Los personajes de Rurouni Kenshin no me pertenecen sino a Watsuki Nobuhiro. Tampoco la idea original de este fic, que sería de un caballero llamadoVíctor Carrasco (creo) si no me equivoco. Bueno, en realidad, toda esta historia va a quedar tan remezclada que aunque quisieran meterme demanda, no podrían…
La Fiera. (Directamente a ti)
Acto 1
La Novia.
Misao observaba como las luces de la tarde caían sobre el varonil rostro de Aoshi, con sus bellos matices naranja. Realmente se veía apuesto… estaba de comérselo en su muy humilde y silenciosa opinión.
El frac acentuaba sus anchos hombros y el corte perfecto del traje de novio enfatizaba el maravilloso cuerpo que cubría, desde las largas y musculosas piernas, las estrechas caderas y el torso poderoso. Aoshi le hizo un ademán a la chica y ella le arregló la corbata oscura de seda, notando de cerca su cuello moreno…
Misao pasó saliva nerviosa. No podía permitirse esos pensamientos. Menos ahora que Aoshi estaba a punto de casarse… en poco menos de una hora y con su prima Kaoru.
Aoshi finalmente se sintió preparado para partir. Se encontraba con Misao, su joven amiga, en el embarcadero de una de las numerosas islas cercanas a la isla grande de Chiloé. La brisa estaba suave y el canal muy calmo. El hombre se animó, entró en su bote con la jovencita y arrancó el motor. Debía llegar a la isla grande para casarse. Estaba listo.
Misao no pudo evitar suspirar bajito con cierta tristeza. Le encantaba ese hombre, pero… él la consideraba aún una niña y por lo demás, pronto sería un hombre prohibido para ella. La chica decidió no pensar más en él y distraída tocó con sus dedos el agua del canal que cruzaban. Llegaría a la casa de su tío y se cambiaría de atuendo. Sería la dama de honor de Kaoru. Y sonreiría en esa fiesta de boda a todos los lugareños.
Don Kojiro Kamiya estaba especialmente contento ese día. Finalmente podría cumplir la promesa hecha a su mujer, Rosario García, antes de que ésta falleciera. Casar a su hija Kaoru con un buen hombre. Y qué mejor hombre que un japonés de raza pura como él… con Aoshi Shinomori. Lo mejor es que así unirían las fortunas de las familias Shinomori y Kamiya y podrían darle un renovado empuje a la salmonera García.
Don Kojiro salió a recibir a los muchos invitados que empezaban a llegar de todas partes de la isla. Él había llegado hacía como treinta años y nunca más pensó en volverse a Japón… hablaba un español sumamente bueno y a pesar de sus rasgos orientales era uno más de la comunidad.
Se acercó a María, una mujer de cuarenta años, algo entrada en carnes. Se había recogido el largo cabello negro y lucía un vestido de fiesta. Ella era su ama de llaves y debía reconocer que le gustaba mucho. Algo tenían estas chilenas que le atraían…
María miraba nerviosa de un lado para otro. A pesar de que intentó disimular su preocupación ante la presencia de Kojiro, él la conocía bien.
Demasiado bien, quizá…
De esta fiesta se hablará durante años.- dijo Kojiro, sonriendo abiertamente.- Mi hija será la novia más hermosa. Porque se está arreglando con esmero para la ocasión¿no María? –
María sonrió tímidamente y rogó al Cielo para que Kaoru llegara antes que su padre notara que no estaba en casa. Pero parece que ese día el Cielo estaba cerrado, porque Kaoru a esa hora estaba muy contenta en las instalaciones de la salmonera, terminando de poner al día unos libros de cuentas.
Kaoru… ¿No se supone que te casas dentro de una hora?- preguntó Yahiko, su primo que trabajaba con ella, al acercarse a la oficina y descubrirla dentro. Hablaba en español, porque Kaoru nunca aprendió a hablar japonés.
Sip, pero… no por eso dejaré de trabajar¿no te parece? Hay mucho que poner al día todavía. Y ese es mi trabajo.-
Yahiko palideció… pensaba en la furia de Aoshi ante tal falta de interés en su boda, por parte de la novia, para peor.
Kaoru notó el gesto del joven de dieciocho años y decidió no asustarlo más. Yahiko era como su hermano. Lo quería mucho y era él el más leal de sus trabajadores.
Está bien, ya me voy, Yahiko.- dijo la mujer de veinticuatro años e intensos ojos castaño, como los de su madre, si bien en el resto de sus facciones era tan japonesa como su padre…
Perfecto, voy a preparar la camioneta.- dijo el joven saliendo de la oficina.- Así llegaremos más rápido.-
¿Camioneta¿Olvidai acaso que tengo mi propio vehículo?... por cierto, Yahiko… necesito que me hagai un favor… escúchame bien si… -
Kenshin Himura estaba atrasado. Y por eso conducía lo más rápido posible… debía asistir a una boda como representante de su padre, el señor Seijuro Himura y mejor amigo de infancia y juventud de Kojiro Kamiya y Okina Shinomori. En realidad, cuando decidió tomarse unas vacaciones, nunca pensó que su padre dispondría tanto de ellas.
Vamos, hijo, te gustará Chile… es un país muy bonito para que conozcas y lo mejor es que tiene un clima espectacular… asi aprovechas de saludar a unos amigos míos que viven por allá. Y de paso vas a la boda de los hijos de ellos. Yo iría, pero sabes que el médico me ha recomendado reposo por lo del infarto y nada de viajes largos. De momento-
Kenshin recordó la voz cansada de su padre y sonrió. Era un tipo simpático con el que aprendió a hablar bastante español, italiano e inglés, idiomas que le eran muy útiles para manejarse en su mundo de diseñador Industrial… realizaba investigaciones para importantes empresas sobre factibilidades de diseño y producción y además era profesor de Universidad impartiendo Métodos de Investigación y Documentación en Diseño Industrial. Esa profesión estaba acorde con sus ansias de saber mucho sobre variados temas para manejarse en cualquier situación… con sus treinta y dos años era un tipo muy respetado en su campo a nivel internacional y asistía a varios seminarios durante el año donde su opinión era tomada en cuenta.
Pero había decidido tomarse unas vacaciones… ¿por qué no? Desde que entró a estudiar en la universidad a los dieciocho años que no se las tomaba. Se las tenía bien merecidas.
Se detuvo en un lado del camino para estudiar las señas que lo conducirían a donde Kojiro Kamiya. Estudió su libreta de apuntes y pronto emprendió marcha nuevamente.
Quince minutos después llegaba a una imponente propiedad con vista al mar. Un inmenso jardín decorado con flores blancas, lleno de mesas con manteles, sillas… vio caminar a un padre listo para la ceremonia. Todo estaba muy bonito… aunque desde su punto de vista de diseñador… todo estaba demasiado recargado. Como si quien diera la fiesta quisiera demostrar su riqueza mediante esa innecesaria ostentación.
A los invitados les daba lo mismo. Ellos solo querían disfrutar de la estupenda fiesta que se prometió. Kenshin se acercó a un hombre vestido de blanco.
¿Don Kamiya Koujiro?-
El aludido se dio la media vuelta y pronto se encontró estrechando a aquél compatriota suyo. A Kenshin estaban por reventarle los ojos de tan abiertos que los tenía… este Kojiro era muy efusivo.
Sin duda tú tienes que ser Kenshin… el hijo de mi compadre Seijuro… -
Kenshin pestañeó ante la palabra "compadre". A veces se le dificultaba un poco entender algunas palabras del idioma… y su padre le había sugerido que pusiera mucha atención en el "español del chileno".
Recuerda que esos sujetos viven apartados del resto del continente por sus limites naturales… una enorme cordillera que los separa de bolivianos y argentinos y un mar que los aísla del resto del mundo… por lo que hablan con pocas palabras y usan unas expresiones… que te caerías de risa… hablan rápido también… asi que ponte atento con eso.- le había dicho Hiko.
Kenshin volvió al presente, para encontrarse estrechando la mano de Kojiro que le presentaba a María y a su hijo mayor, Sanosuke, del que estaba orgulloso. Porque sería abogado…
Un gran alboroto se hizo en el embarcadero privado de los Kamiya… el novio llegaba. Kenshin fue invitado a observar.
Aoshi, de pie muy erguido y orgulloso venía al frente de la lancha. Su porte hizo suspirar a varias de las invitadas jóvenes, pero él, altivo, solo observaba hacia el frente, buscando a su novia con la mirada y encontrándose sólo con Kojiro. Tras él, sentada y envuelta en una manta, venía Misao quien pronto corría a la casa de su tío a cambiarse de ropa.
¿Dónde está Kaoru? – inquirió Aoshi con sus ojos fijos en Kojiro. Kenshin pensó que este tipo era de malas pulgas.
Kojiro miró a María y no tuvo que ser demasiado inteligente para darse cuenta de que la novia aún… no había llegado.
Ya sabes como es esta niña, Aoshi… es tan… -
Aoshi sonrió y dijo por lo bajo a Kojiro.
Espero que no me deje en vergüenza… -
Lo que significaba: "Te haré pedazos si tu hija me falla"
Kenshin sólo observaba interesado la situación… muy bonita la isla… sin duda, aunque la gente fuera un poco extraña. Bueno… el extraño era él, en realidad… era el forastero.
Un relincho lo hizo volver la vista hacia la entrada del enorme jardín. Enseguida vio a una belleza de piel pálida y cabellos sueltos y negros sobre un enorme caballo café con una mancha blanca en su cara, mirando con sus intensos ojos a Kojiro quien estaba rojo de la furia.
¡Kaoru, cabra de porquería… te dije que llegaras a la hora!-
Y llegué, poh. Aquí estoy y voy a casarme con Aoshi. Denme diez minutos.- Kaoru notó que su padre iba a decir algo, por lo que agregó:- Y no me reclamí, o sabí que soy capaz de casarme oliendo a caballo.-
La joven enseguida desmontó y se encaminó a zancadas hacia la entrada de la casa donde María estaba esperándola para ayudarla a vestir. Subió las escaleras y se metió bajo el agua caliente de la ducha de su cuarto de baño. Kenshin miraba a Kojiro contener la respiración y apretar los puños. Si esa era la novia…
Kenshin miró de reojo a Aoshi, quien se mantenía con expresión tranquila. Sin duda era un tipo muy flemático. Menuda pareja iba a formar con Kaoru, después de todo. Como por lo visto la cosa se iba a demorar todavía un buen rato, Kenshin decidió pasear por el jardín y observar a la gente. Como diseñador, no podía evitarlo.
Dos hombres se encontraban haciendo una apuesta.
Lucho… te apuesto 10.000 pesos a que la Fiera no se casa. Esa cabra es harto tincá. (se refiere a que hace lo que quiere)- (para que se hagan una idea… 650 pesos chilenos equivalen a 1 dólar, más o menos)
Y yo, Ramón, te apuesto a que se casa. Tú creí que le va a decir que no al "Sushi"-
Kenshin se acercó a ellos.
¿Sushi?-
Los amigos saludaron al forastero japonés y le explicaron que "el Sushi" era el nombre del novio.
Hum… y yo que pensaba que se llamaba "Aoshi"- dijo Kenshin mirando hacia el cielo con una sonrisa traviesa. Don Ramón y don Lucho le sonrieron a su vez.
Bueno… le decimos "el Sushi" de cariño, no más. Y la Fiera es la señorita Kaoru- dijo don Ramón.
¿La Fiera¿Y por qué le dicen así?- Kenshin estaba sorprendido.
Espérese un poco y va a saber por qué- dijo un misterioso don Lucho.
Kaoru se tomaba su tiempo vistiéndose. Kojiro la esperaba impaciente en el salón, al pie de la escalera. Ya tenían un retraso de media hora y a ella por lo visto le daba lo mismo. Kaoru finalmente salió. Llevaba el cabello húmedo suelto a la espalda y no tenía maquillaje, pero así y todo se veía hermosa… Misao la precedía y Sanosuke les tomaba fotos.
Vaya, Kaoru… si hasta pareces una mujer… - se burló su hermano.
Cuidadito, Sanosuke… - lo amenazó la joven con el puño.
Misao miraba al piso tristemente. Notó la mirada de María sobre ella y se obligó a cambiar de expresión. Kojiro avanzó hacia su hija con losojos brillantes.
Te ves tan linda como Rosario el día que nos casamos, Kaoru… soy el padre más orgulloso del mundo.
Kaoru tomó el brazo de su padre y salió al bello jardín preparado para la ocasión. Estaban todos los invitados en sus lugares esperando a que comenzara la boda. Kenshin estaba cerca de Aoshi quien llevaba veinte minutos de pie en la misma postura, de brazos cruzados, sin mover ni un músculo. Kenshin no era tan serio y esa actitud lo divertía un tanto. Le intrigaba ese hombre. Se puso de pie y luego observó al jovial don Kojiro avanzar solemnemente por la alfombra blanca, muy orgulloso con Kaoru de su brazo. Más atrás, una chica, japonesa también, venía con una canasta de flores y con Sanosuke, el hermano de Kaoru.
La novia sin duda era hermosa, a pesar de su falta de maquillaje y de artificio alguno en su peinado. Sus cabellos negros se rizaban un tanto debido a la humedad, ocultos en parte por el velo blanco transparente que lo cubría. Pero a pesar de su belleza, no estaba radiante. Y se supone que las novias siempre están radiantes¿no?
Quizá en Japón solamente las novias se ven radiantes…
El padrecito empezó pronto la ceremonia y Kenshin, un tanto incómodo, repetía los movimientos del resto de los invitados, más conocedores de misas y esos pasos católicos para las ceremonias. Él, como buen investigador, creía solo en lo que podía ver y tocar. Y Dios no entraba en esas categorías. Pero respetaba las creencias de los demás.
Kaoru… ¿Prometes amar y respetar a Aoshi hasta que la muerte los separe?-
Kenshin puso atención en la novia. Solo la veía de espaldas, pero tenía una presencia que llenaba el lugar a pesar de ser menuda.
No.-
De pronto la gente se puso de pie ante la negativa de Kaoru a casarse. Aoshi la tomó de un brazo violentamente.
¿Te casas si o no!-
Kaoru le sostuvo la mirada, desafiante.
¡No, poh!. No me caso contigo. – Enseguida la joven se volvió a su padre.- Ni con nadie¿entendiste, Kamiya?-
¡Pero Kaoru, cabra loca, no puedes hacer esto!
Kaoru se levantó las faldas, dejando ver parte de sus blancas piernas, y se encaminó con paso firme a la salida, seguida de Kojiro. Aoshi permanecía clavado en el suelo, con los ojos inyectados de furia por la humillación sufrida.
¡Claro que puedo hacerlo¡Te dije, papá… te dije bien clarito que yo no me pensaba casar! Pero yo no sé qué tení en la cabeza que no me entendí. Y con cuantos me obligues a acercarme a un altar, a toditos les voy a hacer lo mismo. Lo siento harto por el Sushi, pero es tan insistente como tú y asi no más entienden ustedes… ¡con medidas extremas! –
Kaoru notó que Misao la seguía como perrito faldero, con sus enormes ojos verdiazules muy abiertos. Su prima era tan bellísima…
Y tú… anda a cuidar al Sushi, que seguro te necesita más que yo ahora.- dijo Kaoru a Misao antes de salir corriendo ante la amenaza de que Kojiro la dominara por la fuerza y la obligara a volver al altar. La joven saltó dentro de un vehículo estacionado cerca del lugar con Yahiko esperándola y se perdieron tras una nube de polvo.
Don Ramón sonreía. Acababa de ganar 10.000 pesos sin hacer nada más que observar tamaño espectáculo. Y Kenshin pensaba en lo que le contaría a su padre…
Aoshi bebía con la mirada fija en la salida por donde su flamante ex novia había desaparecido hacía dos horas. Su pulcro peinado hacia atrás había desaparecido y su fleco caía lacio sobre sus ojos de mirada azul acerada inyectados ya en sangre.
Misao había renunciado a consolarlo. Aunque por una parte estaba contenta de que siguiera soltero y de que no fuera el amor de su querida prima, sabía también que él sufría. Ignoraba si quería a Kaoru, pero estaba segura de que el golpe en su orgullo había sido más que grande. Pero además, Aoshi no había sido para nada agradable con ella, pues le sacó en cara el que Yahiko, su hermano menor, haya ayudado a Kaoru a escapar.
Su tío Kojiro haciendo gala de su simpatía habitual, hizo de cuenta que nada había pasado. Informó a los invitados que él había organizado una fiesta y que si bien no había casorio, al menos podrían bailar y comer a su cuenta. Lo que cayó como patada en el estómago al pobre Aoshi.
Mientras, Kaoru terminaba de armarse una bonita carpa en algún lugar cerca del mar. Yahiko y ella brindaron por su amada soltería y por haberle dado una lección al tozudo de su padre. Quizá ya no insistiera con esa tontería de ella casada.
Kenshin se excusó al rato, diciendo que deseaba descansar debido al largo viaje. Sabía de una cabaña en las tierras de Kojiro, a media hora de camino y que estaba a su disposición, asi que prometiendo regresar a almorzar cualquier día, se despidió de todos y se encaminó al que sería su hogar durante las vacaciones.
Ya en su cabaña conectó su computador portátil. Tenía que avisarle a su padre que había llegado bien a su destino. Quizá podría visitar algunas páginas sobre diseño…
No. Estaba de vacaciones. Después de hablar con su padre durante unos momentos por el servicio MSN, Kenshin cerró su computador y se tiró sobre un mullido sillón. Le gustaba esa cabaña, después de todo. Era muy acogedora y tenía un refrigerador bien surtido de comida, cortesía sin duda de María.
Pero al rato renunció a la idea de dormir. Quizá podría pasear un poco… si bien era de noche… podía seguir la línea de la playa.
Yahiko se dirigió a su casa a dormir. Había insistido en quedarse con Kaoru, acompañándola, pero ella le aseguró que estaba bien así, solita, y que se sabía defender estupendamente. Además, le enseñó su arma: el cuchillo que siempre llevaba a la cintura y un garrote enorme que encontró cerca de donde armó su carpa. Kaoru había planeado lo de su boda con antelación y había trasladado con tiempo las cosas hasta ese sector apartado y tranquilo entre árboles y arbustos.
Yahiko prometió regresar muy temprano por la mañana y le dejó a Kaoru su radio transmisor por si lo necesitaba. A pesar de que se iba, estaba muy preocupado, pero sabía que si el padre era terco, la hija lo era dos veces más. No es que Kaoru no amara a su padre. Claro que lo hacía, pero… don Kojiro tenía esa manía de querer dominar a los demás y Kaoru no deseaba ser dominada.
Menos por un hombre.
A pesar de las precauciones que tuvo, Yahiko no pudo evitar ser visto por un hombre que se movía como un puma en su territorio. Aoshi, ebrio y enfadado conducía su lancha cuando vio salir unas luces de camioneta de algún sector de la playa. Y siguiendo su instinto, se acercó remando para comprobar que su novia fugitiva estaba allí.
Y aún vestida de novia, la muy maldita.
Pero él se encargaría de que el vestidito no le durara mucho.
Kenshin se había sentado sobre una piedra enorme y observaba el mar iluminado por la luna. Era bellísimo y eso le hacía sentir en casa… eso de saber que se encontraba en una isla… y bueno, el haber visto a tanto compatriota suyo en la fiesta también ayudaba a ese sentimiento de familiaridad.
Había caminado un largo rato. Debía ser como las once de la noche, calculó. Bostezó… ahora que estaba lejos de la cabaña le entraba el sueño. Se levantó para regresar y al poco rato vio una lancha en la playa que antes no estaba allí.
Le extrañó el no haber escuchado el ruido del motor…
¡Kaoru!-
Kenshin escuchó esa voz… era del Sushi… es decir, de Aoshi…
Y si llamaba a Kaoru, era que ella estaba cerca de allí o Aoshi estaba muy borracho, lo que no era de extrañar debido a su forma escandalosa de beber en "la fiesta".
Kenshin se acercó y notó un blanco velo enredado en una rama. Apuró el paso. Una voz femenina llegó hasta él.
Tú sabíai que yo no me quería casar, Aoshi, asi que no te vengai a hacer la víctima conmigo.-
Esa manera de hablar tenía a Kenshin confundido… esa manía de la mujer de terminar los verbos en "i" en vez de "s"…
Tú me traicionaste, Kaoru… yo estaba enamorado.-
Si, poh. Enamorado de los billetes que te ofreció mi padre¿o creí que no sé eso? Mira, sabí que más… ándate de aquí o no respondo.- amenazó Kaoru.
Kenshin finalmente se encontró de frente con ellos. Aoshi tomaba a Kaoru por la cintura y trataba de besarla, pero ella se revolvía de tal manera que pronto tuvo que soltarla y ella se hizo de su garrote, poniéndose a la defensiva.
Vete, Aoshi. Mañana si querí te pido perdón frente a todo Dalcahue. Pero ahora vete a tu casa y duerme un rato.-
¡No me voy a ir sin mi novia!-
¡Ya escuchó a la señorita, Aoshi¡Retírese!-
Kaoru por primera vez reparó en Kenshin.
Oye tú, no te metai en mis asuntos. Y tú, Aoshi, ándate.-
Kenshin pestañeó… que mujer tan maleducada. Él le ofrecía su ayuda desinteresada y ella le gritaba.
Aoshi sacó un cuchillo de entre sus ropas.
¡Vai a ser mi mujer quieras o no!-
Kenshin ya estaba mareado con tanta terminación en "i". Pero decidió intervenir arrebatándole de una patada a Aoshi el cuchillo de la mano. De ahí como pudo lo empujó hacia atrás y lo obligó a largarse de allí. De algún modo, Aoshi supo que esa noche no era rival para nadie, asi que se subió a su lancha y se retiró a su hogar mascullando palabrotas en japones y español.
El pelirrojo Kenshin sonrió por haber ayudado a una dama en apuros. Se volvió para decirle que todo estaba bien, cuando recibió un puñetazo de pleno en la boca.
¡Te dije que no te metieras en mis asuntos!-
Kenshin estaba realmente sorprendido ante esa mujer. Ella lo miraba furiosa como si fuera él el agresor.
Al menos podrías darme las gracias- dijo Kenshin con su habitual buen humor a kilómetros de allí y el labio partido.
Ya. Gracias, poh. - dijo Kaoru con una mirada desafiante y las manos en la cintura.-Y ahora ándate. No te pedí que me ayudaras-
Kenshin iba a decirle algo, pero ella le dio la espalda y se ocupó en armarse una buena fogata para pasar la noche, ignorándolo del todo. Kenshin tomó la orilla de su sombrero de tela y lo empezó a tirar hacia abajo. Era una costumbre que tenía de cuando era niño, cuando se sentía confundido. Y esta mujer lo confundía sobremanera.
Kenshin emprendió inseguro el camino a casa. Supo que Aoshi no volvería, pero… le inquietaba saber, de todas maneras, que había una novia en medio de la nada, durmiendo sola en una carpa.
Una novia condenadamente bonita y mal genio…
Bah… sería muy bonita, pero con un carácter asi… seguro que no se casaría nunca. Él, personalmente, prefería a una mujer más dulce y de personalidad calma. Nunca podría fijarse en una mujer como esa Kaoru Kamiya.
Kaoru mientras pensaba en que por fin le había dado una buena lección a su padre. Que ya no la molestaría más. Y que tenía ante ella las riendas de su vida completamente bajo control.
Ella no deseaba relacionarse con hombres salvo su primo Yahiko que era como su hermano, y Sanosuke. Eran hombres de los que no se podía enamorar y eso era lo que deseaba evitar.
Había visto a su madre siempre muy enamorada de su padre, pero éste era un tipo bastante coqueto y muchas noches veía a su madre esperando al japonés hasta altas horas, preocupada. Ella sufrió lo indecible por amor y además, dejó su fortuna en manos de aquél extranjero.
Kaoru repudiaba todo lo japonés, con excepciones claras. Sanosuke, Misao, Yahiko y su tía Sakura, la madre de sus primos. Kaoru jamás aprendió el idioma y estaba orgullosa de lucir en su cédula de identidad la nacionalidad chilena, por haber nacido en ese país.
Kaoru se tomó un mate calentito y después se metió en su carpa. Se colocó ropa abrigadora y entrando en su saco de dormir, se dispuso al merecido descanso. Al día siguiente debía ir a trabajar, como siempre. Antes de dormir recordó al sujeto ese japonés… el entrometido. Tenía un acento muy raro para hablar. Bueno… era obvio que se manejaba algo hablando español, pero si volvía a aparecerse y molestarlo, Kaoru le daría lecciones gratis e intensivas de insultos en buen chileno.
Y de puro buena persona que era.
Fin acto uno
Marzo 1, 2005
Notas de autora
¡Hola!
Hace tiempo quería escribir una obra donde alguno de los protagonistas hablara en chileno. Tenía varias ideas, de hecho están por ahí apuntadas, pero, esta serie marca mi re-debut como escritora de fics de Kenshin.
Me interesan mucho los comentarios de mis compatriotas para saber si el lenguaje es adecuado. Por lo menos Kaoru hablará en chileno todo el fic... Kenshin aprenderá de a poco. Y bueno, las opiniones de los demás también para saber si hay alguna frase que no entiendan, aunque deberían al menos,por el contexto.
Esta obra está basada en una teleserie chilena que dieron el año 99. Se llamaba "La Fiera" y es sin duda mi favorita. Tanto asi que la segunda vez que la emitieron, la grabé. Y la veo regularmente… ajajaja, me encanta Claudia di Girólamo y Francisco Reyes como pareja protagónica en esa novela.
Desde luego, para mis compatriotas que la hayan visto, debo decir que esta historia está basada en esa… por lo tanto no saldrán todos los personajes y las situaciones no serán precisamente las mismas. Pero me gusta la idea porque me parece que la actitud de la FIERA le queda bien a Kaoru y la del Echaurren le queda espectacular a Kenshin… jeje
Bueno, me despido. Los quiero y gracias por leerme.
Blankaoru reloaded.
