FIGTHING THE WORLD
Bo está subida en la cornisa del alto rascacielos. Su vestido de cuero negro, con ribetes de color Burdeos emite un brillo siniestro a la luz de la gran luna que se cierne, indómita y vigilante, sobre la ciudad.
"Soy tu reina"…"Soy tu reina"…"Soy tu reina"…— la súcubo emite su mantra maldito, insertado en lo más profundo de su alma, mientras alza las manos, como si intentara alcanzar la luna que se alza encima suya. El vestido entreabierto deja entrever el inicio de sus rotundos pechos así como una pequeña porción de piel que, perdida su curvatura, se muestra tersa y firme en pos de sus dulces hombros…
La marca de Hades brilla de nuevo, azul maldito, en la blanca piel de Bo. Los ojos de la súcubo acompañan el destellar azulado. Sus manos se elevan más y más en el cielo…
—"Soy tu reina"… —el mundo se transforma en un inmenso surtidor de chi que empieza a emanar, al principio con suavidad, pero luego con gran violencia, de todas y cada una de las ventanas de los edificios circundantes.
Bo está secando la vida de la ciudad…
—Luego vendrá el mundo entero —piensa Jack mientras contempla, con una mueca de satisfacción, el funcionamiento del arma definitiva que tanto tiempo le ha llevado hacer funcionar…su hija.
La vida se muere…
La luna palidece…
Bo brilla en tono azul mortal…
Hades canta en silencio su maléfico triunfo…
La puerta de la azotea se abre con un ligero crujido y Jack desvía, por un segundo, la mirada de los vibrantes chorros de chi azulado que confluyen en la boca de Bo y, a través de ella, lo llenan de un poder absoluto. Un poder excitante, caliente, orgasmático… placer a cambio del dolor del mundo.
Tamsin aparece en el quicio de la puerta. La brava valquiria extiende sus alas, negras como la oscuridad que se empieza a cernir sobre el mundo…negras como la semilla maldita que crece en su interior. ¡Oh, si!, la valquiria quizás esté condenada, pero de seguro que va hacer todo lo posible para que el maligno Hades comparta su destino.
Jack duda. Puede que Bo sea suficiente para dominar el mundo, pero luego hay que gobernarlo. Por eso es por lo que plantó su semilla en el interior de la más brava valquiria jamás conocida…para crear un general a la altura de sus demoníacos ejércitos. No es cuestión de eliminar ese fruto antes de que haya florecido.
—Vamos Tamsin —Hades se tensa esperando el vano ataque de la valquiria—. Sabes que no puedes vencerme. ¿Por qué no dejas de ser una chica tan rebelde y te pliegas a tu destino? Bo ya lo ha hecho —Jack hace un leve gesto con su mano azulada en dirección a su hija.
—Ella no —la suave voz de Lauren retumba con delicadeza por toda la azotea surgiendo de detrás de las alas de Tamsin. La calidez de su voz llega, incluso, hasta el alma de Bo. La súcubo se remueve, presa de una cierta incomodidad a la que no puede poner forma. Los zarcillos de chi azul dudan en el aire—, pero yo si.
—Mi querida doctora —Hades se ríe. Lauren da un par de rápidos pasos y roza con suavidad el hombro de Jack—. ¡Lauren! —la sonrisa de Hades se congela en su cara.
Lauren Lewis siente como la corriente de poder fluye del cuerpo de Hades hacia el suyo propio. Un poder inmenso y doloroso que amenaza quebrar todas y cada una de las células de su cuerpo. Su puño acumula la energía en forma de destello azul que la arrancan gemidos desde lo más profundo de su ser…
La doctora descarga el puño con rabia infinita en la cara de Hades…
El poder de un Dios…
Para matar a un Dios.
Lauren jadea. De su boca emanan leves zarcillos de saliva que se seca con el dorso de la mano mientras intenta recuperar la respiración y, más que ordenar, ruega a su corazón que se estabilice. El puño le arde como si lo hubiera metido en las mismísimas brasas del infierno.
—Debería estar muerto —Tamsin se interpone entre la doctora y el maltrecho cuerpo de Jack, espatarrado en una esquina de la azotea, pero con ligeros signos de seguir con vida.
—Bo lo está alimentando —sentencia Lauren con una mezcla de preocupación y de certeza sobre algo que ya sospechaba…matar a Hades no va a ser tan fácil.
—Golpéalo de nuevo —la valquiria apenas deja entrever sus emociones, pero su tono de voz le hace saber a la doctora que Tamsin empieza a preocuparse.
—Su poder me mataría. Lo justo he podido canalizarlo una vez —Lauren sentencia con firmeza mientras encamina sus pasos hacia Bo—. Vigila que no se levante. Yo se que hay que hacer.
No hay tiempo ni para sutilezas, ni para el amor. Lauren sabe que no es momento de mostrarse dubitativa, cariñosa, o suave. Es hora de hacer las cosas tal y como deben hacerse. La doctora llega hasta Bo y, agarrando a la súcubo por la cintura, da un fuerte tirón y derrumba a Bo sobre la azotea. Los chorros de chi titilan en la oscuridad de la noche y el flujo vital del mundo retorna, con suavidad, a sus propietarios…
La vida se da un respiro.
Bo se revuelve, indómita y salvaje. Azul mortal en sus ojos. Manos convertidas en garras que atrapan la garganta de Lauren. Boca entreabierta ávida del dulce chi de su enemiga…
El color salva a Lauren…
La profundidad color avellana de un par de ojos que, semejantes a dos dagas inquisitivas, se introducen en la férrea oscuridad que domina el cuerpo de la súcubo y navegan hasta lo más profundo de su ser.
—¿Lauren? —Bo ahoga un gemido al dejar escapar una pregunta que duele.
—Esto te protegerá, cariño —la suavidad de la caricia que la doctora dedica a la mejilla de Bo, deteniéndose por un instante a disfrutar del calor del cuerpo de su amada, justo antes de deslizar sus manos por el cuello de Bo y ajustar el cierre del collar, da por afirmativa la callada respuesta.
"Por darme la libertad de amar, y yo lo hago"
El collar se funde con la piel del cuello de Bo. Intensos destellos plateados refulgen a la luz de una asustada luna que, poco a poco, va recuperando su color, tal y como la vida se va recuperando en este mundo aun negro. La marca de Hades vibra, azul apagado que no puede combatir contra el blanco deslumbrante que ciñe el cuello de la súcubo. Bo cierra los ojos pues la lucha entre el bien y el mal, el azul y el blanco, es dolorosa. Un dolor que traspasa su alma y la deja sin aliento. La azotea desaparece...
Bo está en una habitación, todavía con los contornos difuminados. Sus ojos intentan enfocar una lejana figura apostada al otro extremo de la pristina habitación. Una tenue música acompaña toda la escena. ¿Sueño, realidad?...
—¡No! —el grito de Hades acompaña sus frenéticos movimientos en pos de la doctora. Tamsin se interpone entre ellos dos.
—¡Lauren! —la voz de Tamsin, teñida de preocupación alerta a Lauren, que desvía su mirada hacia el maléfico Jack. En la voz de la valquiria está teñida la implícita sensación de que ella no va a ser suficiente para detener la carga del Dios de la oscuridad.
—Aparta —el grito de la doctora hace saltar a la valquiria un par de pasos hacia un lado.
La mano de Lauren se mueve con celeridad y saca del bolsillo de su cazadora el "arma inútil"…
Adamantino y oro…
Feroces destellos del boomerang letal que surca la azotea, impulsado por toda la fuerza del amor de Lauren…
El poder de Zeus girando en el aire…
El poder de un Dios…
Para matar a otro Dios…
La estancia vibra y se aclara. Bo contempla en toda su plenitud a una virginal Lauren, vestido blanco brillante, semejante a una Diosa…una Afrodita terrenal. La mano de Lauren gira la manivela de la caja en sentido contrario a como ella lo hizo hace mucho, mucho tiempo. La música la embarga. La sonrisa de su Afrodita la estremece, altera, excita, ruboriza… La oscuridad, en forma de leve zarcillo, abandona el alma de Bo y navega la blancura de la habitación hacia la caja, desapareciendo en su interior.
—Se acabó —la infinita ternura de la voz de Lauren acuna a Bo…
—¡Lauren! —Bo abre los ojos justo a tiempo de ver como la "inútil herradura" cercena el cuello de Jack. El cuerpo de Hades se desploma sobre la azotea y su cabeza rueda hasta detenerse a los pies de Tamsin.
—Tamsin —susurra la doctora señalando el hombro impoluto de Bo, donde ya no brilla la marca azul de la maldad.
—Me lo llevo —sentencia la valquiria agarrando con una mano la cabeza desmembrada del maligno padre de Bo y caminando un par de pasos hasta el cuerpo exánime de Hades—. Este cabrón es capaz de encontrar la manera de resucitar. Llevémosle de vuelta al Tartaro.
Las negras alas de Tamsin refulgen en la brillante oscuridad de la noche con mil y un puntos brillantes, como estrellas que quisieran acompañar a la valquiria en su tenebroso recorrido. Tamsin y Hades desaparecen en un suspiro…
La vida definitivamente vuelve al mundo.
—Me equivoqué —Lauren aferra con fuerza los hombros de Bo y la sacude para comprobar que está bien—. La mueca de felicidad de la súcubo le da la respuesta que necesita oír. Me equivoqué al dejarte sola y casi no consigo arreglarlo.
—Pero al final lo has logrado ¿No es así? —Bo susurra la pregunta con un ligero temor tremolando en sus labios.
Los labios de Lauren buscan la boca de Bo con ansiedad…dando por callada la respuesta.
