A ver... Ni Harry Potter, ni Ron, ni Hermione, ni Hogwarts ni nada de eso me petenece, todo es propiedad de J.K. Rowling y otros (no recuerdo quién exactamente).

Este es mi primer fanfic, así que:

1 – Espero que no sean muy duros conmigo, por favor.

2 – Me haría mucha ilusión recibir reviews con las opiniones de los lectores, (espero que alguien lea esto...) críticas etc.

3 – Hum... creo que con dos había suficiente.





Prólogo

Hace demasiado calor, DEMASIADO JODIDO CALOR. Aquí al lado ha caído otro árbol envuelto en llamas; casi aplasta a una niña. ¿Dónde estará ese maldito bastardo? Vuelve a estar ahí sentado con la mirada perdida; es normal, sólo un efecto secundario del hechizo. Las llamas se reflejan en sus ojos; ni siquiera parpadea, a veces hasta me da miedo... Qué hora es? Demasiado tarde. Uf, que calor. Esta estúpida escuela se les está cayendo encima pero aún así intentan salvarla con hechizos de agua. Que pocos son, sólo unos treinta. El incendio empieza a extenderse por el bosque. Esos de ahí cada vez gritan más fuerte, algunos lloran de pura desesperación.

Ilusos, no podrán apagar las llamas. El techo del edificio se acaba de derrumbar; con un poco de suerte habrá dejado a alguien atrapado dentro. Mejor me llevo a este de aquí antes de que lleguen. Vamos, chaval, ya has hecho suficientes maldades por esta noche. Aunque me obedece parece que ni me escuche. Cada vez hay más humo; ya decía yo que no podrían apagar el fuego; cuando esos bichos escupen llamas ya no hay manera de apagarlas. Se oye otra vez ese batir de alas, vuelven con refuerzos; si no estuvieran de mi parte estaría aterrado; no hay nada que me asuste más que un dragón.

Decidido, nos largamos.

* * * * *

1- AB OVO

desde el inicio



–Ron; date prisa o llegaremos tarde. – Dijo Hermione mientras aceleraba aún más el paso. Detrás de ella el chico pelirrojo avanzaba con cuidado de no pisarse los cordones sin atar de sus zapatos.

– Para, Mione, tranquilízate. Seguro que Hagrid aún no ha empezado, ¿verdad Harry? El joven de ojos verdes se limitó a sonreír, aquella mañana tenían clase de crianza de criaturas mágicas y prometía ser divertida (aunque fuera conjuna con los Slytherin). Hacía justo una semana que había empezado su quinto año en Hogwarts, en todo el verano no se habían tenido noticias de ataques mortífagos y todo parecá augurar un buen año.

Hermione había sido nombrada prefecta y se tomaba muy a pecho sus nuevas obligaciones, entre ellas la de procurar que sus dos mejores amigos llegaran puntuales a sus clases. Aquél día Ron se había quedado dormido y ella prácticamente lo había arrastrado por los pasillos sin dejarle perder el tiempo en tonterías como por ejemplo peinarse o atarse los zapatos.

Harry estaba doblando una esquina a toda velocidad cuando notó un súbito dolor en la cabeza y cayó al frío suelo de piedra. – ¡Auch! – Se había golpeado la frente con algo contundente, quizá que se trataba de una broma de Peeves.

Quizá no.

Enfrente de él había un chico; también éste estaba sentado en el suelo sujetándose con fuerza la cabeza. A su lado había dos chicas, y los tres formaban un grupo bastante llamativo. Parecían bastante desorientados, vestían ropa muggle y arrastraban un gran baúl negro cada uno.

Se hizo un silencio incómodo.

De repente la chica más bajita de pelo rubio y ojos alegres dejó escapar una larga carcajada y le tendió la mano a Harry para que se levantara.

– Gracias – Dijo él– Hum... ¿podemos ayudaros en algo?



Las dos chicas se adelantaron un poco, parecían querer preguntar algo, pero no encontraban las palabras. – ¿Dónde... Dumbledore? – Tras esta increíble muestra de incapacidad para comunicarse, ambas chicas empezaron a hablar entre ellas en un idioma que ni Harry ni Ron ni Hermione entendían. Parecían discutir.

–Así que ya han llegado... –Pensó Hermione mientras la discusión iba subiendo de tono.

Desesperado, el joven se adelantó. Tenía el pelo castaño y rizado, era más o menos igual de alto que Harry (o lo que es lo mismo, algo más bajito de lo normal), no estaba gordo pero sí era de complexión robusta, y se movía con gestos extremadamente estudiados; todo él emanaba un aire meditabundo.

Se aclaró la garganta. – Creo que mis amigas intentan preguntar dónde podemos encontrar el despacho del director Dumbledore. – Hablaba inglés perfectamente, aunque su acento era algo peculiar.

Rápidamente Hermione se encargó de indicarles el camino. Cuando los extraños se perdieron por los pasillos, ella soltó un grito ahogado. – ¡Oh, mierda! – Sólo soltaba tacos cuando pasaba algo muy gordo. – ¡Llegamos tarde!

* * * * *

El sonido del cuchillo golpeando la copa hizo que todo el comedor quedara en silencio. – Queridos magos y brujas. – La voz de Dumbledore resonó por todos los rincones del salón. – Tengo que decirles algo esta noche. – Miró a su alrededor y prosiguió con voz solemne. – Algo. – Se oyeron unas risitas entre los de primero. – Como iba diciendo hoy han llegado a la escuela tres invitados. – Un murmullo general recorrió la sala. – Como algunos de vosotros sabréis hace unos días hubo un terrible... incendio en la escuela Entrecims, en España. Sus alumnos han tenido que dispersarse por todo el mundo, por lo que espero que todos les deis una cálida bienvenida a los nuevos estudiantes de quinto curso que han sido aceptados en Hogwarts por este año.

Dicho eso empezó a aplaudir e hizo una pequeña señal a la profesora McGonnagall, que entró con el sombrero seleccionador en las manos seguida de tres figuras cubiertas con largas capas verdes. Harry reconoció al instante los tres extraños con los que se habían encontrado aquella mañana, ahora no llevaban ropa muggle, sino que bajo las capas lucían el negro uniforme de Hogwarts.

– Mirad, van vestidos con capas verdes, algo me dice que van a ir todos a Slytherin.

–Ron, espero que no creas en serio que se puede clasificar a alguien por el color de su capa... – Hermione había desviado la mirada para contemplar al pelirrojo con expresión seria.

– Claro que no, Mione, estaba bromeando...

Ella lo volvió a mirar, incrédula. – Sí, claro...

Otro murmullo recorrió la sala cuando McGonnagall colocó el viejo sombrero seleccionador en su taburete, este se ahorró su tradicional discurso, y esperó pacientemente hasta que la voz del director Dumbledore resonó en el comedor. – Alió, Galceram. – El chico se adelantó con pasos pausados y se colocó el sombrero.

De repente, uno de los pliegues del sombrero se abrió y gritó con voz profunda – Ravenclaw!!! – Algunos aplausos tímidos recibieron al chico cuando éste fue a sentarse con los de su casa.

– Mariné, Aina. – La chica más bajita y rubia y se colocó con cuidado el sombrero, finalmente su destino fue Gryffindor.

Se demoró unos instantes esperando que su amiga, Sans, Nausica, algo más morena y que lucía una expresión seria en el rostro y el pelo castaño atado en una corta trenza, se acercara al taburete. En su cabeza el sombrero quedó unos instantes en silencio.

– ¡Gryffindor!. – Dijo al fin. Ambas se encaminaron hacia la mesa de su nueva casa. Con unas palabras más, Dumbledore dio por finalizada la ceremonia.

– Ron, espero que tu imaginación sea mejor que tu intuición o este año lo vas a pasar fatal en clase de adivinación. –Murmuró Hermione con una risita.

– ¡Vienen hacia aquí!. – A toda velocidad Lavender Brown se sentó de tal forma que no quedara ningún espacio libre entre ella y su amiga Parvati, miró con desconfianza a las dos muchachas que se habían detenido al lado de la mesa, buscando en vano algún espacio dónde descansar.

De repente Aina notó que algo tiraba de su capa; una chica les ofrecía un asiento haciendo caso omiso de otro chico pelirrojo que parecía estar en claro desacuerdo

– Muchas gracias. – Dijo ella. Al instante, un par de platos dorados aparecieron de la nada.

– Soy Hermione Granger, estos son mis amigos, Ron Weasley y Harry Potter. – Ninguna de las dos chicas pareció reaccionar ante el nombre de Harry Potter. – Y los de más allá son Neville Longbottom y la hermana de Ron; Ginny – Procuró hablar despacio.

Ambas desconocidas asintieron sonriendo. – Ya nos hemos conocido antes, ¿verdad? En el pasillo. Mucho gusto. ¡Qué frío hace aquí, ¿eh? Y sólo estamos en Septiembre... claro que en Inglaterra hace más frío que en España... – Nausica dijo todo esto de un tirón; todos se quedaron boquiabiertos, aquella mañana parecía incapaz de pronunciar una frase completa. A su lado Aina pareció darse cuenta de su sorpresa y le dio un codazo a su amiga, ambas rieron.

– ¿Pasa algo? – Dijo.

Harry carraspeó un poco. – Bueno... creo que a todos nos gustaría saber dónde dan esos cursos de inglés tan acelerados...

Ellas enrojecieron rápidamente al recordar su lamentable actuación aquella mañana. – Estooo... es cosa del director Dumbledore, nos lanzó un hechizo traductor o algo así, de hecho no lo hemos entendido muy bien...

La cena transcurrió con tranquilidad, Ron pronto abandonó su actitud desconfiada, y junto a sus amigos contaba con entusiasmo un montón de anécdotas sobre Hogwarts, sus profesores y alumnos, las aventuras de los gemelos Weasley volvieron a arrancar sonoras carcajadas.

Empezaban a aparecer los primeros platos de postre en la mesa de Gryffindor cuando una voz desdeñosa sonó a sus espaldas. – Veo que la basura va a la basura, ¿verdad, Potter?

– Malfoy... – Susurró Harry.

Ron se levantó con la cara roja seguido por Hermione.

– Tienes razón, Malfoy. – Dijo otra voz; en un principio tímida aunque luego cobró más fuerza. – Supongo que es por eso que siempre vas pegado a ese par de gorilas tuyos; porqué la mierda siempre va a la mierda. Y ahora, maldito bastardo, sería un detalle por tu parte si alejaras tu fea cara de nuestra mesa.

Draco se giró con una expresión furibunda en el rostro hacia la voz mientras todos los Gryffindor de su alrededor se desternillaban de risa. Todos menos uno; Ginny seguía de pie, mirando desafiante a Malfoy. Su voz se había apagado pero sus ojos no. Por un momento hielo y fuego chocaron violentamente, ajenos a todo lo que ocurría a su alrededor. Malfoy esbozó una sonrisa sarcástica. Haciendo una leve señal a sus guardaespaldas inició lo que él consideraba una retirada estratégica; para Harry y sus amigos Malfoy había huido con el rabo entre las piernas.

– Eso ha sido fantástico, Ginny! – Dijo Harry. – Le has cerrado su estúpida bocaza sin ni siquiera alzar el tono de voz... estoy admirado. – Ginny se puso tan roja que su cara podría confundirse con su pelo, sobretodo cuando el chico de ojos esmeralda le dio unos ligeros golpecitos en el hombro.

Tanto Hermione como las otras chicas aplaudieron sonrientes, y Ron se giró hacia su hermanita, no parecía tan contento como los otros. – Virginia Weasley; ¿dónde has aprendido semejante vocabulario? – Ella quedó sin habla unos instantes, hasta que su hermano la abrazó riendo.

Empezaba a refrescar en el gran salón; en el techo brillaban pálidas y frías las estrellas, y en la gran chimenea sólo quemaban algunas brasas agonizantes. Bostezando, los últimos estudiantes subían las escaleras hacia sus respectivas torres. Nausica caminaba algo pensativa mientras sus nuevos compañeros charlaban en voz baja. De repente, reparó en una figura sentada en el rellano de la escalinata.

Le dio un codazo a su amiga mientras todo el grupo se acercaba a la figura. – Buenas noches, Galceram.

– Él se levantó con su habitual actitud meditabunda. Sonrió. – ¿Qué tal les ha ido la cena a mis dos chicas favoritas?

Ellas aseguraron que muy bien mientras Hermione y los otros esperaban un poco incómodos. Ron carraspeó con poco disimulo hasta que Aina pilló la indirecta.

– ¡Oh! Claro... Galce, estos son Ron, Harry, Neville, Ginny y Hermione; chicos, este es Galceram.

El muchacho alargó la mano y saludó a los chicos; Ginny también le ofreció la mano pero él se adelantó plantándole un par de besos en las mejillas; también hizo lo mismo con Hermione. Al instante ambas se sonrojaron mientras que la expresión de Ron indicaba que estaba dispuesto a matar a aquél desconocido que se había atrevido a besar (aunque fuera en las mejillas) a SUS chicas.

( Es costumbre en España i otros países que cuando un chico y una chica o una chica y otra chica son presentados estos se saludan dándose dos besos, uno en cada mejilla, mientras que en otros lugares cómo en Inglaterra, la gente se limita a estrecharse la mano. Estas diferencias pueden crear "malentendidos culturales" como en el caso anterior.)

– Bueno... y qué hacías aquí solo? – Preguntó Hermione.

El chico bajó la cabeza algo avergonzado; al final reconoció que no tenía la más remota idea de dónde estaban los dormitorios de Ravenclaw.

Entre todos intentaban indicarle el camino bastante infructuosamente (de hecho sólo consiguieron crearle un laberinto mental al pobre muchacho) cuando por el pasillo llegó una joven. – ¡Aquí estás! –Gritó. Se acercó con pasos rápidos haciendo ondear su pelo negro y lacio; sus ojos azules relucían bajo la luz de las velas, y en su pecho lucía la insignia que distinguía a los prefectos.

Harry notó que el corazón le daba un vuelco. De su boca sólo salieron dos palabras.

– Hola, Cho.

La chica sonrió, pero en sus ojos reinaba una profunda tristeza – Buenas noches Harry; ya veo que habéis encontrado a nuestro Ravenclaw extraviado. – El muchacho se adelantó. – Será mejor que vayamos a la sala común; ya es muy tarde. Vamos, Galceram; te mostraré el camino. – Dicho esto agarró al chico por el brazo, y tras despedirse brevemente ambos grupos empezaron a caminar por los oscuros pasillos.





Bueno,¿que tal el primer capítulo?

Vale, lo reconozco, no es muy interesante, pero creo que la historia mejora más adelante, así que por favor, por favor, por favor, dejad reviews para que pueda mejorar el fic.