Disclaimer: Ni Naruto ni sus personajes nos pertenecen… aún… pero algún día serán nuestros, ya que Andrea y yo estamos ahorrando para comprarle los derechos de autor a Kishimoto-sama. ¡Wiii! Y por cierto: Kishimoto-sama, ¡somos unas de tus muchísimas fans número 1!

En esta historia, Konoha es una isla de tamaño mediano perteneciente a Japón, siendo conformado por un único estado y teniendo un alto desarrollo tecnológico a pesar de su poca densidad poblacional.

Les recomendamos que se fijen bien en las fechas para que no se confundan. En ciertas partes en vez de Flash Backs colocamos una fecha más antigua a la que se estaba hablando.

Otra cosita: Los caps van a tener misterio, romance, suspenso, estupideces y algo de humor.


.:La Teoría del Miedo:.

Prólogo

Okinawa. Agosto de 2006.

"Estimada joven Haruno, S.:

Usted ha sido recomendada por numerosos expertos y profesionales de diversas regiones para ingresar a nuestra Institución por su impresionante rendimiento

académico desde sus estudios básicos; siendo escogida primera entre muchos. Por esta razón, le ha sido enviada cordialmente esta invitación que esperamos con

fervor sea aceptada por usted y su familia. Su respuesta será bienvenida. Buen día. Atte.: Academia Konoha."

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

- ¿Aún leyendo la carta, hija?

- Sí.- respondió con los pensamientos lejanos.

- ¿Ya terminaste los quehaceres?

- Sí…

- ¿Lavaste los platos?

- Sí…

- Entonces, ¿por qué están sucios?

- Sí…

- Sakura.- el tono de reproche de su madre la trajo de vuelta a la realidad.

- ¿Sí?

- Me gustaría que cambiaras el monosílabo.- entró a la habitación donde su hija descansaba con un papel en la mano.- No has soltado esa invitación desde que llegó el mes pasado. Me tienes preocupada, hija.

- Lo siento, madre.- dobló la carta, la devolvió a su sobre y la puso bajo la almohada.- Aún no puedo creer que me llegara esta carta desde el otro lado de Japón y…

- ¿Por qué no? Más bien se habían tardado en mandarla, si eres excelente estudiante.

- No me dejaste terminar. Lo que no puedo creer es que me llegara esta carta desde el otro lado de Japón y no pueda responderles afirmativamente porque mi madre no deja que me independice.- se recostó de nuevo sin mirar a su progenitora, que ya estaba al lado de la cama.

- No empecemos de nuevo.

- Sabes que había esperado por esto desde hace mucho tiempo, mamá. Sólo es posible estudiar en esa academia si recibes una invitación.

- Y no cualquier tonto puede entrar allí. Ya lo sé, ya lo sé.- respondió imitando a su hija, ya sabiendo el resto del discurso.

- ¡Mamaaá, por favor! ¡Yo quiero ir a esa academia!

- Hija, aún estás muy joven como para dejarte vivir sola en otro estado.- hizo una pausa y

Sakura no respondió, por lo que continuó.- En este mundo hay muchos peligros. Ya nadie está seguro ni en su propia casa, las calles están llenas de malas personas, la moral se está perdiendo…

10 minutos después.

- Además, los muchachos de ahora sólo piensan en su satisfacción sin importar el daño que puedan causarle a las chicas tontas que caen en sus redes. No quiero que te estén calentando la oreja, eres muy bonita y te lloverán los cumplidos más las miraditas raras. ¿Y si te enamoras de alguien que no sea el indicado para ti, o si tratan de llevarte por malos caminos? Ese es un punto de mucha preocupación para todas las madres actuales, hija.

- Mamá…

- Espera. Aún no termino.- se refrescó la garganta con un trago de agua y siguió.- Sakura, cuando tengas tus propias hijas entenderás la preocupación de una madre cuando su hija se va, cuando abandona el nido, cuando se une a la parvada, cuando busca un compañero, se reproducen, y el ciclo continua, dando lugar a otras miles de madres preocupadas que se sienten vacías cuando sus hijos se van, abandonan el nido, se unen a la parvada…

- Sí, mami.- ya sabía ella que esa conversación llegaría todos los viernes a esa hora.

- Imagina si llegara a pasarte algo estando allá. A tu padre le daría un infarto y no podría vivir con eso por el resto de mi vida. ¿Y si se hunde la isla? ¿O si explota la academia? No quiero ni pensar en que un serpentino marica cree algún virus que los convierta en una horda de zombies devora almas y desgarra-ortos.

Sakura ahora se estaba recriminando por haber dejado que su madre viera tanta televisión las últimas dos noches. ¿Cómo alguien podía imaginar tales incongruencias?

- Pero, a pesar de todo eso y los zombies, hija, tu padre y yo confiamos plenamente en ti. Puedes irte a esa academia.

- … ¿En serio?

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Konoha. Julio de 2006.

Un silencio casi fúnebre inundaba la oficina. El único sonido que ocupaba el lugar resultaba casi imperceptible: la fricción de la punta del bolígrafo sobre el calma se ve interrumpida por el ruido de unos ligeros golpes en la puerta, los cuales desconcentran a la ocupada mujer y la sacan de sus importantes obligaciones.

- ¿Quién es? - preguntó la susodicha.

- La vieja Inés.- respondió con sarcasmo la persona que se mantenía del otro lado de la oficina, esperando el permiso para pasar.- Tsunade, ¡soy yo!

- Oh, claro. Pasa.

Un hombre de aparentes 50 años entró en la estancia, de tez clara y abundante cabello blanco. Su nombre: Jiraiya. Una gran persona, un buen amigo y un pervertido de closet por excelencia.

Al entrar, vio a su amiga sentada detrás del escritorio en la silla que tanto adoraba. La oficina se veía ordenada a pesar de lo desastrosa que solía ser, aunque algunas botellas de sake adornaban uno de los costados de su mesa de trabajo. Esa era Tsunade, una mujer de cabello rubio y largo, y con unas enormes... ejem. Tenía alrededor de la misma edad que él pero no lo aparentaba, y su mayor afición eran los juegos de casino, las apuestas y beber -aspectos notorios en la decoración de su despacho-.

- ¿Qué sucede?

- ¿Es que acaso no puedo pasar a visitar a una amiga de la infancia? - se sentó en una de las sillas frente al escritorio.

- Lo siento, ¿cómo estás? - le preguntó, aún sin apartar la vista de los papeles que yacían en sus manos.- No es normal verte el día que empieza la competencia regional de camisas mojadas.- rió, pícara.

- Camisas... ¿mojadas? – repitió a modo de pregunta el viejo con cara seria y un tic en su ceja derecha.

- Así es.- afirmó la rubia.

- ¡Ah! ¿¡Por qué demonios no me lo dijiste antes! - gritó el cínico Jiraiya con una gotita de sangre bajando por su nariz y una cara de perversión nada normal.

- Nunca vas a cambiar.- dijo con fastidio la rubia mientras intentaba soportar las estupideces de su compañero.- ¡Ya, no es cierto! ¡No hay una competencia de camisas mojadas!

- ¡No! - lloriqueó.- ¿¡Por cua, María Eugenia! ¿¡Por cua! – le gritó el viejo raro desde un rincón, donde estaba en posición fetal lamentándose de sus penas mientras se chupaba el dedo.

- ¡Que no me digas María Eugenia, Carmelito del Llano! ¡No quiero que me descubran! - gritó furibunda.

- ¡Que no me llames por mi nombre completo! – le dio como respuesta Jiraiya, quién ya estaba frente a ella intercambiando miradas desafiantes, a ver quién tenía el nombre más feo.- ¡Mi mamá no me quería y por eso me puso ese nombre! – gritó en tono melodramático.

La discusión se vio interrumpida por un susurro que, hasta hace unos segundos, no tenía cabida en aquella oficina. Se oía cada vez más fuerte y definido, hasta el punto en que se escuchó una clara risa masculina bañada en un tono extrañamente macabro. Tsunade y Jiraiya abrieron sus ojos desmesuradamente, sabían quién era el propietario de aquella voz pero resultaba imposible agudizar el oído para averiguar de dónde provenía.

- Hace mucho tiempo que no los veo, mis queridos amigos.- rió en voz baja aquél para luego aparecer desde un rincón sombrío de la habitación.- De verdad los extrañé mucho...- La luz descubrió el rostro del intruso: su cara era muy blanca y sus facciones asimilaban a las de una serpiente; su cabello era negro, liso y largo.

- Orochipepe.- se notó un deje de desprecio en el tono de voz de los otros dos.

La tensión se desvaneció de un momento a otro, y una vena palpitante apreció en la frente de aquel hombre.

- ¡Ya les he dicho que no me llamen por mi verdadero nombre! - gritó él, sumamente alterado.

Varios segundos después, se calmó y una gotita de sudor reemplazó a la venita. Otra pequeña carcajada y una media sonrisa concluyeron el saludo del infiltrado. Tranquilamente tomó asiento en una de las dos sillas frente al escritorio de la directora. Los dos restantes se apartaron de él instintivamente, como un reflejo.

- En fin... ahora que tengo su total atención, me gustaría conversar con ustedes dos sobre algunas cositas.- tomó con parsimonia una de las botellas vacías de sake.- En especial, estoy ansioso por platicar contigo, Tsunade.- el extraño observó detenidamente a la mencionada, quién lo miraba con odio desmesurado.- La nueva directora Tsunade.- comentó al aire el pelinegro, mientras se quitaba lentamente sus guantes.- La nueva directora de Mí academia.- hizo un notorio énfasis en el pronombre posesivo, expresándose con desprecio.

- ¡No vengas con rodeos y dinos qué quieres aquí! - le ordenó la rubia, golpeando la mesa con la palma de su mano.- ¿¡Qué quieres con esta academia! – estando ya muy enojada, reprimió las tentativas ganas de golpearlo en el rostro.

- Tsunade, Tsunade…- dijo despacio y en tono cansado, mientras negaba con la cabeza.- Veo que aún no has aprendido a controlar tu ira, ¿no es así? - argumentó audaz, a lo que la aludida frunció el ceño.- No te preocupes... tan solo voy a...- en un parpadeo, Orochimaru estaba frente a ella sujetándola fuertemente por el cuello y estrellándola contra una pared.-…recuperar lo que es mío...- finalizó la frase en un susurró al oído de la rubia.

En ese momento, por la mente de la mujer pasaron dos cosas:

La primera, Orochipepe tramaba algo; y la segunda, el aliento de esa serpiente apestaba cada vez más.

Orochimaru ejercía más y más presión sobre el delicado cuello de su ex-compañera, impidiéndole respirar como era debido.

- ¡Suéltala, Orochimaru!

Jiraiya debía intervenir ante tal escena. Se aproximó velozmente y trató de golpearlo pero su golpe fue esquivado con agilidad. El pelinegro dejó a Tsunade en el piso mientras se encargaba de su viejo amigo.

- Oro-ch-chi-ma...- fue lo único que Tsunade pudo articular, ya que la presión que le proporcionó en el cuello con anterioridad la dejó sin aliento y algo mareada.

- Estoy aquí para recuperar lo que por derecho me corresponde, y a terminar lo que empecé hace tantos años.- confesó con orgullo.- ¡No podrán detenerme! – les aseguró con una sonrisa de autosuficiencia terriblemente sádica.

- ¡Maldito enfermo! Después de todo lo que hiciste… ¿¡crees que tienes el derecho de reclamar algo!

- Por supuesto que lo tengo. ¡Esta academia es mía, y sólo mía! - Orochimaru soltó una siniestra carcajada que resonó por toda la habitación.- No quería hacer esto, Jiraiya.- el maléfico ser deslizó su mano derecha bajo su saco y lo que tomó de él era un arma de fuego, que lentamente dirigió hacia el peliblanco, apuntando directamente a su cabeza.-…pero si te dejo vivir, podrías causarme muchos problemas.- lentamente cargó el arma.

- Así que, ¿así va a terminar todo? - preguntó Jiraiya, viendo a su antiguo colega con seriedad.- Después de todo el daño que has causado, ¿planeas seguir arruinando más vidas?

- Pues, sí. Pronto la primera fase de mi nuevo plan estará completa. No dejaré que nadie la arruine esta vez.- otra sonrisa adornó su boca, siendo desde luego la de un típico psicópata.- Adiós, querido amigo.

- Jiraiya… no…- los ojos de Tsunade se llenaron de lágrimas, no sólo porque presenciaría en vivo el asesinato de su mejor amigo, sino también porque sabía que ella era la próxima.

Desde fuera de la oficina se escuchó el ruido ensordecedor de aquella arma siendo disparada, seguido de un espeluznante grito por parte de Tsunade. Segundos después, otro disparo.

- Lo siento, amigos míos. No podía dejar que se interpusieran en mi camino. Si hubiesen aceptado ser mis socios desde un principio y no me hubiesen traicionado, nada de esto habría pasado. Pero, ¿quién dijo que la vida era justa? - opinó en tono cínico el pelinegro, dirigiéndose a dos ensangrentados cuerpos inmóviles.

Soltó una leve risa, que se hacía cada vez más estruendosa a medida que los cuerpos iban perdiendo sangre y, cubiertos por la silueta de aquel maníaco, manchaban la alfombra blanca con un espeso color carmín.

Su maléfica carcajada fue tornándose más y más aguda, hasta imitar perfectamente el tono de voz de la rubia mujer, recientemente víctima de su maldad; y su silueta, bien definida sobre los cadáveres de sus compañeros, alteraba su forma y se convertía en aquella occisa tirada cerca de sus pies.

Los cuerpos de sus "amigos" comenzaron a desaparecer como si de una ilusión se tratara, dejando la oficina perfectamente ordenada y limpia, a lo que Orochimaru esbozó una sonrisa de medio lado. Se sentó en la silla que antes ocupaba el trasero de la verdadera Tsunade, y colocaba sobre el escritorio un sobre sellado tamaño carta.

- ¡Tsunade-sama! ¿Qué sucedió? ¡Vine lo más rápido que pude!

Una mujer joven con cortos cabellos negros y ojos de igual color, entró estruendosamente a los aposentos de la supuesta directora. Detrás de ella, se encontraban todos los demás empleados de aquellas oficinas, en busca de la misma respuesta que demandaba la pelinegra.

- ¿Qué sucede, Shizune? ¿Por qué entras de esa manera? – le cuestionó.

- ¿Está todo bien aquí? Hace unos momentos se escuchó un fuerte sonido y lo que parecía un espantoso grito.- aseguró Shizune viendo hacia todos lados, inspeccionando que todo estuviese en perfecto orden.

- Yo no he oído nada.- dijo la mujer, sin despegar los ojos de los papeles que estaban entre sus manos.- Retírate, por favor. Pero antes tráeme un mochaccino grande con poca espuma y tres cubos de azúcar.- dijo algo arrogante la rubia mujer, cosa que Shizune no pasó por alto: su jefa nunca pedía nada que no fuera sake.

- Sí, enseguida.- se dispuso a salir, pero fue detenida nuevamente por la voz de su jefa.

- Espera, antes quiero que te ocupes de esto.- le entregó el misterioso sobre.

- Si, Tsunade-sama. Lo que usted ordene.- hizo una pequeña reverencia para luego salir de la oficina.

- Perfecto.- los ojos de la rubia cambiaron por un momento, similares a los de una serpiente. Una sonrisa de autosuficiencia apareció en su rostro.- Justo ahora, comienza el juego... ¿O no, mis amados compañeros?

Se dirigió a la puerta, en cuya superficie se encontraban unas quemaduras que asemejaban los rostros de Tsunade y Jiraiya, con las mismas expresiones que tenían segundos antes de morir.

- Tengo que perfeccionar eso, no puedo dejar que más almas queden atrapadas en el lugar de los acontecimientos.

Volvió a reír maniáticamente aquél extraño sujeto. Sus ojos volvieron a la normalidad. Luego de varios segundos, 'Orochinade' intentó escribir algo en unos papeles, pero por algún motivo, se le hacía sumamente difícil.

- ¡Rayos! ¡No sé como Tsunade podía escribir teniendo estas enormes cosas saliendo de su pecho! ¡Es muy molesto! - después de decir esto, miró hacia abajo para intentar apartar aquél impedimento, pero…- ¡Demonios, no veo lo que escribo! - trató de ver un poco más abajo.- Genial, cada vez se pone mejor… ¡Ni siquiera puedo ver mis pies!

En la oficina contigua, se encontraba Shizune en su respectivo escritorio revisando cautelosamente los documentos que había extraído de aquel sobre. Se sorprendió al ver lo que se plasmaba en sus hojas: nada más y nada menos que una lista detallada con los datos de los herederos de las familias más adineradas de Japón. Junto con dicha lista, un pequeño papel expresaba lo siguiente: "Envía una invitación a cada uno de estos jóvenes". Con una que otra duda, la pelinegra de inmediato y sin chistar se propuso cumplir esa tarea.


No hubo sospechas luego de aquel incidente.


Rosy: o.o… El prólogo, señoras y señores…

Andrea: NOOO! Por qué murieron? T_T

Rosy: Porque nosotras los matamos, pendeja xD

Andrea: Lo sé n.n

Rosy: Bien, empieza de nuevo la historia.

Andrea: Mejorada y un poco más dramática =P

Rosy: Sep… nos vamos, esperamos que les esté gustando el nuevo método de escritura n.n… Bye bye, bye bye (8)

Andrea: Lo que ocasiona el autismo u.u… Bye, bye xD