Bueno, nueva historia sobre Naruto, una mucho menos problemática que la última que publiqué y tuve que borrar por falta de inspiración.
Ruego a los lectores que si les gusta me dejen un review para saberlo, pues estoy bastante liada y no continuaré escribiendo si la historia no gusta (lógico, ¿no?). Así que si os gusta, decídmelo para que continúe trabajando en ella.
Aunque por ahora el rango es T, estoy dudando en un futuro subirlo a M, también pediré próximamente vuestra opinión con respecto a este tema. Y por lo demás, nada, agradecer que saquéis tiempo para leer mi fic y deciros que espero, de verdad, que os guste.
Summary: Ella era una espía, algo que nunca había deseado y de lo que ahora no podía escapar. En su villa todos la odian por lo que creen que es, excepto una única persona, a la que da la información, que aún confía en ella. Pero ahora en su nuevo "hogar" a encontrado amigos, risas, aventuras, dramas e incluso algo más que no quiere admitir. ¿Qué ocurrirá con ella cuando la máscara de Tobi desaparezca y crea estar enamorada de un hombre que en realidad está muerto? ¿Y cuando Madara, ése mismo hombre al que profesa amor, reviva?
Los personajes de Naruto no me pertenecen, sólo parte de la trama y sus OCs.
- Diálogos.
"Pensamientos"
Memorias/Flash backs/Sueños
Canciones
"Escrito/Libros/Cuentos"
Prólogo
Click.
Una intensa luz la enfocó de frente, cegando su mirada súbitamente y obligándola a cerrar los ojos. Escuchó movimiento en el interior de la celda en la que se encontraba, contó por lo menos tres pares de pies, y los tres masculinos.
Movió suavemente los brazos, que permanecían a su espalda desde hacía horas, con la intención de soltar las fuertes cadenas que la mantenían maniatada y sujeta a la silla de interrogatorios.
- Ni lo intentes – escuchó una voz bastante grave al otro lado de la mesa que había frente a ella.
Abrió los ojos.
- Vaya, mira a quién tenemos por aquí – comentó con ironía a la par que cesaba de mover las muñecas –. Si es nuestro perseguidor favorito. ¿Qué tal le va todo, Ibiki?
El hombre de rostro serio y atravesado por varias cicatrices esbozó una sonrisa y dejó caer sobre la mesa una pila llena de papeles y carpetas repletas de archivos viejos y casos casi olvidados.
- Ahora que por fin te tenemos, mucho mejor que la última vez que nos vimos. Háblanos de Akatsuki.
La joven dibujó una media sonrisa traviesa.
- ¿Así sin más? ¿No hay más novedades en Konoha desde la última vez que me pasé por aquí? Que decepción – murmuró con ironía.
- No ha pasado nada más de lo que ya sabrás por tus expediciones como espía, pero ahora en serio, Chisi. Dime todo lo que sepas de Akatsuki.
La mirada de Chisi se ensombreció.
- ¿Qué te hace pensar que traicionaré a mis compañeros, Ibiki? No obtendrás nada de mí. Y tampoco hace falta que llames a Inoichi Yamanaka ni a su hija… no obtendréis nada de mí.
El hombre cerró el block de notas y dejó el lápiz sobre la mesa, donde apoyó los codos y cerró los ojos, apoyando el rostro sobre sus manos. Chisi sonrió y volvió a hablar.
- Pero podría hablarte sobre mí, si te interesa, inspector.
El hombre la miró serio, tratando una vez más, como cada vez que se habían encontrado a lo largo de aquella batalla entre Akatsuki y Konoha, de averiguar qué tramaba la joven.
Era una chica un año mayor que Naruto y Sakura, es más, Kakashi mismo había sido su instructor durante sus años como estudiante, pero al final, cuando Akatsuki hizo su primera aparición dos años atrás, ella se había dado a conocer como una espía de la organización criminal. ¿Por qué? Nadie lo sabía.
Tenía el pelo negro y brillante como la noche misma, largo hasta los hombros y con las puntas teñidas de morado, liso y rebelde, tal y como mostraban los mechones que cubrían casi en su totalidad su mirada, una ardiente mirada verde intenso. De piel color caramelo y estatura normal, nunca nadie habría esperado que ella fuese una espía infiltrada, y menos a su edad, pues apenas tenía los 18 recién cumplidos. La vió sonreír.
- ¿Y bien? ¿Te interesa mi historia o me traes algo de comer?
Ibiki cerró los ojos nuevamente, pues sabía que no averiguaría más que lo que ella misma le permitiese y le hizo un gesto con la mano para que comenzase.
Chisi se acomodó con las piernas sobre la mesa antes de comenzar su relato, con su habitual media sonrisa.
Capítulo 1: El comienzo
- Bueno, si bien es cierto que no recuerdo exactamente el momento en el que decidí traicionar a mi villa, sí que recuerdo el rostro de aquel que me vino a buscar. Creo que le conoces, su nombre era Itachi Uchiha…
Flash back
Kakashi nos había suspendido y yo estaba furiosa. Recuerdo claramente cómo arrasé con todo lo que había en mi habitación al llegar a casa. Mi madre se asustó y cuando papá volvió a casa le dijo que me regañase por lo que había hecho, pero él, al ser ninja, debió de comprender mi frustración. Recuerdo que simplemente me dijo:
- Ven, quiero enseñarte algo.
Y yo le seguí. Como siempre que me lo pedía, yo le obedecía sin reparos, él era mi centro de gravedad, por así decirlo. Caminamos largo rato bajo la luz de las estrellas, atravesando de la mano las calles cada vez más vacías de la villa, hasta que llegamos a un lugar de silencio.
- ¿El cementerio, papi?
- Sí. Cada vez que me siento frustrado o siento simplemente que no puedo lograr mis objetivos, vengo aquí. ¿Quieres saber el motivo, Chisi?
Asentí, seria.
- Verás… siempre que vengo aquí me imagino… ¿qué habría pasado si yo hubiese muerto hoy? No volvería a ver a mi familia, a mis amigos, a nadie. Y ellos sufrirían. Y eso me lleva a pensar… en este mundo de ninjas, la diferencia está precisamente en nuestra mente.
No lo comprendí, recuerdo haberle tirado de la manga para que me mirase y volviese a explicármelo.
- Chisi… si piensas que no puedes hacer algo, da igual cuánto lo intentes o cuántas veces. El resultado siempre será el mismo: fracaso. Es por eso que siempre que creo que no puedo hacer algo vengo aquí y pienso: ¿y si hoy en vez de perder una misión por pensar que no podía lograrlo, hubiese perdido la vida? Estaría como mis compañeros fallecidos y habría dejado sola a mi pequeña hijita. ¿Lo entiendes ahora?
- Creo… creo que sí – murmuré.
Su sonrisa fue un bálsamo para la herida de mi fracaso y a partir de aquel día todo lo que hice fue para hacerle feliz, para que se sintiese orgulloso de mí. Cada vez que me encontraba con Kakashi, si no estaba haciendo nada de provecho, le pedía que me entrenase, que echásemos un combate o algo que me sirviese para fortalecerme.
Y así hasta que al año siguiente yo acabé aprobando el examen y él acabó a cargo del equipo 7. Misión tras misión, mis compañeros y yo nos dimos cuenta que a causa de aquel año de extenuante entrenamiento, mis habilidades superaban con creces las suyas y fui apartada del equipo.
Al principio me sentí desolada ¿tan mal estaba ser mejor que los demás? Volví al cementerio donde traté de iluminarme, pero por primera vez en mucho tiempo no me sentí mejor. ¿Qué fallaba en mí? ¿Qué estaba haciendo mal? No lo sabía, pero me faltaba algo, una chispa que exigía aventura.
Recuerdo que cuando los exámenes a chunnin fueron atacados yo tenía 14 años y el resto de mis compañeros 13. Observé desde las sombras los movimientos de cada uno de los jugadores de aquella extraña partida, y fue entonces cuando mi vida dio un vuelco de 180 grados.
A partir de aquel acontecimiento, empecé a compaginar el entrenamiento con los estudios. Podía pasarme horas y horas estudiándome a fondo libros sobre medicina, técnicas ninja, leyendas sobre los Bijū. Aquello me apartó de los amigos y la familia. Apenas veía a mis compañeros y a Kakashi, que fue el único que de vez en cuando me preguntaba qué era lo que pensaba hacer con mi vida. Yo siempre le respondía con una sonrisa que no lo sabía, que esperaba que algún día todos mis conocimientos pudiesen serle de utilidad a alguien.
Y así llegué a pensar de verdad, hasta la muerte de mi padre.
Si mi vida ya de por sí no tenía mucho color, puesto que ya había sido ascendida a chunnin y no tenía muchas misiones, aquello me dejó en blanco y negro. Recuerdo claramente el momento en que mi corazón quedó cubierto bajo una gruesa capa de tierra y cemento.
Había sido un día muy duro. Habían encontrado a Naruto inconsciente en el Valle del Fin tras su batalla con Sasuke, quien finalmente había abandonado el país del Fuego, y yo había formado parte de la partida de búsqueda del Uchiha, por lo que al regresar a casa estaba completamente agotada.
Recuerdo haber abierto la puerta de casa y haber recibido varios pares de mirada que quedaron fijos sobre mí. Al principio mi reacción fue de sorpresa, pero al ver el rostro destrozado por la pena de mi madre… comprendí…
Chisi hizo una pausa, su mirada se había quedado fija en ninguna parte y su expresión había cambiado de juguetona a triste. En sus ojos brillaba el miedo y la tristeza, parecía estar presa de su propio relato.
Ibiki la meneó suavemente y ella pareció recuperarse y parpadeó varias veces, centrando su mirada en él.
- ¿Qué descubriste, Chisi? Continúa…
Ella asintió y tragó saliva. Volvió a mirarle a los ojos, esta vez con una expresión extremadamente seria en el rostro.
- Que mi padre estaba muerto.
- Eso te lo dijeron ellos, Chisi. Has dicho que comprendiste algo. ¿Qué fue?
La mirada de ella se ensombreció tanto que por un momento los dos compañeros de Ibiki pensaron que había pasado de verde a negra.
- Descubrí… que había sido asesinado.
El silencio se hizo en la sala mientras la mirada asesina de ella se cerraba con lentitud.
No importaba cómo tratasen de ocultarlo aquellos estúpidos ANBU, podía percibir sus mentiras incluso llevando ellos su máscara puesta.
- ¡MIRADME A LA CARA SIN MÁSCARA, CABRONES! – Recuerdo haberles gritado – ¡ASESINOS!
Traté de lanzarme contra uno de ellos pero otro me cogió de la cintura con firmeza y no me dejó avanzar. Me debatí con fuerza y persistencia hasta que no pude más que llorar desconsoladamente.
Creo que fue entonces cuando juré que nunca, jamás, volvería a llorar.
Mi madre no volvió a dirigirme la palabra desde entonces. Se sentía avergonzada de su hija desde aquel numerito con los compañeros de papá. Pero a mí me daba igual, yo sabía que alguno de ellos le había asesinado y juré que me vengaría. ¡Oh, sí! No te imaginas la de torturas que he llegado a idear para cuando encuentre al hijo de perra que me dejó sin padre.
A partir de su funeral, comencé a salir más de la villa, ya fuese por misiones o porque sí. Y en una de esas salidas ocurrió.
Yo ya había oído hablar de Akatsuki, por supuesto que sí, ellos eran el motivo por el que Naruto se había marchado días atrás a entrenar con Jiraiya y Sakura estaba siendo entrenada por Tsunade. Sabía que ellos iban en busca de los Jinchūriki y que eran criminales de rango S. Sí, sabía todo lo que sabían en Konoha sobre ellos gracias a mis estudios. Y fue gracias a esos estudios por lo que ellos se habían aparecido ante mí.
- ¿Y ya está? ¿No vas a decir nada más?
Chisi le volvió a mirar con una sonrisa traviesa en los labios.
- Si lo hiciese, estaría revelando datos sobre Akatsuki, y no es eso lo que quiero. Pero puedo decirte quienes eran: Itachi Uchiha y Kisame Hoshigaki. Ellos fueron los que hablaron conmigo.
Ibiki la miró con el ceño fruncido.
- De todas formas, Chisi… si desde un principio sospechaste que habían asesinado a tu padre ¿por qué te uniste a ellos?
Chisi hizo un gesto molesto y dejó escapar un "¡Tsk!" de sus labios a la vez que golpeaba la superficie de la mesa con el talón del pie.
- ¿Ves? En Konoha siempre habéis sido así de insoportables, echándole los muertos a los demás – acercó todo lo que pudo su rostro al de Ibiki –. Mi padre no fue asesinado por Akatsuki, Ibiki… Si llamé cabrones a los compañeros de mi padre, fue por algo.
Ante aquella declaración, el inspector dejó de anotar en su libreta.
- No es posible que los propios ANBU asesinaran a tu padre, Chisi. Si te uniste a Akatsuki por venganza estás siguiendo el camino equivocado.
- ¿Tú crees? – Murmuró ella, sin interés – ¿Me vas a decir lo mismo que Naruto le dijo a Sasuke? ¿Qué vuelva antes de empeorar las cosas? – Negó con la cabeza – No, gracias. Además, no estoy con ellos únicamente por venganza. Por triste que resulte… cuando me ofrecieron un hueco me sentí… apreciada por primera vez desde hacía mucho tiempo. Y puedo asegurarte… que aquel que matase a mi padre, pagará con cada gota de su sangre lo que hizo – finalizó con una tétrica mirada.
- Dime, Chisi… ¿tu padre no te dijo nunca que la venganza no es la solución?
Ella sonrió.
- Claro que sí.
- Y si tanto le veneras, ¿por qué y a pesar de todo has venido aquí a Konoha a vengarte?
Sí, aquella era una duda que le estaba matando. Después de haber estado dos años enteros detrás de ella, que les había evitado sin dificultades en todas ocasiones, de repente había aparecido en plena calle de Konoha, sin molestarse en ocultarse, con la capa de Akatsuki puesta, y se había casi dejado atrapar.
- Y dime tú, Ibiki… ¿qué te hace pensar que estoy aquí para vengarme?
De pronto, la puerta de la sala de interrogatorios se abrió de par en par con fuerza y los cuatro presentes observaron a la recién llegada, Sakura, que portaba una enorme sonrisa en el rostro. Ibiki comprendió en seguida el motivo por el cual Chisi estaba allí, pero no tuvo tiempo de detener a Sakura.
- ¡Naruto está aquí! – Gritó la pelirrosa.
- Perfecto – murmuró Chisi.
Ibiki se lanzó hacia la morena a gran velocidad, pero el cuerpo de la joven desapareció con una gran explosión.
- ¡Maldita sea! ¡Va a por Naruto! – Fue a ordenar algo pero entre el humo de la explosión algo apareció en la silla en la que previamente ella había estado atada.
Sakura abrió los ojos con espanto.
Un cadáver. Una mujer cadáver con una nota pinchada con un kunai en el corazón.
Ibiki la alcanzó con una mano.
"Queridísimo amigo Ibiki:
No voy tras Naruto, al menos no aún, pero es agradable saber que ya ha regresado. Te daré una pista: esto nos permite comenzar.
Dale las gracias de mi parte a la familia de esta joven, gracias a ella he podido hablar con unos amigos sin ser descubierta por ti. Aunque me decepcionas, esperaba que notases que lo único que había hecho era poner palabras en su boca desde la lejanía, a la par que su apariencia.
¿Te parece increíble? No, ya sé que no, a ti no hay quien te impresione. Supongo que para la próxima ocasión en vez de mover a un cadáver con mi aspecto tendré que idear algo más sorprendente. Será un placer.
Nos vemos, Chisi"
Ibiki arrugó el papel en su puño con fuerza y golpeó la mesa con el puño.
- Señor – comenzó Sakura, preocupada –, ¿es necesario proteger a Naruto?
Él negó con la cabeza.
- No, no va a atacarle. Simplemente quería saber si ya estaba de regreso.
- Entonces, si esta mujer es sólo un cadáver… ¿quién es?
Ibiki se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.
- Sakura, lleva el cuerpo de la joven a Shizune, ella lo identificará, yo informaré a la Hokage de esto. Parece que tenemos más problemas de los esperados.
Dicho esto, todo el mundo se dispuso a cumplir con sus obligaciones con la mayor normalidad posible.
- Entiendo, gracias.
Kakashi tomó el papel de manos de la joven que les había atendido aquella noche en la pensión mientras descansaban antes de volver a Konoha. La muchacha le miró a los ojos con un leve brillo de tristeza.
- Espero que nos veamos pronto de nuevo, Kakashi – dijo con una voz extremadamente dulce, tanto que hizo que los compañeros del enmascarado se imaginasen todo tipo de escenas pervertidas.
El peliplata fingió no darse cuenta y se despidió como siempre lo hacía.
- Seguro que sí.
La joven les vió alejarse en el horizonte y volvió a entrar a la casa, cerrando todas las puertas tras de sí. Había sido una noche realmente larga, y había utilizado bastante chakra para engañarlos a todos. Iba a necesitar un buen descanso tras aquello.
Se quitó rápidamente el kimono que había vestido para servir al grupo de ninjas y tras vestirse con la típica ropa ninja, se colocó la capa negra con nubes rojas, la estampa que caracterizaba a los Akatsukis.
- ¿Otra vez aquí? Parece que les tienes mucho aprecio a esos jóvenes.
Aquellas dos características voces la hicieron girarse despacio hacia Zetsu, cuyas dos mitades la miraban, expectantes.
- Me gano la vida trabajando en este lugar, ¿recuerdas? No es delito hacerles sentir bien para que me paguen más – contestó con una sonrisa.
- Como quieras… solo vístete, el jefe quiere verte – sentenció la mitad negra –. Y esta vez… no llegues tarde, Chisi.
Una vez que su mirad blanca dejó de hablar, Zetsu se fusionó nuevamente con el suelo del piso y desapareció. La joven se dedicó una sonrisa y mirándose al espejo, deshizo el jutsu de transformación que había mantenido para evitar que Kakashi y los otros ninjas la reconociesen y recuperó su aspecto de pelo oscuro y ojos verdes.
Tomando sus cosas y cerrando las puertas de la casa, comenzó a caminar bajo la sombra de los árboles que crecían en la frontera del País del Fuego, dirigiéndose hacia la actual base de su organización: Akatsuki.
- ¿Qué crees que significa, Ibiki?
Tsunade dejó la nota sobre su despacho y fijó su mirada en el inspector, que negó con la cabeza.
- No dijo nada, Hokage. Únicamente que ya podían empezar.
- ¿Empezar a qué?
- Lo averiguaremos, Hokage, no se preocupe.
Tsunade no contestó e Ibiki se retiró, dejando a la Hokage con los ojos cerrados y dándole vueltas al tema mentalmente. "Tsk… ¿por qué habrá de ser todo tan complicado?" pensó.
- ¡Vaya, mira quien ha vuelto! Si es nuestra chica favorita – murmuró Deidara, con un cierto deje de sarcasmo.
- Yo también me alegro de verte, amiga mía – contestó Chisi con una sonrisa traviesa.
- ¡¿A quién estás llamando chica? – Comenzó a perseguirla alrededor de todos los sofás de la sala, en la que además de ellos se encontraban Sasori, Itachi, Kisame, Hidan y Kakuzu – ¡Ven aquí mocosa! ¡Si te pillo no vuelves a ver la luz del Sol, te lo aseguro!
- ¡Ni lo sueñes rubia! – Gritó ella mientras corría en círculos por la sala hasta que el brazo de Sasori la agarró de la mano y la obligó a sentarse a su lado.
Deidara fue a atraparla, pero la voz del líder le invitó "amablemente" a tomar asiento y escucharle.
- Gracias al informe de Chisi, estamos seguros que el Kyuubi ha regresado a Konoha, lo que nos da luz verde para comenzar con nuestros objetivos: Sasori y Deidara, vosotros os encargaréis del de una cola, Ichibi. Hidan y Kakuzu, vosotros os encargaréis del dos colas, Nibi. Dado que aún carecemos de la localización del bijū de tres colas, Chisi, te encargarás de informarte de eso, y también de la del cuatro colas. Sasori y Orochimaru ya capturaron al cinco colas, Gobi. Yo me encargaré personalmente del seis colas, Rokubi. El siete colas Nanabi fue ya capturado por Zetsu hace mucho y de los dos últimos aún no debemos preocuparnos. Itachi y Kisame, descansad por el momento, pronto tendré tarea para vosotros. Los demás, partiréis mañana.
Y dicho esto tanto su imagen, como la de Konan, desaparecieron del lugar. Deidara volvió a la carga contra Chisi.
- ¿Por qué a ti siempre te manda a investigar en lugar de a luchar y mancharte de sangre como nosotros? ¡Te tiene mimada!
- Y tú tienes envidia, rubia. Simplemente soy mejor que cualquiera de vosotros a la hora de espiar, eso es todo. ¿Cada uno es mejor que los demás en algo, no? Seguro que yo no podría ni igualar tus explosivos.
Aunque había sido un cumplido, Deidara salió de la sala refunfuñando, completamente malhumorado, a la vez que otra persona, que hizo que a todos se les erizase el pelo de la espalda, entraba por la puerta.
- ¡Chisi! ¡Volviste!
El joven moreno portador de la máscara naranja saltó sobre su compañera inesperadamente, haciéndola perder el equilibrio y caer sobre Sasori, que en aquel momento acababa de levantarse del sofá.
Hubo un gran estruendo y bajo el polvo que levantó su caída bien podían escucharse las risas de Tobi mientras que los otros dos ninjas trataban de apartarlo de encima de ellos.
- Tobi tenemos… trabajo – finalizó la parte blanca de Zetsu.
- ¡Nos veremos pronto, Chisi! ¡Adiós amigos, Tobi se va!
Y en menos de lo que dura un segundo, el chico ya se había marchado tras Zetsu, dejando al resto de integrantes de la sala en silencio y aliviados por ello.
Aquella noche fue de los más tranquila, como cada vez que Zetsu le anunciaba a Tobi que tenían una misión. Por mucho que el muchacho fuese simpático y lograse crear contraste entre los asesinos de Akatsuki, a menudo acababa resultando pesado. Aunque no para todos.
Chisi se asomó a la ventana de la que era su habitación y contempló las estrellas desde allí. Agradecía la paz y la calma que se respiraba en aquel lugar, pero echaba de menos las noches de antes, cuando llegó Tobi, en las que el joven aparecía en su habitación de repente y le pedía que le contase un cuento o una historia sobre su villa.
- Mi villa… – dejó escapar en un triste susurro.
Sí, su villa. Aquella que dudaba de ella, aquella en la que la odiaban. ¿Merecía la pena realmente seguir ofreciéndoles información sobre Akatsuki, que era entre sus miembros donde ella se sentía en casa? Además, únicamente Kakashi y el antiguo Hokage eran los que conocían su situación como doble espía. Y ahora que sólo Kakashi conocía su secreto…
¿Merecía la pena echar por tierra el hogar que tenía junto a los Akatsukis por una villa donde ya nunca jamás la aceptarían? ¿Por una villa en la que habían asesinado a su padre?
Seguramente no, pero… la lealtad de un ninja es muy difícil de quebrar.
La joven dejó escapar un suspiro de tristeza antes de hundirse en su cama, bajo las sábanas, esperando tal vez que aquella noche, las sábanas le otorgasen las respuestas que durante tanto tiempo estaba buscando.
Continuará…
