Una historia no muy larga. ( bueno…eso espero) jejejejeje….depende de muchas cosas, pero sobre todo de vosotras. La terminaré porque ya tengo el croquis hecho y las ideas están preconcebidas.

Espero que me digáis que os parece, bueno, malo, regular…horrible…¡retirate!

Jajajajajjaj!

La historia es mia y los personajes son de nuestra queridísima Sthephenie Meyer.

Fic rating M. Historia adulta, sobre Bella Swan y Edward Cullen.

EN LA BOCA DEL LEON.

Capitulo Primero.

" 20 dólares"

Miré el monedero. Habría jurado que ayer noche tenía metidos, en el bolsillo mas pequeño veinte dólares. Los últimos veinte dólares de los que disponía para pasar lo que quedaba de mes. El corazón me latió desbocado, tenía la nevera con telarañas y mi estómago gruñía de necesidad. Corrí hacia la habitación de matrimonio y descompuse el gesto cuando olí el fuerte olor a alcohol que despedía Jacob.

La noche anterior habíamos discutido, no había dinero para farras y él no lo comprendía. Era mas importante pasar una noche intensa con sus amigotes, que tener algo de comida que llevarse a la boca. El estómago me volvió a rugir y tuve la necesidad de salir corriendo hacia el lavabo y vomitar la nada de mis tripas. Jacob había agarrado los últimos veinte dólares de mi cartera y se los había llevado para hincharse de cervezas con sus amigotes en el local.

Con la cabeza metida en el retrete y la respiración acelerada me tiré al piso y comencé a gimotear, presa de un ataque de ansiedad. Esto no era la vida que yo soñé con mi primer novio de instituto…no, no lo era.

Jacob había degenerado en algo pestilente y sin sentido que se dejaba manejar por todo bicho viviente, menos por mí. Sus amigos eran los importantes; yo solo era la que recogía el apartamento, lavaba su ropa y ponía un plato de comida en la mesa; cuando lo había.

Me arrastré hacia la bañera y apreté el botón de la regadera. Debía marcharme a trabajar y no tenia alientos ni de mirarme en el espejo. Arrastré de mi cuerpo todas las prendas que me envolvían y con el agua tan helada como el hielo, comencé a gritar hasta que el cuerpo se acostumbró a aquellas agujas que me laceraban el cuerpo. Hacia meses que no pagábamos el gasoil de el apartamento y nos habían cortado el suministro de gas. Tenia inservible la cocina y había comprado una hornilla eléctrica en el hipermercado de la esquina.

La pastilla de jabón estaba casi desgastada, pero tuve lo suficiente para lavar mi cabello y mi cuerpo. No podía presentarme desmadejada en casa de mi jefa; Alice Cullen.

Alice Cullen no tenía mis problemas; creo que ni si quiera se imaginaba que algunos mortales los tuvieran, ella estaba a otro nivel. Ese nivel donde no importaba lo mucho que gastases o que los recibos de impagados se aglomeraran en el buzón.

Salí de la bañera y me sequé el cuerpo como un autómata. Todavía no había asimilado que Jake y yo hubiésemos llegados a tal punto. Maldecí en silencio y caminé hacia el espejo.

Yo también había degenerado, era algo delgado, sin vida y con unas enormes semi lunas debajo de mis ojos. Los ojos chocolate que algún dia brillaron de vida ya no existían. Era una dura caricatura de la muchacha modesta, de un barrio modesto, de una familia modesta…

…ahora no rozaba ni lo modesto, estaba rozando la precariedad y hasta la mendicidad.

Todo por la mala gestión de el hombre que dormía en la habitación que alguna vez fue un verdadero nido de amor y complicidad. Aquellos días habían muerto y estaban enterrado y éstos, aparecían en mi mente como una película antigua. Dias de viejo color.

Caminé hacia la que ahora era mi habitación, un cuartucho pequeño, con un ventanuco hacia la calle, iluminado y limpio. La poca ropa de la que disponía la tenia metida en cajas de pvc. Gruesas letras de color negro, me guiaban para no volverme loca y buscar durante minutos. Todo debidamente ordenado por pantalones, camisetas, ropa íntima y calcetines, camisetas de manga larga. Elegí los mejores vaqueros y mi mejor camiseta, abrí el ventanuco y agarré las conversse de imitación que reposaban al lado de un geranio. Estaban frías, pero aireadas. Era el único calzado que poseía y lo cuidaba como un autentico tesoro.

Miré el reloj de pared que colgaba en la cabecera de mi cama y bufé. Si no me espabilaba llegaría tarde y hoy debía de hablar con Alice. Necesitaba otra casa donde hacer tareas domesticas, la necesitaba con urgencia.

Cuando salí a la calle, caminé hacia la estación de autobús más cercana y allí validé mi billete de transporte. Me senté y descansé mi cabeza en el cristal. Mi vida era una mierda, pero no podía abandonar aquella mierda….

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-Bella…Te he llamado a tu casa, estaba preocupada…el teléfono no me daba línea. ¿Ocurre algo?

Demasiadas preguntas . Miré a la mujer que se hallaba delante de mí. Perfectamente maquillada, vestida con costosas prendas con las que podría pagar todos mis impagos y con aquel cabello tan original, disparado en todas direcciones. Bajé la mirada y me escabullí a la cocina. En un pequeño armario guardaba mi bata y mis zuecos. Me ajusté los botones y me quité las conversse, dejándolas en el zócalo de la pequeña galería que daba al exterior.

-¿Bella…?.- ella me había seguido y me miraba con ojos preocupados. Tenia que escabullirme con algo. Ella lo decía para quedar bien, aquella mujer no se preocupaba seriamente por una sirvienta que iba a su casa a hacerle la limpieza tres dias a la semana.

-Hm….es que me he cambiado de compañía…ya sabe lo que es eso señora, hasta que se ponen de acuerdo, puedo estar una semana sin línea perfectamente…

Ella no me contestó. Caminé hacia las escaleras que daban a la segunda planta.

-Bella, me preocupas. Te veo cada vez más delgada y no tienes buen aspecto. ¿Seguro que todo va bien?

Todavía estaba aquí….

-Si señora, no se preocupe.- repliqué sin mirarla y comenzando a estirar la cama de uno de los niños.

Por el rabillo del ojo ví como asentía y caminaba hasta un enorme ventanal dándome la espalda.

-Esta bien, pero prométeme que si alguna vez necesitas algo; lo que sea, puedes confiar en mí.- Giró su cuerpo y sus ojos impactaron en los míos—Promételo Bella.

La miré por unos instantes de arriba abajo y casi logré fabricar una sonrisa.

-Por supuesto señora.

-Alice, Bella. Soy Alice, me encabrona que me llames Señora.

- Usted es la que me paga y es la señora. Yo soy simplemente su mucama.

Ella se sintió molesta y ví claramente que quería replicarme. No le dió tiempo, ya que su teléfono comenzó a sonar.

-Hermanito, por fin te dignas en llamarme…..Si. Pero no sé si estará disponible…..No lo sé, Edward, tendré que hablar con ella…..por supuesto que lo es….no, está casada. Creo que no… pero no estoy completamente segura, déjame hablar con ella y luego te hablo. Si, vale yo también te quiero….anda ya…

Odiaba escuchar las conversaciones de los demás, pero no podía taparme los oídos. Ella estaba allí y yo estaba allí….No era yo la que debía marcharme, ¿O si?

-Bella…¿Te interesaría trabajar un par de dias mas en semana?.

Abrí mucho los ojos y sonreí por acto reflejo.

-Por supuesto. –dije casi sin aliento.- ¿Es de confianza?

Alice cabeceó y se sentó en una de las camas sin hacer.

-Tú eres de confianza, eso es lo realmente importante. A Edward prácticamente ni lo verás. Trabaja de noche; ósea que emplea el dia prácticamente para descansar y hacer ejercicio. Se comunicará contigo a base de notas y es un estupendísimo pagador. Te necesita con urgencia.

¿Te interesa? Porque si es así, debo de llamarlo inmediatamente.

-Si me interesa, la verdad es que hoy iba a comentarle que necesito mas trabajo…

Alice volvió a sonreírme serena.

-Voy a llamar a Edward y te lo paso. Ponte de acuerdo con él en lo que se refiere al salario y a las horas.- cogió de nuevo el inalámbrico y marcó un número. Se puso el aparato al oído y esperó a que su hermano cogiese el teléfono.

Esperó varios segundos, pero por la mueca de su rostro adiviné que le había saltado el buzón de voz.

-Vaya…debe de estar ocupado. No te preocupes, seguro que antes que te marches habrá llamado . – Ví como se marchaba y me dejaba sola de nuevo. Bufé al mirar los juguetes esparcidos por el suelo de la habitación, nada más que en aquello, emplearía un rato.

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Al salir de casa de Alice Cullen un terrible frio se instaló en mi rostro. Era invierno y el manto negro de la noche se echaba rápidamente encima. El hermano no llamó, pero ella me dió un número de teléfono para que yo misma lo hiciera esa misma noche o a la mañana siguiente.

El autobús pasó de seguida y me dormí pasándome una parada. Tuve que caminar sobre mis pasos y como si la providencia se pusiera de mi lado una cabina de teléfonos se apareció delante de mí , como si fuera la lámpara maravillosa.

Recordé que no llevaba dinero y maldije Jacob en un siseo…no podría llamar a al hermano de Alice, ni aquella noche, ni mañana. No tenía un centavo hasta que no llegara el viernes y estábamos a miércoles…

Cuando abrí con la llave, el apartamento estaba sumergido en un violento silencio. La oscuridad se cernía sobre aquellas cuatro paredes y sentí que me ahogaba. No había ni rastro de Jacob y al entrar a mi habitación, me horroricé al ver todas mis pertenencias tiradas en el suelo de mala manera.

Gemí y destrozada como estaba; con los riñones machacados por tanto trabajo y la columna que me dolía cada vez que me agachaba. Recompuse todo aquello y lloré sobre mi almohada.

Me dormí entre sollozos y esperé a que el hambre se olvidara de mí, estaba famélica y mi estomago rugía de manera dolorosa, haciendo un agujero ácido justo en el centro de las costillas.

Continuará…

Reacciones? Sean buenas…y díganme algo please! Besos os amoooooooooooooo!