AMBIVALENCIA
Por Roquel

Parejas: Sorpresa...,

Categoría: Lo dejare a su criterio.

Género: Romance, aunque en ciertas ocasiones no lo parezca.

Advertencias: Por ahora ninguna, en un futuro habrá un poquitín de maltrato y/o violencia, tal vez nada gráfico pero uno nunca sabe.

Dedicatoria: Con especial cariño para aquellos quienes gusten de la pareja.

Aclaraciones: Nunca he dicho esto pero aquí vamos: Ni beyblade, ni ninguno de sus personajes me pertenece, con la obvia excepción de aquellos que yo me haya inventado, todos los demás son propiedad de su autor. Es una historia escrita por y para fans, sin fines lucrativos. Gracias a navleu por revisar, aunque este atareada en la escuela.

Resumen: Shonen ai en un futuro. De como Bryan y Yuriy se conocieron.

Ambivalencia: Estado de ánimo en que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos.

CAPITULO 1
POSESIÓN

YYY

Cualquiera que haya vivido con un poco de atención sabrá, y ojalá no por escarmiento en cabeza propia, que el amor suele llegar de mala manera. Llega demasiado pronto, llega tarde. Llega¡casi siempre, no sé por qué pero es así, en momentos en que uno está con el alma escayolada, el corazón roto y desactivado, la víctima -siempre es uno la víctima, o así lo creemos todos- lamiéndose las heridas recientes. Y en eso pasa por la puerta el amor, y mira hacia el lugar en que uno está, asoma la cabeza y se interesa, y sonrié; y uno, idiota como es, desacompasado con el ritmo de la realidad y de la oportunidad, no lo reconoce, no lo ve apenas, no lo distingue; saluda, da las gracias y lo deja ir sin más, ensimismado, preocupado de curarse las llagas antes que lanzarse a las aguas hirvientes de la dicha...

(Prologo, El Lago. Carlos Armenteros)

YYY

.- Oye, Bryan, despierta.

El chiquillo pelilavanda se levanto a ciegas temblando de frío. Cuatro chicos le esperaban para ir a buscar el alimento del día. Chicos, que como él, no conocían mayor hogar que la vieja fabrica donde buscaban refugio las noches de tormenta tan comunes en Rusia. Para ellos, el hambre era la cosa más natural del mundo, tan natural como el frío o el chillido de las ratas que intentan colarse por entre tus ropas cuando tratas de dormir.

También era común que no todos conocieran a sus padres.

Un ejemplo era Bryan, quien creció en un orfanato hasta que escapó a los siete años de edad. Por ese tiempo conoció a Benzel. Benzel era de su misma edad, sólo algunos meses mayor, y conocía la ciudad como la palma de su mano. Simpatizaron de inmediato y Bryan fue invitado a pasar la noche en la fábrica donde Benzel dormía; desde entonces se hicieron inseparables. Su llegada había causado molestia en Lorenz, el chico de diecisiete años que encabezaba al resto de las pandillas.

Pero después de dos años, Bryan se ganó el líderazgo de manera limpia. Tenían su propio espacio para divertirse, y en caso de algún altercado los problemas se resolvían con la vieja costumbre de ver quien podía tumbarle más dientes a quien. Y Bryan era una pequeña fiera capaz de arrancar alguna parte de tu cuerpo. Sabía defenderse con la lengua y los puños, era autosuficiente y sabía trabajar para si mismo.

Era de esperarse que a su corta edad Bryan se encontrara en desventaja con aquellos que eran más grandes en edad o estatura, pero nadie contaba con su agilidad natural. Derribar a un monstruo que le ganaba por una cabeza no le resultaba imposible, pues era escurridizo y astuto, y también muy malicioso. Sus compañeros le admiraban: Benzel, Shinai, Itji y Nahira seguirían a Bryan ahí a donde fuera.

Aquella fría mañana de diciembre, Bryan volvió de su pequeña incursión en busca de comida con la vista baja y las manos en los bolsillos. Hacía tiempo que pensaba en la posibilidad de buscar otro lugar para pasar el invierno y así evitar futuros conflictos con Lorenz, pero ningún otro sitio le convencía.

La luz de una lampara al fondo del pasillo llamó su atención, haciendole olvidar sus problemas con Lorenz y su necesidad de un lugar propia. Se detuvo, vacilante. Podía decir, con toda certeza, que aquella era la habitación donde ellos dormían, y todos sabían que se debía ahorrar el combustible para las noches particularmente frías. Bryan frunció el entrecejo caminando en linea recta sin detenerse.

Escucho voces, que no le eran conocidas y apuro el paso. Se quedo de piedra en cuanto cruzó la puerta. Vio a Benzel pateando a un intruso que lo aferraba de ambas manos, mientras Shinai mordía el brazo de quien le sujetaba. Y un tercero cargaba a Itji y Nahira como si fueran dos sacos de papas.

.- ¡Bryan! .- gritó Benzel retorciendose en manos de su captor. .- ¡Vete!

Pero el ojilavanda no hizo caso. Saltó hacia él blandiendo lo primero que encontro a su paso, que resultó ser un trozo de metal corto, para nada útil en una situación como esa. Pero Bryan lo encajo en el costado del tiempo, que sin soltar a Benzel se giró hacia él. Sin amilanarse ante la enorme estatura y ante la obvia diferencia de fuerza, el chico esquivo un puñetazo y se inclino para derribar al sujeto, quien se tambaleó, aún aferrando a su amigo.

Bryan lanzó un golpe justo a su cara, e ignoró el creciente dolor en su mano derecha. Lanzó otra patada, que alcanzo la parte posterior de sus rodillas pero no esquivó del todo el puñetazo que acertó en su oreja derecha. Retrocedió, aturdido, con la cabeza punzandole dolorosamente. Segundos después otro golpe certero le daba en la mandibula lanzandolo hacia el suelo.

.- ¡Cuidado! .- escuchó, pero era demasiado tarde. Sin poder reaccionar, el pelilavanda se vió bruscamente alzado.

Entonces vio que junto a la puerta, observando la escena con aparente satisfacción, estaba Lorenz, en compañia de un alto hombre de cabellera morada. Había algo siniestro en la forma como el extraño le estaba mirando.

.- Son todos, señor. .- dijo el chico, sonriendo complacido.

.- ¡Maldito bastardo! .- rugió Bryan y sus intentos por soltarse se hicieron más violentos.

El hombre hizo una seña e inmediatamente se vieron arrastrados lejos de la fábrica, hasta el interior de una camioneta de vidrios polarizados, que arracó apenas cerraran las puertas. Los pequeños no pararon de luchar en todo el trayecto, aunque fueron vendados, amordazados y maniatados. Finalmente el cansacio los inmovilizo. Escuchaban el traqueteo del automóvil, pero nada más. Y un apestoso olor a tabaco enturbió sus sentidos.

El cuerpo entero resentía el viaje cuando finalmente llegaron a su destino; los bajaron rudamente sin despojarlos de sus ataduras. Caminaron un largo trecho hasta que el chico sintió que lo soltaban. Se golpeó la cabeza contra el suelo y quedo aturdido durante largo rato. Le dolían las manos, tenía la boca seca y parecía que el mundo temblaba junto con él. La oreja no dejaba de escocerle.

Se movió para quedar boca abajo y asi descansar su brazo entumecido. Aspiró profundamente y soltó el aire con un quejido cuando intentó liberarse. Pasaron horas hasta que alguien le despojo de la venda y de sus amarres. Parpadeó ante la débil luz que le hería los ojos, los talló para distinguir la figura que se alzaba ante él, imponente y segura.

Miró con odio al hombre que le sonreía con superioridad, que le estudiaba con satisfacción y cierta curiosidad. Bryan lo desafió en silencio, estudiandole escrupulosamente, pero el hombre no dio muestras de agresión. Todo lo que hizo fue mirarle durante largo rato, con una mirada que erizaba a Bryan.

.- Bienvenido a la abadía Balcov. .- dijo el hombre con su voz oscura, mostrándose satisfecho de enfrentarse al caracter hostil del chiquillo que tenía enfrente.

YYY

.- No abuses de tu suerte, mocoso, o haré que te arrepientas.

El chiquillo lo enfrento sin miedo en su mirada. Ojos aguamarina que no mostraban ni temor ni respeto. Ojos que no parecían los de un niño.

El pequeño dio media vuelta y se marcho. Era consciente del desprecio que la familia de su padre le profesaba, todo gracias a que era hijo de una mujer que no aprobaban. Era una verguenza, la escoria de su sangre. Y él también los despreciaba con igual intensidad. Despreciaba su nombre y a toda su familia. A todos excepto a su madre.

Su madre había sido una mujer demasiado débil para oponerse a los mandatos que la familia le imponía; pero aún siendo víctima de la humillación, ella fue la única que le prodigó cariño. Era quien le abrazaba por las noches, quien le cantaba y lo acunaba. Era la única persona que no le miraba con asco. Cuando murió, Yuriy se quedo completamente solo. La familia Ivanov se alegro tras su muerte, pero el disgusto vino después al comprender que debían de cuidar de un chiquillo irrespetuoso y descortés.

Yuriy aprendió que la vida es dificil, más aun si nadie te respeta. Y como detestaba pasar el día en casa de su padre, y nadie más quería verlo rondar por ahí, comenzó a pasar más tiempo en la calle. Sus familiares se mostraron verdaderamente aliviados ante sus prolongadas desapariciones. Yuriy encontró su pasatiempo robando en la calle, donde nadie sabía de su familia y todos le conocían como "Rojo", un pequeño ladronzuelo de ocho años.

Un memorable día de invierno Yuriy entrevió a un hombre alto que avanzaba lentamente por la calle mirando las tiendas con aparente distracción. Pensando que era un blanco fácil, el pelirrojo apuró el paso hasta adelantarlo. En la siguiente calle se giró y lo rozó suavemente. Sonriendo internamente, Yuriy continuó siguió su camino hasta que desapareció de la vista y echo a correr aferrando la cartera recién adquirida.

Se deshizo de la evidencia, guardando para si el fajo de billetes que llevaba dentro y volvió a su casa, orgulloso de sí. Fue una sorpresa que diez días después el hombre de cabello morado se le aparecía de la nada, en su propio recibidor, acompañado por el hermano de su padre.

.- Este es Yuriy, de quien ya hemos hablado. .- presentó su tío, esbozando una ligera sonrisa.

El sujeto asintió, mostrandose complacido. Inmediatamente Yuriy sintió el recelo. Le molestaba el amistoso aire que su tío tenía para con el extraño. Y también desconfiaba de las expresiones de ligera complicidad que adornaban el rostro del hombre llamado Balcov. La aparente cortesía del sujeto lo ponía a la defensiva, y aunque se mostrara cordial y afable había algo en él que no terminaba de cuadrar.

Fue casi surrealista sentarse en el salón, con su tío y con Balcov, para hablar de trivialidades. Sobre todo porque su tío jamás permitía que él pisara lo que consideraba su propiedad. Yuriy se limitó a mirar por la ventana, mientras fingía escuchar la conversación. Horas después su padre hizo acto de presencia, apenas inclinando la cabeza para saludar a los presentes.

Era un hombre joven, de aspecto atractivo y elegante, pero con un ligero toque de frialdad. Para Yuriy, cuya relación con él era practicamente nula, lo mismo le habría dado tener como progenitor a la lampara de su habitación. Su padre se había casado porque la herencia familiar así se lo ordenaba, de lo contrario no podría acceder a su dinero; pero había tenido el suficiente tino para elegir a una mujer que pudiera manejar a su antojo. Pero la muchacha, aunque bonita, no tenía ni fortuna ni un titulo, así que la familia se escandalizo al enterarse. Sin embargo, y pese a todas las protestas, la boda se celebró tres meses después.

Su padre estrechó la mano de Balcov, con el aire desinteresado que le prodigaba a todas las cosas existentes en este mundo, para después acercarse al escritorio y tomar una copa de vino. Yuriy comenzaba a preguntarse por qué su tío fingía apreciarle, cuando la verdad era que ambos preferían ignorarse mutuamente, hasta que la la profunda voz de su padre le sobresaltó:

.- ¿Entonces estás de acuerdo?.

Yuriy parpadeó, desacostumbrado a esa situación. Después de que su madre muriera, su padre simplemente se olvido de que tenía un hijo y Yuriy prefería imaginar que era un huerfano.

.- ¡Por supuesto que lo esta! .- replico su tío con más energía de la habitual. Yuriy miró a uno y a otro, sin comprender qué era de lo que supuestamente estaban hablando.

.- Te adaptaras con relativa facilidad. .- añadió Balcov con un extraño deleite. .- Sé que tienes un brillante potencial.

El pelirrojo frunció el entrecejo, todavía perdido. Entonces vio a los dos tipos que flanqueaban la entrada y notó la sonrisa en el rostro de su tío. Casi como si leyeran sus pensamientos, el hermano de su padre le dijo:

.- El señor Balcov es ahora tu nuevo tutor, Yuriy. Tu padre ha dado su autorización. Desde ahora asistiras a su colegio, pues muy amablemente se ha ofrecido en cubrir todos tus gastos.

El pelirrojo comprendió las connotaciones que aquella afirmación escondía tras de sí y por un momento permanecio demasido aturdido para responder. Miró a su padre, quien, centrando su atención en la nada, no tenía dificultades para ignorarle. Notó que un amargo rencor le brotaba del corazón, entuméciendole el cuerpo. No se resistió cuando Balcov se detuvo a su lado y le instó a levantarse, tampoco dijo nada cuando pasó junto a su padre, ni siquiera miró atrás cuando salieron a la calle. Sólo podía evocar el regocijo en los ojos de su tío, por siempre recordaría la petulancia de esa sonrisa y jamás olvidaría la expresión de completa indiferencia que su padre le dedico. Una indiferencia que parecía apuñalarle en silencio.

Comprendía que aquella había sido la oportunidad perfecta para deshacerse del hijo bastardo de su padre. Le habían vendido, como a un objeto cualquiera carente de valor. Un objeto que estorbaba. Siempre había sido la mancha en la alfombra, el niño indeseable. Y ahora finalmente podrían borrarlo del mapa, para que su padre rehiciera su vida.

.- La abadía será un hogar para ti. .- le aseguro Balcov una vez que estuvieron en el coche. Yuriy ni siquiera reaccionó.

YYY

La abadía Balcov formaba parte de la Corporación Hiwatari; era un edificio humedo y oscuro, cubierto por la nieve y silencioso como una tumba. La seguridad era estrica e inflexible. Una hora para levantarse, una hora para dormir. Horarios repletos de todo tipo de actividades. Practicas agotadoras. Entrenamientos de muerte. Era un lugar donde podrías dormir con la seguridad de que tendrías comida a la mañana siguiente. La rutina te hace olvidar las camaras de seguridad, los barrotes en las ventanas, la revisiones a diario y la amenaza latente de ser castigado. Era un buen lugar para vivir.

Balcov exigía obediencia y a cambio aseguraba techo, comida y ropa. Y aunque en apariencia Borcloff Balcov era un tipo decente, era intolerante a cualquier tipo de falta que amenazara sus planes. Podía, incluso, llegar a ser cruel. Todos hablaban de los aterradores castigos que aguardaban a los desobedientes.

En la fría mañana del trece de diciembre los chicos de la abadía despertaron con la llegada de las nuevas adquisiciones: Diez chicos de entre siete y nueve años, que fueron confinados a los laboratorios de investigación por razones de seguridad. Durante los días siguientes fueron el tema principal entre los demás reclusos, que esperaban impacientes por la presentación de los recién llegados.

Cuatro chicos aceptaron las condiciones sin protestar. Fueron sometidos a un sinfín de pruebas médicas y psicologicas para asegurarse que fueran aptos. Habían sido aislados para apresurar las investigaciones, y aunque ninguno de ellos sabía lo qué era el beyblade tuvieron que aprenderlo a la fuerza. En poco más de seis semanas comenzaron a manejar los principios básicos y dieron a conocer sus habilidades.

Los cuatro chicos aprendieron a vivir con resto de los internos, participaban en las practicas grupales y atendían cumplidamente. Pero ese pequeño triunfo se empañaba con la abierta hostilidad de los otros prospectos. Y lo sorprendente era la aparente condescendencia con la que Balcov trataba el asunto, como si el problema no fuera de extrema importancia. Lo cual desconcertaba a la mayoría, dado que conocían su poca paciencia.

Pero dos chicos en particular era en quienes recaía la exclusiva atención de Balcov. Y sólo por ellos permitía el retraso.

Febrero, 4.
Habitación E-03.

Yuriy Ivanov se encontraba sentado en su cama, abrazando sus rodillas, apenas consciente de las personas a su alrededor. Estaba en un estado de embotamiento que le impedía razonar o protestar. Sólo podía ver la sonrisa de su tío y su expresión de triunfo. Le escuchaba reírse de él. Y un amargo rencor le oscurecía el corazón. En cuanto a su padre, prefería olvidar que existía y olvidar que alguna vez tuvo uno.

La puerta de la habitación se abrió con un chirrido al desplazarse a su izquierda. El pelirrojo ni siquiera miró al recién llegado.

.- Buenos días, Yuriy. .- saludó Balcov, la puerta se cerró tras de él.

Miró en torno suyo y la mirada se afiló al toparse con la charola de comida, puesta cuidadosamente sobre la única mesa de la habitación. La sopa y el pan estaban intactos. Era la quinta ración que regresaría a las cocinas sin haber sido manoseada, y todo cortesía del pelirrojo. Si Yuriy no desistía de su empecinamiento habría que tomar medidas drásticas; Balcov no podía permitirse el lujo de continuar con el retraso en los proyectos.

.- ¿Cómo te encuentras el día de hoy? .- tómo asiento en la única silla de la habitación, escogiendo cuidadosamente sus palabras.

Yuriy se encerró en su mutismo. Respirando profundamente, Balcov continuó, dulcificando aún más sus palabras. Cuando empezaba a cansarse, decidió que era ahora de actuar.

.- No pienses que buscamos engañarte, Yuriy. Hemos sido muy claros desde el principio. Sólo queremos ayudar.

Sin poder evitarlo Yuriy bufó, molesto con el tono paternalista que estaba escuchando. Debía que guardar silencio, dejar que Balcov se marchara hasta que finalmente se olvidara de él; pero quiso la vida que aquel fuera el día que Yuriy más odiaba, el día en que no toleraría escuchar el mismo discurso donde él era el muchacho descarriado que negaba la ayuda que le ofrecían.

.- ¡Muy claros! .- se burló el pelirrojo apretando sus rodillas, su vocecita resonó en la habitación, impregnada de la tozudez propia de esa edad. .- ¡Encerrarme aquí hasta que puedan usarme como carne fresca!

Complacido por la franqueza tan violenta, Balcov no pudo menos que sonreír. Era la primera vez que el chico respondía. El perpetuo silencio que mantenía desde el primer día en que pisó la abadía era algo que Balcov empezaba a detestar.

.- Queremos mostrarte tu potencial, desarrollar tus habilidades, .- sonrió débilmente .- no queremos cortarte en pedacitos.

Broma o no, Yuriy ignoró el comentario, impaciente por acabar con semejante embuste, con voz tensa dijo:

.- Lo único que quiero es largarme de aquí.

.- ¿Olvidas que soy legamente tu tutor y que está es ahora tu casa?

Yuriy levanto la cabeza, sus ojos refulgían como fuegos azules, de una intensidad nada propia para un niño.

.- ¡Yo no obedezco a nadie!. ¡Soy libre de ir a donde se me dé la gana!

.- ¿Y a dónde iras? .- pregunto Balcov con presunta inocencia .- ¿Volverás a la casa que odias?... ¿irás a donde te desprecian?

.- ¡Eso a usted no le importa!. .- rugió el pelirrojo y se puso de pie. Impulsado por la ira, saltó de la cama y lo enfrento. .- ¡Si quiero irme, me iré!

.- No tienes otro lugar a donde ir.

.- ¡Prefiero morir que permanecer en este lugar!

.- Vete y te encontrare donde sea que te escondas. .- prometió Balcov, sin desechar su anterior complacencia, pero el pelirrojo tenía que comprender su situación. .- Tú viniste a mí, Yuriy, el día en que ingenuamente tropezaste conmigo. Y nadie te sacara de aquí. Si cooperas de buena manera, tu estancia aquí será de lo más agradable, pero si continuas negandote a seguir las normas puedo jurarte que te arrepentiras por el resto de tu vida.

Abrumado por la fiereza de las palabras, pronunciadas con un matiz engañosamente suave que le hizo estremecer, el pelirrojo perdió un poco su furia para después recuperarla con mayor intensidad; una intensidad que inundó su pequeño cuerpo haciendo zumbar sus oídos. Su respuesta fue una simple palabra que hizo estremecer la habitación entera.

.- ¡Nunca!

Balcov ni siquiera parpadeó, cabeceó en respuesta, dio media vuelta y se alejo. Pero antes de salir, se giró hacia él y sonriendo desdeñosamente dijo:

.- Por cierto, feliz cumpleaños, Yuriy.

Y se fue, dejando a un iracundo pelirrojo inmóvil junto a la cama, que se lanzó a golpear la puerta apenas ésta se cerrara. Cuando toda su furia se disipó, acabo sentado en el suelo rumiando su frustración y su dolor, incapaz de llorar.

Febrero, 4.
Habitacion E-08.

La comida llegó puntual como siempre. El encargado colocó la charola en la pequeña mesa de metal, encontrándose con las orbes lavanda que le observaban desde la cama. Había cierta frialdad en los ojos de ese niño, una frialdad que no era común en alguien de su edad.

.- Tu comida, Bryan. .- hablo Balcov desde la puerta.

Tomó asiento, esperando pacientemente una respuesta. De visitas anteriores, Balcov había vislumbrado el verdadero caracter del chico; atrevido y empecinado, que no reconocía disciplina alguna. Pero no era el tipo de terquedad caprichosa que veía en Yuriy, alguien que creció bajo los lujos de su familia, era más bien una terquedad basada en el hecho de haber crecido libre, sin reglas que condicionaran sus actos.

.- ¿Qué quiere?. .- dijo el chiquillo con voz enfurruñada.

.- Hablar sobre tus amigos. .- replicó Balcov sonriendo a medias y acercándose a la única silla de la habitación. .- Benzel y los demás se encuentran bastante bien. Todos preguntan por ti.

Bryan apartó la mirada.

.- Son igual de testarudos. .- continuó Balcov con ligereza. .- Pero creo que si aceptaras seguir las normas, ellos lo harían.Te respetan, Bryan, así que todo depende de lo que tú hagas.

El chico apretó los puños.

.- La destreza, el ingenio y su cabezonería, todo lo aprendieron de ti. Tengo que felicitarte, has hecho un buen trabajo, pero es una lastima que no me permitas explorar su potencial. Haría las cosas más fáciles.

.- Usted no tiene el derecho a retenernos.

.- ¿Crees que alguien vaya a quejarse?. Según lo veo, gracias a mí están fuera de la calle. Les ofrezco un lugar para vivir y tendrá una buena educación. Ya no tienen que preocuparse por la comida, la ropa o el frío. Muchas personas lo verían como un gesto de bondad. Otros chicos lo agradecerían de estar en su lugar.

.- ¡Entonces vaya con ellos y a nosotros dejenos en paz!

.- No es tan simple, Bryan; no todos tienen las habilidades necesarias para estar aquí.

.- Jamás pedimos venir.

.- Lo sé. Los elegí porque Lorenz me hablo de tu particular destreza. Porque me dijo que Benzel es perfecto para la estrategia. Y acepte al resto de tu pandilla porque estan en edad de aprender y desarrollar sus habilidades. De lo contrario no me hubiera molestado en traerlos.

Bryan le miraba con sus ojos lavanda, incredulo. Balcov sonrió, pues el chico finalmente comprendía.

.- No fue el azar el que me hizo escogerlos. Tampoco se trata de caridad, pues no tengo tiempo para perder en esa basura. Esto no es un institución humanitaria, ni un orfanato, ni una iglesa. Esta es mi abadía, y todos los que estan aquí tienen algo que yo quiero. Es simple.

Balcov miró en su derredor, dejando que el chiquillo asimilase las palabras.

.- No vamos a convertirnos en las marionetas de nadie. .- susurró Bryan con oleadas de furia estremeciendo su cuerpo.

.- Entonces lamentaras escuchar que éste es ahora tu hogar y hasta que yo no diga lo contrario, vivirás aquí. Tendras que aprender a respetarme o te obligare. .- Balcov se puso de pie. .- Harás todo lo que yo te diga, cuando te lo diga, sin protestar. Si lo haces bien verás que esto no es precisamente malo.

Sus nudillos fueron tornandose blanquecinos conforme más fuerza aplicaba a sus puños. Bryan era terriblemente impulsivo, muchas veces decía cosas antes de pensarlas y hacía cosas idiotas sin considerarlo siquiera. En aquel momento fue incapaz de resistir el impulso de saltar sobre aquel hombre y borrarle la sonrisa de un golpe. Olvido que tenía nueve años, que era pequeño, que era inexperto, y que se enfrentaba a un adulto preparado, tan sólo quería golpearlo.

El chico cayó al suelo con un golpe sordo. Desde arriba, le llegó la voz de su adversario:

.- Buen intento, chico, pero te recomiendo que evites hacerlo en un futuro si no quieres que te envie a las mazmorras. Aunque, .- replicó, pensativo y su sonrisa se tornó en un gesto burlón. .- tal vez un cambio de aire te ayude a pensar mejor.

Y salió dejandole tirado en el suelo de metal.

Bryan apretó los dientes y enterró la cabeza en el piso. Sin dejar que su rostro mostrara la impotencia que sentía. Comprendía que su vida no volvería a ser la de antes.

YYY

Jason Krause, joven ingles, Jefe de Laboratorios en la Abadía, le esperaba de pie al fondo del pasillo.Alto y rubio, ojigris, de facciones cuadradas, Jason no era alguien que tolerara los errores. Se entregaba a su trabajo como ninguno y tampoco permitía que alguien estropeara todo su esfuerzo. Practico, eficiente y de caracter voluble, no encontrarías a nadie mejor para el puesto.

.- Voltaire ha llamado, .- informó Krause caminando a su lado. .- quiere ver un reporte de tus chicos dentro de quince dias. Cuatro de ellos estarán listos para la fecha indicada..., del resto ni siquiera tenemos una muestra de sangre.

.- ¿Llegaron los expedientes que pedí?.

Jason frunció el entrecejo, pero le tendió las carpetas que llevaba bajo el brazo. Balcov las revisó una a una y torció el gesto al no encontrar nada que no supiera ya.

.- Tenemos un retraso de seis semanas, .- añadió Jason al verle terminar. .- y tus chicos no ceden en su negación¿cuánto más esperaremos?. A este paso, tendremos a Voltaire en su visita trimestral sin que el asunto se haya solucionado.

.- Te dije que el problema se reduce a tratar con dos chiquillos, el resto no me preocupa.

.- Me gustaría saber que hay de especial en esos dos para permitir un retraso de semejante magnitud.

.- Si hubieras leído mi informe podrías responder tu pregunta.

.- Lo leí, .- mascullo Jason de mal humor .- pero además de la falta de disciplina no encontre nada que mostrara que son especialmente habiles.

.- Lo demostraran en cuanto se unan a los grupos de entrenamiento.

.- Algo que puede no suceder nunca, ya que por lo visto las negociaciones no progresan como deberían.

.- Estan progresando estupendamente, Krause. .- Balcov ni siquiera le miró cuando se encaminaron hacia su oficina, pero inmediatamente después añadió .- Si uno fue herido en su orgullo y el otro ha perdido su autoridad, y ambos son igualmente engreídos...¿cuál sería la solución al problema?

Jason le miró de soslayo. Balcov no plantearía la pregunta de no saber la respuesta, pero Krause decidió complacer su petición, así que respondió.

.- Presentarlos, y dejar que hagan el resto del trabajo.

Borcloff simplemente sonrió.

YYY

Cuando esa misma noche Balcov se presentó en la celda de Yuriy porque iba a ser trasladado, el chico obedeció en silencio. Llegaron al final del pasillo, subieron una escalera de caracol y dejaron atrás otro corredor. Finalmente salieron a una descansillo circular, escasamente iluminado, que tenía a su vez cuatro arcos en él. Con el tiempo Yuriy aprendería que la manera para desplazarse de un lugar a otro era utilizando los corredores bajo tierra que conectaban a los edificios entre sí, evitando salir al exterior si no era necesario.

Practicamente la abadía estaba bajo tierra, y ningún recluso conocía completamente la cantidad de tuneles existentes bajo ella, muchos de los cuales eran callejones sin salida, y otros cuantos tenían trampas en ellos. Aquel descansillo en particular conectaba con la oficina de Balcov, el comedor, el gimnasio, y el último conducía a las escaleras que subían al nivel principal, donde se ubicaba la enfermería. Balcov eligió el segundo de la izquierda sin detenerse.

Los corredores eran amplios, altos, y bien iluminados, pero la húmedad adherida a las paredes mantenía el aire tétrico del lugar. Encontraron una bifurcación a los quince metros, tomaron la derecha y avanzaron en línea recta, sin detenerse, con las camaras de seguridad estudiando cada paso que daban. Llegaron a otro descansillo de seis entradas. Bajaron por las escaleras a la izquierda, hasta llegar a un oscuro corredor.

Balcov dio la orden para que el guardia apostillado en la entrada abriera el enrejado. El pasillo, escasamente iluminado, era angosto y bajo, la ventilación era insuficiente para despejar el aroma a humedad que se respiraba a cada paso; opresivo en una palabra. Diez metros más adelante otra reja doble obstruía el acceso a las minúsculas celdas de piedra. Eran once en total, todas con una maciza puerta de metal, sin ventanas, y una simple abertura en la parte baja para los alimentos.

Las mazmorras se encontraban en el edificio central, ubicadas en el último piso, bajo tierra, justo debajo de la Sala de Seguridad, donde se monitoreaban las camaras de toda la abadía. Era casi imposible acceder a las celdas sin una previa autorización de Balcov. Y cualquiera que lo pensará, se acobardaba inmediatamente al saber que la oficina de Balcov y su dormitorio se hallaban justamente en los pisos principales del edificio.

Se encaminaron hacia la tercer celda. Bryan dormitaba, echado en el sucio jergón que tenía por cama, y casi saltó al escucharse abrir la puerta. Se cubrió los ojos con la mano para protegerlos de la escasa luz. Veía una silueta, alta, que cubría casi por completo la entrada. Se dio la vuelta y lentamente se incorporó.

.- Buenas noches, Bryan. .- dijo una voz que inmediatamente reconoció como la de Balcov. .- Espero que tu nueva alcoba sea de tu agrado. Sé que no tiene los lujos de la anterior, pero creo que te adaptaras bastante bien.

Bryan se quedo sentado, sin ganas de mostrarle un respeto que no sentía.

.- Creo que debes conocer a tu compañero de cuarto, .- añadió Balcov, entrando en la celda. .- espero que logren entenderse. .- empujo dentro de la celda a un chiquillo pelirrojo. .- Felices sueños. .- y salió dejando a los chicos frente a frente.

Ojos que se estudian, que se desafian, sin pizca de simpatia o conforte, esa fue la primera vez que sus miradas se encontraron.

Continuara...

n/a

Hace poco leí "El Nombre de la Rosa", de Umberto Eco, que esta situada, curiosamente, en una abadía. Y me dieron ganas de escribir esta historia. Sé que soy algo vaga, pero no me he podido resistir. Verán que este capitulo es mucho más pequeño que los que suelo escribir, y eso se debe a que quiero que la historia sea rápida.

Podrán imaginar quien será la pareja protagonica, trataremos su vida en la abadía y su forma de madurar. Hace tiempo que deseaba imaginarme sus principios, así que espero ésta sea una historia de su agrado.

Nos estamos viendo. Besos.

PD. El epilogo de "El silencio..." esta casi terminado, me falta corregir y darle punto final. El siguiente capitulo de "Dulces...", esta en proceso. Y sobre "El Cumplir...", no hay nada claro, dado que esta parado. Lo siento. Gracias por leer.