A decir verdad, hace muy poquitito entre en este mundo de historias, y me encanta. Por favor, sean buenos con los Reviews, aún así, son totalmente libres de tirar Avadas y dagas ;) espero que lo disfruten, ya los dejo hasta la proxima, porque como bien dicen en inglés: Time is Money... el tiempo es un maní...
Corría en ese entonces el año 1975, y Hogwarts ya se preparaba para recibir a los nuevos y viejos alumnos.
El 27 de Agosto, precisamente a las 6 de la mañana, dos adolescentes se despertaban en dos lados opuestos de la ciudad; uno en una casa de la alta sociedad y otro en una casucha pobre y desdichada. Ninguno de los dos sabía que sus destinos, por más enemigos que fueran, estarían cruzados durante ese año de escuela.
Ese verano, Sirius lo pasó en la casa de su amigo James, pues ya no soportaba los gritos de su madre acusándolo de traición a la sangre. Sabía muy bien que en la casa de James era bien recibido. Era como un hijo más para la familia. Y ni mencionar la de diversión que tenía junto con James y, de vez en cuando, Remus y Peter, que iban a visitarlos.
Esa mañana se sentía muy raro. No sabía muy bien qué es lo que le pasaba, era algo raro, un hueco dentro suyo. Se sentía vacío. Le hacía falta algo. ¿Pero qué podía ser?
La mañana, se le pasó muy rápido. Cuando Sirius se quiso dar cuenta, eran las 10:45 de la mañana. ¿Por qué le afectaría tanto ese vacío dentro suyo? ¿Qué es lo que le preocupaba? Desvió su vista a la ventana: por Dios, que linda mañana! Así siguió durante unos minutos, observando el paisaje; hasta que, surgido de la nada, un almohadonazo le dio de lleno en la cara, provocando, no solo que se sobresaltara, sino también que perdiera la noción del tiempo y del espacio.
Cuando se recuperó del golpe, no pudo distinguir el lugar donde se hallaba. Solo cuando se dio cuenta de que estaba en la habitación de James, miró a su atacante. No fue su sorpresa encontrar a James Potter parado en el umbral de la puerta soltando una carcajada que parecía interminable. Aprovechando que James había bajado la guardia, y teniendo en cuenta que tenía muy a mano una almohada, le propinó unos cuantos golpes.
De inmediato, comenzó una guerra de almohadas, que terminó en el living (situado en la planta baja de la casa) cuando James terminó en el suelo pidiendo tregua.
-Por favor… Jajaja… No!… No más… A jajá –gritaba James, entre carcajadas que le hacía soltar Sirius con cada almohadonazo.
Sirius solo paró de propinare a su amigo almohadonazos cuando vio una lechuza posada en la ventana. Ésta picoteaba el vidrio cerrado. Rápidamente, Sirius levantó a James del piso y ambos fueron a recibir al ave recién llegada. Sacaron la carta y, como si fueran dos hermanos pequeños, comenzaron a pelearse por ver quién la leía primero. Esta vez, ganó James y, mientras Sirius agradecía a la lechuza y le daba una golosina, la carta estaba siendo abierta con total brutalidad.
-Es de Remus! –dijo James, leyendo las primeras oraciones de la carta- Pregunta si puede venir un día antes del comienzo de clases con Peter por su… Ehmm, problema.
-Por mí no hay problema –comentó Sirius-. Pero te recomiendo que le mandes ahora mismo la carta. Así ya después te olvidas de eso.
-Sí, pienso lo mismo.
Luego de escribir la respuesta a Lupin, ambos amigos desayunaron, se vistieron, y siguieron haciendo de las suyas, practicando sus más atrevidas sonrisitas encantadoras, que más de una vez habían dejado a las chicas de Hogwarts suspirando.
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6:00 a.m.
Severus se encontraba en su casa, donde se despertó sobresaltado por su padre, que solo por fastidiarlo lo había levantado a esa hora.
Severus le odiaba, y aún no entendía cómo no se había ido de su casa hacía mucho tiempo. Sin embargo, su padre no sabía que él no podía usar la magia fuera de Hogwarts, así que mientras durara el secreto, podía amenazarlo tranquilamente.
Se sentía muy miserable por su vida, pero agradecía poder haber heredado la magia de su madre. También agradecía a Merlín haber podido conocer a Lily, su mejor amiga y su amor secreto. Él la amaba tanto, pero se sentía muy mal de no poder estar con ella todo el tiempo de su vida, sabía que ella no era para él. Aún así, hacía todo lo posible por no apartarla de su lado. También la quería como a una hermana, pero sus arrebatos de furia contra los merodeadores la hacían alejarse cada día de su lado.
Mientras pensaba qué poder hacer, su mirada vagaba por toda la habitación, hasta que se detuvo frente a la ventana. Posada en el borde de la ventana, del lado de afuera, y dando picotazos a l vidrio translúcido, había una lechuza muy elegante, de color blanco, como la nieve y con dos manchas en la cabeza.
Sabía muy bien de quién era esa lechuza, cómo no reconocerla. Era de Lily. Fue en ese momento cuando se percató de la hora, había estado sin hacer nada por más de tres horas. Pero eso era lo que le importaba en lo más mínimo, su cabeza solo pensaba en Lily, se había acordado de él, luego de tanto tiempo sin haberse visto.
Con su misma tranquilidad de siempre, se paró y abrió la ventana. Dejando entrar a la lechuza, que se posó sobre los pies de la cama. Le quitó la carta, le dio un dulce y se puso a leer la carta. Casi siempre, Lily era de escribirle dos hojas, y a veces tres, pero esta vez fue solo una.
Querido Severus:
¡Todavía no podía entender cómo es que ya se terminaban las vacaciones, empezábamos de nuevo Hogwarts y no nos habíamos enviado ni una sola lechuza!
Sigo insistiendo en que deberías tratar de llevarte bien con James, Sirius, Peter y Remus, después de todo (y a pesar de que se molestan mutuamente) ellos son mis amigos también. Pero en fin, no debo ilusionarme mucho. No te creas que no sé, tanto como tú, que eso no pasará sino después de muchos años.
¿Cómo has pasado estas vacaciones? Ardo en ganas de volver a Hogwarts, de empezar a estudiar. De volverte a ver a ti, y a mis otros amigos, claro.
Espero que estés bien, espero tu respuesta, y espero que mis esperanzas de que se lleven bien no se debiliten.
Con cariño, Lily
Entre carcajadas, comenzó a responderle a su amiga. Sabía muy bien que la situación entre los merodeadores y él nunca cambiaría. Menos si trataban de alejarla de él. Claro que ella no pasaba todo el tiempo con ellos, pero era mucho más que el que pasaba con él.
Cuando la respuesta estuvo lista, ató la carta a la pata de la lechuza y dejó que ésta partiera vuelo. Sin más nada que hacer, recogió un poco de dinero mágico y se dirigió al callejón Diagon: debía comprar sus nuevos libros.
El callejón Diagon nunca cambiaba: siempre lleno de magos que paseaban de un lugar a otro, de vendedores callejeros, de tiendas abarrotada de gente, y de nuevos y viejos alumnos de Hogwarts.
Se metió en un par de tiendas, compró lo necesario para su nueva estadía en Hogwarts.
Eran las doce del mediodía, y hubiese vuelto de inmediato a su casa, de no ser por un quinteto de chicos que llamaba mucho la atención. Lo único que rescataba y reconocía de ese grupo era cierta chica de cabello como el fuego, que lo miró y dejó escapar una grata sonrisa, mientras caminaba rápidamente hacia él.
Severus se mantuvo inmóvil, estático, hasta donde sabía, la sola mención de Lily Evans lo ponía nervioso.
-¡Hola Sev! –dijo Lily con una gran alegría en su voz, mientras lo abrazaba muy alegremente-¿Cómo has estado?
-Hola Lily –respondió el aludido, separándose de la chica-. Yo he estado bien. No hice nada que pueda llamar tu atención –ambos rieron- ¿Tú cómo has…?
Lamentablemente, en ese momento, los merodeadores se acercaban peligrosamente hacia ellos. Liderados por James, avanzaban decididos, con unas sonrisas pícaras dibujadas en sus bocas.
-¡Vaya, vaya, vaya! –dijo James, compartiendo una de sus miradas cómplices con Sirius- ¡Parece que Quéjicus por fin ha hecho contacto con el mundo humano!
-Vamos chicos –Lily salió en defensa de Severus-, no empiecen una escena. Compórtense, por favor.
-Descuida –repuso Sirius, mirando con malicia a los ojos negros de Severus-, por suerte la pelea es con él. ¿Qué pasa Quéjicus? ¿Tienes tanto miedo que debes dejar que alguien salga en tu defensa? ¿Acaso eres tan cobarde como para usar de escudo a una chica?
Snape no lo dudó un momento. Inmediatamente, apartó a Lily, con un movimiento brusco pero protector y encaró a Sirius, quien estaba siendo contenido por sus amigos (sobre todo por Remus y Peter) para que no explote del odio.
Sin esperar ninguna señal de respuesta, Snape lanzó un fuerte derechazo, que fue esquivado hábilmente por Sirius.
Durante ese instante, se creó un espacio entre los dos de un metro, por el cual pasó una cabellera castaña.
Sirius no podía respirar. Severus no podía hacer nada.
Ambos, sin darse cuenta se habían quedado viendo a la extraña. ¿Quién sería?
