Notas de Autora: No se que es esto. Simplemente me vino a la cabeza, y pensé que sería gracioso. Pero claro mi humor es muy relativo... En fin, escribir esto ha sido muy divertido y por eso mismo se que lo voy a seguir. Disfrutad.


AVISO:
-CRACK.
-POSIBLE OOC AUNQUE LO INTENTO EVITAR.
-MUCHOS, MUCHOS GAYS.


Mi nombre es Killua Zoldyck, y tengo dieciséis años. La verdad, es que nunca le he contado mi historia a nadie por lo que no se muy bien como empezar esta mierda... Antes que nada, me gustaría dejar clara una cosa. Soy muy consciente de que mi vida no es más que otra película americana de adolescentes, y por mucho que intentase oponerme, el cliché fue inevitable. Supongo que puedo comenzar toda esta tontería por el día en el que mudé a una nueva ciudad, en Estados Unidos. Mi familia es originaria de Japón, pero vivimos en Londres por un tiempo por motivos de trabajo. En cuanto entramos al estado, ya me temía como iba a ser mi vida de aquí en adelante, y la verdad es que me negaba.
Un chico nuevo, en una ciudad nueva la cual no le gusta. Encontrará una razón por la que quedarse (la mayoría de las veces, un amor adolescente) y será entonces cuando tenga que marcharse de nuevo. ¡Oh! Pero por algún motivo estúpido al final se quedará, y vivirá feliz para siempre con su nuevo pichoncito. ¡Pues no! ¡No me daba la gana!
Y es que vosotros pensaréis que es una tontería, o egocéntrico el pensar que yo era el protagonista de una película cutre americana, pero no, no lo es en absoluto. En cuanto entramos a la ciudad lo noté en los huesos, pero todo lo demás me lo confirmó.
- Papá no me gusta este sitio. -Murmuré, mirando por la ventana y pateando el asiento de mi hermano Milluki, el cual se quejó estúpidamente. Como amaba las limusinas. En fin, ahí estaba mi primer error. Típica frase de principio de película. Me golpeé mentalmente por esto, y obviamente vino esa respuesta estúpida de mi madre, porque mi padre no caería en esos clichés.
- Vamos, Killu. Harás amigos pronto.
No, mamá no quiero hacer amigos de mierda, simplemente quiero llegar a la estúpida casa y sentarme a comer bolitas de chocolate hasta cansarme. Pero así no acaban los protagonistas de película, por supuesto que no. Acaban con la tetona del instituto, y más mazados que Arnold Schwarzenegger. Menudo asco.
En fin, que el viaje no fue corto como lo ponen en las pelis, y tuve que aguantarme con mis hermanos mayores fastidiándome por un lado, diciéndome como comportarme, y mi hermano pequeño por el otro insinuando que iba a estar pegado a mí como una lapa. Suspiré, y decidí mandarlos a todos a la mierda con mi indiferencia, mientras miraba por la ventana. En este punto de la historia aún no lo conocía, pero fue ahí cuando vi por la ventana paseando con sus amigos al amor de mi vida. Anda, pues eso ha quedado muy cursi, ¿a que no os lo esperabais de mi?

Adelantando al primer día del Instituto, (porque cuando llegamos a la casa fue eso lo que hice literalmente, comer bolitas de chocolate hasta dormirme) cuando me desperté tarde, supe que hoy iba a ser una mierda de día también. Tardé un buen rato pensando en qué ponerme, pero al final me decidí por un jersey azul con una camiseta blanca por encima. Me arrepentí a mitad de camino, porque estaba jodido de calor pero bueno. Como decía mi hermano Kalluto, para presumir hay que sufrir, y supongo que es por eso que lleva ropa de chica y se deja el pelo largo. Aunque la influencia de mi madre también podía significar algo.
En fin, desayuné una tostada que me preparó nuestro mayordomo Gotoh, y negándome a llevarla como un personaje de un anime cutre, en cuanto le di un bocado la tiré a la basura. Después Zeburo, nuestro chófer se ofreció a llevarme en coche al instituto. Pero también me negué, porque así empezaban las películas americanas. Y porque a los demás podía sorprenderles que un niñato llegase en limusina porque si.
Bien, según mis predicciones en una película este es el momento en el que el protagonista se tropieza con o bien el amor de su vida, o bien el mejor amigo que le acompañará de ahora en adelante. Y como no me apetecía conocer a ninguno de los dos, miraba a todos lados de forma paranoica. Y si era raro un niño albino de ojos azules rasgados, imagináoslo mirando como un loco en busca de fantasmas. Killua Zoldyck señoras y señores.
Gracias a Dios la primera clase estaba a punto de empezar, y aún no había chocado con nadie. Puede que incluso toda esta chorrada fuera una paranoia mía, y lo eso de que en Estados Unidos todo son como las películas era una chorrada. Suspiré considerándome un idiota por siquiera pensar eso, y también un rarito ya que me lo pones. Y fue entonces cuando tropecé con alguien, y caí de culo al suelo.
¿POR QUÉ DEMONIOS BAJABA LA GUARDIA?
- Me cago en todo... -Porque no había otra forma de expresar lo que sentía en esos momentos. Si ahí delante había una chica tetona que otros considerarían como "tía buena" me juré a mi mismo que le mandaría a la mierda. Ah, ¿Os lo he comentado? Es que me gustan los chicos. Que soy gay, vamos. Por eso mismo me jodía este rollo del cliché americano.
- ¡Gon! ¿Estás bien? -Oí una voz aguda de chico delante mía, mientras que otra más grave se le unía.
- Eh, crío. Mira por donde vas.
Hice una mueca de asco, mientras me levantaba con rabia, agarrándome la nuca. Había tres tipos ahí, uno rubio que ayudaba a levantarse a otro más bajito con pelo negro, y el tercero que me llamó "crío". Ya. Ese tipo con gafas ridículamente pequeñas me había llamado a MI crío. Menudo gilipollas.
- Que te jodan viejo, es este niño el que chocó conmigo. -Confronté al tercero y más alto, que tenía pinta de haber repetido muchos años o algo, porque parecía un adulto a pesar de llevar ropa casual.
- ¿¡Qué has dicho!?
- Ya basta, Leorio. -El niño con cara de niña regañó al viejo, mientras que el otro, el que chocó conmigo sólo se quedó ahí como un pasmarote con una sonrisa estúpida.
- Lo siento mucho. -Se disculpo. Anda, si sabía hablar. -Fue mi culpa, no veía por donde iba.
- Uh... Bueno, está bien.
Por un momento olvidé todo mi complot de la película sobre mi, y me agaché para recoger mis libros. ¿Y por qué demonios me había puesto nervioso? No lo se, pero si que se que quería salir de ahí cuanto antes. La conspiración de las películas volvió a mi cabeza en cuanto el niño con el que choqué se tiró para ayudarme con los libros. ¡No, no, no! ¡Esto era demasiado cliché! ¡No! ¡No me gustaba!
- No hace falta que... -Empecé.
- Insisto.
Y como insistía, el chaval, pues en vez de seguir recogiendo me levanté para que lo hiciese él. Joder. No me daba la gana de recoger libros con este... Este... Bah, no se me ocurre una buena comparación, pero tenía el pelo de punta de forma muy estúpida, dejémoslo ahí.
- Oye, tu eres nuevo, ¿verdad? -Me preguntó el rubio, mientras que el más alto ayudaba al otro tonto con mis libros. -Bienvenido al Instituto Hunter.
- Um... Gracias.
¡Erizo! Si, eso es. El niño de pelo extraño parecía un erizo. Perfecto. Bueno, pues Sonic el Erizo se levantó con los libros, los cuales volví a meter en la mochila donde pertenecían.
- ¡Bienvenido! Me llamo Gon Freecss.
- Killua... Zoldyck. -Me presenté con mala cara, aunque él pareció no notarlo.

Bien, si esto fuese una de esas dichosas películas ahora pasaría algo que reforzaría nuestra amistad hasta puntos ilimitados... O hasta que llegase una chica guapa para separarnos. Y fue eso exactamente lo que pasó. Pero por suerte yo ya lo veía venir. Un tipo alto y moreno pasó por nuestro lado, chocando su hombro contra mi y seguidamente contra el rubio andrógino. Y se notó que fue completamente a propósito porque anda que no había pasillo para caminar... A diferencia de cuando el niño erizo y yo nos caímos, ahora Gon puso una mueca de enfado, al igual que los otros dos.
- ¡Oye, Kuroro! ¿De qué vas? -Se quejó el golpeado, sobándose el hombro. -Discúlpate.
El tipo ni siquiera se giró, simplemente se paró y con calma le respondió. Me pareció verle una sonrisita en la cara... En fin, que en ese momento me extrañó, pero la verdad es que ahora no, en absoluto.
- No lo hice a propósito, Kurapika. Mis mas sinceras disculpas. -Y después de esto se marchó con una risita estúpida, la cual simplemente enfureció más al rubio.
- Déjalo, Kurapika. No merece la pena. -Suspiró Gon calmándose un poco. -¿Estás bien, Killua?
Y yo, que hasta ahora había permanecido en silencio ante la escenita, simplemente asentí como un bobo. No es como si lo hubiese hecho con fuerza, probablemente sólo quería buscarle las cosquillas al grupito de niños raros.
Que ahora que me fijaba, no parecían pertenecer a un grupo social concreto. Gon iba vestido con la típica chaqueta de rugby rara, y debajo una camiseta verde con cero estilo, el tal Kurapika parecía recién sacado de Green Day, con una camisa negra y encima una corbata roja sin ningún sentido, y por último el tipo alto que... No estoy muy seguro de lo que pretendía llevando una sudadera y unos vaqueros sosos. Parecía como si un atleta, un punk y un tipo corrientucho hubiesen formado la pandilla del momento. Y se notaba que no pasaban desapercibido, porque muchas chicas los saludaban al pasar.
Bueno, pues como no me apetecía ser del grupo de raritos populares simplemente me di media vuelta, y me marché a clase sin despedirme. Conseguí oír algo como "Menudo creído..." por parte del tipo alto, pero lo ignoré. Lo que no pasé por alto fue la vista del más bajito del grupo que estaba clavada en mi nuca.

¿Os he dicho que los tengo a los tres en mi clase?
Los tengo a los tres en mi clase.
Pues entré al aula con expresión estoica, y busqué un sitio con la mirada. Gracias a Dios aún no había demasiados pillados. Me tentó ese que había al final de la clase, al lado de la ventana. Pero como era el típico asiento de protagonista de anime me coloque en medio. No iba a caer en ningún cliché como que me llamaba Killua Zoldyck. Pero parece que ese no es mi nombre después de todo, porque al final caí en todos. Manda narices...
En fin, que me senté tranquilamente y coloqué la mochila en la mesa para oficializar este asiento como mi territorio. En cuanto coloqué el culo en la silla, noté de nuevo esa incomodidad de que alguien me miraba por detrás. Pero no, esta vez no se trataba de Gon. Si el amigo de Sonic parecía que había repetido mucho, este tipo se veía como si fuese el primer Director que tuvo el Instituto. ¿Pero y este de dónde había salido? Tenía el pelo rojo y hacia arriba, desafiando toda gravedad, con dos cojones. Bueno, pues como el de Gon. Pero al menos el de Gon se excusaba con gomina, muchas horas, y dolor de brazos. Y mira que yo no soy quien para hablar de pelos... El mío es blanco y va hacía todas direcciones. No soy el indicado para criticar peinados, pero es que había de gente rara aquí...
- Bienvenido. -Fue lo único que dijo con una sonrisa que asustaría al mismísimo Satanás. Un escalofrío me cruzó toda la espalda. Lo único con lo que pude responder fue con un pequeño movimiento hacía abajo con la cabeza, y volviéndome hacia delante de nuevo. "Si no lo veo no está. Si no lo veo no está. Si no lo veo no está."
Tengo que admitir que cuando noté a alguien sentarse a mi lado agradecí a los cielos que fuese Gon.
- ¡Hola! Este asiento no está ocupado, ¿verdad? -Preguntó con una sonrisa tímida. Negué con la cabeza como respuesta. Mejor él que Ronald McDonald, siendo sinceros.
Examiné de nuevo el salón, y me di cuenta de que ahora había más gente en él. El viejo amigo de Gon estaba sentado al lado de un asiento con una mochila punk, que supuse que sería de Kurapika. Y el resto sinceramente no me interesaba, por lo que no les eché cuenta.
- Bienvenidos un año más al Instituto Hunter. -La profesora, una tipa de pelo verde con muchas coletas en la cabeza estaba fumando un cigarro mientras decía esto. Anda, pues ella también estaba harta de mierdas. Ya teníamos algo en común. -Me llamo Menchi y seré vuestra tutora... Blah, blah, blah. Ahora dejaré que nuestro representante y nuestro subrepresentante hablen. Adelante.
Dicho esto, la tía se marchó (¡Con todo el morro!) dejando a Kurapika en la pizarra con expresión molesta, al lado del tipo que le golpeó antes.
Fue entonces que me di cuenta de la competitividad que existía entre el tal Kuroro y el niño andrógino. Porque Kurapika era el delegado, representante o lo que sea de la clase, y el moreno era el vicepresidente o algo así. Pero por algún motivo esto parecía molestarle más al rubio que al otro. Bueno, pero como ese no era mi problema me daba igual.
- Antes que nada, muchas gracias por votarme un año más...
Pues yo no le había votado. Esto no era una democracia ni era nada. Además, ¿Quién votaría al primo rubio de Billie Joe Armstrong como delegado de clase? El tal Kuroro tenía mejor pinta con su camisetita blanca, su corbatita negra y la vendas esas en la cabeza. Ah, ¿Qué a quién votaría yo? A Kurapika, por supuesto. El otro se veía como un imbécil. Pero claro, también habría que ver al resto de raritos que se presentaron a representantes.
En fin, que nadie hacia ni puto caso a Kurapika. Creo que los únicos atentos de aquí eran Gon y el viejo. Una niña con el pelo verde se pintaba las uñas, otro rubio estaba con su teléfono móvil, uno claramente emo charlaba con otra emo con gafas y... Oh dios. ¿Ese niño tenía un arco con flechas ahí en medio de clase? ¿Dónde demonios me había metido? ¡Hasta Kuroro pasaba de todo, charlando con una niña de pelo rosa!
Pero nuestro delegado seguía, con toda la paciencia del mundo, relatando su discurso. Yo ya los habría mandado a todos al despacho del director. O a la mierda.

Entonces, pasó algo gracioso, por no decir absurdamente terrorífico. Mientras Gon le enviaba señales estúpidas de ánimo al rubio, y este le respondía con una sonrisa, de pronto paró su discurso y su expresión cambió a una de confusión mezclada con enfado.
- ¡HISOKA! -Toda la clase se giró hacia mi. ¿Hacia mi? No, no. Hacia el Ronald McDonald de detrás mía, que en esos momentos estaba pintándose las uñas también. -¿Qué demonios haces aquí? Esta no es tu clase.
Si. Se había colado por todo el morro. Ya decía yo... ¡Si ese tipo parecía tener la edad de mi hermano Illumi! El pelirrojo simplemente sonrió, y se acercó hacia mi asiento. Bueno, al mío no. Al de mi lado, que es donde estaba Gon.
- Lo siento, delegado. Sólo quería asegurarme de que la manzanita llegase sana y salvo a su clase. -¿Acababa de llamar a Gon manzanita? Este tipo estaba muy mal... Noté en seguida la incomodidad de mi compañero de pupitre que se arrastro con mesa y todo hacia delante. -Además todas las charlas son iguales... No te importa que me quede aquí con vosotros, ¿verdad?
¿Pero por qué tenía que decirlo mirándome a mi? Tío raro...
Gon me miró con disculpa en la mirada, y luego de reojo hacia el pelirrojo. Me pareció que murmuro algo como "Este año me he traído spray de pimienta...". ¿Hisoka se llamaba? Genial, otro nombre que apuntar en mi lista de "posibles acosadores" la cual encabezaba mi propio hermano. Una larga historia.
El caso es que yo no sabía en ese momento que Hisoka iba a ser uno de los insectos más molestos de todo el año. Pero creo que lo supuse un poco desde el momento en el que me sonrió con esa cara terrorífica.
Volviendo a Kurapika... El rubio hizo un claro signo de que se marchase por la puerta, pero Kuroro intervino con una sonrisa.
- Déjale que se quede... Si de todos modos no estás diciendo nada importante, ¿verdad? -Soltó, mientras miraba al rubio. Se podía notar perfectamente el desprecio camuflado en sus palabras. Y juro que pensé que a Kurapika se le iban a poner los ojos rojos o algo así. ¡Su expresión era épica! -Eres bienvenido cuando quieras, Hisoka.
La respuesta del rubio fue lanzar sus papeles al suelo e irse a su sitio mosqueado. El viejo le dio un par de palmaditas en la espalda, mientras que dejaba caer su cabeza contra la mesa, y entonces la clase volvió cada uno a lo suyo.

Mientras esperaba a que llegase el recreo, porque estaba claro que la profesora no iba a volver, decidí imitar al niño rubio que parecía ser amigo de Kuroro, y saqué mi teléfono móvil. Mientras jugaba a un juego de combinar caramelos, escuché la conversación entre Gon y el tal Hisoka.
- Vaya Gon, has crecido mucho este verano.
- Supongo...
- Te ves como toda una fruta madura. -Su tono era traumatizante. Pobre chaval.
- Um...
- No puedo esperar a darte un bocad-
- Bueno vale ya. -Si. Intervine. Porque es que era para intervenir, en serio. ¿Es que nadie se daba cuenta de las locuras de esta clase? Gon me miró con una mezcla de confusión y esperanza. Era una expresión adorable. Espera, ¿qué? -Primero, suenas como un acosador. Segundo, Gon no está interesado en ti, claramente. Así que si nos disculpas vamos a cambiar de sitio.
Y dicho esto, agarré al moreno por la muñeca y me lo llevé al asiento de al lado de Kurapika y el viejo. Hisoka se quedó unos momentos confuso, pero después soltó una pequeña sonrisita. Tío raro...
En fin, que puede que intervenir fuese lo peor que hice para mi teoría de la película de mi vida, pero es que no podía dejar las cosas así, ¿no? Quiero decir... Cualquiera hubiese hecho lo mismo en mi lugar.
Vale, cualquiera no. Porque esta clase obviamente era la cosa más rara del Universo, y ninguno siquiera le prestaba atención a la escena de acoso que ocurría ante sus ojos. ¡Era como si estuviesen acostumbrados, por el amor de Dios!
- Gracias por eso. -Comentó Gon, con una sonrisa cuando nos sentamos justo en frente del rubio deprimido y el viejo que lo consolaba.
- No hay problema. -Solté, encogiéndome de hombros.

Entonces se acercó Kuroro a nosotros. Es que nos deshacíamos de uno y venia otro, esto parecía un juego de ping-pong o algo. Se puso al lado de Kurapika para asegurarse de no ser ignorado, y entonces habló.
- Oye, representante. Voy a salir a por algo de comer. ¿Quieres acompañarme? -Sonrió con inocencia. "Inocencia" Había estado aquí suficiente tiempo como para saber que ese tipo de inocente no tenía nada. Probablemente era un genio del mal o algo. Pobre Kurapika, si es que en el fondo entendía al chaval...
- Kuroro. Jódete. -Fue su única respuesta, sin ni siquiera levantar la cabeza de sus brazos. Gon y Leorio soltaron una risotada, mientras que a mi se me escapaba una sonrisa. Oh mierda. Me estaba transformando en uno de ellos.
Y fue en ese momento en el que el moreno más alto se agachó a la altura de la oreja con piercings del rubio y susurró algo. A día de hoy, no se que fue lo que le dijo para que Kurapika se levantase con la cara como un tomate y amenazase con tirarle por la ventana, pero creo que mirando atrás puedo suponerlo. ¡Pero no os voy a contar nada! Porque eso sería rajaros la historia, y aún no vamos más que por el principio.

Después de la escenita Kuroro se fue seguido de toda la clase. Y decidí seguir al grupo con el que había estado en clase porque... Bueno... Puede que les haya cogido algo de cariño, y tampoco quería estar solo. Además Gon insistía en enseñarme su "sitio secreto" después de clase. ¿Cómo iba a negarme a eso?
Nos marchamos a la cafetería, donde había bastante gente ya.
- Killua. ¿Quieres comer algo? ¡Yo te invito! -Me sonrió Gon, y yo le devolví el gesto.
- Está bien... Tengo dinero.
- Oh vale. ¡Leorio, Kurapika! ¡Vamos a comprar! Pillad un buen sitio.
Los otros dos asintieron, y nos marchamos a la cola. Tenía que admitirlo. Hablar con Gon era bastante divertido. Teníamos cosas en común, y todo su rollo era muy interesante. ¿A qué no sabíais que le gusta la pesca? Pues si. Además juega en el equipo de Fútbol del Instituto, y antes estaba en el del Vóley. Le gustan los dulces como a mi, pero me di cuenta de que yo era un poco más apasionado por eso que él.
En fin, que ese día descubrí que pasar tiempo con Gon era divertido, y que puede que si que nos hiciésemos buenos amigos... Como predecí.
- ¿Qué vas a comprar, Killua?
Examiné el menú con una sonrisa que desapareció, al ver la mierda que había.
- Uh... Creo que... Un donut.
¡Ni siquiera tenían chocoballs! ¿Qué clase de país era este? "País de la Libertad". ¡Y una mierda!
Mientras la señora gorda del mostrador nos daba nuestros desayunos, le conté a Gon mi teoría de la película americana. Pues si, porque estaba seguro de que él no se reiría de ello, y estaba en lo correcto.
- ¿En serio? ¿Y has acertado hasta ahora? ¡Eso es muy guay! ¿Cuándo crees que encontraras entonces a la que será la chica de la película?
- No estoy seguro... -Le respondí dando un bocado al donut. -Porque hasta ahora, las cosas que les pasan a las chicas me han pasado a mi. A lo mejor acabo con un chico. -Bromeé. Porque no, no le había contado eso de que me gustaban los chicos.
- Oh... Eso tampoco estaría mal. -Sonrió. ¿Pero pro qué sonreía así? Tan... ¡Tan...! ¡Resplandeciente! Tuve que apartar la vista.
- Supongo...

Justo entonces, noté una mano en mi hombro seguido de un escalofrío que sacudió todo mi cuerpo. La voz a mis espaldas, y la cara de Gon mirando hacia arriba confirmó todos mis miedos.
- Killu... ¿No vas a sentarte con nosotros?
Me giré y ahí estaba Illumi. A sus espaldas Milluki y Kalluto miraban con cara de asco a mi nuevo amigo. Listos para joderme el día. Mierda.