Con M de Maximoff
PruePhantomhive
(Disclaimer)
Los personajes y escenarios de éstas historias pertenecen a sus respectivos autores; son usados sin fin de lucro.
(Resumen)
Serie de viñetas —sin conexión entre ellas— sobre los miembros de la familia Maximoff y sus allegados.
Capítulo 1
Billy y Tommy: No hay nadie en casa
(Resumen)
Cuando Teddy llegó de su práctica de baloncesto esa tarde, encontró a Billy y Tommy acurrucados como gatos en el sofá de tres plazas de la sala, compartiendo una manta, sien contra sien.
Cuando Teddy llegó de su práctica de baloncesto esa tarde, encontró a Billy y Tommy acurrucados como gatos en el sofá de tres plazas de la sala, compartiendo una manta, sien contra sien.
La escena le pareció extraña, porque Tommy solía evitar cualquier clase de contacto físico con otros seres humanos como si creyera que tenían roña y se esforzaba todavía más cuando se trataba de Billy, por más hermanos gemelos que fueran.
Con el ceño fruncido, dejó su maleta de lona en el suelo y se quitó la chaqueta para colgarla de la percha junto a la puerta. Imaginó que algo había ocurrido, así que entró a la sala con pies de seda, intentando no despertar a los hermanos.
Desgraciadamente, Danny, el hermano menor de Billy, eligió ese preciso momento para bajar corriendo las escaleras, sin preocuparse por el estruendo, y lanzarse a los pies de Teddy, pescándole las rodillas con los delgados brazos.
—¡Teddy, volviste! —exclamó el pequeño de seis años, con tal emoción que Teddy pensó que el niño había creído que jamás iba a volver.
Lo levantó del suelo con facilidad y observó a los gemelos: ahora ambos tenían los ojos abiertos.
La mirada café de Billy estaba fija en su hermanito. Frio, cansado, molesto. A Teddy no le pareció una expresión normal e instintivamente alejó al niño del campo de visión de Billy, que entonces lo observó a él. En el momento en el que las miradas de ambos se cruzaron, Teddy distinguió el cansancio en esas pupilas que conocía a la perfección. Era algo demasiado profundo, parecido a la desgana que seguía a una catástrofe natural.
Teddy sintió el estómago revuelto, porque no estaba acostumbrado a ver a Billy de esa manera, no desde su depresión. Parpadeó y su mirada se fijó en Tommy.
Tommy…
—Hey, Ted, ¿puedes llevar a Danny a su habitación, por favor? ¿O a la de Andy? —Interrumpió Billy, desperezándose y apartándose de Tommy, que lo observó con reproche, como si resintiera su repentina falta de atención—. Toma una ducha mientras te caliento la cena, ¿okey? Mis padres salieron a atender un asunto sobre el consultorio de mamá, volverán en un rato —se levantó, caminó hacia Teddy y le dio un beso tembloroso en los labios.
Danny rió. Billy lo fulminó con la mirada.
Teddy, que no estaba entendiendo nada, se apresuró a obedecer a su novio. Cambió a Danny de brazo para inclinarse y recoger su mochila y subió a toda velocidad las escaleras hacia el segundo piso.
Por el rabillo del ojo, vio a Billy sentándose de nuevo al lado de Tommy, intentando rodearlo con los brazos y siendo alejado brutalmente con un golpe de la mano. Aunque el gesto le revolvió las tripas a Teddy por la previa cercanía que los gemelos habían compartido, no pudo evitar pensar que eso sí que era normal…
Tommy volvió a quedarse dormido en el sofá, ésta vez acostado por todo lo largo. Billy le acarició el cabello con cariño antes de cubrirlo con la manta que habían compartido antes, luego, se reunió con Teddy en la cocina, donde éste estaba dedicado a ingerir la generosa cantidad de estofado caliente de su plato.
Billy se dejó caer en la silla frente a él y se masajeó los párpados con los dedos. Teddy esperó que le dijera qué estaba pasando antes de tener que preguntar.
—Se trata de sus padres —comenzó el joven brujo, hablando con un hilo de voz, tal vez para que Tommy no los escuchara, tal vez porque estaba muy cansado como para modular el volumen de su voz—. Desde que lo sacamos de prisión, va de vez en cuando a rondar por el departamento en el que solía vivir con su madre, pero jamás le ha hablado. Ésta mañana fue y los vio. A su padre y a su madre. Están juntos de nuevo.
Teddy bajó su cuchara, depositándola con cuidado en el cuenco. Cerró los ojos y respiró profundo, con el aroma de la comida danzando en sus fosas nasales, pero ya no tenía hambre.
Hasta donde recordaba, los padres de Tommy estaban separados desde que él era muy pequeño, ¿o no? ¿No habían hecho sus vidas por separado?
—¿Cómo sabe que volvieron? ¿Y si sólo fue un encuentro casual? —propuso Teddy, ansioso. Todo sonaba espantoso.
Billy negó con la cabeza.
—Los vio besándose.
—¡Demonios!
Billy estiró una mano por encima de la mesa para tomar la de Teddy, después, se inclinó hacia adelante.
—Su madre está embarazada, Ted. Tommy tendrá un hermanito. Y no quiere saber nada de él.
Teddy se quedó en blanco un instante. No podía imaginar la sorpresa que Tommy se habría llevado al descubrir todo aquello. Por Dios, todas esas veces que su familia le había dado la espalda y ahora… era como si hubieran logrado parchar la gotera y olvidarse de ella o como si Tommy hubiera sido siempre la causa de sus problemas.
—Vino a casa hecho pedazos —continuó Billy—. No estaba llorando, sólo estaba furioso. Se movía de un lado a otro y creí que se había vuelto loco. Estuvo así alrededor de treinta minutos, yendo de su habitación a la nuestra sin decir una sola palabra. Al final, me lo contó todo y se encerró en su cuarto. Fue espantoso. Cuando comenzó a romper cosas, me teletransporté dentro y logré sacarlo de ahí. Les pedí a Andy y Danny que se quedaran en sus habitaciones. Y hablamos. Hablamos de muchas cosas. De Wanda, del equipo, de mis padres. De nuestros planes para el futuro —la voz de Billy se quebró un poco.
Teddy sujetó sus dedos temblorosos entre los suyos, intentando darle seguridad. Billy se cubrió el rostro con la mano que tenía libre.
—Suena tan injusto.
—Al menos aún tiene un hogar, Billy. Te tiene a ti. No está solo.
—Pero… —Billy hizo una mueca desesperada. Estaba a punto de echarse a llorar.
—¿Pero?
—Él no me quiere, ¿sabes? No es… el mismo tipo de cariño que hay entre Danny, Andy y yo. Es… extraño. Y estoy seguro de que con ese bebé que viene en camino, sentirá una cosa completamente diferente a la que siente conmigo.
Teddy casi sonrió.
—Es tu hermano gemelo.
—Espiritual. Ni siquiera sé cómo explicar eso.
—Cuando te deprimiste, no se marchó, Billy, se quedó con nosotros. Contigo. Para él hubiera sido tan fácil simplemente correr lejos, sin mirar atrás. Y sí, estaba enojado, se sentía prisionero de nuevo, pero te tenía a ti, aquí, se quedó por ti.
Billy sonrió.
—Ojalá le hubiera podido prestar atención a ese detalle en aquel entonces.
—Ahora lo haces. Y en el fondo, estoy seguro de que te quiere, al menos un poquito.
—¿Ah, enserio? ¿Qué tanto? —preguntó Billy, sarcástico.
—Una pisca.
—Diminuta.
—Exacto.
—¿Por qué?
—Eres irresistible, mi vida.
Billy se echó a reír, pero el semblante cansado aún poseía su rostro.
Minutos después, apagaron la luz de la cocina, Billy revisó a Tommy, aún sabiendo que no era necesario ser exagerado y subieron a su habitación tomados de la mano.
Tommy abrió los ojos cuando escuchó la puerta de la recámara de aquellos dos cerrándose. Dios, ¿cuánta mierda podía salir de la boca de su único y muy querido hermano menor?
