Disclaimer: D! Powerpuff Girls Z y sus personajes no son de mi pertenencia.
Nota de Autora: ¡Hola a todos! Soy nueva aquí en el mundo de FanFiction, y he estado leyendo algún tiempo algunas historia de PPG y DPPGZ así que me dije, ¿por qué no subir mi propia historia a la red? Y aquí estoy, con mi primer FanFic, que no creo que sea demasiado largo. Este fic será principalmente de los verdes, porque la verdad adoro el tipo de relación que los envuelve a los dos, pero de todas maneras escribiré sobre las otras dos parejitas porque también las adoro, así que, ¡enjoy!
Chapter 1.
Su rubia amiga de coletas se sentó a su lado, y mientras la oía refunfuñar en silencio acerca de lo feo que sonaba el piso del gimnasio, observaba con odio puro a los jugadores del equipo de Baloncesto de la escuela, que calentaban en medio del gimnasio, preparándose para jugar un partido de práctica, y atreviéndose descaradamente a quitarle sus preciadas horas de clase de Deporte, la única clase que ella amaba realmente. Y encima de eso, tenía que estar soportando a sus compañeras chillar de la emoción al ver a los jugadores que, en su opinión, no tenían ningún tipo de gracia, para Kaoru Matsubara no eran más que unos tíos dando saltitos con un balón en la mano, creyéndose la gran cosa, cuando eran solo un grupo de idiotas del montón.
Mientras se disponía a planear qué haría luego para subirse el animo a sí misma, Momoko Akatsutsumi, una de sus dos mejores amigas, apareció de repente en frente de ellas, dando botes como si fuera una caja de sorpresas que estuviera apunto de explotar.
—¡Chicas, no lo van a creer!
—Déjame adivinar —dijo Kaoru con un tono venenoso—, uno de los chicos del equipo te miró y tú sentiste como si el mundo se detuviera en aquel momento.
—¡No! Espera, ¡sí! ¿Cómo lo has sabido?
—Porque es lo que dices cada una o dos horas, Momoko. Para ti el mundo siempre se detiene cuando te mira algún tipo.
—¡Oye, eso no es cierto!
Miyako las miró a ambas y, dando un suspiró, se decidió a hablar antes de que sus dos mejores amigas terminaran discutiendo.
—¿Qué chico fue, Momoko?
La pelirroja desvió sus ojos rosas hacia Miyako y le mostró una expresión maravillada mientras comenzaba a parlotear sobre aquel chico, ignorando los comentarios agrios de Kaoru, y satisfecha de que al menos una de sus amigas mostrara interés en el comienzo de su, tal vez, gran historia de amor eterno.
—Para mí, Momoko, que tenías puesta esa cara tuya que pones a veces de tonta rebosa hormonas y se te quedó mirando tratando de averiguar qué tipo de animal salvaje eras.
La susodicha se puso roja de rabia, casi tan roja como el lazo con el que sujetaba su cola de caballo. Kaoru, con una expresión divertida, vio como la chica apretaba los puños y tragaba saliva con lentitud, seguramente preparándose para responderle, cuando un balón de básquetbol le golpeó la parte de atrás de la cabeza, enviándola de cara al frío suelo.
—¡Ay, por Dios! ¡Momoko!
Las dos chicas se acercaron con gran velocidad a la pelirroja, que yacía en el suelo, y la dieron vuelta boca arriba, mientras ésta las miraba con una expresión de desconcierto, expresión que pasó a la furia casi al instante.
—¡¿De qué te ríes, Kaoru?! ¡Podría haber muerto!
—Ah, cálmate ya —la ayudó a levantarse con ayuda de Miyako, que reía silenciosamente entre dientes—. Te has caído de una forma muy graciosa, es un poco imposible no reírse. Además, tú también te reirás de esto cuando veas ese encantador chichón que se te está formando en la frente...
—¡¿Qué?! ¡¿Un chichón?! ¡Denme un espejo! —al no recibir lo que pedía, sacó su teléfono móvil del bolsillo de su capucha escolar y se observó en el reflejo de éste, mientras veía también la mueca de horror que se formaba en sus labios—. ¡Cuando encuentre al que me...!
—¡Eh, tú, la pelirroja de allá! ¿Puedes lanzarme devuelta el balón?
Las tres miraron hacia el centro del gimnasio, donde uno de los jugadores del equipo les hacía seña con las manos, apuntando al balón que descansaba a los pies de Momoko, que se mostró indignada.
—¡¿Has sido tú el que la ha lanzado?! ¡¿Qué eres retrasado?! ¡Casi me matas! ¡Ya verás cuando...!
La voz de la adolescente de ojos rosas se fue apagando cuando el chico comenzó a acercase a ellas con expresión de estar realmente fastidiado. Era, por seguro, dos cabezas más alto que las tres y también tenía una cara de maleante rebelde que le heló la sangre a Momoko con solo mirarlo.
—En serio, no cuesta nada lanzar un balón, son unas pésimas personas ustedes tres, chicas.
Kaoru lo miró con una ceja arqueada y, de paso, miró a sus dos mejores amigas, que se veían realmente intimidadas por la presencia de aquel alto muchacho. Entornó los ojos y dio un paso delante de ellas con aire de valentía.
—Oye, tarado, tú eres la pésima persona aquí —lo apuntó con su uña, que estaba pintada de mala manera con esmalte de uñas negro—. Has golpeado a mi amiga con esa cosa en la cabeza, y encima has hecho que se cayera de cara al suelo, ¿Ves ese chichón con forma de pelota de golf que tiene en la frente? —Momoko puso una cara de horror y se volvió a mirar en la pantalla de su celular— ¡Eso se lo has hecho tú! ¿Tienes acaso una idea de lo que podríamos hacer nosotras? ¡Te podríamos demandar, amigo! ¡Así es, una demanda! Si no quieres que esto pase a mayores, debes disculparte ahora mis...
—A ver, a ver, tranquila —el chico la miró hacia abajo, como si fuera un pequeño insecto que se cruzó en su camino—. La pelota ha ido a parar sin querer a la cabeza de tu amiga, no es como si yo hubiera querido golpearla apropósito.
—Pues me da igual cómo acabó esa maldita pelota en la cabeza de mi amiga, ¡yo quiero que te disculpes con ella!
—¿Disculparme? ¡Pero si yo no la he golpeado!
Miyako y Momoko observaron la discusión de ambos, donde parecía que iba ganando Kaoru. La escena resultaba divertida, ya que ella era mucho más pequeña que él y también se veía mucho menos amenazadora.
—¡Oye, Butch, date prisa!
El chico, que aparentemente se llamaba Butch, miró por sobre su hombro hacia el centro del gimnasio, donde todo el resto del equipo esperaba con impaciencia a que él trajera devuelta el balón.
—Bien, disculpa por golpear a tu amiga —rodó los ojos y se agachó a recoger la pelota, pero la morena se lo impidió—. ¿Ahora qué?
—No es a mí a la que tienes que pedir disculpas.
—Agr, bueno, como sea —miró a la pelirroja, que lo miraba con cierto miedo—. Perdón por no haber sido yo el que te golpeó con esta pelota.
—¡¿Qué tipo de disculpas son esas?! —cuestionó Kaoru.
—¿Las disculpas normales?
Ambos continuaron discutiendo, y Miyako, que había estado atenta a que Kaoru no se lanzara a golpear a aquel muchacho que ni conocían, sintió de repente como en las venas de su brazo derecho dejaba de circular sangre. Miró a Momoko, que era la que había cogido su brazo, con un gesto de dolor y confusión. Ella, por su parte, miraba emocionada al chico alto y pelirrojo que se acercaba a ellos con paso determinado. El pelirrojo llegó al lado del que discutía con Kaoru y, sin previo aviso, le pegó un zape en la nuca.
—Butch, discúlpate de buena manera y ya, ¿quieres?
Butch lo miró iracundo.
—¿Por qué demonios me has pegado, Brick?
—Me disculpo por él, chicas —el pelirrojo ignoró a Butch y miró a las tres muchachas—. Si es necesario, haré que él lleve a su amiga a la enfermería.
—O-oh, no es necesario, n-no... —Momoko lanzó su coleta de cabello hacia atrás coquetamente y con ella golpeó sin querer la cara de Miyako, que se había mantenido detrás de la pelirroja—. Y-yo... Bueno, eh...
—¡¿Ves, niña tonta? ¡Tu amiga está perfectamente bien! —Butch entrecerró los ojos en dirección a Kaoru, que levantó el mentón cuando él le habló, solo para verse un poco más alta—. ¡Las chicas siempre exagerando todo!
—¡Se cayó al suelo, eso no es exagerar!
—¡Pues debe tener...!
—Es suficiente, Butch —lo cortó el pelirrojo a su lado, manteniendo un semblante serio—. Ya has armado demasiado alboroto, vamos. Nos vemos, chicas y, otra vez, les pido una disculpa.
Brick se alejó de ellas y Butch, con el balón en mano, miró con molestia a la morena que le sonreía con superioridad. Se volteó, decidido a ir de vuelta con el equipo mientras daba botes en el suelo con el balón, el cual se le escapó sin querer de las manos al oír la risa burlona de la chica de cabello negro. El dichoso balón que escapó de las manos de Butch dio un bote extra y salió disparado a la cara de Momoko, que comenzaba a lamentarse por el chichón en su frente.
—Mierda...
