-Tsunade… ¿Estás segura de esto? – Tsunade asintió en dirección a Sai, que había formulado la pregunta.
Sai tragó duro pensando en lo que le esperaba cuando cierta pelirrosa descubriera todo aquello. Ahora somos todos un equipo… Konoha, el equipo Taka y Orochimaru… SAkura nos matará a todos.
Y es que, la dulce e inocente Sakura que todos recordaban hacía muchos años que había desaparecido. Ese cambio tan extremo dejó a todos boquiabiertos. No fue de un día a otro. Sakura había sufrido mucho, había luchado mucho… Para finalmente convertirse en lo que siempre había odiado. La Sombra, como muchos la conocían… Muchos que no conocían su identidad.
Un poco más allá, se encontraba la pelirrosa, con varias heridas en su cuerpo, chorreando sangre bajo su capa negra, yendo hacia dónde había quedado con sus compañeros para ir a la 4ª Guerra Ninja. Se juró a sí misma que no sucumbiría ante nadie pero ahora era el momento de la verdad. Todos sus demonios, su pasado, sus peores pesadillas estarían allí. Pero ya no importaba. Porque ella se había jurado que las cosas cambiarían y que sería su turno ahora de ahogarlos en su propio miedo.
Apretó fuertemente un arma que llevaba en su cintura… Todos pagarán por sus errores… Puede que yo muera pero a ellos me los llevaré por delante.
Y, con esta firme determinación, se acercó al lugar entre montañas dónde había quedado con sus compañeros. Oyó murmullos… Y no todo eran voces conocidas.
-¿Qué pasará cuando Sakura se entere de esto? – Reconoció la voz de Gaara aunque no sabía a qué se refería ni a quién.
-Tendrá que aceptarlo. – Le contestó Tsunade justo en el momento en el que Sakura aparecía y los veía por primera vez. Ellos aún no se dieron cuenta de su presencia.
Al momento que Sakura levantó la vista tratando de comprender la situación, supo enseguida a qué se refería esa extraña conversación. Y no le gustó nada.
-Vamos, Tsunade… Cuando Sakura llegue, esto va a ser una masacre. Tendremos nuestra propia guerra. – Habló Kiba, totalmente seguro de que Sakura enfurecería ante esa situación. No se equivoca.
Los miró detenidamente, charlando entre ellos, escuchaba pero no oía. La ira que sentía se lo impedía. Están… Juntos… ¡JUNTOS, MALDITA SEA! En ese momento, rechinó los dientes involuntariamente, llamando la atención de la peliazul que una vez fue su amiga, Hinata.
La dulce Hinata levantó la vista ante el extraño ruido y la vio, allí de pie, con la mirada tapada por el flequillo rosa, con la sangre de las heridas deslizándose por su barbilla, por su cuello, por sus piernas… Tembló ligeramente pero fue incapaz de moverse, de hablar. Sentía auténtico terror ante la imagen de la que aún consideraba su amiga. Se quedó estática en el lugar, trataba de hacer algo pero el terror que sentía ante la posible reacción de la pelirrosa –y de su terrible fama- la frenaba. Se le cortó la respiración cuando vio que Sakura se llevaba una mano a la cintura, buscando un kunai y apretándolo con fuerza. No recordaba la última vez que tuvo tanto miedo.
Cuando creía que no podía tener más miedo, Sakura levantó la mirada y la miró directamente a los ojos. Y su miedo aumentó. Vio algo en los ojos de su amiga que hizo que se le encogiera el estómago. Sintió unas fuertes ganas de llorar. Ahora, además de miedo, le invadió la tristeza al ver que ella había cooperado a convertir a la dulce Sakura al demonio que tenía ahora delante.
No soportó más la presión y tras unos instantes, las lágrimas se escaparon de sus ojos. Ella se llevó una mano a la boca, tratando de silenciar sus sollozos.
En ese momento, Naruto, su fiel enamorado, la miró y frunció el ceño.
-¿Qué te pasa, Hin…? –Pero no terminó la pregunta, porque miró hacia dónde se dirigía la mirada de su novia y la vio. Vio a la que antaño fue su amiga. Vio a su antiguo amor. A la amiga que llevaba años queriendo recuperar. Vio a alguien que ya no conocía.
Sakura. Movió los labios para decir su nombre, con los ojos muy abiertos, pero no le salió la voz.
Así, poco a poco, todos se giraron a ver a Sakura. Todos con distintas expresiones. El más desconcertante era Orochimaru, que la miraba con una sonrisa siniestra en la cara.
Sakura respondió como solo ella sabía. Con una mirada fría como el hielo y una sonrisa macabra en los labios.
-Sak… -Tsunade iba a empezar a hablar pero fue interrumpida antes de pronunciar su nombre.
-¡Estúpida! ¿Por qué cojones sigues viva? – Y dicho esto, Karin se lanzó a por ella kunai en mano.
-Ya estoy harta de ti, maldita zorra. – Pronunció Sakura sin mirarla si quiera. Cuando estaba lo suficientemente cerca y Karin creía que ya la tenía, Sakura la derribó con el antebrazo, dándole un fuerte y seco golpe en el pecho que hizo que le ortara la respiración. Hizo un rápido movimiento para que cayera justo debajo de ella y le piso en la boca del estómago. - ¿Sabes, asquerosa rata? – Pronunció Sakura con una voz heladora. A Karin se le saltaron las lágrimas del dolor. – Me tienes muy harta. Cada vez que me ves intentas atacarme. Creo que es el momento de eliminar estorbos de una vez. – Y dicho esto, sacó su katana y se la puso en el cuello.
-¡Sakura, para! – Sugiestu habló. El de sonrisa zorruna del equipo Taka. No se extrañó que la defendiera, por todos era sabido, que ese muchacho estaba enamorado de esa… Zorra.
Enfundó la katana y le quitó el pie del estómago, no sin antes, darle un fuerte apretón.
-¡Sakura, cuánto tiempo, pequeña! – Orochimaru parecía el más feliz de verla. Y la trataba con una familiaridad que dejó fríos a los presentes. - ¡Bienvenida a tu equipo! Al final… Acabamos juntos de una manera u otra, ¿eh?
Sakura respondió ampliando su sonrisa.
-Tú y yo solo estaremos juntos cuando mi katana atraviese tu garganta, víbora. – Las palabras sonaban afiladas, casi parecía que iba a desenfundar y a llevarlo a cabo ahora mismo.
-Sakura… Estamos en el mismo lado. Esto nos beneficiará a todos. – Habló Tsunade, tratando de quitar la tensión del momento.
-Deberíamos ponernos en marcha. Hay una tormenta en camino. – Dijo Sakura ignorando a Tsunade. Lo cual sorprendió a todos de nuevo.
Sasuke pasó el camino hacia la guarida de los Uchiha dónde se iban a refugiar en silencio, meditando sobre la extraña situación. Sakura iba la última, a propósito, no quería sentirse observada por sus "compañeros"·.
A pesar de que se esforzaban por charlar entre ellos, la tensión era palpable.
La noche se abrió paso sobre la guarida de los Uchiha y con ella, una cruel tormenta. Todos estaban dentro, refugiándose de ella. Todos menos Sakura, que estaba fuera, fumándose un cigarro mientras se lamentaba de su existencia.
Aún no se había curado las heridas. La sangre seca le molestaba en el cuello. Pero no le importaba en ese momento.
-Sakura, ¿cómo estás? No tienes buen aspecto. – Gaara fue en su busca, claramente preocupado.
Y es que, Gaara, Neji y Sakura habían formado una especie de lazo entre ellos que hacía que fueran los únicos que estuvieran realmente unidos en Konoha. Y la relación no se había enfríado entre ellos a pesar de la muerte de Neji, aunque los destrozó a ambos.
-He estado en la Guerra Fría, Gaara. Eso es todo. – Su voz salió ronca. Parecía agotada. Realmente, lo estaba.
-Hay algo más. ¿Qué es? – Gaara lo preguntó directamente. Él era el único que podía hacerlo sin que Sakura se revolviera. Si fuera otro, le haría una mueca de desprecio y se largaría. Pero con Gaara no.
-Es… Todo. Estoy cansada de todo esto. ¿Viste como esa zorra me atacó? Pues, es soportar eso cada día. Sentir el odio que sienten hacia a mí. Todos. Con más o menos razones. – Hizo una pausa. Tomó aire. Parecía estar deseando desahogarse. – Yo no quería ser esto, Gaara. No quería convertirme en La Sombra. Quería ser una persona normal, tener una vida tranquila, como la que tuvieron mis padres… No, yo no quería hacer esto. Ni siquiera recuerdo por qué me metí en esa estúpida academia ninja o por qué me hice discípula de Tsunade y Kakashi… ¡Yo no quería! ¿Entiendes? ¡Toda mi vida es un estúpido error tras otro!
-Sakura… - Gaara estaba realmente preocupado. Había visto mal a su amiga otras veces pero esta vez era distinto… Había algo que lo asustaba. Sakura se estaba rindiendo. Se estaba rindiendo justo antes de la 4º Guerra Ninja. Eso no podía traer nada bueno.
-Lo peor es que hace tiempo que perdí el control… ¿En qué momento me convertí en La Sombra? ¿En qué momento alejé de mí mis deseos de ser una persona normal? – Parecía estar reflexionando en voz alta, no miraba a Gaara, miraba al infinito. – En fin… Ya da igual. Hace tiempo que esto no tiene solución. – Y, por primera vez, miró a Gaara, con una sonrisa.
Esa sonrisa le inspiró una tristeza infinita a Gaara. Y se preocupó más. Sakura estaba a punto de rendirse. Y no quería perderla. No podía permitirlo.
Pero Gaara fue incapaz de hablar. No podía. No le salían las palabras. Sabía que su amiga necesitaba apoyo pero fue incapaz de dárselo. Y se fue, dejándola sola y arrepintiéndose a cada paso de no volver y gritarle a Sakura que todo iba a estar bien, que saldría adelante y tendría su final feliz. Pero no lo hizo.
