Los personajes no me perteneces, son propiedad de J.K. Rowling.

Las cosas que pasan a lo largo de este fic son parte de mi imaginación. Hay algunos personajes que aparecerán dentro de la historia los cuales tampoco me pertenecen pero si, les doy las gracias a Cklau que me dejó utilizar a uno de sus personajes inventados 'Artemis Lexington' la cual aparecerá en esta Historia. Ojalá les guste tanto como a mí, le he puesto todo mi esfuerzo para que les guste.

Capitulo 1. Pesadillas.

Todo estaba oscuro. Su mirada buscaba todo aquel signo de luz pero no lo encontraba, se sentía perdido, un poco solo. No encontraba la salida, estaba desesperado y a pesar de que fingía ser una de las personas más fuertes quiso gritar. ¿Qué hacía en ese lugar? Se preguntó, pero no tenía respuesta alguna, no había nadie tampoco a su lado que pudiese responder su incógnita y cuando por fin creyó haber descubierto todo despertó de aquel profundo sueño.

Despertó sudoroso, su corazón latía de forma muy rápida y creyó que este se escaparía por su boca. El rayo de sol que atravesó su ventana le quemó los ojos así que tuvo que cerrarlos de forma instantánea. Se encontraba en su habitación en Hogwarts y no había nadie más que él en la habitación.

-¡Mierda! – Exclamó. Se había quedado dormido. Sintió aquel sudor frío y el hecho de que se hubiese quedado dormido hizo que se olvidara completamente de aquel sueño extraño que había tenido. No era la primera vez que tenía aquel sueño, siempre despertaba en la misma parte y nunca había logrado encontrar la salida.

Se ducho de forma rápida mientras insultaba a sus compañeros de cuarto. "Son unos idiotas" pensó repetidas veces. Su cabello pelirrojo estaba desordenado pero así era como le gustaba. Se le notaban mucho las ojeras que tenía pero no le dio importancia alguna, lo que más le importaba era el castigo que le daría la Profesora McGonagall. Estaba acostumbrado a eso pero cada vez los castigos eran mucho peores aunque creyó que esta vez no era su culpa.

Al entrar al Aula de transformaciones todos le dedicaron diferentes miradas, los alumnos de Slytherin, con los que los leones compartían la clase lo miraron con profundo desprecio, su prima Lily que iba en su mismo año escolar y casa lo miró frunciendo el ceño en forma de regaño. Solía mirarlo siempre así cuando cometía errores, cuando decía cosas incoherentes o cuando hablaba con la boca llena.

-Señor Weasley, ¿cree que son estas las horas de llegar a la clase? –preguntó la profesora con tono severo. Aunque eso a Hugo no le sorprendía ya que ella siempre le hablaba así a todos los alumnos y en verdad, era la única quien lograba intimidarlo lo suficiente hasta hacerle sentir miedo. –hablaremos de su castigo al final de la clase, ahora siéntese.

Hugo pensó que era mejor no discutir con ella puesto que siempre salía perdiendo. Tomó asiento al lado de su prima Lily quien lo miraba con una ceja alzada preguntándose el porqué de su llegada tarde a clases. El pelirrojo quiso contarle el porqué pero creyó que no era el momento además, no quería pasar dos días limpiando inodoros con un cepillo de dientes si es que ese fuese su castigo.

Las horas de clases antes del desayuno pasaban demasiado lentas. Lily había sido la única en poder transformar su sapo en una tetera, Hugo en cambio solo logró que su tetera fuera de un verde oscuro y muy baboso algo que realmente daba demasiado asco.

-Soy pésimo para esto –dijo desanimado. El pelirrojo siempre había tenido que luchar bastante para llegar a ser tan inteligente como su hermana Rose, siempre había estado bajo su sombra pero no lo lograba, tenía más genes de su padre que de su madre y eso se notaba en su cabello pelirrojo y en la forma en que sus orejas se ponían coloradas las veces en que se enfadaba o se avergonzaba.

-No es tan difícil, Hugo –dijo su prima intentando animarlo. Lily era la persona con la que Hugo mejor se llevaba, habían crecido juntos y ambos se confiaban diferentes secretos. Fue Lily la primera en saber que Hugo estaba enamorado pero no porque él se lo dijera, se conocían tan bien como la palma de sus manos. –tienes unas ojeras terribles ¿la misma pesadilla otra vez? –preguntó la pelirroja. Al parecer sus grandes ojeras no pasaban desapercibidas para nadie. Todos sus primos sabían de las pesadillas constantes que Hugo sufría aunque ninguno había sabido como poder ayudarle.

-Sí, es horrible no poder encontrar la salida. Siempre despierto cuando estoy a punto de abrir la puerta que me lleva hacia otro lado, es bastante frustrante –se encogió de hombros intentando volver la tetera que esta vez escupía baba a la normalidad pero fue Lily quien lo ayudó con eso.

El timbre que daba a la hora del desayuno sonó y todos salieron de la sala rápidamente, una que otra serpiente se burlaba de Hugo por el rostro que llevaba esa mañana y antes de que el pelirrojo respondiera Lily no se lo permitía a pesar de que ella quisiera estamparles la cara contra una pared. "No vale la pena" era lo que solía decirle siempre, era mejor ahorrarse pleitos además, aún debía escuchar el castigo que McGonagall tenía para él.

Se encontró con sus primos en el gran comedor. Estaba algo enfadado ¿Cómo se le ocurría a la profesora McGonagall que debía limpiar todos los trofeos del colegio sin magia? Ella sí que debía estar completamente loca. En la alargada mesa de los Gryffindor solo estaba Lucy, quien comía animadamente su plato con cereales; Lily que disfrutaba de tostadas y Louis el cual se servía unos huevos con algo de jugo de calabaza. Su hermana y sus otros primos no se encontraban en el gran comedor algo que le pareció algo extraño.

-Te ves horrible –fue lo único que pudo decir Lucy al verle sentarse frente a ella. El chico frunció un poco el ceño pero no quiso decir nada, su día había comenzado de la peor manera y acabaría igual.

-Me ha llegado una carta de James –dijo Lily entregándole la carta de su hermano. –al parecer Fred encontró novia y ahora se la pasa más tiempo con ella que con él ¿pueden creer a Fred con novia? –todos negaron con la cabeza. Fred en los años que había estado en Hogwarts jamás le había echado un ojo a alguna chica pero ahora era diferente. Fred y James habían salido de Hogwarts el año pasado y se les extrañaba en el castillo debido a los desordenes que causaban en el castillo.

-Ya era tiempo que encontrara a alguien –dijo Louis después de tragar un gran pedazo de pan con huevo. -¿dice quién es? –Lily negó con la cabeza y se encogió de hombros. Ya tendrían todos tiempo de escribirle a Fred para conocer sobre sus relaciones amorosas con esa chica. La pelirroja se dio cuenta de lo silencioso que estaba su primo esa mañana algo que le pareció bastante extraño. Tampoco había probado bocado.

-Hugo deberías comer un poco –le dijo. –necesitaras mucha energía para hoy, a Albus no le gustará que su guardián no tenga fuerzas para el entrenamiento de hoy, sabes cómo se pone –A Hugo se le había olvidado por completo el castigo. La pesadilla de siempre más el castigo de la profesora ocupaban gran parte de su mente además de la pequeña discusión que tuvo con su novia en día anterior.

-¿Qué te tiene tan preocupado? –preguntó Lucy mientras le hacía un sándwich con queso a su primo y se lo dejaba en el plato.

-He tenido una pesadilla, la misma de todos los días además McGonagall me ha castigado por llegar tarde a su clase. Quiere que limpie todos los trofeos del castigo ¡sin Magia! –exclamó indignado. Tal vez lo peor no sería limpiarlos sino, tener a Filch vigilándolo, hablando de los antiguos castigos y como le gustaría tenerlo colgado de los pulgares en los calabozos.

-Además agrégale que te peleaste con Artemis el día de ayer –agregó Louis y Hugo quiso asesinarlo con la mirada. Ni Lucy, ni Lily sabían de aquella discusión y lo miraron de forma curiosa, intentando sonsacarle todo lo ocurrido pero esta vez él no quería hablar de eso.

- ¿Por qué han peleado? –preguntó Lily pero Hugo no quiso decírselo. Agarró el sándwich que Lucy le había hecho, le dio las gracias y salió del comedor sin hablar del tema en cuestión.

1.1

Scorpius Malfoy caminaba por los pasillos del castillo, con aquel aire de superioridad que se le daba por el simple hecho de ser una serpiente. La gran mayoría de las chicas lo encontraban atractivo, era muy popular debido a su inteligencia y porque era el único que podía darle pelea a Rose Weasley. La otra parte del castillo lo encontraba arrogante, antipático, frío y narcisista que solo se preocupaba por su bienestar aunque tenían razón. A Scorpius no le importaba lo que podrían estar diciendo por ahí de él, le gustaba que hablasen, le gustaba la atención que todos podrían tener en él.

Recibió miradas de todos, de las chicas que al verlo se sonrojaban y de los chicos, la gran mayoría con odio y solo las serpientes lo miraban con respeto. En su casa él era una especie de líder aunque no quisiese serlo pero de todas formas lo era. Tenía buenas calificaciones, era guapo, tenía los ojos de un color gris-verdoso y su cuerpo era atlético. Era capitán del equipo de Quidditch de su casa algo que lo hacía aún más popular y admirado por las chicas de su casa y por las demás, por todas menos por Rose Weasley.

Rose Weasley era gran parte lo contrario del Slytherin. Su cabello era largo y lacio igual de pelirrojo como el de su padre el cual suele llevarlo de varias maneras tanto suelto como con un listón amarillo. Sus ojos son claros, otro rasgo heredado de él pero logró, para su buena suerte, heredar la inteligencia de su madre la cual puso en práctica desde su primer año en el castillo. Rose nunca se consideró una chica popular aunque no faltaban chicos que la invitasen a Hogsmeade los fines de semana pero ella siempre decía que no. Le gustaba pasar tiempo con sus primos tanto en la sala común como en el pueblo y otras pasaba horas sentada en una de las mesas de la biblioteca haciendo deberes o leyendo un buen libro.

-Weasley, acepta salir conmigo una vez, vamos –le dijo Anthony Miller, un chico de la casa de Hufflepuff de séptimo curso. No era la primera vez que le pedía salir pero siempre se llevaba la misma respuesta, una y otra vez de parte de la pelirroja.

-Miller, tengo mucho trabajo. Pídeselo a alguien más ¿quieres? –le respondió la muchacha mientras volvía sus ojos al libro que leía. Aquella respuesta sirvió para alejarlo al menos por dos días más. Rose rechazaba solicitudes de chicos todos los días y eso la tenía un poco harta, hasta ahora no había encontrado a nadie que le interesara y si alguien llegaba a hacerlo era su hermano Hugo quien solía alejarlos de ella.

El rubio desordenó un poco su cabello mientras tenía acorralada a una Ravenclaw de sexto curso en uno de los pasillos desiertos del castillo en el tercer piso. A la serpiente le gustaba ver la debilidad de las chicas cuando estaban frente de él, le divertía y le hacía demasiada gracia. Aún no la besaba, tampoco tenía pensado hacerlo, solo quería divertirse. La Ravenclaw no lograba articular palabra, creía que tenía al ser más perfecto frente a ella y lo único que quería era que Scorpius la besara y así contarle a sus amigas y que el rumor se expandiera en el castillo. Todo Hogwarts sabía de las aventuras de Scorpius con diferentes chicas del castillo, jamás había tenido una relación seria, jamás se había enamorado de ninguna. Le gustaban, si, pero no lo suficiente para estar con una suficiente tiempo era por aquella razón que la gran mayoría lo encontraba un canalla.

Rose Weasley pasaba por ahí, quería llegar a su sala común y tomar los libros que le hacían falta para ir a la siguiente clase y fue cuando se encontró con aquella escena. No le dio importancia alguna, Scorpius ni si quiera le caía bien y lo veía solo como su rival, era el único que podía darle pelea en las calificaciones y eso era lo único que le importaba.

-Vete –le dijo el rubio a la chica de Ravenclaw la cual salió corriendo de allí. Rose intentó no prestar atención a lo que estaba ocurriendo. Llevaba un gran libro entre sus manos, lo había pedido en la biblioteca porque necesitaba algo ligero para leer y creyó que ese era el indicado. –¿te gusta espiar, Weasley?

-Tú eres a la última persona en el mundo que quisiera espiar, Malfoy –le contestó la pelirroja sin mirarle y siguió su camino por el pasillo. La serpiente seguía los pasos de la leona, le gustaba fastidiar, hacer que se enfadara, le divertía discutir con ella y a veces hacerla sonrojar de la rabia. -¿puedes dejar de seguirme? –le pidió frunciendo el ceño, Scorpius si que la ponía de los nervios.

-¿seguirte a ti? Ni que fueras la última chica en este castillo, Weasley –respondió con una sonrisa pícara en los labios. Rose era la única que no caía en sus encantos, ambos se odiaban a muerte al igual como sus padres lo hicieron muchos años atrás, eso no había cambiado en nada. –deberías admitir que estás enamorada de mi, por eso me espías –Esas palabras sirvieron para que Rose se parara en seco y lo mirara de forma dura.

-¿gustarme tú? No me hagas reír Malfoy, preferiría enamorarme de un inodoro –esas fueron las últimas palabras que Rose le dijo antes de caminar mucho más rápido y alejarse lo más posible de él pero no serviría de mucho, tendría que verlo en las mayorías de las clases en las que Gryffindor compartía con Slytherin. ¿Cómo se atrevía? Malfoy sería la última persona en la que Rose Weasley Granger se enamoraría en su vida. La última.

1.2

Ravenclaw, la casa de los inteligentes albergaba a muchos estudiantes que llenan su cabeza de conocimientos todos los días. A la gran mayoría le gustaba prestar atención en clases, otros ponían sus conocimientos en práctica en cada situación que les otorgaba la vida.

Lorcan Scamander se encontraba frente a la chimenea, su cabello era de un rubio platinado, sus ojos de color celeste y era uno de los alumnos más inteligentes de esa casa, por otro lado estaba Lysander Scamander, su hermano gemelo el cual tenía los mismos rasgos a pesar de que este fuese un poco más desordenado que su hermano. Eran populares en esa casa debido a su apellido y por ser amigos de los Potter y los Weasley.

Al otro lado de la sala estará Artemis Lexington, una de las chicas más hermosas del colegio y de ls casa de Ravenclaw, iba en sexto curso al igual que los hermanos Scamander. Su cabello era rubio de nacimiento y sus ojos celeste claro, parecían verdaderamente hipnotizantes para cualquiera que la mirase. Muchos la consideraban una Diosa virgen porque nunca se le veía acompañada de un chico a menos que fuesen sus amigos y a pesar de ser hermosa, nadie se pavoneaba por ahí diciendo que habían salido alguna vez. Su relación más cercana era con Hugo con quien desde hace un par de días estaba saliendo. Hugo era menor por un año pero eso tanto a ella como a él no le importaba.

Lorcan era el mejor amigo de Hugo y sabía exactamente lo que pasaba entre Artemis y el pelirrojo. Fue por esa razón que quiso saber el por qué de aquella discusión que había hecho que su mejor amigo no quisiese comer. De algo estaba seguro, cuando Hugo no comía era porque algo realmente duro le estaba ocurriendo. Su hermano Sander no paraba de hablarle sobre Dominique Weasley algo que lo tenía harto. Estaba bien que a su hermano le hubiese picado el bicho del amor y eso que aún no lograba tener nada serio con Dominique que tenía parte de veela como su madre.

-¿Quieres callarte?-le dijo Lorcan a su hermano frunciendo el ceño. A Lorcan aún no le interesaba ninguna chica del castillo, la gran mayoría del tiempo pasaba pendiente en sus estudios o en hacer bromas divertidas con su hermano pero desde que a Sander, como solían llamarlo todos, se había enamorado de la chica Weasley había dejado de lado las bromas para intentar conquistarla.

-¿Qué te preocupa? –le preguntó su hermano frunciendo el ceño, siguió su mirada y notó que esta se posaba en la Diosa Virgen de Ravenclaw algo que hizo que alzara una ceja, exigiendo explicaciones.

-Lily quiere que averigüe por qué Hugo anda tan raro esta mañana y eso solo puede tener una explicación –Su hermano pareció entender el mensaje de inmediato y no quiso seguir preguntando. Prefirió seguir pensando en el cabello pelirrojo de la chica que lo traía loco, las facciones de su rostro y los ojos. Dominique Weasley solía insultarlo muchas veces, le decía idiota y todo lo que se asemejara a eso pero era lo que más le gustaba.

Artemis Lexington se encontraba leyendo un comics sobre superhéroes muggles, eran sus favoritos y la entretenían en sus tiempos libres. No notó la presencia del rubio Scamander quien posaba sus ojos en ella intentando descubrir todo lo ocurrido sin tener que preguntárselo. Algo la hizo sentir incómoda y fue ahí cuando sus ojos se posaron en los de él, frunció el ceño, no le gustaba la forma en que la estaban mirando.

-¿necesitas algo? –preguntó desconfiada.

-¿Qué ha pasado entre tú y Hugo? –fue al grano. Lorcan no tenía pelos en la lengua para decir las cosas. Al igual que su hermano, decían siempre lo que pensaban sin importarle lo que los demás podrían decir de ellos. Terminaban queriéndolos de todas formas hiciesen lo que hiciesen.

-Creo que no es de tu incumbencia, discutimos y ya ¿puedo seguir leyendo? –Artemis no solía ser grosera pero tampoco le gustaba hablar de sus problemas con los demás que no fuesen sus mejores amigos que iban en la casa de Hufflepuff. Tampoco quería hablar sobre aquella discusión, hacía que se pusiera de mal humor y a la vez triste y ella siempre se caracterizaba por ser una chica alegre, que hacía morisquetas para que los demás se divirtieran y se rieran con ella.

1.3

-¡Que rayos te está pasando Hugo, recuerda que debes atrapar las Quaffles, no dejar que entren por los aros! – le gritó Albus, el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor. Albus era lo más parecido a su padre, su cabello azabache estaba desordenado por culpa de la brisa al volar en su escoba, sus ojos verdes estaban posados en Hugo el cual estaba jugando peor que nunca y eso no solía pasar, no a él. – En una semana jugamos contra Slytherin, no quiero que juegues así el día del partido –le regañó. Albus solía ser una persona tranquila pero cuando se trataba de Quidditch podía escupir fuego, parecía ser tan feroz como un dragón.

-Lo siento, Al –se disculpó Hugo por quinta vez desde que habían empezado a practicar. Lily ya le había metido 10 puntos y él solo había atrapado tres, no sabía si era porque estaba distraído o porque su prima era bastante buena. Albus ya había atrapado 5 veces y bastante rápido la Snitch dorada.

- Albus, no le grites así a Hugo –le regañó su hermana pequeña la cual podía ser una verdadera amenaza cuando se enfadaba. –no es su culpa, Hugo ha tenido lo misma pesadilla, deberías ser un poco más amable o juro que te tiraré de esa escoba –La pelirroja lo fulminó con la mirada y Albus solo puso los ojos en blanco.

En las graderías estaban algunos de sus primos viendo el entrenamiento. Lucy, Molly, Dominique y Roxanne hablaban animadamente mientras que Rose a la cual la habían convencido de ir estaba leyendo un libro. Le gustaba el quidditch pero solo cuando en verdad estaban jugando. Los Scamander también estaban ahí, Sander no quitaba los ojos de encima de la pelirroja de Dominique, Lorcan por el contrario le gritaba una y otra vez a Hugo que se fijara en la Quaffle y dejara a un lado esos estúpidos pensamientos. Hugo dirigió su mirada a sus primos aunque sintió un poco de decepción al ver que Artemis no estaba ahí ¿aún estaba enfadada? Se preguntó fue en ese momento en que la Quaffle le dio de lleno en la cara y todo se volvió negro.

La oscuridad lo asustaba, no lograba ver nada, sus ojos estaban cegados ¿por qué estaba en ese lugar? ¿Qué era ese lugar? Las luces estaban extintas, no había salida. ¿Qué rayos hago aquí? Pensó una y otra vez. Su cabeza dolía, como su algo realmente grande lo hubiese golpeado pero no veía nada. Intentaba caminar entre la oscuridad pero siempre chocaba con algo, quería encontrar la luz ¿y si estaba muerto? No, eso no podía ser porque siempre uno encontraba la luz. "Una pierta, siempre hay una puerta" se dijo pero ¿Cómo rayos iba a encontrarla? El suelo tembló y la tierra se abrió haciéndolo caer de forma profunda en un gran agujero oscuro.

-¿crees que esté bien? –se escuchó a lo lejos. –no creí que le hubiese dado tan fuerte.

-tú nunca controlas tu fuerza, Lily –esas voces las reconocía muy bien. Abrió los ojos lentamente encontrando muchas caras que lo miraban con gran preocupación. Estaba cómodo, no parecía ser el suelo frío del campo de quidditch y entonces notó lo blanco que estaba todo. Era la enfermería.

-me duele la cabeza, por Merlín ¿Qué ha ocurrido? –preguntó Hugo un poco desorientado por culpa del fuerte golpe que había recibido en la cabeza.

-Lily te ha dado en la cabeza con una Quaffle –le dijo su prima Molly quien parecía, al igual que todos, estar muy preocupada de él. –te hemos traído a la enfermería porque no pudimos despertarte.

-lo lamento, Hugo. Sabes que no logro controlar mi fuerza –se disculpó la pelirroja la cual estaba sentada a los pies de su cama. –además, estabas muy distraído ¿en qué rayos estabas pensando? –frunció el ceño. Se sentía culpable por haber golpeado a su primo aunque sabía que él también tenía la culpa por estar distraído y no hacer bien su trabajo de parar las Quaffles.

-Tranquila, Lily. Madame Pomfrey dijo que no debíamos alterarlo más –La regañó Molly pero con tono dulce, como siempre solía hablarle a los demás. - cree que estás bajo un estado de estrés.

-¿Qué estrés va a tener Hugo? Admitámoslo, tampoco es que haga muchas cosas –dijo Lucy divertida pero Hugo frunció un poco el ceño. ¿Cómo podían saber cómo se sentía? Ellos no sufrían de la misma pesadilla casi todos los días. – no te enojes, Hugo. Te hemos traído ranas de chocolate para que estés mejor –sonrió con dulzura la más pequeña de los Weasley y arregló su cabello rubio para así parecer más inocente.

-McGonagall te ha cambiado el castigo para mañana, ¿Cuándo será el día en que te dejes de meter en problemas? –esta vez lo regañó su hermana pero aunque esta la miraba frunciendo el ceño se notaba lo bastante preocupada que estaba por su hermano. Siempre habían sido así las cosas entre los dos, mientras más regañaba a su hermano por las travesuras el más intentaba alejar a los chicos en los cuales su hermana se interesaba.

-Deberíamos dejarlo descansar –dijo Dominique. –Madame Pomfrey cree que es mejor que te quedes aquí esta noche.

-Si eso, háganle caso a Dominique –dijo Sander Scamander pero la pelirroja mitad veela lo fulminó con la mirada, estaba algo irritada porque el rubio la había seguido casi todo el día y no la dejaba en paz, Roxanne por el contrario se reía de aquellas miradas entre ambos, eso le causaba bastante gracia.

-Le hemos hablado a Madame Pomfrey de tus pesadillas, cree que tomando un poco de la poción 'dormir sin soñar' te ayudará para hoy, aunque te advierto, es bastante asquerosa –Le dijo Lorcan haciendo una mueca de verdadero asco.

Tuvieron que salir todos al momento en que la enfermera entró para ver como se encontraba el pelirrojo y aunque este rogó para que lo sacaran de allí no hubo caso. Estuvo obligado a beber de la poción y poco a poco sus parpados pesaban más de la cuenta. Lo último que logró ver, con poca claridad, fue la silueta de una chica que lo miraba desde la puerta, luego de eso se quedó profundamente dormido y las pesadillas no volvieron, al menos, por ahora.