Disclaimer: Card Captor Sakura y sus respectivos personajes no son de mi propiedad. Estos pertenecen a las CLAMP... pero mención honorífica a Madhouse, quienes hacen un mejor trabajo en Clear Card.


Summary: Sakura no pensó en las consecuencias que le traería huir de su boda y gritarle a su ex-prometido que era un estúpido antes de salir corriendo de la iglesia. Menos, que una de ellas, sería encontrarse con Syaoran Li, quien prácticamente había hecho lo mismo.


Coincidencias que nos unen

Prólogo: Bodas imperfectas.


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No podía recordar algún momento de sus veintitrés años de vida en el que se haya sentido de la forma en la que lo hacía en ese preciso momento. Tenía demasiados sentimientos dentro de ella, los que provocaban que se encontrara dando vueltas dentro de las cuatro paredes de esa habitación como si de una loca se tratara.

No podía detenerse, en realidad… no quería hacerlo.

Lo único que deseaba, más que nada, era encontrar alguna manera de huir.

Se detuvo y exhaló con nerviosismo una gran bocanada de aire, giró para observar la única ventana del lugar y emitió una mueca con sus labios pintados de un suave rosa.

La ventana era demasiado pequeña, no habría forma de que pudiera salir de ahí con la esponjosa falda de su vestido blanco.

Si la ventana no era opción, la puerta mucho menos; cualquiera podría verla y detenerla.

Nuevamente inició a caminar, ¿qué su supone que haría ahora? En cualquier momento irían a buscarla para que ingresara a la iglesia y de ser así, no creía encontrar el valor necesario para escapar como deseaba.

De un momento a otro, quedó frente al espejo de cuerpo completo que se encontraba dentro de la habitación. El reflejo podría mostrar a una novia perfectamente vestida y arreglada; sin embargo, la expresión de tormento y la angustia que transmitía aquellos ojos verdes daban a notar que la chica no se encontraba feliz por sus próximas nupcias.

Fue en ese momento cuando se escucharon tres toques de la puerta, ocasionando que se sobresaltara un poco y que estrujara levemente el ramo que se encontraba entre sus manos.

—¿Estás lista ya, querida? —escuchó una voz femenina detrás de la puerta, una demasiado conocida para ella—. Ya todo está listo, es momento de que salgas.

Maldición…

La puerta se abrió y la mujer que entró por ella la tomó del brazo suavemente, sacándola de aquella pequeña sala y llevándola al lugar al que entraría cuando sonara la marcha nupcial, algo que ella no quería que sucediera.

Minutos después se vio ahí, en la puerta de aquella iglesia, presionada y nerviosa, mientras la típica música comenzaba a escucharse y todos los presentes iniciaban a ponerse de pie ante su presencia.

Suspiró pesadamente, dándose cuenta que aún no lograba juntar el valor necesario para huir de ahí.

Comenzó a entrar al lugar, con lentitud, mientras sentía como sus piernas –al igual que sus manos– temblaban conforme avanzaba.

Sintió la mirada de todos sobre ella, lo que ocasionó que la suya bajara un poco, presentía que mirar al piso la haría sentir mejor.

Cuando volvió a levantar su mirada, no fue dirigiéndola al frente, si no hacia el lado derecho del lugar y se encontró con aquellos ojos amatistas que la observaban con un poco de amargura –y decepción, a pesar de que le doliera admitirlo–, logrando que los de ella se tiñeran con el mismo sentimiento. Entonces miro hacia la izquierda, donde cierta pelirroja la veía con sorna y le dirigía una engreída sonrisa.

Eso solo logró que se iniciara a enojar y que finalmente se atreviera a mirar al frente, donde su querido futuro esposo la observaba con una pequeña sonrisa.

¿Cómo se atrevía a sonreírle así, con una supuesta calidez que ahora dudaba mucho que existiera dentro de él?

¿Acaso se podía ser tan cínico?

Sobre todo, cuando él ayer…

Entonces se detuvo y apretó el ramo de claveles que se encontraba entre sus manos.

Lo de ayer… quería pretender que lo había olvidado, que eso no había pasado, que ella no había visto nada. Realmente quería hacerlo.

Pero no podía.

Las imagines se repetían en su cabeza una y otra vez: Ellos, desnudos en aquella cama, teniendo sexo como unos malditos desesperados.

De solo recordarlo le daba náuseas.

Se habían burlado de ella.

Es suficiente…

Su mirada cambió del nerviosismo a la decisión. Con una gran puntería –y fuerza, debía admitir–, tiro el ramo con dirección del idiota frente a ella, golpeándolo con su acción.

—¡Eres un maldito estúpido! —gritó lo más fuerte que pudo, ya sin importarle nada.

Todos la miraban impactada, y la verdad era que le importaba muy poco.

Giró a ver a los invitados, respiró con profundidad y sonrió.

—La boda queda cancelada —anunció como si nada.

Después de eso, salió corriendo del lugar.

¿Qué si tenía a dónde ir? No, pero eso era lo de menos.

En ese momento se sentía libre.

Y era lo único que le importaba.

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A penas visualizó un parque, se detuvo. Aquellos bonitos zapatos iniciaban a causar estrados en sus pies, le dolían demasiado.

No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba corriendo, pero le urgía sentarse. Caminó despacio por el parque, buscando una banca para descansar un buen rato. Se sonrojó un poco, podía sentir las miradas sobre ella, las sentía desde que salió corriendo de la iglesia. ¿Cómo no la iban a estar mirando? Porque, ¿cada cuánto se veía a una chica con vestido de novia corriendo como si estuviera en un maratón?

Suspiró quedamente, realmente no quería pensar en eso.

Cuando encontró una banca vacía, apresuró el paso para sentarse. Cosa que se le dificultó un poco, todo gracias al vestido que tenía puesto, pero finalmente logró hacer.

Se quedó mirando al piso, como si no hubiera otra cosa más interesante en el mundo.

¿Qué es lo que iba a hacer ahora? No tenía como regresar a Tomoeda, con sus padres, y lo más seguro es que ya no fuera a tener su empleo.

Ya se imaginaba como serían los encabezados de mañana…

"La prometida de Takumi Furusawa huye de la iglesia después de gritarle al novio que era un estúpido"

De solo pensarlo le empezaba a doler la cabeza.

—Disculpa, ¿puedo sentarme? —escuchó una grave voz decir frente a ella.

—¿Eh…? Sí, claro, adelante… —respondió sin prestar mucha atención, su mirada continuaba en el piso.

Tal vez, después de que descubriera donde se encontraba, podría buscar el departamento de su prima (pues no tenía a donde más ir). Luego, debería empezar a buscar trabajo en otro lugar. Pues no iba a permitir que su prima se ofreciera ayudarla, suficiente había sido con el apoyo que le había dado desde la noche anterior, en realidad ella había sido la única que la había apoyado con la boda, no quería causarles molestias.

—Dime… ¿también huiste de una boda?

¿Qué…?

De inmediato, giró su rostro para mirar a su acompañante y se encontró con un joven al que calculaba tenía su misma edad. No podía negarlo, era apuesto y el smoking que traía puesto le apoyaba su opin… Esperen…

¿Quién vestía un smoking para ir un parque, y qué era eso de «también huiste»?

—¿D-Disculpa?

Él emitió una pequeña risa y ladeó un poco la cabeza, para mirarla de reojo.

—No sé si te habrás dado cuenta —inició a decir, podía notar la diversión en su voz—, pero te encuentras en un parque público, con un vestido de novia y perfectamente arreglada para una boda —fue cuando al fin la miro directamente a la cara y noto unos profundos ojos ambarinos que destellaban picardía—. Así que dime, ¿huiste, o trabajas en televisión y grabas una escena?

¿Quién se creía ese tipo? Ni siquiera la conocía y la cuestionaba.

—E-Eso no te importa —contestó, con un poco de enojo y sonrojada por el comentario—. Además… tú también estás muy arreglado y yo n-no te digo nada por eso.

—Entonces huiste —concluyó él, sonriendo de lado.

Ella bufó.

—No puedes asegurarlo.

—El hecho de que lo niegues lo asegura —replicó, alzando una de sus cejas.

—Puede que si trabaje en televisión y que una cámara nos grabe en este preciso momento… —le dijo, no queriendo darle la razón, aunque lo último que desearía en ese momento era algo así.

—Si fuera cierto, eso es lo que hubieras respondido en vez de evadir mi pregunta.

Ella volvió a bufar, ¿quién era él, un sabelotodo?

—Está bien —concedió, harta de darle largas—, no trabajo en televisión y sí, huí de mi boda después de gritarle a "mi novio" que era un estúpido en plena marcha nupcial. ¿Contento, es lo que querías escuchar?

—Por lo menos fuiste capaz de entrar a la iglesia… —comentó él como si nada, mirando nuevamente hacia el frente.

La castaña pestañeó una, dos, tres veces...

Nuevamente… ¿Qué?

—Yo también me casaba hoy —empezó a decir él, antes de que ella preguntara algo, ocasionando su sorpresa—, pero a diferencia de ti, no fui capaz de dar la cara y llegar a la iglesia. Me estacioné una esquina antes de llegar y le llamé a primo para decirle que no me presentaría. Después me puse a dar vueltas en mi auto, llegué a este parque… y te vi.

Entonces él, al igual que ella, había huido. Vaya… coincidencia.

—Espero que por lo menos hayas tenido buen motivo para dejar plantada a la chica.

—Claro que lo tuve —respondió con seguridad, mirándola nuevamente—, y tú ¿lo tuviste?

—¡Por supuesto que sí!

—Bueno, chica desconocida, tenemos algo de común…

—Huimos de nuestras bodas —habló con sarcasmo.

—Aparte —la miró, sonriendo—. Todos se nos quedan viendo.

—¿Q-Qué?

Fue cuando se percató que las personas que pasaban se les quedaban mirando, algunos murmuran cosas y los veían con complicidad. Todo eso causó que un sonrojo subiera a su rostro, no le gustaba ser el centro de atención.

—Vamos —él se puso de pie y le extendió su mano—, te invito un café, chica desconocida.

—N-No me llames así —le reclamó y observó su mano con recelo—. Además, ni siquiera te conozco.

—Tengo un auto, te podría ayudar a ubicarte, no creo que quieras seguir caminando con esos zapatos.

Ella hizo un mohín con sus labios, sabiendo que él tenía razón. Después de varios minutos de reflexión, terminó por aceptar su propuesta y tomó la mano que él le extendía para poder levantarse.

—Andando, chica desconocida —le dijo sonriendo, mientras empezaban a caminar.

—No me llamo «chica desconocida» —le volvió a reclamar—. Me llamo Sakura, Sakura Kinomoto.

—Oh, bueno… —le sonrió, causando que ella parpadeara—. Mi nombre es Syaoran Li.

—Un gusto, Li…creo —dijo con un poco de duda el final—. Espero que después del café me dejes en la estación más cercana.

—¿Viajaras en metro así? —preguntó.

—¿Por qué no? —le regresó la pregunta, desafiante.

—Tengo un auto…

—¿Y eso qué?

—Yo podría llevarte…

—No, gracias.

Li suspiró, rodando sus ojos—: Bah, como quieras.

Ella sonrió, satisfecha y entonces volvió a mirarlo. Se preguntó cuáles serían los motivos que él tendría para huir de su boda. Pensó en preguntarle, pero después descartó la idea. ¿A ella que le importaba eso? Era muy probable que después de esa café jamás lo volviera a ver.

Sí, era muy probable…

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Nota: Mi intención era dejarla en pausa, pero mis planes nunca salen como quiero haha.

Podría continuarla de donde la deje, pero lo escribí en el 2012, debía al menos editarlo un poco. Además, editar esta historia me hizo distraerme de la deprimente semana que acabo de tener.

Espero sus comentarios y les agradezco mucho que llegaran hasta aquí.

¡Hasta la próxima!

PD: Otro motivo fue que estoy, literalmente, a un mes de que me considere totalmente libre de la universidad, ¡que nervios!