que su Novio Inuyasha causaba en ella, mientras la dulce y confundida niña Rin la observaba sin comprender. Pero a medida que fueron creciendo, ambas se conocieron como jóvenes y se complementaron como amigas. Inuyasha ahora tenía que lidiar con tres mujeres, contando a su hija.
Cuando la puerta se abrió, Rin estuvo a punto de caer hacia atrás por el empujón recibido en el abrazo de la pequeña Leila.
-Tía Rin. Viniste a verme.
Inmediatamente la soltó y corrió dentro de la casa gritando.
-Mamá, tía Rin vino a visitarnos.
Rio de la gracia antes de ingresar y cerrar la puerta, que niña más traviesa y parecida a su madre.
No había nadie en la sala, entonces ella se perdió en observar el hermoso jardín que se podía vislumbrar desde la ventana.
-Rin.
Kagome la recibió con otro abrazo.
-Hola Kagome. ¿Cómo estás?
-Bien. ¿Y tú?
-Bien. Vine a visitarlos porque estaba algo aburrida.
-Entonces te quedas a comer con nosotras. Inuyasha no se encuentra.
-De hecho, también quería pedirte un favor.
-Claro, pídeme lo que sea.
-Pero antes vamos a comer, luego te platico sobre eso. ¿Si?
Ambas fueron al comedor donde Kagome mando servir la comida, no molestaba mucho a la empleada pero hoy se sentía cansada.
-¿Qué hacías?
-Estaba confeccionando un vestido, es un regalo para alguien.
Rin la observo suspicaz.
-Espero que no sea para quien estoy pensando.
La única respuesta que obtuvo fue el gesto de levantar los hombros.
-Tu solo come, se enfría la comida.
Luego del almuerzo, Rin fue arrastrada a la habitación de Kagome donde sus sospechas se confirmaron.
Kagome siempre le hacía obsequios que sabía eran los preferidos de Rin. Le obsequiaba vestidos, collares y muy pocos zapatos. Se comportaba como la hermana mayor que ella no tuvo.
Sobre la cama de Kagome había un hermoso y pequeño vestido negro, una cinta dorada rodeaba su cintura y unos tirantes plateados los acompañaban. Era algo corto para su gusto pero hermoso para cualquier mujer.
-¿Qué te parece?
-Es lindo.
-¿Solo eso?
-¿Qué quieres que diga?
-No sé. Que es muy hermoso quizás.
-Si es tuyo te quedara precioso.
Kagome la observo desde la cama con el ceño fruncido.
Rin no podía decir más. Le encantaban los obsequios que le hacía pero a veces pensaba que era una molestia para la familia.
-Te lo probaras.
-No.
-Leila quiere que sea tuyo.
-No te creo.
-¡Leila!
La niña apareció corriendo por la puerta.
-Si mami.
-¿Para quién es ese vestido mi amor?
Ella observo a su tía con una mirada muy inocente de no saber sobre que discutían los grandes.
-Es para ti tía Rin.
Rin quedo sorprendida ante la respuesta tan sincera de esa niña.
-Gracias princesa. Puedes continuar jugando.
Rin se dio por vencida cuando Kagome se acercó a ella con el vestido en las manos.
-Yo sé que te quedara precioso.
-Te creo pero tengo que hacer algo esta noche.
-¿Esta noche?
-Fiesta con amigos.
-Tú nunca sales a fiestas.
Rin abrió los ojos y puso pose de drama.
-Me ofendes.
Las dos rieron divertidas.
-¿y cómo iras vestida?
-Ese es mi dilema.
-Yo tengo la solución a tus problemas.
La tarde se pasó rápida entre vestidos, faldas y corceles. La noche cayo rápida sobre la ciudad de Tokio.
Rin se vio cansada y aburrida. No quería ir a fiestas, quería estar arrojada en su cama durmiendo hasta no saber de ella.
-Solo queda probarte el nuevo vestido.
-No llevare ese. Es muy…
No supo explicarse.
-¿Qué?
-Corto. Yo no uso ese tipo de vestidos.
-Hazlo por mí por favor.
Ella no pudo decirle que no al rostro y puchero de los labios de Kagome. Era usar chantaje emocional.
Leila y su madre la esperaron en la sala mientras ella terminaba de colocarse los altos zapatos que Kagome le había proporcionado. Ella tenía un shopping en su armario.
Al salir a la sala, lo hiso con la cabeza cabizbaja, miraba sus pasos para no caer y tropezar mostrándose más tonta de lo que era.
-Te ves hermosa Rin.
La voz de Kagome parecía feliz.
-Lo dudo-respondió al levantar la mirada.
Entendía porque Kagome estaba feliz. Inuyasha la observaba con los ojos muy abiertos, y a su lado la mirada analítica de Sesshomaru la dejo muda.
Él estaba observando como lo hacía siempre. Analizando los defectos del otro, ahora parecía analizar sus perfecciones. Quizás, estaba equivocada.
-Te ves diferente Rin.
Ella sonrió ante el intento de cumplido de Inuyasha.
-Gracias Inu.
-¿Vas a alguna fiesta?
-Si.
-¿Con quién?
Ella se negó con la cabeza, su amigo siempre tan celoso.
-Calma Inu. Solo saldrá con Ayame y los amigos de ella.
-¿quieres que te lleve?
-No es necesario. Tú acabas de llegar. Iré en taxi.
-Yo la llevare.
Todos se quedaron estupefactos al oír la declaración del mayor de los hermanos.
-No tienes por qué molestarte-su voz no se escuchó muy firme.
-No es molestia. Inuyasha dame los documentos para poder irme.
-Ya voy impaciente.
Inuyasha desapareció seguido de su esposa, y ella se quedó sola en la incómoda situación de estar acompañada de Sesshomaru Taisho, y bajo su mirada intensa.
Luego de recibir los papeles y despedirse de sus amigos, Rin se vio en el asiento delantero del coche de Sesshomaru mientras él conducía. No hablaron mucho hasta quedar parados en un semáforo.
-No me has dicho donde debo llevarte.
Ella recordó que Ayame no se lo había mencionado y deseo que la tierra la tragara. Busco su teléfono pero lo olvido en casa de Kagome.
-Que tonta.
Él la observo de soslayo.
-¿Qué sucede?
-Olvidaron decirme la dirección de la fiesta.
Él pensó que mentía, que solo buscaba una excusa para acabar en su cama, y no le pareció mala idea. Ella se veía realmente hermosa, siempre lo era, y ya no era una niña, no tenía motivo para detener su deseo de tomarla como mujer.
-Podríamos ir a mi departamento y llamas a tus amigos desde allí.
-Claro.
Ella pensó que era muy tonta por no preguntarle porque no tenía su teléfono allí. Solo se quedó callada con el corazón agitado.
Cuando se aproximaban al estacionamiento empezaron a caer pequeñas gotas de lluvia. Sesshomaru se detuvo fuera del estacionamiento.
-¿Qué aras? ¿Iras de todas formas a la fiesta?
-¿Qué otra cosa podría hacer?
Ni bien terminara de decirlo sus labios fueron apresados por los perfectos labios masculinos. Besaba tan bien y parecía querer devorar sus labios.
Rin recordó el concepto de depredador que le había dado su amiga y lo alejo de su cuerpo.
-Detente.
Sesshomaru se detuvo de besarla pero se entretuvo en quitarle el cinturón a ella y sin que ella se opusiera la coloco a horcajadas sobre él para continuar besándola.
Ella se dejó llevar, se abrazó a su cuello y tironeo su blanco cabello, pero cuando las manos de él quisieron recorrer sus muslos bajo el vestido ella lo detuvo.
-¿Qué haces?
Él la observo pensando que ella jugaba.
-Lo mismo que tú. Busco placer.
Ella se mordió el labio, la idea sonaba tentadora, pero no caería tan fácil.
-Lo buscas con la persona equivocada.
-¿Por qué?
-Yo jamás tendría sexo contigo.
Eso lo descoloco.
-No así.
-¿Y cómo lo tendrías si no es así?
-¿Sabes? Hacer el amor podría ser más placentero que el mero sexo. Y no tendría sexo contigo bajo tu control jamás.
-¿Qué quieres decir?
-Que yo quiero tener el control sobre ti.
-o-
Dmonisa
