DISCLAIM: Que quede claro que el Rey león no me pertenece. Este le pertenece a sus respectivos creadores.

Tampoco gano nada haciendo este fanfic.

PRECAUCIÓN: fanfic BL- YAOI MufasaxScar. SI no les gusta no les aconsejo que lean.

"Son los reyes del pasado que nos observan desde arriba" recordé las palabras que le había dicho a mi hijo no hace mucho. Las palabras que mi padre me había dicho y las que su padre le había dicho a él. Y al saber que es de día y no puedo ver esas malditas estrellas sé que soy libre de pensar lo que yo quiera antes de morir sin que me vigilen.

Se supone que al morir ves toda tu vida y te despides de quienes has amado, no sé si esto me hace un monstruo o algo más pero ya no importa estoy muriendo y no puedo evitar pensar que es mi culpa. No, sé que es mi culpa y por eso sé que lo que recuerdo ahora y en quien pienso ahora es lo que hay detrás del rey. Lo que hay detrás del perfecto monarca que mi padre creo.

Detrás de la máscara que había creado y que odiaba. Detrás… del Rey Mufasa.

Muchos años antes:

"¡Espera Mufasa! ¡Vas muy rápido!"

"Si no corres te dejaré atrás hermano." Corrí sabiendo que intentaría alcanzarme cuando de repente el suelo se hundió bajo mis patas delanteras. La velocidad y la sorpresa hicieron que cayera y rodara. Mi hermano corrió hacia mí y se paró a mi lado mirándome con superioridad.

"Tú puedes ser él de la fuerza bruta pero soy yo el del cerebro Mufasa" puso sus patas delanteras sobre mi pecho y se acercó soltando una hermosa y enorme sonrisa, me había vuelto a poner una trampa. Sentí mi corazón acelerarse y mi respiración se entrecortó, sonreí intentando ocultar o que sentía antes de empujarlo de golpe y pararme. El soltó un grito ofendido ante mi abrupto empuje.

"Tú cerebro no te ayudará si llegamos tarde a casa hermano. Padre dijo muchas veces que no vengamos a los matorrales." Y corrí, no para apurarme pero para huir.

Si me preguntaran cuando empezó no sabría decirlo, siempre fuimos diferentes pero a la vez nos llevábamos muy bien. Él siempre fue el más indicado para relevar a Padre como rey un día y yo lo aceptaba, lo admiraba. Inteligente, sagaz, elegante, diferente, perseverante y hermoso. Probablemente siempre sentí por él algo más de lo normal, de lo permitido.

Cada día era una tortura y una bendición a su lado, escapando a los matorrales donde podía observarlo y esconderme, jugar con él sin sentir miedo de que alguien lo malinterpretara sólo porque era yo el único con ideas indebidas hacia él. Siempre escondiendo lo que sentía, siempre siendo distante eso jamás cambio.

Lo que sentía sólo lo sabrían esos matorrales y yo.

Pero ese verano todo cambio. Todo cuando nuestro padre decidió empezarnos a enseñar como reinar.

"Todo lo que toca el sol es nuestro reino, debemos controlarlo y protegerlo, no sólo de las hienas pero de otras manadas que buscan usurparnos el lugar. Uno de ustedes será Rey, pero el otro debe aprender lo mismo de manera a ser su mano derecha, a ayudarlo a reinar"

Los dos asentimos, ansiosos de aprender.

"Ser el Rey no es sólo un privilegio que se gana al nacer pero se lo debe ganar con esfuerzo. Los juegos se han terminado ahora que ya entran en la pubertad es momento de que maduren. No son enemigos pero competirán entre ustedes." Padre sólo quería lo mejor para el reino, siempre fue así y por eso prosperó hasta ser el hermoso lugar que es ahora pero él jamás se dio cuenta o no quiso darse cuenta que sus hijos al crecer corrían riesgos de igual manera que su reino. No físicos pero emocionales, como nos afectaba lo que decía, lo que hacía y lo que pedía de nosotros, si riegas una planta demasiado se marchita, y si le gritas para que dé más y más frutos también terminará marchitándose.

Las salidas a los matorrales se terminaron.

Padre nos enseño a pensar como rey, a luchar como rey y a sentir como rey. Yo había escondido las cosas tanto tiempo que fingir una más no fue muy difícil. Fingir que me gustaba aprender todo eso.

Me iba muy bien al momento de luchar pero cuando mi padre me obligaba a sentir, a ver y tener la visión de un rey era cuando yo tenía que tragarme todo lo que era para complacerlo.

"¿Cuál es el deber de un rey?"

"Conocer los deberes y derechos de cada ciudadano, conocer las leyes y hacer justicia, proteger el reino, siempre poner el bienestar del reino por encima de todo y estar consciente de todo lo que pasa en el reino." Hermano respondió con toda confianza.

"Bien, sin embargo te falta un punto. Y es algo esencial. ¿Mufasa?" Recuerdo haber meditado unos segundos preguntándome qué había sido posible que olvidara mi hermano cuando un hecho me vino a la mente.

"¿Hijos? Un heredero."

"Exacto. Un rey debe tener una pareja, e hijos a quienes enseñar y que ellos en el futuro continúen con el ciclo ayudando al reino a sobrevivir. ¿Cómo pudiste olvidar un punto tan importante?" Noté como mi hermano se puso tenso. No vi sorpresa cuando escuchó la respuesta, él lo sabía, sabía la respuesta pero había decidido no decirla. ¿Por qué? Me pregunte en ese momento.

"No lo olvide, sólo me parece un punto poco importante, no es necesario tener un cachorro" Fue en ese momento que todo empezó a derrumbarse.

"¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Un hijo es esencial! Debe ser el hijo propio."

Padre se enojó tanto que por un segundo creí que lo golpearía y estaba dispuesto a saltar para ayudar a mi hermano pero se contuvo. Sólo lo miró con decepción y se fue.

"¿Por qué dijiste eso hermano? Sabías la respuesta."

"¿No te puedo dar ventaja de vez en cuando?"

"Los dos sabemos que no es eso, te conozco hermano." Recuerdo que me miró pensando y con algo más, algo que siempre estaba presente pero jamás entendí.

"No me lees lo suficientemente bien. Pero si tanto te importa te lo explico. El reino debe tener un heredero, eso lo entiendo bien pero por qué debe ser mi hijo o él tuyo. Todo león que vive en el reino merece una oportunidad, el mejor debe serlo, nada más. Si el hijo de alguien más es más apto que el mío ¿Por qué no? El rey no tiene que tomar el tener un hijo como una obligación; pero un heredero, educarlo sin importar de quien es hijo, educarlo para que sea un gran monarca."

En ese momento sinceramente pensé que mi hermano era un genio y que en un futuro él sería un gran monarca, aún mejor que padre. Parte de mí se alegró que pensara así, una parte muy egoísta que lo quería sólo para mí. No lo perdería por una leona, él estaría conmigo siempre. Yo tampoco quería una leona, si bien no pensaba decirle nunca lo que sentía tampoco estaría con una cuando lo amaba a él.

Él jamás ocultaba como era, lo que pensaba o su opinión. Tenía una manera… peculiar en expresarlo sincera pero sarcástica o burlona, cuando salíamos juntos nunca pude aburrirme al escuchar como trataba a los que no le agradaban. Estaba mal, pero aún así lo disfrutaba.

"Sería bueno que sólo escuche noticias tuyas de bocas de terceros" "Poniéndolo simple y conciso para ti…" "Me pregunto por qué no vienen a hablarme otros con un intelecto aceptable como mínimo" Esas era unas de las muchas cosas que decía, jamás entendían el insulto o bueno casi nunca. Otras veces se irritaba y sólo decía "Estoy rodeado de idiotas" ahí si lo entendían.

Jamás me dirigió uno de esos insultos, siempre me decía que yo era la excepción aunque en ese momento no entendía por qué lo sería, me resultaba ilógico, yo era mucho más lanzado que él. No pensaba antes de actuar, me costaba aprender datos sobre el reino, prácticamente sólo sabía luchar.

Las visitas a diferentes lugares del reino sólo empeoraron las cosas. Casi no lo veía, íbamos por caminos separados y si antes intentaba esforzarme en ese momento todo murió porque mi mente sólo se preguntaba dónde estaba él. Qué estaba haciendo. Si pensaba en mí. Si me extrañaba. Qué aprendía a diferencia de mí. Qu-

"¡Mufasa! ¿Piensas responderme?"

"Yo… lo siento mucho Padre. ¿Cuál era la pregunta?"

Él sólo suspiró.

"Equilibro los días en los que salgo contigo y con tu hermano, lo sabes bien. Si no estoy contigo es el consejero a quien debes escuchar, de quien debes aprender. Estás muy por detrás de tu hermano, ¿Es que acaso no quieres reinar?"

No. No quería reinar, jamás quise.

"Claro que si Padre, es mi único sueño y meta."

"Entonces deja de soñar y lucha por esa meta. Mira Musafa, ¿Ves el cielo? ¿Qué notas en él?"

No entendí que me pedía, no sabía que su respuesta me atormentaría por el resto de mis días, no sabía que mi vida se derrumbaría de esa manera y lo perdería todo por el significado de lo que para mí sólo eran puntos en el cielo que alumbraban un poco la tierra, puntos que antes de saber que eran sólo servían para compararlas a los ojos de mi hermano, para remarcar aún más su belleza.

"Son… ¿acompañantes de la luna?"

"No exactamente. Mira como brillan, el calor de su presencia, la manera en la que siempre están presentes. Esos… son los antiguos reyes del pasado. Grandes soberanos que buscaron lo mejor para su reino dándolo todo hasta su vida para que el ciclo continuara. Ellos velan y vigilan nuestros movimientos y esperan que nosotros como reyes o futuros posibles reyes demos lo mejor y les demostremos que todo su esfuerzo valió la pena… Es un gran peso Mufasa pero debes aprender a cargarlo. Un rey no vive para sí, por lo que quiere o por lo que siente, no. Un rey vive por y para su pueblo, por lo mejor para este y a pesar de los problemas que surgen por este, pese a todas las cosas, el reino es lo más importante, no uno. Somos reyes, no individuos normales por lo que tenemos obligaciones a respetar, cosas a omitir y sentimientos a ocultar."

Por un momento entré en pánico, creí que lo sabía, en mi paranoia incluso creí que esos antiguos reyes le habían contado todo porque en mi ignorancia jamás desconfié de los elementos del cielo. Sólo fue un detalle más que muestra cuan cándido fui, cuan fácil mi padre me manipulaba, cuanta importancia le ponía en sus palabras.

Y lo arruiné todo. Encontré un gran amigo que a pesar de su corta edad tenía una sabiduría y entendimiento de la vida superior a muchos, era Rafiqui. Todo momento libre lo pasaba con él, aprendiendo, repasando, obligándome a actuar como rey. Él lo entendía, sin que dijera nada me dijo que dejara de luchar por algo que sólo me hacía sufrir para alcanzar un objetivo que me traería más sufrimiento. Me dijo que luchara por eso que él sabía que yo amaba, que deseaba, eso por lo cual sufría noches y días por su ausencia. Pero me sentía vigilado.

Aún cuando era de día no podía hablar con él sin sentir que detrás de una nube, escondidos por la luz del sol e incluso como apariciones raras detrás de árboles y arbustos me miraban. Me juzgaban. Me odiaban. Me criticaban. Se lamentaban. Se decepcionaban. Y al final siempre me excusaba y me alejaba de él, de mi hermano, de ese hermano que no quería que fuera mi hermano que ya ni siquiera podía ver. No por ausencia pero por vergüenza.

Juzgado, sentía que cada ser en el reino, mi Padre e incluso mi madre me miraban con odio. Me sentía envenenado, veía odio en sus ojos, y odiaba ese odio o peor, le temía.

"¿Qué está pasando Mufasa? ¿Acaso crees que soy tan idiota para no darme cuenta que me evitas? ¿O esperas que crea que es porque Rafiqui es mucho más interesante de lo que yo soy?" El sarcasmo estaba presente pero veía temor en sus ojos, algo que no creí que vería jamás.

"No es eso Hermano."

"Entonces dilo mientras me miras a los ojos y no a esa hermosa mota de polvo en el suelo para nada interesante. Y deja de decirme hermano, creí que eso sólo lo hacías frente a Padre ¿Cuándo te volviste tan formal conmigo y por qué?" Por un momento pensé en decírselo todo, que temía porque nos vigilaban que esos fantasmas juzgadores nos espiaban y contaban todo a Padre pero antes de decir todo eso nos interrumpieron.

Recuerdo ver a Madre y Padre felices. Detrás de ellos dos jóvenes leonas y detrás de ellas 2 leonas mayores.

"Venimos a presentarles a Sarabi y a Zira, estuvimos hablando desde hace tiempo con sus madres para llegar a un acuerdo."

"¿Dudas de nuestra belleza o de nuestra capacidad de seducción?" Fue esa pregunta que me hizo dar cuenta las intenciones de Padre, aún si al parecer él no la comprendió. Recuerdo haber sentido pánico e ira. No era suficiente obligarnos a aprender y obligarme a alejarme de a quien amaba pero saber que también me obligarían a casar fue como si Padre hubiera terminado de enterarme atrapándome y asfixiándome. Matándome poco a poco.

"Ellas son perfectas, ambas leonas que se probaron repetidamente y de gran belleza. Pasaran tiempo con ellas también desde ahora para que empiecen a conocerse antes de formalizar todo."

"Esto es innecesario y una pérdida de tiempo. ¿Ya no sabes que enseñarnos?"

"¡Silencio! Hijo es obvio que con todo lo que aprenden no tienen tiempo para conocer leonas. El que llegue a relevarme como rey tendrá que casarse de inmediato, yo sólo pienso en lo mejor para el reino."

"O si Padre, el reino, el oh-tan-importante-y-en-definitiva-más-importante-que-mis-hijos reino. Ni siquiera pensaste en que tal vez, sólo tal vez nosotros ya tomamos una decisión, si ya tengo alguien a quien amo."

Esas palabras causaron más destrozo en mi de lo que creí, recuerdo haber temblado hasta el punto de necesitar apoyarme en un árbol para no hacerlo. ¿Quién era? ¿Cuándo la conoció? ¿Acaso había sido mi culpa por haberlo estado evitando las últimas semanas? Mil preguntas cruzaron mi mente, ahora sé que fui un ciego, tuve tantas señales y no vi ninguna. Realmente debió ser frustrante para él, nunca pensé claramente en lo que el debió sentir cuando Padre le preguntó.

"Si ya tienes una leona ¿Quién es?" Ahora entiendo su silencio. En ese momento creí que no tenía a nadie y lo había dicho por decir, y el alivio que sentí sólo duró poco antes de darme cuenta que eso significaba que tendríamos que conocer y probablemente casarnos con ellas. Él debió sentirse peor, siempre luchó porque siempre creyó en mi aunque al final yo destruí todo, él siempre me entregó todo hasta ese momento en que yo lo traicioné. Pero eso fue después.

Clases, visitas a Rafiqui y tiempo con Sarabi. Recuerdo haber pensado que era callada y demasiado respetuosa. Nunca me contradecía o se oponía a una decisión hecha por mí, sólo sabía cazar bien. Pensé que tal vez me la merecía, que era una maldición conseguir lo opuesto totalmente de lo que deseaba. O sólo era odio a alguien que se parecía ligeramente a mí, sé muy bien cuan despreciable es pensar así de ella y más cuando ese pensamiento aún tiene algo de verdad en mi corazón, aún ahora que estoy por morir lo único que puedo pensar de la supuesta leona que amo es que era mi maldición personal y que jamás la he amado.

Zira era mucho más impetuosa, luchaba y mostraba claramente que aunque le agradaba mi hermano no lo amaba e incluso le respondía algunos insultos. Ver como mi hermano sonreía cuando ella lo hacía me destrozaba. Jamás olvidaré como corrí hasta el acantilado más lejano del reino la primera vez y grité, le grité al cielo "¡¿ESTÁN AHORA CONTENTOS?! ¡¿CUÁNTO MÁS DESEAN QUE SUFRA?! ¡¿ACASO ES TAN MALO?! ACASO… ¿acaso estoy maldito? ¿Acaso es un sacrilegio sentir algo tan hermoso aún si es por él?" No recibí respuesta "¿Acaso es porque es macho?" Nada "Acaso… ¡¿Acaso es por el bien del reino, porque somos herederos al trono?!" Recuerdo haber rugido en frustración y eso inicio una tempestad, vi como los búfalos corrieron por el acantilado temiendo al dueño del rugido. No me sentí orgulloso pero lo tome como una señal, nuevamente asumiendo cosas sin pensar. De manera estúpida.

Forjé un carácter más falso. El de un monarca. Quería que mi hermano viviese como le diera la gana, pero él no podría hacer eso mientras fuera la primera opción para ser rey. Omití todas las veces que Rafiqui me dijo que me detuviera. Siempre fue mi hermano, si logre aprender todo, entender todo, lograrlo todo, fue por él. Porque veía que no estaba de acuerdo con muchas cosas, veía que no amaba a Zira a pesar de que los celos a veces me impedían ver eso y finalmente lo logré.

"Tu mejora es ejemplar. Sabía que la compañía de Sarabi te ayudaría, es una leona correcta. Hijo, me enorgulleces, eres el monarca perfecto, pronto serás tan o más capaz que yo en reinar. Tardaste un poco pero el tiempo de espera valió la pena. En un mes será el momento de nombrar a mi heredero sigue así y tu sueño se cumplirá."

Fue el mejor cumplido que recibí de Padre pero sólo sentí asco, lo hago hasta ahora. Pero lo lograba, liberaría a mi hermano de esas cadenas, yo no importaba, el reino tampoco, sólo él. A mis ojos él siempre importó más que todo y es por eso que jamás entendí y hasta ahora no entiendo cómo pasó eso, por qué lo dije, por qué hui y traicioné de esa manera.

Miedo. Probablemente fue eso, mis ojos probablemente se vieron igual que los de Scar se ven ahora. Aún con esa sonrisa sádica veo sus ojos y veo dolor, miedo, arrepentimiento, desesperación, realización de que acababas de traicionar a quien amas. Porque lo que hice no fue tan diferente a lo que él está haciendo ahora. Es más, él está siendo piadoso al dejarme morir, en una lucha yo vencería pero ante él no existiría lucha ¿O tal vez si? ¿Habría sido capaz de traicionarlo de nuevo? Seguramente él asumió lo peor, saber que me temía, que desconfiaba aún si con toda razón me duele. Y sé que lágrimas salen de mis ojos explicándole a Scar que lo entiendo, que lo acepto, que lo merezco… y que aún lo amo.

"Mi heredero será… ¡Mufasa!"

Recuerdo la celebración, podía notar que Scar no estaba contento y le decía algo a Zira, ella bajaba la cabeza y lo miraba con pena antes de mirarme a mí como si intentara hacer que entendiera algo. Que había arruinado algo de alguna manera. ¿Su reinado? ¿Acaso mi hermano deseaba ser rey? Después de todo parecía llevarse bien con Zira a pesar de que ella era menor a él. Recuerdo que me enojé, había hecho lo que yo creía mejor para él y llegaba esa leona y ahora si quería ser rey.

Si quería el trono se lo daría pero no por esa leona, después de todo él se lo merecía, yo podía tener el conocimiento pero no tenía la sabiduría. De una o de otra manera todo nos llevó a nuestra charla esa noche en los matorrales. A los ojos de esos antiguos reyes que mi hermano no sabía que nos vigilaban.

Puedo ver cada detalle en mi mente mientras caigo. El pasto había crecido lo suficiente para casi ser de mi estatura, el viento soplaba ligeramente dando una sensación de frío y soledad. Estaba harto de escuchar como todos me felicitaban por lo que había huido de la roca del rey para ir allí.

Nuevamente quería gritar, derrumbarme, llorar cuando lo escuché.

"Tan predecible como siempre Mufasa, no te puedes esconder de mi." Me di la vuelta tomando aire para controlarme.

"Hermano, ¿Por qué no estás con Zira?"

"Porque quiero hablar contigo. ¿Por qué lo hiciste?" Estaba más serio de lo usual, decidido y nervioso.

"Por ti." Estaba tan cansado de mentir. Estábamos solos y esos reyes podían morirse de nuevo si a mí me importaba.

"¿Por mi?"

"No deseas ser rey… aunque tu opinión sobre tener pareja obviamente ha cambiado." Dio un suspiro exasperado mientras caminaba en círculos.

"Jamás te pedí que hicieras eso y Zira sólo es una amiga."

"Si claro, no me lo pediste pero-"

"Pero nada. Mufasa, yo no quiero ser rey pero siendo rey es la única manera de cambiar las cosas, de mejorarlas para hacer que las próximas generaciones lo disfruten. Que no sufran como nosotros lo hicimos, que vivan en un mundo mejor. ¿Pensaste aunque sea un momento en algo como eso, en cambiar lo que hizo Padre cuando decidiste ser rey?"

No. No lo había pensado, era egoísta sólo había pensado en lo que a mí me importaba y él era todo lo que me importaba. Cambiar lo que había hecho Padre… no sabía ni donde iniciar.

Se acerco a mí y me miró con cariño.

"No lo hiciste ¿cierto? Nuevamente sólo pensaste en un solo elemento sin ver todo lo demás. Ahora tendrás que casarte con Sarabi o cambiar eso. ¿Siquiera la soportas?"

"¡No es tan mala! Se parece un poco a mi…" recuerdo su risa. Cuando volvió a hablar comenzó a rondarme, rozando mi cuerpo con el suyo de vez en cuando, volviéndome loco.

"No es como tú. Nadie es como tú. ¿No ves lo majestuoso que eres? Naciste con una imagen digna de adoración, tus músculos son formados y elegantes. Tu melena baja suavemente como el movimiento de nubes por tu rostro, brillas ante el sol o la luna. Eres cálido e intrigante. No hay nadie más interesante a estudiar que tú cuando tratas de esconderlo todo tan bien, ¿Qué es lo que escondes? Siempre lo veo pero nunca lo logro capturar a pesar de quedar hipnotizado ante eso." Un estremecimiento me recorrió el cuerpo, nervios y excitación, la manera en la que me miraba, la manera en la que había tocado mis piernas al hablar de mis músculos y como había rozado su rostro con mi melena aspirándola como si deseara ahogarse en ella. Si esto seguía así no podría esconder nada por mucho tiempo y más viendo que no tenía nada con que cubrirme si mi erección decidía crecer más.

"N-no sé a qué te refieres. No escondo nada."

"Es esa mirada a la que me refiero, pánico, nerviosismo, deseo. La manera en la que tus iris se expanden y tú respiración se apresura. ¿Por qué lo hace?" Estaba cerca, demasiado cerca. Mi corazón latía sin detenerse y me vi incapaz de calmar mi respiración en ese momento todo mi autocontrol iba a no lanzarme sobre él cuando sentía que no podía controlarme más. Mi voz había salido más ronca de lo normal. Verlo tan cerca, tan hermoso, tan perceptivo como siempre me estaba destrozando, era mi perdición.

"N-no…" Perdí la capacidad para hablar, sentía mi garganta seca y todo mi cuerpo ardiendo. Se había parado delante mío y me miraba profundamente, como si fuera lo único que existía para él en ese momento.

"Valiente, fuerte, noble, confiable y aún así cerrado, solo. ¿Por qué estas solo si yo quiero estar contigo? ¿Por qué nunca me dijiste que es eso que escondes cuando los dos lo vemos?... ¿Cuándo los dos lo sentimos?"

Me congelé. ¿Acaso él sentía lo mismo? ¿Realmente podía tener esa suerte después de todo?

De repente lo vi acercarse. Y lo siguiente que supe fue que su rostro estaba pegado al mío, se separó a penas un poco y sentí su lengua recorrer el costado de mi hocico. No sé si fueron 2 segundos o 2 minutos, lo más probable es que no fueran ni dos mitades de segundos antes de que viera una sombra separarnos de golpe.

"¡Esto es suficiente! ¡¿Qué crees que haces?!"

"Lo que siempre quise hacer, besar a Mufasa."

El zarpazo que Padre lanzó no habría podido ser detenido con nada. Pero pude haberme interpuesto, recibirlo por él. Pero el miedo me congelo, la sorpresa, todo junto, incluso el solo hecho de que era Padre, creí que no podía hacer nada. Debí haber hecho algo. Los malditos reyes lo habían traído.

Sangre corría por el lado izquierdo del rostro de mi hermano, cerca de su ojo. Aún así se las arregló para mirar con ira a Padre desde el suelo.

"¡Esto es totalmente inconcebible! ¡¿Cómo pudiste hacerle eso a tu hermano?!"

"¡Porque lo amo!" pude ver que había perdido todo su control, su confesión me preocupó, temía por lo que Padre pudiera hacer, no quería que le hiciera más daño, se suponía que sería el rey pero me sentía más insignificante que un venado muerto. "¿Es acaso eso malo Padre? ¿Es por el reino? Sabes que podríamos hacer de este reino el mejor si trabajamos juntos, si nos dejas estar juntos."

"¡Son machos! ¡Y son hermanos! Además no puedes imponerle algo así a Mufasa. ¡Él no es una desgracia, una vergüenza, un… un… fenómeno!" Jamás había visto a Padre hablar con tanto veneno, asco. Y le creí. Fui lo suficientemente idiota para creerle, para creer que eso tan maravilloso que había sentido era… abominable, malo, algo a ocultar y negar.

"Mufasa, díselo. Por una vez no ocultes todo lo que sientes y piensas. Hazlo por mí… ¿Acaso no me amas?"

Fue ese momento, era el momento para decirlo todo, era el momento para admitirlo y ser feliz al lado de quien amaba ya sea con o sin el consentimiento de Padre y de los otros reyes. Era el momento de ser algo más que el futuro monarca.

"…No. No sé de qué hablas… Scar." Cobarde, idiota, despreciable, mentiroso y todo lo peor, la única vez que debía ser egoísta no lo había sido. Cuando las palabras salieron no supe que le dolió más. La traición o el nombre, la manera en la cual le cambié el nombre omitiendo ese hermoso nombre, omitiendo mis sentimientos, omitiendo la verdad, omitiéndolo todo.

"Ese nombre es perfecto, ya no eres mi hijo Scar. ¡Exili-!"

"¡Espera!" Los dos me miraron.

"¿Acaso desea castigarme por algo más mi Señor?" escupió las palabras con dolor e ira, con lágrimas en los ojos.

"No lo exilies Padre. La mejor manera de que vea sus errores y se arrepienta cada día de sus vergonzosos pensamientos es que se quede aquí. Que vea como el reino debe funcionar según como lo formaron los antiguos reyes y tú, Padre." Cada palabra que salía de mi era un insulto. Egoísta no podía dejarlo partir.

"Me enorgulleces hijo mío. Siempre supe que tú eras el indicado. Él se quedará y aprenderá a arrepentirse de sus actos. Que esa cicatriz te recuerde lo que has hecho y que cada vez que la veas comprendas la abominación que eres. Vámonos Mufasa, hijo."

Jamás me arrepentí de tener a Simba pero sé que si hubiera tenido alguna posibilidad de tenerlo con él la habría tomado. Porque ahora sé que este momento de mi muerte es lo que merezco y mi único deseo es volver a sentir su calor, ver el amor en sus ojos y jugar en esos matorrales.

Siento dolor, pero no físico. Eso pronto pasará, me duele escuchar a mi hijo llorar a mi lado. Escucho su charla, lo mandará lejos del reino, lo culpa por mi muerte, eso es injusto. Mi muerte sólo es culpa mía, pero no puedo conseguir odiarlo.

Porque sé que amo a Taka. No Scar, no mi hermano. Pero Taka.

Y sé que yo transformé su amor en odio. Amor que no era un secreto, porque me enterré que le dijo a Zira que me amaba y los dos planeaban cómo hacer para que terminemos juntos. Y tal vez no logré que me odiara totalmente con mis estúpidos actos porque mientras siento que mi conciencia se pierde lo siento a mi lado. No sé si llueve pero siento gotas caer en mi cara y luego su calor, a mi lado y una respiración quebrada.

Si el ser un rey que siguió los pasos de los anteriores era lo necesario para poder vigilar el mundo desde el cielo lo había logrado. Esperaba ir allí para seguir viendo a Taka y a mi hijo. Taka sería un gran rey pero Scar no, eso lo sabía, quería ver todo con la esperanza de que cuando Scar muriera Taka volviera a mí.

Sólo quiero una oportunidad más para tenerlo a mi lado, así, egoísta, como siempre fui. Como Taka me amó. Y como siempre debí ser.

.

.

.

.

Esta fue una idea que tuve y no pude resistir escribirla. Puede o puede no ser un oneshot. Se quedará asi pero si me siento inspirada para continuarla seguiré de todas maneras sería una historia de dos o tres capitulos, cortito.

Y me voy a continuar con mi otra historia ¡Mata ne!