Basado en la canción Addicted to you, de Avicii.
Autor Note: Hola, mundo negitoro! Nwn Como extrañaba escribir para esta linda pareja, y más un songfic ;_;, hace unos días me tope con un hermoso video de Avicii llamado Addicted to you y quedé encantada (incluso soñé con él), esto debía adaptarse a negitoro a como dé lugar omg jdfsdjgfhsdg.
Nota:
Esto será un fic d capítulos nwn
Está ambientado en el año 1931, e inspirado también por la historia real de los dos fugitivos Bonnie y Clyde.
Espero que les guste este extraño fic nwn. Dedicado con especial cariño a SevenMinds, I love ya girl ;u;!
Oh! Y si no han oído I'm addicted to you, les ordeno que vayan de inmediato a oírla y a ver dat beautiful vid ;u; (¿)
Disclaimer: Vocaloid y Avicii no me pertenecen, todo es propiedad de Crypton Future Media y Avicii respectivamente.
Addicted to You
Entraste en mi loco mundo
Como una gracia limpia y fresca
Antes de saber en qué era lo que
podría acabar.
-1-
-Cerdo asqueroso.- Pensaba Miku con notorio disgusto mientras limpiaba la última mesa del bar.
Las miradas sugerentes que lanzaba el descarado hombre de la caja habían llegado a asquearla, solo sería cuestión de tiempo para que llegara a algo más, muy en contra de su voluntad. Con escasísimos empleos en la ciudad y en la crisis en la que estaba sumida ésta misma, conseguir ese empleo fue casi un milagro, no había de donde elegir. Los halagos, apretones y rozamientos "accidentales" eran cosa de todos los días y Miku no podía esperar el momento de renunciar a su denigrante empleo.
"Todos son iguales"
Mirando con insistencia al reloj, que parecía no querer avanzar a propósito, se acercó a la mesa número 5 a trapear el vómito de uno de los borrachos. Era una noche bastante promedio, el frio calaba hasta los huesos y el diminuto uniforme de trabajo que se veía obligada a usar no estaba colaborando, solo unos minutos y se acabaría su turno.
11:30
Con un casi imperceptible sonido la puerta principal se abre, indicando la llegada de un nuevo cliente. A una hora bastante conveniente, ya que el bar estaba prácticamente vacío.
—Vaya belleza a llegado a Kansas, Caramba.— Oye decir a los borrachos de una de las mesas. Miku mira por el encima del hombro y ve llegar a una joven alta de cabellos rosados a la caja del bar, en un impecable abrigo blanco. Todo el bar e incluso el tiempo en sí mismo parece haberse detenido para contemplarla. Sus zapatos altos hacen eco en el bar y ni siquiera el continuo sonido de vasos de vidrio golpeando las mesas hasta hace unos instantes logra distinguirse.
Las dos únicas mujeres en el bar cruzan miradas por un momento y la sonrisa que le dedica la hermosa extraña no pasa desapercibida por Miku.
—La barra está por allá, cariño. — Le dice el cajero a la muchacha mientras toma un trago de su costoso whisky, examinándola de pies a cabeza como si de un puerco con una manzana en la boca se tratase.
La aludida suelta un bufido, como si fuera ironía, y replica.
. —Lo sé.
Lo siguiente que sabe el cajero es que su bebida está desparramada por el suelo.
Miku, por su lado, ya está sobre una de las mesas, cubriéndole la espalda a la pelirosa con el arma que tenía escondida estratégicamente en su muslo, examinando a los clientes del bar, ahora agachados bajo sus mesas.
— ¿Qué demonios? — Exclama el cajero, sin apenas poderse mover, ya que la pelirosa lo tiene ahora apuntado con un arma en su pecho.
—Haz el favor de meter todos esos verdes aquí — Dice la chica, esbozando una dulce sonrisa sin soltar el arma y señalando una maleta blanca sobre la mesa que parece haber aparecido de la nada. El cajero, atónito, no termina de creer que no se trata de una broma.
—¿Me has oído, miseria? ¡Llena esta maldita maleta de billetes si no quieres que te vuele la cabeza!— Demanda la mujer ahora gritando, empuñando su arma con fuerza y acercándola más al pecho del cajero. El hombre, con manos temblorosas y su cara como un papel debido a la proximidad del arma, termina de colocar hasta el último billete de la caja en la maleta señalada por la pelirosa.
Miku se baja de la mesa de un salto y escanea el lugar con su pistola una vez más, luego se une a la pelirosa que sale corriendo del lugar mientras le hace una seña.
—Te has tardado mucho. — Dice Miku mientras se sube al auto y dedicándole un puchero a su acompañante.
La otra mujer ríe y pone el auto en marcha todo lo que da, pasándole la maleta con su nuevo botín a Miku.
—Tuve unos "percances" en el camino, Miku. No te dejaría tirada en ese sucio hueco ni en un millón de años. — Le contesta mientras acaricia sus suaves cabellos turquesa. Miku se arrima al cuerpo de la pelirosa y le da un pequeño beso en la mejilla.
—... Te extrañé, es todo.
Lo sé, puerritos. —Contestó la mayor, posando una de sus manos en su mejilla.
— Perderás el control del auto, Luka. — Dijo Miku entre risas, pero sin quitar la vista de la carretera nevada.
—Oh, ¿dudas de mis excelentes habilidades de conductora? — Rió la pelirosa mientras hacía un giro brusco a propósito, ganando una divertida risa de su compañera.
—No vuelvas a hacerme esto, Luka. — Le sonríe, —no deseo volver a trabajar en un lugar así, jamás.
Luka señala la maleta a su lado y le dedica una sonrisa a la más pequeña.
Ya no más, amor.
—Te amo, idiota.
Ambas se miran un momento, para luego concentrarse en las nevadas carreteras aparentemente eternas de Missouri y, más adelante, en su nuevo plan.
—Luka, ¡La próxima vez déjame la caja a mí!
Perdida en tus ojos
Ahogada en la torpeza
Estoy fuera de control,
¿Qué puedo hacer?
¡Soy adicta a ti!
-2-
La tormenta de nieve no dejaba ver más allá de unos metros, por lo que Luka se vio obligada a detener el auto en un pueblo pequeño a la orilla de la carretera. Mientras tanto Miku, perdida en su propia imaginación, delineaba con el dedo su M1921 de 9mm, su mirada perdida en algún punto del arma.
—Ten cuidado con eso, preciosa. — Advirtió divertida Luka, solo para hacerla enojar. La muchacha rodó los ojos y la apuntó a manera de broma con el arma.
—Espero estés bromeando, Megurine.
. —Shot.
Miku bajo la pistola y la colocó con cuidado en su muslo de nuevo, arreglándose su elegante vestido, su uniforme de camarera perdido en alguna parte del auto. Poco después, tomó a su acompañante de las mejillas y le propino un buen beso.
Antes de poder corresponderle, Luka sintió un sonido bastante familiar.
Una campana y una puerta. Perfecto.
—Miku, — Llamó con su característico tono cómplice a su compañera. Miku se separó y observo el punto que miraba Luka por la ventana, una pequeña taberna.
—¿…Justo ahora? ¡Pero acabamos…!— Se quejó la más pequeña, pero fue en vano. Luka ya había fijado su mirada en un nuevo objetivo.
La sonrisa de Luka solo se intensificó y Miku puso los ojos en blanco. La mayor sacó de su abrigo su brillante labial rojo y se lo aplico antes de salir, aprovechando también para acomodar su cabello y ajustarse su sombrero. La menor también arregló su sombrero y abrochó su abrigo.
Salieron del auto y la nieve apenas dejaba divisar el pequeño local, era perfecto. Luka tomó de la mano a Miku y caminaron a la taberna, ésta última sosteniendo la maleta.
La fastidiosa campana resonó en el lugar, había poca gente, y, como era usual para ellas, llamaron la atención de los comensales casi al instante. Miku se dirigió a la barra para ordenar algo de beber y Luka la siguió de cerca.
—Mal clima afuera, ¿no? — Miku levantó su mirada y se encontró con el barman del lugar intentando sacar conversación.
—Sí. — Contestó simple pero cortés.
El hombre estaba a punto de responder cuando notó la gélida y repulsiva mirada de la acompañante de la muchacha. Se limitó a dejar la bebida en la barra y se retiró un momento, el cual Miku aprovechó para actuar. Se terminó su bebida a una velocidad impresionante y acto seguido estrelló el pequeño vaso de vidrio contra la pared, señal que Luka captó de inmediato, empuñando sus 2 pistolas y dirigiéndose a paso rápido a la caja.
La mirada asustada del encargado le causo gracia a Miku, quien sin vergüenza dejó escapar una risita y situó la maleta blanca junto a la caja de dinero.
—Coloca todo el dinero aquí, rápido. — El hombre, asustado, empezó a rellenar la maleta con lo requerido, temblando y cayéndosele el dinero al suelo sin cuidado.
Luka se colocó contraria a Miku, cubriéndole la espalda, sus roles invertidos esta vez.
— ¡Apresúrate! — Le advirtió al cajero.
La alarma del local las tomó por sorpresa, alguien había accionado la campana y era cuestión de tiempo para que llegaran los alguaciles al lugar.
¡Demonios!
— ¡Bonnie! — Exclamó Luka con impotencia el nombre clave de Miku, aún sin bajar las armas.
Solo un poco más…
Pero Miku no se movió de su sitio. El cajero aún no había terminado de guardar todo el dinero.
— ¡Maldita sea, Bonnie! — Repitió Luka, exasperada.
—¡Que te esperes un poco! —
Luka decidió tomar las riendas del asunto y arrancó la maleta del cajero. Miku la siguió, con notoria rabia y algo de nerviosismo. Nunca les había pasado algo similar, aunque tenían un plan de emergencia si alguna vez se veían en una emboscada.
¿En qué momento bajaron la guardia? ¿Acaso…?
El barman.
Miku resopló antes de subirse al auto, pateando el capó y lanzando con impotencia la maleta al asiento trasero. Luka movió el auto tanto como su velocímetro se lo permitió y se adentraron en la carretera rural, evitando la principal.
Ninguna soltó palabra alguna en un buen rato, hasta que Luka, aún apretando el volante más de lo que debería, rompió el agobiante silencio.
—No vuelvas a hacer eso. —Soltó fría.
—Puedo recordarte que fue tu maldito plan, Luka. —Objetó sin despegar la mirada del vidrio del auto.
— Debes obedecerme cuando sucedan cosas así, pudieron…
—¡Nunca nos pasan cosas así!
—¡Pudo haberte pasado algo, joder! — Bramó la mayor a modo de regaño.
Detuvo el auto a un lado del camino y se masajeó el tabique nasal. No planeaba decirlo así, pero la idea de que algo le pasara a Miku la atormentaba, angustiaba y algunas veces le hacían replantearse el estilo de vida que llevaban.
—Somos un equipo, ¿no? —Dijo Miku bajito.
— ¿Por qué lo…?
— Debes confiar en mí, tenía el tiempo calculado. Podríamos habernos llevado todo el dinero, aquél idiota solo logró guardar la mitad. — Le reclamó.
— No puedo soportar que algo te pase, Miku. — Soltó de repente lo que rondaba en su cabeza.
— ¿Tú crees que yo sí? — La sorprendió la menor con un abrazo.
Sonrió.
Te amo. —
Se le encendieron las mejillas y no la soltó por un rato.
Yo también Luka, jamás permitiré que te pase algo. —
Ahogada en la torpeza
Estoy fuera de control
¿Qué puedo hacer?
¡Soy adicta a ti!
A/N: ¿Muy mal? ;_; Pueden descargar su odio en la cajita de comentarios ;U;
