Red String (Vali Lucifer x Rias Gremory)
No quería que nadie se enterará que el aroma de aquel traidor se había quedado estancado en sus fosas nasales, estaba aterrada de que alguien se enterará que el aroma de su prometido le pareciera cada vez más asqueroso y su paranoia aumentaba a medida que su celo se acercaba.
I
¿Por qué una perfecta Omega como ella estaba con ese asqueroso Alpha? No, se estaba mordiendo la lengua, él también era un asqueroso Alpha, vendiendo a todos allí al mejor postor por aburrimiento, pero… si tal vez todos estuvieran de acuerdo en dar algo a cambio.
No.
Miró hacia el lado contrario, el que se hacía llamar Lucifer en ese tiempo no dejaría ir a esa Omega así como así, o tal vez sí, con su sangre mixta aún podía prometer cachorros fuertes y de buen linaje, no solo eso, podría otorgarles el verdadero derecho de portar con orgullo el nombre de su bisabuelo. Pero tendría que arriesgarse, quizás podría terminar en una mazmorra, «No habría mucho cambio, realmente» se dijo y aunque su orgullo de Alpha le recriminó aquel pensamiento, el pequeño cachorro olvidado que un día fue en ese instante era más fuerte.
—Afuera hay un grupo de rebeldes dispuestos a atacarles.
Todos gimieron sorprendidos ante su declaración. No, sabía que aquella Omega no lo había hecho por eso, su aroma la delataba, y él no le era indiferente. A veces odiaba a su animal interno, demasiado imprudente y abierto con los demás, con pocas ganas de pensar y demasiadas de lucirse, aunque aquello era normal a su edad, hasta él lo sabía, y no le quedaba otra más que intentar controlarse, ¡pero no podía hacerlo con ese sucio Alpha tocando a su Omega!
—Y yo los vendí por treinta piezas de plata —rio con amargura y se incorporó—, sinceramente no me importa, ya no tengo nada que perder —continuo—. Mi linaje está casi extinto, mi abuelo es un viejo Alpha que dio todo su poder a cambio de encontrar a la bestia, y considerando su locura estoy seguro que la encontró y yo, yo realmente no tengo un buen incentivo para vivir.
El Omega de cabellos carmesíes se levantó iracundo ¿cómo se atrevía, y más aun a decirlo de manera tan campante? Apretó los puños que se rodearon de su poder.
—Yo me iré, y ellos también —declaró—. Tomen eso como mi suicidio, y si no salgo de aquí, ellos entrarán —dio media vuelta y con calma camino fuera del recinto, paso a un lado de la Omega, pero ella ni se inmutó. «Lo sabía» realmente no tendría por qué sorprenderse de su reacción —o falta de ella—, sabía que no podía esperar nada de ella, después de todo Rias Gremory ya estaba prometida con el inútil de Issei Hyoudo.
