N/A: Tenía pensado currarme este reto, pero por una serie de circunstancias que se han dado de una forma en particular vengo solo con esto (mi forma pedante de decir que me da rabia no poder escribir más para el reto). Aunque espero que lo disfrutéis leyendo tanto como yo he disfrutado escribiéndolo.

Disclaimer: Sigo buscando ese fic divertido y original que diga en una frase que no soy GRRM.

Aviso: Este fic participa en el Reto# 47 Todo es posible en Harrenhal, del foro Alas negras, palabras negras.


I

No siempre fue así.

No siempre fueron duras palabras con miradas de odio. Ni él honrándola a ella a golpes. No siempre hubo esa distancia entre ellos, aunque el principio de esa distancia empezara en su noche de bodas.

Aunque puede que estuvieran destinados a terminar así, ya que el principio de su historia no fue precisamente con el pie derecho.

Todo empezó en aquel Torneo en Harrenhal en el año 281 AC, que organizó Walter Whent.

Ambos sabían quiénes eran: ella era la hija del que había sido la Mano del Rey, y él uno de los pupilos de Jon Arryn. Ella era conocida por ser una de las mujeres más bellas de Poniente, aunque el Rey la había rechazado como cuñada. Y él era un hombre joven y fuerte que llegaría lejos y que estaba comprometido con la pequeña de los Stark.

Pero aunque supieran quiénes eran, de dónde venían, y los linajes familiares. Nunca habían hablado. No se había dado la oportunidad. ¿Cómo iba a darse? Ella vivía en la Capital con su padre y él en el Nido de Águilas con Ned Stark.

Sin embargo aquel torneo de 281 AC, fue cuando tuvieron la oportunidad de decirse sus primeras palabras.

Era de noche y había un gran banquete, aunque Cersei estaba harta de estar sola. Siempre había estado con Jaime y ahora que él era caballero juramentado del Rey, tenía que estar lejos haciendo vete tú a saber qué por orden del Rey Loco.

Porque el que ella fuera mujer no significaba que fuera tonta. Y sabía que algo estaba pasando y que el torneo era una mera excusa para algo más grande y temible que estaba por llegar.

Se había animado intentando pensar qué era lo que de verdad podría estar pasando para que la velada se le hiciera más amena. No tenía ganas de bailar, por lo que se había sentado al lado de su padre. Esperando que eso espantara a todos los caballeros que quisieran bailar con ella.

Fue cuando giró la cabeza de una forma más rápida de lo normal cuando se dio cuenta de que quizás había bebido una o dos copas de más. Por lo que optó por levantarse e irse sin ser vista a que le diera el aire, no quería que el Rey la viera borracha. Quería que la viera espléndida en todo momento, para que se diera cuenta del terrible error que había cometido al no aceptarla en su familia.

Salió fuera y respiró el aire impregnado de sangre, sudor, pañuelos de damas, derrotas aplastantes y victorias inolvidables. No era el mismo aire que se respiraba en Roca Casterly, pero a ella le daba igual. No le importaba ese aire, ni los combates.

Aunque era una dama en apariencia, interiormente era una luchadora. Una mujer fuerte, con coraje a la que no asustaban con facilidad.

El ruido de unas pisadas y unas risas le hizo pegar un bote. ¿Qué no la asustaban con facilidad? Bueno, eso era cuando estaba sobria, no borracha como lo estaba en esos momentos.

Los sonidos la guiaron a las columnas que había, donde dos personas aprovechaban la escasa luz para hacer en circunstancias normales.

Él era un caballero, la larga capa y la espada le delataban. Era bastante alto y tenía arrinconada a una muchacha que por lo que podía ver no era de alta cuna. Es más, estaba segura de que ni siquiera era una dama. Lo más probable es que fuera una criada que creía que podría llegar a ser la señora de lo que fuera por pasar una noche con aquel caballero.

Él saciaría sus deseos y ella acabaría enamorada y con el corazón (y la reputación) destrozadas. No supo lo que la llevó a hacerlo, pero cuando quiso darse cuenta estaba al lado de la pareja y carraspeando con fuerza.

Ambos la miraron confusos.

-Aquí hace frío, prepárame un baño caliente-dijo con la autoridad de quién se ha criado con Tywin Lannister.

La criada salió como alma que lleva el diablo y se perdió en los pasillos del castillo. Ella se quedó donde estaba, esperando que el caballero saliera donde todavía había un par de antorchas que podrían indicarle quién era. Quería verle la cara para procurar cruzarse con él lo menos posible.

Un caballero que no le importaba el honor de las criadas y que seguramente seguiría con la tradición al casarse con una dama, no merecía sus atenciones.

Al cabo de unos segundos el joven se irguió todo lo alto que era y se acercó hasta Cersei. Era más alto de lo que había pensando, mucho más que ella. De pelo negro y una barba de varias días que le daba un toque más varonil que no disgustó a Cersei. Porque por mucho que no le gustara lo que estaba haciendo Cersei tenía que admitir que Robert Baratheon era atractivo.

-Creo que yo podría ayudaros con el frío mi señora-dijo Robert cogiendo la mano de Cersei y besándola.

Cersei se limitó a alzar una ceja. Puede que ella estuviera borracha, pero todavía podía hablar de tal forma que se disimulara, no como Robert que iba arrastrando las palabras.

-Pobre Lady Stark-se limitó a decir, y se giró de vuelta a la fiesta sin mirar una sola vez a Robert. No es que fuera amiga de la joven Stark, ni mucho menos, pero se compadecería de cualquier mujer que tuviera que compartir el lecho con semejante borracho y mujeriego.

Robert simplemente sonrió con arrogancia. Siempre había querido conocer a Cersei Lannister.


En breves la segunda parte...