Aquí va mi segundo proyecto largo con Naruto, Aún está caliente.
Mi nueva historia comienza con un número del manga que todos los fans del SasuSaku conocen muy bien, el 482. A partir de aquí he desarrollado todo el fic, respetando puntualmente los acontecimientos desde este punto.
El pairing principal es mi adorado SasuSaku, sin secundarios, aunque pecaré y jugaré por el camino.
A tener en cuenta: he decidido dar un paso más allá con este fic y "desatarme" un poco los dedos. Eso significa que voy a censurar poco o nada lo que me vaya inspirando esta historia y lo voy a escribir tal cual, aunque no me imagino escribiendo capítulos particularmente desagradables -no creo que esta historia vaya por esos derroteros, el esquema que tengo no me da tantos detalles.
Cada capítulo está más o menos centrado en un personaje, aunque no juego con demasiados puntos de vista.
Por último, pediros paciencia. Intentaré actualizar con regularidad, este fic y su esquema me han demandado más tiempo que cualquier otro proyecto (lo siento por los que esperan la reedición de NES, al menos os puedo asegurar que no me olvido de esta historia y su secuela).
Disclaimer: No, Naruto no me pertenece.
Introducción
Silencio
Al instante de verlo en la lejanía, su nombre se le escapó de los labios con fuerza, como un pequeño torrente de agua saliendo a presión de una presa.
― ¡Sasuke!
Dentro de ella la energía la recorría con cuerpo, ramificada en un millar de serpientes. Era tan feroz que la sangre palpitante en las sienes no la dejaba escuchar nada. Su corazón había empezado a bombear acaloradamente cuando dejó atrás a sus compañeros, pero ahora estaba tan nerviosa que no escuchaba nada más que la sangre tamborileando en los oídos y el sonido apagado de su respiración. La gravilla bajo la gomas de las botas crujía con sus espasmos.
La respiración agitada le alertó de que alguien había sido herido; el olor a sangre fresca era inconfundible. Pero Sasuke no estaba herido, parecía firme y muy concentrado. Además del extraño árbol que crecía a un flanco del puente, él era lo único que se mantenía en pie en aquel pequeño campo de batalla. A sus pies se podía distinguir una sombra, sobre la que Sasuke proyectaba una llama de chakra que había empezado a debilitarse con el eco del grito. Había girado la cabeza hacia donde ella aguardaba, buscando una explicación para aquella interrupción, y había susurrado su nombre.
A Sakura le recorrió un escalofrío muy desagradable. La estaba mirando y no sentía nada bueno. Lo cierto era que Sakura había encontrado tiempo de sobra para fantasear con la expresión de Sasuke en el encuentro idílico que siempre soñaba, pero había pensado muy poco en su propia reacción. Eso que sentía era menos amable que la sensación de paz que nacía dentro de ella al imaginar aquel encuentro.
Siempre que Sasuke la miraba, por alguna razón, a Sakura le costaba respirar: porque Sasuke inspiraba un trato deferente cuando se exhibía en la lucha, porque parecía que pudiera escuchar los latidos entusiastas de su corazón tan bien como ella y cada segundo supusiera un grado más de desnudez, porque el Uchiha se lo tomaba todo en serio y que le prestara atención era como si el cielo abriera sus entrañas nubosas para iluminarla con un halo divino.
O porque, simplemente, Sasuke no necesitaba nada para imponer. Uchiha Sasuke poseía un temple adulto, una misteriosa madurez, que advertía a aquel con el que se cruzaba que no saldría indiferente.
Aquel halo imponente que recordaba de la época de entrenamiento con Sasuke volvía a asaltarla, pero el paso del tiempo se hizo notar; esta vez la situación parecía redefinirse. Aunque se sentía devorada por los nervios y emocionada por tener la suerte de encontrarlo a solas, descubría que la presencia de Sasuke tenía una naturaleza muy agresiva. Si bien él nunca había sido cálido en ningún sentido, el frío que le inspiraba en esos pocos segundos iniciales era tan distinto de lo que había encontrado anteriormente en él que se preguntaba para sus adentros si se trataba del mismo compañero de equipo que la había protegido de ser herida tantas veces. Su mirada dura inspiraba una amenaza más ácida que la que había apreciado al verlo cuando Sai, Naruto, Yamato y ella lo encontraron en la guarida de Orochimaru.
Ahora no contaba con el respaldo de Naruto. Estaba sola y Sasuke era muy desafiante. Además de la sangre fresca, a su alrededor apestaba a un gran uso de chakra. Un chakra frío y cortante como el hielo. ¿Hasta qué punto había cambiado Sasuke?
― ¿A qué has venido?
Era la segunda vez que daba ese paso, la segunda vez que ponía toda la carne en el asador. Iba a apostárselo todo por su sentido del deber y su suerte dependería de Sasuke. En esta ocasión no podría imaginarse que sus palabras la llevarían más lejos que aquel banco en el que despertó cuando el Uchiha abandonó la aldea. Eran las palabras que le rondaban desde entonces, las que le habían hecho levantarse de la cama cuando no podía dormir y Naruto faltaba, las que se había gritado en su interior por un mayor rendimiento cuando se entrenaba con Tsunade.
Su intención era matar a Sasuke. Matar el sufrimiento del vengador, la obsesión de Naruto, el mejor amigo que tendría jamás, y el anhelo eternamente insatisfecho de su amor por él.
Sakura echó a Naruto de su lista de preocupaciones antes de tomar una buena bocanada de aire y gritar:
― ¡Sasuke-kun! ¡He decidido que iré contigo! ¡Desertaré de la Hoja!
Sakura salvó la gran oquedad que le separaba de Sasuke de un salto. El Uchiha se había vuelto a ella completamente, ignorando la respiración entrecortada de la chica que yacía a sus pies.
― ¿Qué ganaría llevándote conmigo? ¿Qué estás tramando?
― ¡No estoy tramando nada! ¡Siempre me he arrepentido de no irme contigo cuando te marchaste de la Hoja! ¡Siempre! ―tragó en grueso. Tenía que elegir bien las palabras y ser muy cuidadosa diciéndolas si quería que el plan le resultara. Sasuke no era ningún idiota―
Haré todo lo que tú me pidas. No quiero tener que arrepentirme de nuevo.
― ¿Y tú sabes qué es lo que quiero yo? ―le preguntó Sasuke con el ceño fruncido.
― ¡No me importa! Haré lo que quieras que...
― Aplastar la Hoja ―interrumpió Sasuke con fuerza―. Eso es lo que quiero. ¿Estás segura de que quieres traicionarla por mí?
No podría haber dicho otra cosa que la sorprendiera más, pero Sakura no se dejó arredrar. Iba a meterse en la boca del lobo, lo había decidido, y no había mejor manera que hacerlo con carrerilla.
― Sí... Si tú me lo pides, lo haré.
― Muy bien. Demuéstramelo ―contestó Sasuke ladeando la cara y señalando la silueta a sus pies con aire desafiante―. Dale el golpe de gracia. Si lo haces, confiaré en ti.
La temperatura del cuerpo de Sakura descendió varios grados. Ya tenía una razón para acercarse armada a él. ¿Pero cómo podía pasar todo tan rápido? Había estado deseando cerrar ese asunto pendiente desde que Sai hablara con ella, pero aquella era la hora de la verdad y todo lo que sentía era vértigo.
Tengo una misión importante que hacer. Yo y sólo yo soy quien debe llevarla a cabo.
Definitivamente, era el momento culminante, el que marcaría la diferencia con aquel otro desarrollo de los acontecimientos que hubiera dado lugar si siguiera de brazos cruzados en Konoha. Ya no dependería más de Naruto. Su determinación cobraría sentido y les libraría a ambos de sus propias limitaciones.
No puedo fallar ―se repetía interiormente―. Sé qué es lo que tengo que hacer y estoy preparada, ¿pero por qué bajo esta prueba tan horrible? ¿Por qué matar a esa chica herida? ¡No está tan malherida como para rematarla, pero está tan débil que apenas puede respirar! ¿Cómo puede?
Sacó del bolsillo el kunai que había preparado para su encuentro, asiéndolo con fuerza, y rogó que no le fallara la voz.
― ¿Quién es?
― Pertenece a Taka, mi organización. Como ves, ahora mismo no me sirve para nada. ¿Verdad que eres una ninja curandera? Es perfecto, podrás sustituirla.
La explicación de Sasuke no mejoraba las cosas. Si Sakura podía acoger alguna justificación para evitar el sacrificio de Sasuke, él mismo se la echaría por tierra. Tal y como se habían encontrado, Sakura le habría creído si hubiera alegado que se trataba de un enemigo, pero no era el caso, le estaba demostrando que su inclusión en la lista de ninjas en busca no era un capricho de Danzō. Iba a sacrificar a una compañera porque ya no le era de utilidad. Iba a ser desleal. Otra vez.
Si tenía alguna duda, se ha despejado. Este no es el Sasuke de antes... Ha cambiado irremediablemente.
Siendo él tan frío, tenía que poner especial cuidado en moverse de la forma más inteligente. No iba a mejorar las cosas intentar convencerlo de dejar vivir a su compañera para ganar tiempo, ni Sasuke iba a sorprenderla marcándose una X en el pecho para que pudiera matarle. Él nunca bajaba la guardia. Se fue acercando a ellos, siguiendo el rastro de sangre que llevaba hasta la muchacha que debía matar. A un par de metros de ella, pudo comprobar que debía rondar su edad. Algunos mechones de su cabello, rojo intenso, caían sobre el charco que había formado la sangre que escupía y las gafas de pasta que llevaba estaban torcidas por la posición de su cabeza. La respiración lenta y rajada le hacía pensar automáticamente en formas de abordarla como médico, pero el kunai seguía en su mano. Aunque no las tuviera todas consigo, tenía que hacer algo con él.
― ¿Qué pasa? ¿No eres capaz, Sakura?
Ella no tiene nada que ver... Si ahora yo... si ahora... apuñalara a Sasuke-kun... ¡Se acabaría todo de una vez!
Tomó posición con el sigilo de un verdugo aproximándose a la espalda de la víctima. Sentía el frío anticipatorio de la muerte envolviendo todos sus huesos. Se mordió el labio inferior al escuchar sus latidos espaciarse, fuertes y moribundos. Tenía que calcular bien el tiempo. Tenía que ser rápida y utilizar la fuerza suficiente. Tenía que mirar a Sasuke mientras se derrumbara y se le escapara la vida allí donde ella iba a herirle. Tenía que jurarse que podía verle morir y ser capaz de llevarlo de vuelta a Konoha sin derramar una lágrima delante de sus compañeros. Apretó los ojos mentalizándose por última vez, pidiéndole perdón por lo que iba a hacer. El tiempo pareció espesarse.
― No... lo hagas... Sasuke... ―gimió la voz ahogada a sus pies.
Sakura dejó de atender sus dudas emergentes para poner toda la atención al enorme vacío que sentía a su espalda. El susurro de la ropa de Sasuke, el ligero chisporroteo de chakra que tomaba cuerpo rápidamente en su mano y la mirada asesina que se clavaba en su nuca la absorbían. Sólo podía significar una cosa: Sasuke volvía a atacarla por la espalda, pero en esta ocasión no la iba a dejar inconsciente. Iba a matarla.
Con toda la velocidad que pudo imprimir a su cuerpo conmocionado por la incredulidad, Sakura comenzó a girarse. La terrible visión de la mirada decidida de Sasuke enmarcada por el hilo de sangre que emanaba de uno de sus ojos era la firma de una muerte que le llegaba con un ataque directo y sencillo. El tiempo se paró durante aquel ataque eterno, pero ella era incapaz de moverse. Había esperado cualquier cosa de Sasuke; que se mostrara frío e implacable entraba dentro de lo que podía esperar encontrar, pero matarla no tenía sentido. ¿Qué podía conseguir con ello? Aun concediéndole carta blanca a Sasuke, Sakura no podía comprender que estuviera dispuesto a matarla.
¿Por qué? ¿Para qué?, le preguntó su corazón al tiempo que éste dejaba de latir.
Empezó a cruzar los brazos para protegerse del impacto y cerró los ojos con el poco instinto que quedaba en ella, pero los volvió a abrir cuando sintió una sombra interponerse entre Sasuke y ella. Al abrirlos, cuando comprendió que estaba fuera de peligro, reconoció el dibujo de la capa que se extendía y ondulaba frente a sus ojos. Por un momento pensó que podría tratarse de Naruto, pero la percepción de la cantidad de chakra no se correspondía. La voz de su primer maestro sonó decepcionada.
― Qué bajo has caído, Sasuke.
Kakashi terminó de aterrizar a tiempo de impulsarse para esquivar una patada lateral de Sasuke. Este último recibió un puntapié que le hizo retroceder.
Sakura se quedó quieta. Se sentía patética. No sólo no había podido encargarse de aquello sola sino que habían tenido que intervenir para salvarle la vida de nuevo. Las miradas concentradas que se dirigían su maestro y su antiguo compañero la excluían de aquella pelea. Como siempre.
― Hn, ¿Falta alguien más por venir? ―exclamó Sasuke divertido.
― Sakura... Pretendías acabar tú sola con Sasuke, ¿verdad?
La aludida dejó caer la cabeza preguntándose si de verdad sonaba tan ridículo. ¿No podía ella aspirar a hacer algo así?
― No tienes por qué acarrear semejante peso sobre tus hombros ―volvió a decirle Kakashi―. A pesar de ser el líder del Equipo Siete, permití que os separaseis. No estuve a la altura ―un silencio lleno de vergüenza como respuesta animó a Kakashi a ofrecer una disculpa―. Sakura, fui muy irresponsable al decirte aquello para tranquilizarte. Es posible que me lo estuviera diciendo a mí mismo. Siento haber sido tan mal maestro.
Kakashi no se daba cuenta de cuánto se equivocaba. Naruto y ella eran tan responsables de permitir que todo se fuera de madre como él, y precisamente él había sido quien mejor había desempeñado su papel. Le había dado a Sasuke los mejores consejos y el tiempo para que tomara sus propias decisiones.
Lástima que Sasuke tuviera un final tan inevitable.
― Al contrario...
― Sasuke, no me gusta repetirme continuamente, pero haré una excepción y te lo diré una vez más. Olvida la venganza.
Sasuke se echó a reír con ganas, sorprendiéndoles a los dos. Resultaba grotesco ver a Sasuke carcajearse en aquella situación.
― A Itachi –dijo gravemente―. A mi padre, a mi madre. ¡A todo el clan! ―gritó― ¡Tráelo aquí, vamos! ¡Si lo haces me detendré!
― No quiero tener que matarte ―dijo Kakashi con tranquilidad.
― Lo dices como si pudieras hacerlo en cualquier momento. Deja de hablar como si fueras mi maestro, porque ya no lo eres ―tomó un par de bocanadas agitadas y lo que dijo a continuación, lo susurró entre dientes― Me muero de ganas de acabar contigo, Kakashi... Kakashi bajó el tono para dirigirse a Sakura.
― Reanima a esa chica hasta que recupere el habla. Aún estás a tiempo. Tiene información sobre el enemigo.
― ¿Y tú, sensei?
― Tú llévate a la chica, Sakura. Aléjate de aquí ―se giró para sonreírle con los ojos―. Yo acarrearé el peso de tu determinación. Es mi trabajo, al fin y al cabo.
Sakura lo miró una vez más, lamentando profundamente que tuviera que ser él quien se encargara de aquella tarea. Ella, nadie más que ella, debía encargarse de Sasuke. Naruto nunca entendería que Sasuke había tomado un camino de no retorno, ni que las promesas imposibles se pudieran romper. Kakashi había hecho siempre lo que había podido y seguía los pasos de Naruto porque se sentía responsable de él.
Ella se había quedado llorando y le había hecho jurar a Naruto que le devolviera lo que ella creía que era su razón de vivir. Se había creído que aquella fantasía infantil, su historia de amor con él, se materializaría algún día, cuando Sasuke superara su pasado y aprendiera a perdonar. A pesar de considerar con el tiempo que sus ideas románticas tenían demasiadas alas, Sakura no había terminado de decidirse a cortarlas.
Su corazón debía comprender que no hay historias de amor con protagonistas tan dolidos. Sasuke había cruzado el umbral y había perdido el juicio. Seguía sin poder hacer nada por acabar con el dolor de ninguna de las personas que ella quería. La persona que más debía dar de sí estaba limpiándose de nuevo las manos.
― Vamos, vete de una vez.
Pensó decir algo más, pero comprendió que era una pérdida de tiempo. Estaban preparados para pelear y se le había adjudicado una tarea urgente, así que obedeció. Se agachó para recoger a la chica que supuestamente había estado a punto de matar, degustando el terrible sabor amargo del fracaso en todo el cuerpo. Aquella retirada era su exclusión oficial. Había fracasado otra vez, y para siempre.
Maldita sea.
Llevó a la herida hasta uno de los postes de piedra del puente y la tendió en el suelo. Las manos recobraron cierta movilidad al acomodarla y buscarle la herida. Le abrió la chaqueta manchada de sangre y vio un estrecho pero profundo corte en el pecho. No parecía una herida de espada porque lo único que se había abierto camino en su pecho era chakra, pero la incisión tenía la uniformidad y el alcance de ese arma. Además, un montón de marcas rojas se distribuían por su piel. Sakura no se hizo muchas preguntas sobre ellas. Estaba segura de saber curar la peor de las heridas y demasiado avergonzada de su ridículo encuentro con Sasuke como para pensar en cualquier cosa más.
Se quitó uno de los guantes y comenzó a sanar la herida del pecho.
Irremediablemente, su mente volvía una y otra vez a la pelea. No podía dejar de culparse ni dejar de sorprenderse de que Sasuke hubiera estado a punto de matarla. Nada parecía tener sentido. Su determinación al salir de Konoha le había parecido muy fuerte, pero todo había terminado en un intento de asesinato por parte de Sasuke, y a aquello no lograba darle ninguna explicación. No comprendía qué ganaría Sasuke con ello.
Era todo lo que había ocurrido. Y ella volvía a ser relegada al trabajo con los daños secundarios.
― T-Tú... –comenzó a decir la chica a la que asistía.
― ¡No hables aún! Ya falta poco.
Sakura se mordió el labio intentando contener un sollozo, pero no pudo soportar el peso de la vergüenza y la desesperanza por su antiguo compañero de equipo. Los ojos se le nublaron y empezó a llorar con el primer parpadeo. Sus lágrimas cayeron sobre la ropa manchada de sangre mientras la respiración entrecortada le siseaba entre los dientes.
Cuando la respiración de la pelirroja empezó a normalizarse, escuchó la voz de Sasuke al otro lado del puente, aunque no logró entender nada. Pocos segundos después, sintió el chakra de los adversarios descender velozmente del puente, y una gran transformación del chakra de uno de ellos.
― ¿Qué es eso? ―preguntó mientras la última lágrima cruzaba la mejilla―. ¿Ese chakra es de Sasuke?
La convaleciente asintió con la cabeza.
― No se parece al que iba a utilizar conmigo ―dijo bajando la voz―. ¿Cómo...? ¿Cuándo...?
Volvió a contestarle un asentimiento.
― Es... el poder de Itachi...
Sakura abrió los ojos, asustada. Bajo el puente rugía una extraña fuente de chakra que iba haciéndose más grande y sólida. Podía escuchar perfectamente, a pesar de la distancia, cómo el chakra tomaba forma. El sonido debía emular las llamas del infierno; no estaba consumiendo nada pero crecía sin parar, alimentando una forma muy definida bajo la capa de chakra rabioso.
Sakura tenía el vello de punta.
― Es... Susanoo. Sasuke... desde que se vio con Itachi...
Sakura volvió a tener en cuenta la herida. Sus ojos no se levantaron del pecho que sanaba, pero tenía la mirada perdida. No podía evitar atender al gran cambio de chakra que se estaba produciendo. La gran estructura de chakra parecía moverse y prepararse para atacar. Sonaba como si el tronco de un árbol enorme estuviera tensándose, a punto de resquebrajarse.
Sakura se obligó a reprimir el impulso de asomarse por el puente y continuar con el cierre de la herida. Miró el espacio sanguinolento bajo el chakra de su mano y se preguntó quién la había herido. No podía hacerse una idea de quién había sido último adversario de Sasuke ni qué había pasado para que estuviera tan cegado por el odio.
― Él... ha cambiado. No... no estaba bien antes de en-enfrentarse a su hermano, pero...
Sakura la miró fijamente, con los ojos cuajados de lágrimas, incapaz de creer lo que se le estaba pasando por la cabeza. Las sienes mojadas de la pelirroja la pillaron de sorpresa.
― ¿Él te hizo esto?
― Sí.
― No sabes... cuánto lo siento.
― Me sacrificó. Lo intentaba, al menos.
― ¡Sonríen gracias a que Itachi dio su vida por ellos! ¡Ríen juntos como idiotas, sin tener idea de nada! ¡Ahora mismo, vuestras risas se me antojan risillas de desprecio y mofa! ¡Y nada más! ¡Cambiaré esas carcajadas por gritos y gemidos de agonía!
Sakura imprimió más chakra, para unir los labios de la herida y borrar la huella de la incisión. La malherida soltó un suspiro pesado de alivio y dejó caer la cabeza hacia atrás.
― Sasuke... Ya no es el que tú conociste.
De repente el aire se vició, víctima de una gran corriente de chakra que explotaba y lo inundaba todo. Era tan agresivo que Sakura sintió un cosquilleo muy desagradable en la mano que había utilizado para sanar, como si ese chakra áspero se le estuviera clavando con pequeñas agujas.
― ¿Lo sientes? ―preguntó la voz de la pelirroja― El odio de Sasuke es tan arrollador como su chakra.
― ¡Por eso mismo nos tienes que ayudar! ¡Tenemos que pararle! Si eres su compañera y alguna vez te ha importado debes entender que ahora mismo nos necesita. ¡Habrá algo que podamos hacer por Sasuke!
― No. No acepta ayuda y detenerle en la lucha es imposible. Lo lamento por ti, porque no tienes ninguna posibilidad contra él. Y él tampoco ―ladeó la cara y escupió la sangre que le quedaba en la boca―. No le queda mucho chakra, pero está muy motivado, y eso es todo lo que él necesita ―levantó la mano ligeramente para mantener la atención de Sakura―. Convence a tu maestro para que se retire. Salva la vida, vete, llevadme con vosotros. Estáis perdiendo el tiempo.
― No podemos irnos de aquí sin más. Algún punto débil debe tener Sasuke. Sólo tienes que decírmelo y yo me encargaré del resto. Haría cualquier cosa con tal de dar con él.
― Lo siento. No te puedo ayudar.
Sakura miró con ojos suplicantes a la muchacha, pero comprendió que no se estaba resistiendo. Negaba con la cabeza.
― Si tiene un punto débil, lo desconozco.
¡No puede ser! ¡Esto va de mal en peor! ¡Tengo que hacer algo! ¡Tengo que ayudar! ¡Kakashi confiaba en que ella nos sirviera de ayuda!
Sin pensarlo demasiado, se giró a un lado y movió las manos rápidamente para formar una serie de sellos. Estampó la mano en el suelo y esperó a que la nube de humo de su invocación se disipara. Estaba actuando por instinto, pero a veces lo mejor era guiarse por él y dejar las buenas y razonadas ideas para otro momento.
Una babosa del tamaño de un perro apareció frente a ella. La compañera de Sasuke se incorporó acodándose con dificultad y miró la invocación.
― Katsuyu, tienes que ayudarme a inmovilizar a Sasuke. Es una urgencia ―rogó Sakura.
― ¿Qué ocurre? ¿Hay alguien herido? ―susurró la babosa con voz suave.
― Mucho peor. Ha perdido el control y va a hacer algo que va a tener consecuencias horribles. ¡Tenemos que pararle los pies ahora mismo!
― ¡No seas temeraria! ―le gritó la chica que acababa de curar― ¡No puedes hacer nada por Sasuke! ¿Crees que una invocación podrá hacerle frente a un titán como Susanoo? ¡En cuanto vea que vuelves a entrometerte volverá al puente para matarnos con ese monstruo!
Sakura miró con determinación a Katsuyu, poniendo todas sus esperanzas en ella.
― No te pediría un favor tan grande como éste sin una buena razón. Ha entrado a formar parte de Akatsuki, ha empezado a ser tratado como un criminal internacional. Ahora mismo Sasuke-kun supone una amenaza para Konoha y será cuestión de tiempo que los demás países le den caza.
― De hecho, Sasuke encabeza la lista de amenazas de la alianza ―espetó la pelirroja―. Piensa en ello. Una invocación no es ayuda suficiente.
La babosa movió sus cuernos y levantó la cabeza hacia su invocadora, que la miraba sin parpadear.
― Te ayudaré.
Sakura se volvió a la chica, que se echaba una mano a la cabeza y fruncía el ceño con una expresión de dolor.
― Escucha atentamente, por favor. Intentabas salvarme la vida alertándome de las intenciones de Sasuke cuando no tenías motivos para frenarle, porque soy tu enemiga. Eso es algo que no podré compensarte ni sanándote diez heridas como la que acabo de curar. No tengo nada contra ti, pero lo que sí tengo es una misión importante que completar a toda costa. Si intentas obstaculizarme, no me darás elección. Aunque te haya curado, te abriré esa herida de nuevo. Si, en cambio, me ayudas, te protegeré y te pondré a salvo de Sasuke.
