Summary: Un accidente con un dispositivo robado lleva a Ron, Drakken y Dementor en un alocado viaje en el tiempo… ¡directo a Ciudad Go, varios años atrás!

Disclaimer: Este fic fue recientemente descubierto durante una limpieza obligatoria de diskettes auspiciada por mi mamá (T~T). Prefiero que esta historia, que involucra personajes, lugares y eventos que no me pertenecen, esté publicada en FanFiction, y no haciendo polvo archivada en un diskette, almacenado en una caja que a su vez está perfectamente guardada (¡Okay! ¡Tirada!) bajo el mueble de mi amada computadora…

¡Amo a mi computadora!

El disclaimer incluye la proclamación de mi carencia de derechos de autor con respecto a cierta máquina del tiempo (en torno a la cual gira la trama de tres conocidas películas protagonizadas por Michael Fox) que da nombre al dispositivo usado en este fic.

¡Disfruten la función! Frase del Genio de Aladino antes de algunas películas Disney.

Tiempo Fuera.

Capítulo Uno.

Dónde Sea.

-¡DETÉNGANLA!

Los secuaces del Profesor Dementor corrieron hacia ella. La chica brincó y pateó a dos de ellos, dejándolos inconcientes. Entonces miró a los otros y ellos miraron a su jefe; Dementor asintió y los soldados pagados atacaron a la fémina.

Golpe...

Patada...

Puñetazo...

Aniquilación Total.

Los sonidos de la batalla se perdieron en la guarida de Drakken. La chica de ojos verdes venció a los tipos de SecuasCo. en cuestión de minutos. O segundos.

Cómo sea... fue rápida.

El Doctor Drakken observó con horror a su Némesis adolescente y a su competencia en el asunto de la dominación mundial.

De acuerdo...

Comencemos por el principio:

Drakken había robado cierto objeto de un laboratorio gubernamental y Kim Possible estaba allí en una misión de recuperación. La porrista no podía hacer otra cosa; era su trabajo...

¿Pero por qué había tenido Dementor que elegir precisamente ese día para robar los inventos de Drakken?

¿Por qué sus archienemigos habían elegido ese día específico para irrumpir en la guarida del doctor azul, los dos al mismo tiempo?

¿Qué, se habían puesto de acuerdo?

Los secuaces de Dementor estaban literalmente acabados. Kim se apartó el largo cabello rojo del rostro y miró alrededor, esperando en posición de batalla. Pasaron los minutos. Finalmente encaró a Drakken.

-Así que... –dijo la capitana de porristas-, ¿Dónde está Shego?

-Renunció –gruñó el Doctor D-. Otra vez. ¡¡¡Y no tengo ni idea de que se supone que hice ahora!!! –chilló-. ¡¡¡Sólo toma el aparato y márchate!!! Estoy demasiado ocupado como para perder el tiempo hablando con una adolescente.

-¿Shego renunció? –preguntó Ron con incredulidad.

-Regresará –se dijo el científico loco a si mismo-. Siempre lo hace. Tiene que hacerlo –murmuró preocupado.

-No si puedo convencerla de que trabaje para mí –comentó Dementor, frotándose las manos malévolamente.

-¡¿QUÉ?! –vociferó Drakken.

-Puedo pagarle más que tú –informó el profesor demente.

-¡Ella nunca trabajaría para ti!

El doctor estaba listo para discutir.

-No estoy tan seguro –dijo el pequeño hombrecito, mesándose la barba y observando con placidez la expresión furiosa en la cara del azulito. Realmente disfrutaba haciendo enojar a ese seudo villano. Y seamos honestos, ¿quién no?- Puedo ser muy convincente. ¿Y por qué trabajaría ella para ti, pudiendo trabajar para mí?

El Doctor Drakken refunfuñó, levantando los hombros y apretando los pequeños puños con fuerza. Se había quedado sin habla.

Segundos después fue capaz de decir la única palabra posible en una situación como esa...

-¡¡¡SHEGO!!!

Esta vez, nadie acudió a su llamado.

Maldición...

Realmente la extrañaba.

Sus patéticos secuaces estaban en huelga y la única empleada competente había renunciado... ¿Por qué a él?

Se percató de que dos de sus invasores se estaban carcajeando. Dos y medio si contaba a la rata rosa calva.

El hecho de que alguien se estuviera burlando de él le recordaba a su compañera de crímenes... Aunque de una manera bastante desagradable.

-Ja ja. ¡Muy graciosos! –farfulló Drakken-. ¿Les molestaría dejarme solo, por favor? ¡¿Y DEJAR DE REÍRSE?!

Dementor fue el primero en hablar.

-Está bien –accedió, secándose una lágrima con el dorso de la mano-. Tomaré el Proyecto Deloriane y me iré de tu guarida. ¿Podrías darme el celular de Shego?

-¡¡¡NO!!!

-Espera un segundo –ordenó Possible. Los dos "Yo voy a dominar el mundo" miraron en su dirección. –Vinimos aquí por el Proyecto Deloriane...

-¡Díselos, Kim! –animó Ron Imparable.

-¡Díselos! –secundó Rufus, el ratopín rasurado.

-... Y no nos iremos sin el proyecto Deloriane –sentenció la pelirroja, cruzándose de brazos y mirando a los dos lunáticos con el ceño fruncido.

Dementor le echó una ojeada a sus en-esos-momentos-no-funcionales secuaces. Tenía dos opciones: rendirse o combatir a la adolescente. La primera parecía buena... Pero no era su estilo.

Así que metió su mano en su bolsillo y sacó un pequeñísimo disco.

El Profesor arrojó el artefacto contra los adolescentes.

-¡Cuidado, Kim! –le gritó Imparable a su novia.

Sin pérdida de tiempo, Kim saltó, pateó el dispositivo en el aire y lo mandó hasta el otro lado de la habitación. El disco golpeó el muro y estalló en una esfera de luz.

-Eso estuvo cerca –suspiró el rubio.

-¡Ron!

El chico miró hacia donde la pelirroja señalaba; a último momento, Drakken había decidido que siempre no le entregaría el dispositivo robado a su archinémesis; no sin luchar, en todo caso. Así que los dos maniacos forcejeaban, tratando de quitarle al otro el aparato.

-¡Descuida, Kim! ¡Lo tengo!

El rubio imparable corrió hacia los dos hombres y se sumo a la lucha por el poder. Rufus salió de su bolsillo y trepó ágilmente por su dueño hasta llegar a la cima, a lo más alto de la cadena alimenticia… y del mecanismo. Su patita oprimió accidentalmente un botón en el mismo instante en que Ron, Drakken y Dementor hacían lo propio.

Antes de que Kimmy tuviera oportunidad de acercarse a ellos, desaparecieron en un estruendo luminoso.

Posible cayó de espaldas, completamente deslumbrada.

Cuando pudo volver a ver, era demasiado tarde…

Habían desaparecido.

-o-o-o-

Ron despertó con un fuerte dolor de cabeza y la sensación de haber sido revolcado por una ola, restregado contra un arrecife de coral y luego arrojado contra la costa, directo hacia las rocas duras y puntiagudas…

Ciertamente, no era agradable.

Se enderezó y quedó sentado sobre una mullida alfombra de verde y fresco césped. Se frotó el cuello y miró a su alrededor.

¿Cómo había llegado de la lóbrega y sombría guarida de Drakken a un lindo parque?

¿Y dónde estaba Kim? ¿Y Rufus?

Respondiendo a la última interrogante, apareció el pequeño ratopín, arrastrando tras de sí un periódico.

-¡Rufus! ¡Amiguito! ¡No sabes cuanto me alegro de verte! –exclamó el rubio abrazando a su mascota-. ¿Sabes en dónde está Kim?

El roedor le señaló el periódico con su patita, indicándole que lo leyera.

-A ver, ¿qué tenemos aquí? –dijo Ron al tiempo que tomaba el fajo de hojas para leerlo-. ¡¿Diario de Ciudad Go?! ¡Pero si estábamos en el Caribe! ¿Cómo llegamos hasta aquí?

Rufus golpeó insistentemente el papel, cerca del encabezado.

-¡¿QUÉ?!