¡Hola! Como siempre ha pasado un buen tiempo desde la última vez que me aparecí por aquí, pero es que la vida adulta es un caos. Como sea, se que tengo una historia pendiente y he estado trabajando en otro capítulo, del que llevo un pequeño adelanto, pero de repente me llegó este chispazo. Este capítulo será como una introducción a la historia que iré desarrollando (sí, estoy en cero). Espero que les agrade este pequeño capítulo, es cortito pero ya se irán alargando. ¡Saludos!


Takeru se despertó sobresaltado y empapado en sudor a mitad de la noche, como solía pasar últimamente. Miró a su derecha y el espacio vacío, intacto y frío le causó un desasosiego con el que no se acostumbraba a vivir. Se acurrucó suspirando y tomó la otra almohada aferrándose a ella, como si ésta pudiera hacer desaparecer sus miedos. Intentó dormir pero le resultó imposible. El reloj marcaba las 3:30 de la mañana y el rubio supuso que le esperaba un largo día.

Se levantó de la cama con esfuerzo y se dejó caer en el sofá que estaba en su habitación. Pensó en ella y se sumió aún más en sus miedos y ansiedades. Dirigió su mirada al espejo que pendía sobre la pared blanca y le regresó la mirada un Takeru blanco como el papel, por un segundo le pareció ver una silueta que se asemejaba a ella.

-Vuelve a la cama, cielo- le murmuró su voz. Sonaba extraña, pero Takeru se dejó llevar y se acomodó nuevamente entre las sábanas. Hacía frío y sintió el inmediato calor que las cobijas le proporcionaron. El recuerdo de Hikari se desvaneció en cuanto su cabeza tocó la almohada. Se dejó arropar por la nostalgia y se quedó dormido nuevamente, desando no despertar jamás, porque sabía que al menos en sueños la vería… Antes de que la pesadilla se desencadenara otra vez y él se quedara solo rodeado de oscuridad.