Mi nombre es Elena, Elena Gilbert.

Mi historia no tiene un final feliz, de hecho, solamente tiene un final. Y es horroso.

Había muerto, hace 3 años… había muerto.

Eso creía que me había sucedido todo el mundo que, había dejado de existir en esta tierra y había pasado al cielo. Pero la verdad es que jamás llegaría ahí. Había muerto, era cierto. Pero había vuelto a nacer. Era algo diferente, nada conocido por dos mundos. Vivía de sangre, pero era diferente a otros de esa clase, diferente a otros vampiros.

Veía como la vida de otros continuaba sin mi interferencia, podía ver todo lo que hacía la gente sin que ellos me vieran a mí. Era un fantasma, pero después de todo, eso era lo que quería. Los vigilaba, los estudiaba. Sin que nadie notara mi presencia y mucho menos él.

Las causas de mi muerte fueron y serán siempre desconocidas.

Pero yo sabía cuales eran, las conocía muy bien, o mejor dicho, la conocía muy bien.

Damon.

El cuervo, todo lo oscuro que se pueda imaginar lo representaba a él. Era temible y a la vez confiable, oscuro y cálido, era amable y frio.

No podías confiar en él.

Yo lo hice. Y así es como acabe muerta.

Damon Salvatore. Cabello negro, alto, ojos celestes… y pálido.

¿Qué si lo quise?

- Supongo.

Pero mi alma estaba llena de una sed de venganza, yo no sabía lo que era ahora, no sabía. Era una especie de fantasma que vagaba en el mundo bebiendo sangre.

Era un vampiro después de todo. Uno de su raza, uno como él, pero más poderoso, esa era la parte que no entendía y que más me frustraba.

Los vampiros normales, los nuevos… son débiles. Conmigo era todo lo contrario, era fuerte, rápida, inteligente… y hermosa, más de lo que fui en mi vida humana. Es por eso que no pertenecía a ningún mundo, por que no era igual a ninguna otra raza.

Estaba llena de odio, de venganza… pagarían…comenzando por él, Damon Salvatore.

Me habían brindado una vida que yo no conocía, una vida ajena a la mía, una vida de la cual no conocía nada, y peor aún. Yo era diferente a ellos. A todos, humanos y vampiros, no era igual a ninguno.

No sabía quién era.

Mystic Falls, el pueblo nunca cambiaría, tan remoto y propenso ataques… uno más no haría gran diferencias.

Y ahora yo sería la asesina.

- Elena… vámonos, es tiempo – sugirió mi acompañante

- Sí – asentí mientras me posicionaba a su lado.

Él me había salvado. Elijah…