— ¿Cómo es vivir junto a Luminous? —pregunto un curioso Evan mientras se sentaba enfrente del ladrón quien solo lo miro con una ceja alzada— ¿Qué? Freud me enseño un poco de él, hablaba seguido sobre que era su segunda mano en cuanto a la realización de planes y sabe que más. Que era muy centrado en sus lecturas y que tenía una curiosa maña por dormirse leyendo —tras decir esto sonrió sin notar como Phantom lo miraba con un tic nervioso.

— ¿En serio? ¿Que más te dijo de él? —recargo su cabeza en la mano mientras miraba al castaño con una sonrisa peligrosa.

—Bueno —Ignorante o santo, el ladrón ya no sabía que pensar del maestro dragón— que Luminous prefiere lugares silenciosos pero que también tiene un sentido de humor único en su especie —apunto con la cuchara que segundos atrás utilizaba para revolver su te— porque sus chistes salen sin querer —"¿sin querer?" el maestro ladrón no se imaginaba al otro contando chistes. Hizo una expresión de duda que Evan no tardo en notar— sí, me dijo que una vez estaban solos leyendo en la biblioteca cuando de pronto Luminous soltó un chiste —tras decir esto dio un sorbo a su te— esos dos realmente eran el uno para el otro, me siento mal por Luminous. No quiero imaginarme si alguien así de cercano muriera. —sin pensar un poco en lo dicho termino su bebida y se reincorporo ante la atónita mirada de Phantom— quería preguntarle algo a Luminous, pero ya que no se encuentra tendré que buscarlo en alguna biblioteca.

¿Cómo habían terminado en ese tema? El ladrón no entendía para nada, Luminous nunca le había contado un chiste y mucho menos lo había visto dormir leyendo un libro.

— ¡Espera! —tomo del brazo al joven Evan quien solo miro sorprendido — ¿Para que ocupas a Luminous? — su duda era grande, menos que su enojo pero grande en fin.

— Tuve un recuerdo de Freud y... —agachó la mirada sin saber cómo continuar

—¿Y?

— Bueno no es nada —desapareció sin mas gracias a su teleport que lo movia a donde este quisiera, haciendo casi imposible el seguirlo incluso para el joven ladrón.

— maldición...


Era de noche y la mirada cansada del heterocromatico daba entender a todos que no quería ser interrumpido... bueno, casi todos.

—Luminous! -el rubio entro al despacho del mago sin pudor alguno. El albino solo lo miro y emitió un leve "¿Qué?"— ¡Cuéntame un chiste! —rápidamente se gano un golpe por parte de la shining rod. — ¿Qué? Lo hacías seguido con Freud.

—Que demonios... yo nunca le conte un chiste a Freud —frunció el ceño y se reincorporó, rodeando su escritorio para quedar frente al ladrón. — ¿de donde sacaste tal tontería?

—¡No mientas! Evan te delató —ahora se gano un golpe en la cabeza a mano limpia— Detente!

—Primero muerto antes de contarle un chiste a él —suspiro — lo que te haya dicho Evan es mentira —acarició la melena rubia y sonrió de lado. Ganándose un ligero sonrojo.

—Por cierto ¿Qué te dijo Evan?

—Eso no de tu incumbencia —dijo, y sin mas salio de su despacho.

—¡LUMINOUS!


—Eres malvado —menciono divertida la Reyna elfo quien miraba a cierto maestro dragón.

—Bueno, quería saber si Phantom podía a llegar ser celoso

—Y cuál es tu conclusión?

—Lo es, pero Luminous no le permite hacer un drama o estupidez. Al rato veremos a Phantom vuelto loco por saber que le dije a Luminous...