Disclaimer: Ningún personaje me pertenece sino a sus respectivos dueños; y la idea original de la trama está inspirada en el libro: El Mártir de las Catacumbas, de un autor desconocido.
Vale. Esta historia está casi terminada, dado que estaba planeada para ser un oneshot; sin embargo, he decidido subirla en capítulos. Por motivos personales amo esta historia y quiero compartirla con ustedes; así que espero que le den una oportunidad y comenten al final de cada capítulo. Si gustan una respuesta personal, un PM estaría bien.
La historia está ubicada en Roma, época de coliseos y persecución hacia los cristianos; sin embargo, este fiction no intenta ser histórico, así que no se fijen en los detalles.
¡Disfruten la lectura!
I
Antigua Roma.
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Es de noche y la calle parece desierta. Es peligroso andar a deshoras pero vale la pena cada segundo de riesgo. Además la oscuridad como boca de lobo es una ventaja para llegar puntual a la reunión.
Con sigilo, toca tres veces la gruesa puerta de madera, y sale un hombre joven, alto y varonil a recibirla con una sonrisa. –Llegas a tiempo.
–No me lo perdería por nada –devuelve el gesto, como solo podría hacerlo cuando lo ve a él.
El joven asiente con satisfacción –vamos. –Determinado cierra la puerta tras de sí.
–¿Irán tu madre y hermanos? –pregunta. No puede creer que en esta noche ellos no vayan a ir.
Pero el joven niega con la cabeza. –Hoy no.
–Pero estará…
–Ya sé quién estará; sin embargo Posy enfermó y no me fio de Rory para cuidarla, así que dejo a Vicky. Mamá ha tenido que trabajar en la fiesta que darán en casa de los Undersee; ella realmente deseaba acompañarnos pero podría levantar sospechas su ausencia.
Katniss Everdeen asiente sin decir nada más y ambos echan a andar a priesa por el lodoso camino que lleva al campo santo. No importa lo locos que puedan parecer yendo a aquel lugar; mientras ningún soldado les agarre ellos estarán tranquilos.
Esta es la antigua Roma y ser atrapados podría significar su muerte; sea a merced de la filosa espada de los soldados romanos o en las fauces abiertas de un león en el Coliseo. Su fe lo vale y no temen a la muerte; pero tienen a sus familias, quienes los necesitan para sobrevivir en esta época tan difícil para todos.
Katniss no sería capaz de hacer algo que dañe a Prim; pero fue por medio de su pequeña hermana que la salvación de sus almas llegó a su hogar y es por ella que se ha arriesgado a asistir a la reunión de hoy, donde uno de los legendarios Apóstoles de Jesús compartirá la Santa Palabra de Dios esta noche.
En lo personal, nunca le ha gustado ir a las catacumbas, pero es donde las reuniones son más seguras y donde algunos cristianos, hermanos, viven refugiados al ser perseguidos en la superficie. No puede menospreciar el hogar de estos valientes guerreros de la Cruz; y además el hermoso ambiente donde se siente la Presencia de Dios, borra fácilmente la sensación a muerte que produce estar a varios metros bajo tierra.
Ya ahí, todo riesgo es superado, y la elocuencia del anciano orador; con sus expresiones tan vehementes y llenas de certeza, paz y gozo; llenan a Katniss en todo su ser; y el Espíritu Santo la llena de tan ferviente convicción que no puede sino sonreír ensoñada el resto de la reunión; y se sabe dispuesta a dar su vida por su Bendito Salvador Jesucristo. Intenta por todos los medios retener cada palabra salida de la boca del Apóstol Pedro; desesperada por llegar a casa y compartir tan bella imagen de su Amado Señor.
Al final de la reunión, intenta acercarse al gran hombre de Dios, solo para entregarle el pequeño queso de leche de cabra que Prim envió para este fiel siervo que con sus propios ojos vio al Salvador. Es el esfuerzo de una pequeña creyente dado con todo su amor; demostrando que a pesar de su enfermedad, ella tiene la Paz que sobrepasa todo entendimiento, y que aunque su querido papá falleció hace dos años en el gran incendio de Roma; ella abraza con más fervor la Fe en Dios.
Hay mucha gente en la catacumba, pero la chica logra dar el presente al Apóstol; quien con dulce gratitud recibe el humilde obsequio. Su mirada, llena de algo indescriptible pero maravilloso, hace que la joven sienta que atraviesa su alma y que cualquier atisbo de duda que pudiera haber albergado, desaparece llenándola de nueva convicción.
Ignorando la joven que alguien entre la multitud la mira con demasiado interés.
La gente en la Arena está emocionada. Los gladiadores han estado estupendos y ahora es turno de que los leones devoren a un grupo de muchachas que se han rehusado a negar su fe. No comprende como son tan tontas para no hacerlo; son mujeres jóvenes y tienen toda una vida por delante. Mira con asco a su alrededor observando como la multitud aclama por la sangre de estos cristianos que han puesto a Roma de cabeza; acusados de haber causado el gran incendio de hace dos años.
A pesar de venir de una familia noble, para Peeta Mellark ser soldado ha sido parte de su vida. Sin embargo ver ríos de sangre humana no es algo que le cause diversión. Regresa sus ojos a donde yacen pedazos de cuerpos jóvenes que no quisieron rechazar su culto. Definitivamente nunca comprenderá qué llena de fervor los rostros de estas víctimas antes de morir; y lo dice como alguien que ha visto la muerte de cerca en más de una ocasión.
–Dicen que hoy habrá una reunión de ellos…
El soldado voltea hacia quien le ha hablado. Este es un hombre mayor cuyos dientes se miran amarillos y se mira sucio aunque no andrajoso. La mayoría de la gente lo tira como un loco por lo que nadie se preocupa de él. Pero Peeta lo conoce; fue un gladiador hace algunos años, antes de que se retirara de la vida pública tras ahogar su fortuna en la vida alegre de las apuestas. –No me interesa, Haymitch.
–Dicen que vendrá un hombre famoso; algún iniciador de la secta.
–No me toca trabajar esta noche –responde Peeta encogiéndose de hombros. Planea ofrecer ofrenda a sus dioses y tomar un baño antes de dormir en su recámara por primera vez en dos meses de estar fuera.
Pero el viejo ex-gladiador sonríe misteriosamente –dicen que Pedro Apóstol hace milagros.
Peeta niega con la cabeza, pero ha mordido el anzuelo y sabe que terminará en esa reunión. Quien sabe, tal vez encuentre respuestas… o más dudas, nunca se sabe.
La mayoría de los cristianos se han ido; es tarde y deben volver a casa, pero es que la reunión ha estado tan bonita que ella no tiene ganas de irse; sin embargo es necesario emprender el camino. Al lado de su mejor amigo, atraviesan los túneles profundos que tantas nauseas le llegan a provocar; la salida se ve pronta y Gale se detiene completamente; haciéndola esperar también.
–Catnip –comienza usando su apodo con ternura –hay algo que he querido decirte pero no se ha dado la oportunidad.
Katniss asiente para dar a entender que lo escucha. Ya se imagina lo que ha de querer expresar Gale, y siendo sinceros, ella lo ha esperado por semanas. Prim se lo ha advertido, porque de otro modo ella nunca se lo hubiera imaginado; y la dicha expresada por boca de su hermana, la hará aceptar los sentimientos de Gale. No está segura si lo que ella siente es amor; porque es diferente lo que parece sentir por su mejor amigo, a lo que siente por su Salvador. Lo que sí sabe es que su unión hará muy feliz a Prim, y que Gale, además de ser un cristiano fiel, es un gran joven que es honrado y muy trabajador.
–Te amo y sé que quiero pasar el tiempo que el Creador me dé, junto a ti. –Continua Gale demasiado directo al grano.
Katniss siente como bombea la sangre en sus oídos. ¿Esperado? Sí, mas no obstante…
–Y como debe ser, quiero que Dios bendiga nuestra unión.
Suena más a un hecho que a una petición pero aun así, Katniss abre la boca para decir algo sin embargo no sale sonido alguno. Su respuesta es sí, pero entonces un hombre pide permiso en ese instante empujando sin querer a Gale y atraviesa en medio de ellos. Este cruza una penetrante mirada con la chica.
El intenso azul de sus ojos es como ninguno que haya visto jamás.
–Espera –Gale detiene al hombre por el hombro repentinamente; olvidando su confesión. –Yo te conozco.
Katniss alza las cejas. ¿Cómo es posible que Gale conozca a alguien que evidentemente es de cuna noble? Lo delata lo blancura de su piel, el perfil elegante, la cabellera rubia y rizada, y esos increíbles ojos azules.
–Lo dudo…
Pero Gale insiste, mirando fijamente al hombre rubio, que bien podría pasar por un… –eres un soldado romano. –Cae en cuenta Gale –¡Eres de los que se llevaron a Darius!
–¡Gale! –Exclama Katniss cuando este asesta un golpe en el rostro del, si es que lo es, soldado romano. El rubio pierde el equilibrio dando un traspié hacia atrás, pero fuerte como es, se repone con reacción a defenderse; y así comienza esta pelea a la entrada de las catacumbas.
–¡Déjalo! –interviene otro hombre casi al instante; Katniss lo ha visto en un par de reuniones. – ¡Déjalo, idiota! ¡Podría hacerte arrestar en este preciso momento!
–¡Si no lo mato antes! –ruge Gale fuera de sí; y es que Darius era un gran amigo, por ese lado Katniss comprende; pero por otro…
–Si así son los cristianos no quiero saber nada de ellos –escupe un poco de sangre el jadeante noble romano. Sus palabras calan en Gale, quien avergonzado lo suelta de inmediato.
Katniss finalmente se acerca mirando con reproche a su amigo; y observa que el soldado tiene un par de contusiones que tal vez Prim o su madre puedan atender. Una se mira bastante seria. Pero si es de verdad un soldado, arriesgaría demasiado con llevarlo a su casa. ¿Qué tal si toma venganza de lo que le hizo Gale?
–¿Estás bien, chico? –pregunta el viejo inclinándose.
El soldado se ha dejado caer al suelo, bastante estropeado. –No mejor que cuando salí de la reunión. –Limpia su fluido vital que brota sin parar de su labio.
–Es la primera vez que asiste y lo bien que lo pasó acaba de arruinarse –explica mirando con el ceño fruncido a Gale.
–¿Nuevo creyente?
–Con esto ya no estoy seguro de querer ser cristiano –resentido el hombre responde mirando fijamente a la única chica ahí presente.
Ya viéndolo más de cerca, se mira su rostro atractivo y su mandíbula bien afeitada. Katniss siente un revoloteo en su estómago y se siente obligada a decir algo –discúlpelo, Gale no siempre es así. Mi madre puede curarle esos golpes. –Atina a ver al mayor del grupo –llevémoslo a casa.
Pero Gale se opone aunque sintiendo ya un poco de culpa –podría ser una trampa.
Katniss lo sabe, pero debe actuar como esa historia que el Señor narró a sus discípulos; debe ser un buen samaritano… aunque pueda costarle la vida. Y si Pedro Apóstol se ha atrevido a venir a Roma para hablarles del Maestro, ella puede llevar a un nuevo creyente a su hogar.
