CANCIÓN MUGGLE

¡Hola a todos!:

Antes que nada… ¡gracias por leer este fic!

He de decir que el nombre de la historia no es muy brillante, pero tiene que ver con el fic (lo cual, viniendo de mi, ya es algo ^^''). Bueno, de momento no quiero decir gran cosa, así que… les "veo" al final del capítulo: ¡qué lo disfruten!

*** Este fic va dedicado a mi gran amiga Shashira, por ser mi mejor apoyo en mis peores momentos, así como a mi hermana, que si bien no tiene nada que ver con Harry Potter (exceptuando que su hermana está obsesionada con éste ¬¬'), me ayudó mucho, dándome una idea que necesitaba para la historia, librándome así de romperme más aún el coco. A ellas dos, gracias, ¡os quiero!

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Capítulo 1. Recuerdos.

La lluvia caía sobre él, un gran número de pequeñas joyas le iban calando... Calando, como todos los sentimientos que le invadían, que llegaban hasta su corazón, su mente y su alma..., dañándole, hiriéndole,... matándole. Recuerdos que regresaban una y otra vez, sin ser capaz de rechazarlos, o lo que era peor aún, sin querer evitarlos. La causa de su dolor estaba fija en su mente, se había hecho un hueco en ella. En él los sentimientos estaban anclados, y ningún cambio en el tiempo conseguía romper aquella cadena, siendo imposible así que se alejasen de él.

Y ahí se encontraba, bajo la lluvia, sintiendo como aquellas lágrimas le rodeaban, le acompañaban, tal y como sus propias lágrimas, que continuamente sentía, y que pugnaban por salir. Y era a causa de la lluvia que, una vez más, recordaba el porqué de su dolor, pues fue en un día como aquel, un día en el que la lluvia caía, cuando la perdió.

Pero de nada importaba que lloviese o no, que brillara el sol, que nevara, o bien que soplase el viento,... Nada ni nadie impediría que recordase, pues su ausencia, al igual que su presencia, estaba grabada en su cuerpo, en su mente, en su alma. Una palabra, un sonido, un color, una idea, un lugar, un olor, un sabor,... todo le recordaba a ella, tanto su presencia como su ausencia. La añoraba, y por eso le dolía. Dolía como jamás nada le dolió.

Cansado ya de sentir la lluvia golpeándole, al tiempo en el que los mismos recuerdos de siempre la imitaban y le golpeaban una y otra, y otra vez, finalmente sacó una llave de uno de sus bolsillos, avanzó hacia la casa sobre cuya puerta se veía un gran número dos, y, tras hacer uso de la llave, traspasó la puerta, cerró y miró a su alrededor.

La misma casa de siempre, la casa que había sido de ellos dos, de ella, de él. Aquel hogar que había visto tantas veces como, cuando él entraba, una hermosa joven solía salir a su encuentro, bien fuese desde la cocina, con un delantal puesto, bien bajando por las escaleras, o bien desde la habitación más próxima, el salón; había sido aquella casa testigo de como ella le pasaba los brazos por el cuello y le besaba apasionada o tiernamente, y de como le susurraba al oído que le había echado de menos. ¡Qué le echaba de menos! Esas palabras que incluso a veces le decía cuando solamente había estado ausente unos minutos, el tiempo necesario para comprar en la tienda más cercana; y como reía él cuando se lo decía, tan segura su voz, tan brillantes sus ojos... ¿¡Y ya no podía echarle de menos!? Casi seis meses separados... Desde que se conocieron jamás habían pasado tanto tiempos lejos el uno del otro... ¿¿Ya no le echaba de menos??

Movió su cabeza de un lado a otro, salpicando así con pequeñas gotas el suelo y la puerta que quedaba tras él, en un vano intento de deshacerse de tales recuerdos.

Se sacó el jersey, dejándolo caer al suelo, y comenzó a caminar por el pasillo, mientras sus dedos iban desabrochando los botones de su camisa. ¿Cuántas veces lo hizo ella por él?

Desesperado, apretó el paso, llegando en seguida al pie de las escaleras, allí dejó caer la camisa y comenzó a subirlas. En el descansillo, se sacó la camiseta interior, que corrió la misma suerte que la ropa de la que instantes antes se había desecho.

Quedó quieto, de pie, en el rellano, con los ojos fijos en la blanca prenda de algodón. ¿Cuántas veces ella le había reprochado por ir dejando las prendas tiradas en su camino hacia el dormitorio o el baño? Pero él bien sabía que en realidad a ella le gustaba eso, que le divertía ver como iba despojándose de la ropa por el camino.

Cerró los ojos un segundo y, con el deseo de dejar los recuerdos ahí tirados, junto con la húmeda prenda, siguió subiendo hasta llegar al piso superior. Sus manos fueron hasta el botón de sus pantalones, que fue rápidamente desabrochado. La cremallera fue ya bajada antes de llegar al cuarto de baño.

Entró en el baño y sus ojos se posaron en la amplia bañera. Aún con los ojos abiertos, vio frente a él a dos personas que jugaban como niños, a dos personas que hacían el amor como adultos.

Se sacó los zapatos, luego se deshizo de los pantalones y de los calzoncillos a un tiempo, y por último se despojó de los calcetines. Sin perder un segundo, se metió en el baño y comenzó a enjabonar su cuerpo. Un suspiro escapó de sus labios. ¡Cuánto añoraba sentir las suaves manos de ella por su espalda, sobre su pecho...! Abrió el grifo y el agua comenzó a recorrer su cuerpo, llevándose con ella el jabón, pero no los recuerdos.

Cogió el bote del champú y se aplicó un poco en el cabello; mientras se frotaba con la yema de los dedos, su mirada se posó en el bote del champú de ella... A pesar del tiempo que había pasado, había sido incapaz de deshacerse de la mayoría de sus cosas. Finalmente, se enjuagó la cabeza.

Cerró el grifo y atrapó con una de sus manos una toalla, se frotó con ella el cabello y luego la pasó por sus hombros, brazos... Sus ojos se posaron en una de sus muchas pecas, y le vino una frase a la cabeza: "Quiero darte tantos besos al día como número de pecas por todo tu cuerpo tengas". Y a eso, él respondía con una enorme sonrisa: "Ahhh, ya entiendo el porqué de que me beses tanto, ya que tengo muuuchas pecas", y tras una pequeña pausa, añadía: "¡Y no sabes cuánto me alegro ahora!" Y hacia él la atraía y la besaba como si fuese a ser la última vez...

La última vez...

Se sujetó la toalla alrededor de sus caderas, salió del baño y, sin más, se dirigió hacia su dormitorio. Nada más entrar, fue hacia el armario, abrió el primero de los cajones y sacó su ropa interior, acto seguido se dirigió hacia la cama y, levantando con una de sus manos la almohada, cogió el pantalón de su pijama. Tiró la toalla que le había cubierto hacia una de las esquinas de la habitación y la sustituyó por la ropa que acababa de escoger.

Sus ojos aún miraban la amplia cama. Cerró los ojos. Dolía aquello, dolía recordar todos los momentos que pasaron allí. Aún podía verlo, aún podía oírlo, todavía lo sentía… Incluso ahora la sentía.

La ropa desapareciendo, dando paso a su clara piel. Sus manos recorriéndola, adorando su suave tacto, amando el roce de su cuerpo contra el suyo. Sus labios, su boca, el sabor más dulce que jamás probó. Uva, el suave aroma a uva que le llegaba hasta el corazón, cuando su rostro rozaba la piel de ella. Los gemidos que profería en aquellos momentos íntimos, y entre ellos… su nombre, susurrado o a voz en grito: Ron. Y sólo escucharle decir su nombre de esa manera… era motivo suficiente para vivir, era lo único que necesitaba para ser feliz.

Abrió los ojos, volviendo a la realidad, la triste realidad… Estaba solo. Sin ella… solo.

Apartó la mirada de la cama, y otra punzada de dolor le atravesó. Ahí estaba, su radio. El primer regalo que él le dio una vez comenzaron a vivir juntos, en su propio hogar. Ella adoraba la música de los muggles, y como las radios mágicas no sintonizaban las emisoras de éstos… él le había regalado aquella. ¡Lo que se rió cuando él le contó todo lo que armó para comprarla, pues por no saber, no sabía bien ni cómo arreglárselas con el dinero muggle!

Una débil sonrisa cruzó sus labios. Le gustaba recordar cuando la hacía reír… le gustaba, pero ahora le dolía. Era un dulce sufrir. Recordar los momentos que estuvieron juntos, aquello era el más dulce de los tormentos.

Se acercó, despacio, hacia la radio. Tras permanecer un breve instante indeciso, con el dedo índice de su mano derecha extendido hacia ella, se decidió y la encendió.

Quedó con los ojos fijos en la radio. Escuchando. Era una canción con algo de ritmo la que se oía… y no la conocía… Se preguntó si no sería nueva, si no habría hecho su aparición en los últimos seis meses… una vez ellos ya no estaban juntos.

El comienzo de una nueva canción le distrajo, sacándolo de sus tristes ideas… para hundirlo en otras. Era una canción triste, le bastó con oír las primeras notas para saberlo, y la letra se lo confirmó. Escuchó. Y aquella canción le atrapó.

Minutos después la canción acabó, pero seguía en él. Era parte de él. Eran sus sentimientos, ¡más que eso, era su historia!

Apresurándose, temiendo que su memoria le jugase una mala pasada, cogió pergamino y pluma, y apuntó el nombre de la canción, así como el de su autor.

¡Necesitaba aquella canción, necesitaba tener la letra! ¿Cómo conseguirla? Ella se lo podría decir… si estuviera, ya que siempre tenía respuesta para todo. Pero ahora estaba solo… ¡NO!, se gritó mentalmente, a sí mismo. Tienes a tu familia, y también está Harry. Harry… ¡sí! Él bien podía saber cómo hacerse con ella. Con la canción, sí.

Sin poder esperar ni un minuto más, sin importarle lo más mínimo que fuese la una y cuarto de la madrugada y que su mejor amigo pudiese estar dormido, cogió el teléfono (aquel maldito aparato que tanto le costó entender, así como aprender a nombrarlo correctamente) y, sin más, marcó el número de Harry.

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Bueno, aquí acabó el capítulo… ¿qué les pareció?

Es algo corto, pero como no tenía nada de diálogo, pues se me hacía más largo…

* He de decir que si bien no se dice quién es ella,… es obvio, ¿no? De todas formas, saldrá quién es, muy pronto.

* En cuanto a la canción, en el próximo capítulo pondré la letra, y también el nombre del autor o el título, si para entonces me entero de cuáles son (^^' ya sé que es muy triste… hasta Ron los sabe, ¡y yo no! Tengo que buscarlos… le preguntaré a Harry ^^, jeje, nada, no me miren así, ¡era broma! ToT).

* Sobre cuánto durará el fic: no lo sé, y prefiero no decir nada porque normalmente terminan siendo más capítulos de los que digo en un principio… ¬¬' En todo caso no será una historia muy larga…

Bien, nada más por ahora, espero estar pronto de vuelta con la continuación. Hasta entonces… ¿me dejarán su opinión?

Y si tienen dudas, sugerencias, amenazas (ya estoy acostumbrada ^^'), quejas *___*… Vale, sé que captaron la idea. Lo que sea, háganmelo saber.

Un saludo, y una vez más, gracias por leer.