Unos ojos azul intenso, acerados y curtidos por la edad mantenían un exhaustivo escrutinio de la frondosa selva tropical en la que estaba. Los fuertes y hábiles brazos tensaron un arco artesanal. La madera crujió molesta cuando se supero su propio limite pero el dueño de aquellos ojos no cedió, su objetivo estaba lejos necesitaba la máxima tensión.
Durante unos instantes siguió con la mirada a su presa completamente desprotegida en un claro a cien metros de donde estaba el joven. Buscaba el momento preciso, el momento en que estuviera más expuesta y llego cuando el animal alzo el cuello para observar a su alrededor, detectaba que no estaba solo aunque ya era demasiado tarde para huir, la flecha zumbo en el aire y dio en el blanco, el frágil cuello de aquella criatura sin nombre.
La victoria no fue completamente grata, el arco se partió por la mitad al soltar la flecha, al chico no le sorprendió llevaba usando aquel arco desde que había llegado allí. Desenrollo la preciada seda de araña con la que fabrico el hilo y lanzo los trozos de madera a la espesa jungla.
Guardo en una bolsa trasera la cuerda al tiempo que avanzaba sigilosamente como un felino por la espesura, los años de práctica le habían convertido en un ser casi indetectable cuando se lo proponía.
Dado el paso que llevaba tardo quince minutos en llegar al claro. El animal abatido era único, solo habitaba en aquella isla. Un animal de aspecto rocambolesco, de patas musculosas recubiertas de escamas negras, que soportaban un rechoncho cuerpo peludo, era muy parecido a una gallina o un avestruz si no fuera por el pelo y la cabeza que escondía una hilera de dientes aserrados.
Y a pesar de eso el animal era inofensivo, era herbívoro y a su lado un gato era un tigre hambriento. El chico lo descubrió unos meses después de su llegada, al principio por petición de la otra persona de la isla decidieron intentar domesticarlo siendo un completo fracaso, era demasiado inteligente para mantenerla encerrada y huía con una facilidad pasmosa.
Al final cazarlo se convirtió en la única opción, con cuidado para evitar su extinción los primeros años pero se dieron cuenta de la alta tasa de reproducción del animal, algo cambio en su entorno y prácticamente estaban al límite de la sobrepoblación, eso les dio a los chicos vía libre para cazarlos convirtiéndose desde ese día en el superdepredador de la isla ocupando el lugar dejado por el anterior que dedujeron era una araña gigante.
Se agacho para rescatar la flecha, últimamente la obsidiana escaseaba en la isla desde que el volcán decidió dormirse del todo. Saco la punta con cuidado solo para ver como se había astillado en el interior, debía haber chocado con la columna y ahora solo quedaba un cordel y un fragmento minúsculo del mineral negro.
Desecho la flecha y se puso a cargar con la comida de la semana. De repente noto un tirón en la espalda y en un segundo el animal muerto salió disparado hacia atrás. El chico cayó de espaldas. Se puso en pie de un salto y fue detrás de su presa.
Tenía el bajo presentimiento de saber que había ocurrido, y se confirmo cuando vio el ave gigante siendo arrastrada por tres serpientes. No se lo pensó dos veces antes de desenvainar un cuchillo negro y lanzarse contra aquellos carroñeros sin darse cuenta de otra serpiente escondida a medio camino y que salto cual trampa para osos enganchando sus poderosas fauces en el hombro del joven que no tuvo otra opción que perder la presa del día y librase de su atacante con una fuerte cuchillada. La serpiente se soltó de inmediato y huyo junto a sus compañeras.
James limpio el puñal y lo guardo. Se examinaba la herida aunque no la podía apreciar bien debido a la posición. El veneno no era problemas aquellas serpientes eran constrictoras no les hacía falta el veneno para cazar pero aun así la herida era bastante grande aunque de carácter leve.
Resignado decidió volver a casa. Fue por el camino más largo quería buscar algo de obsidiana para tallar nuevas flechas y un nuevo arco, además de que las plantas medicinales estaban cerca del volcán.
Unas horas más tarde salía de la selva con un puñado de rocas negras, un nuevo arco y el brazo cubierto de hojas de distintos colores. Se detuvo un momento para admirar la construcción que se elevaba en el aire. Lo que había comenzado como dos chozas separadas se había convertido en una hermosa mansión que se suspendida cinco metros en el aire usando las palmera de su alrededor como puntales.
Habían tardado pero juntos habían convertido aquella remota isla en un maravilloso hogar en el que no tenían la necesidad de ocultar sus sentimientos, en los que el orgullo ya no se interponía, en el que qué dirán se había tornado una pregunta estúpida. Un lugar donde podían ser ellos mismos y demostrarse mutuamente lo que sentían sin vergüenza, medias verdades o arrepentimientos.
Fue la opción correcta, aceptar la proposición de Cindy fue lo mejor que pudo haber hecho. Era cierto que aun discutían pero no era habitual. La mayor tecnología de la isla era un reloj de pulsera que les suministraba fuego y hielo, por lo que los inventos de James no salían mal como tan a menudo le sucedió en la infancia.
Cindy y él hacían un gran equipo, sin ayuda de nada ni nadie había transformado una playa mustia en una parcela con un corral para pequeños animales, un huerto de verduras y hasta un jardín increíblemente bello gracias a la exótica y variada flora del lugar.
Y luego había que contemplar la obra de ingeniería que era la mansión, contaba con agua corriente, calentador de agua, ventilador e incluso una nevera que funcionaba a base de hielo proveniente del reloj de Jimmy.
Todo en su vida era perfecto, Jimmy Neutron no podía pedir más. Llevaba viviendo diez años en aquel paraíso compartido con la mujer que amaba. Recordó su primer beso en esa isla y pese a su color bronceado se aprecio minúsculas trazas de rubor en las mejillas.
Se sacudió la cabeza para alejar las ensoñaciones y puso sus pies en la arena fina y cálida de la playa, dio un rodeo solo para ver el único árbol que se mantenía en pie en un radio de veinticinco metros. Un árbol sin nada especial salvo lo que había tallado en su superficie, no pudo evitar perfilar el mensaje con sus dedos con una sonrisa de felicidad en el rostro. No se cansaba de mirarlo, la primera muestra de autentico amor por parte de Cindy. Sus iniciales envueltas en un corazón con las palabras para siempre grabadas al pie. Abandono aquel tronco tra unos minutos de auto contemplación y entro a la casa para limpiarse la herida y cauterizarla.
A unos cientos de metros de allí, una figura femenina se sumergía por decima vez aquel día en busca de erizos de mar. Tras una buena pesca que dio como resultado cinco ejemplares de peces de un gran volumen ahora buscaba algo que no tuviera que cazar con arpón. Los erizos no le apasionaban pero cuando Jimmy los preparaba eran un plato exquisito.
Paso por debajo de un arrecife internándose en una cueva, Jimmy ya le había advertido que no hiciera eso pero algunas cosas nunca cambian y en ese caso lo era su testarudez. No llevaba botellas de oxigeno, estaba buceando a pulmón libre y aun así se internaba en una cueva sumergida.
Lo hacía a menudo hasta que Jimmy en un acceso de ira se marcho en medio de la discusión con su reloj localizo todas las cuevas y las bloqueo. Todas menos aquella, aquellas caverna ocultaba grandes tesoros culinarios como para desaprovecharlos pero tenía que hacerlo cada mucho tiempo, de alguna manera Jimmy siempre sabia cuando le mentía.
En esta ocasión tuvo que abandonar su búsqueda antes de encontrar nada, se quedaba sin aire y la última vez que se desmayo al llegar a la playa no solo estuvo con dolor de cabeza un mes sino que Jimmy estuvo ese tiempo sin hablarle. Se notaba que había sufrido al verla inconsciente en la arena. Al despertarse vio como el chico lloraba al pie de la cama y se prometió no volver a aguantar tanto bajo la superficie del agua.
Pero parecía que sus ansias de superarse superaban la imagen mental de un Jimmy abatido y seguía forzándose cada vez más aunque siempre salía a tiempo.
La chica aun llevaba su cola de caballo aunque lo que otrora era una comodidad estética ahora se había convertido en una necesidad. Su larga melena solía bloquearle la visión, por lo que la coleta se hacía indispensable al igual que su vestimenta. Confeccionada con piel de serpiente en su mayor parte salvo la ropa interior que era de seda de araña, la convertían en totalmente impermeable, al igual que las aletas que le regalo Jimmy por su cumpleaños número trece fabricado con piel de serpiente y lo que quedaba del caparazón de la tarántula gigante.
Salió del agua de forma cansina, Neutron podía decir lo que quisiera de sus cacerías, bucear y lanzar arpones a peces diez veces más rápidos que ella era agotador. Recogió la pesca del día volvió a su casa de forma perezosa y al igual que había hecho Jimmy ella también dio un rodeo para ver lo que años atrás había grabado en la palmera.
Los últimos metros ya arrastraba los pies, ya tenía claro lo que iba a hacer, encendería el calentador, se daría una ducha y después una siesta hasta que llegase Jimmy de la cacería. Subió al ascensor y con un tirón a la palanca termino en la entrada de la casa. Fue a la cocina, guardo el pescado en la nevera y encendió el calentador de agua usando el reloj de Jimmy.
Se quito el bañador y lo dejo a remojo, fue en ropa interior hasta su dormitorio para coger la ropa y haciendo tiempo hasta que el agua estuviera caliente. Cuando abrió la puerta su rostro se puso rojo al instante, llevaban años compartiéndolo y aun se sonrojaba cuando estaban en esas situaciones. Jimmy miraba con la boca abierta a una Cindy avergonzada. De un salto se encerró en el cuarto de baño se tapo con una toalla y salió de nuevo.
- Me dijiste que llegarías al anochecer.- le recrimino Cindy sin darse cuenta que Jimmy se había puesto una camiseta ocultando la herida que hasta hacia un momento estaba limpiando.
- Si... es cierto… pero me quitaron el avestruz y tuve que volver.- respondió el joven esquivando a Cindy e intentando entrar en el baño.
- Te pasa algo Jimmy- pregunto la joven mirándolo con el ceño fruncido y examinando la habitación hasta que vio las gasas ensangrentadas a medio esconder bajo la cama.- ¿De quién es esa sangre Jimmy?- al no obtener respuesta su agotamiento paso a segundo lugar y la ira la invadió como siempre sucedía cuando discutían.- ¿Neutron?
- Vale, vale no te enoje.- se apresuro a decir Jimmy quitándose la camiseta y mostrando un corte ovalado en el brazo derecho.- Me ataco una serpiente, no quería preocuparte. Lo siento.- se disculpo acercándose a la chica mirándola fijamente a los ojos, conociendo su única debilidad, la manera de aplacarla aunque era un cuchillo de doble filo ella podía hacer lo mismo con él.
- Y pretendías no preocuparme haciendo un baño de sangre en nuestro dormitorio- dijo fríamente cogiéndole de la mano y llevándolo hasta la cama.- Serás un genio pero no sabes primeros auxilios.- saco el pequeño maletín de debajo de la cama y se puso a terminar de limpiar la herida y vendarla.-Soy un gran cazador, nada puede verme- imito Cindy con sarcasmo- Ves lo que pasa cuando no vas con cuidado, piensa antes de actuar.
- Y me lo dice la que cada vez que se mete en el agua acaba haciendo espeleología.- le recrimino él. Ella se sonrojo ligeramente algo que no paso desapercibido.- Has vuelto a hacerlo.- no estaba preguntando.
- No estamos hablando de mi Neutron.- intento reconducir la discusión CIndy.
- ¿No te vasto con verme aquella vez tan mal? ¿Quieres que un día te encuentre tirada en la playa y esa vez no sea un desmayo? ¿Quieres que me de un infarto?- la alejo ligeramente y se levanto, ella le imito pero ya no era como cuando tenían once años ahora Jimmy le sacaba una cabeza prácticamente lo que la ponía en un estado de debilidad perpetua a sus ojos. Tenía intención de irse, su orgullo le estaba tirando contra su voluntad pero de algo tendría que servir la madurez que habían obtenido juntos en esos años. En vez de hacer lo que habría hecho en Retroville se acerco aun más a Cindy, la chica tenía la mirada gacha. Su mano subió por la cintura de ella hasta su cuello, con el contacto ella se estremeció pero siguió sin mirarle, sus dedos se enroscaron en el mentón de ella y tiro hacia arriba haciendo que las esmeraldas se hundieran en un mar tranquilo y profundo.
Cerraron los ojos y se acercaron aun más, a cada segundo sus labios estaban más cerca, sus respiraciones se agitaron, se volvía rápida, superficial, Cindy notaba arder su piel por donde había pasado Jimmy. El chico no podía resistirse y acerco su cuerpo al de ella notando el revoloteo en el estomago que no había disminuido como habría sido normal sino que se incrementaba con el tiempo.
Por fin sus labios se encontraron juntándose, necesitándose el uno al otro, luchando por el liderazgo del beso, se alargo, ninguno de los dos se quería separar y al final en un arrebato Cindy mordió el labio inferior de Jimmy con lujuria pero no cálculo bien y el chico se separo rápidamente lamiéndose el dolorido labio.
- Lo siento- se disculpo Cindy arrepentida.
- Yo también.- dijo Jimmy sonriéndole.- Por lo de antes.- agrego al ver la cara de desconcierto de Cindy.
Siempre terminaban así, unos días cedía Cindy y otro día Jimmy pero sus discusiones terminaban siempre con un beso. Se abrazaron y ambos fueron a tomar un baño caliente, que era lo que les pedía el cuerpo, bueno a Jimmy le pedía otra cosa pero Cindy sabía muy bien que botones tocar para que el castaño esperase.
Al caer la noche se tumbaron en la playa a observar la puesta de sol. Se sobrecogían al ver como el astro rey era absorbido por el descomunal océano como si la Tierra se lo comiese para no volver a soltarlo y dejarlos a todos en una oscuridad perpetua.
Se abrazaron aun más cuando los últimos rayos desaparecían dejándoles bajo un cielo estrellado. Tras una hora de charla como venía siendo habitual Jimmy se levanto tirando de una adormilada Cindy.
La chica estaba más agotada que de costumbre y no podía mantener los parpados abiertos. Jimmy la hizo y le susurro tiernamente que durmiera. La pareja ascendió hacia su casa y cerraron la puerta para dar por concluido un día más de sus vidas paradisiacas.
