Copyrights a Rumiko Sensei. Yo solo los utilizo sin pretender recaudar ni un yen.
Atención a humanos, hanyous, youkais que lean esto: Primer viñeta presentando un poco el panorama general de la historia. Para saber más porfi esperen al siguiente capítulo. Este es meramente para establecer el ambiente ;) Si les gusta, el próximo epi será mucho más aclaratorio. ^^ ¡Gracias por su tiempo! Me pondré en el compromiso de subir los fines de semana un nuevo episodio, si ustedes me prometen decirme si les gusta o lo odian. Las críticas son sumamente apreciadas para una amateur *-*

Realizaciones.

No la compró. Le costó algunos gruñidos y miradas de advertencia para convencer a los curiosos de que no había adquirido por voluntad propia esta especie de propiedad. Todos los que se aparecían por aquel sitio, encontraban hilarante la idea y le felicitaban por hacer de una compra algo tan simbólico y sinónimo de su superioridad sobre 'la otra' especie. Pero no comprendían, porque sus mentes eran simplemente inferiores, que no había intención de tal cosa por su parte. La historia era muy larga, y siendo un youkai de pocas palabras, no tenía el interés de explicar todo el asunto. Se limitaba a negar aquellos comentarios, y advertía que no había forma de convencerle de lo contrario. Las cosas se habían dado así, y no podía cambiarlas. Era un daiyoukai muy poderoso, pero entre sus numerosas habilidades no estaba la de retroceder en el tiempo. Y posiblemente, de haber podido hacer algo así, no habría malgastado en algo tan estúpido como revocar una decisión. Sesshoumaru sama no se retractaba, imponía y se las apañaba con lo que había decidido.

Y los seres que le rodeaban, tendían a ser imbéciles o ingenuos. A veces las dos cosas, pensó viendo al ejemplo número uno acercándose a la figura que estaba sentada en el suelo. Su mirada quedó fija en la escena, pero no hizo nada por detener lo que sabía que iba a suceder. Después de todo el no se hacía responsable de la imbecilidad ajena.

-Es tan linda. -Dijo un mercader. -Qué bonito rostro, me pregunto como alguien tan adorable pueda llevar esa cadena encima. -El ejemplo de la estupidez número uno, estiró su mano para acariciar esa tersa y adorable mejilla. De aquel inocente y 'bonito' rostro.

Verás, Rin, que también estás observando la escena, pensó el dai youkai. Cuando te encuentras frente a una criatura con grilletes en las manos, custodiada por el lord youkai más importante, no hagas algo imbécil. No hagas precisamente algo como acercarte como un cordero con su último deseo en la vida, y acaricies a la criatura como si fuera un tierno gatito en una cesta jugando con su bola de estambre. Los humanos tardaron menos que ese sujeto en aprender la lección que no todo lo que existe en un bosque y es adorable, es seguro. Afortunadamente, no tuvo que malgastar aire y palabras en esa preciosa lección a Rin. La niña, que siempre iba sobre el dragón y se mantenía a prudencial distancia, aprovechó la enseñanza por sí misma.

En el momento en que el mercader ahullaba, con su mano ensangretada y retrocediendo hacia su caballo demonio, se consideraba la lección como ampliamente comprendida. Los ojos de Rin, desmesuradamente abiertos, se alejaron de la patética escena. Inteligente niña. No era agradable ver la sangre salpicando por todas partes, ni oír a aquel ogro maldecir. Pero está comprobado que quien hace algo estúpido una vez, lo hará dos veces.

-Rin, ve a mirar la prenda que quieras con Jaken. -El pequeño demonio decidió que hoy era mejor no tocarle la moral. Bien, porque estaba en lo cierto. Había sido un día pesado y no necesitaba ocuparse en cosas como convencerle de ser la niñera de la pequeña en su paseo por las tiendas youkai.

Las cuales consistían en un terreno resguardado por un valle, y un río a unos cien metros de distancia. Eran pequeñas y en apariencia poco importantes tiendas. Pero el contenido era lo importante. Algúnos esclavos, armaduras y espadas, cosas de youkais. Cosas que no cualquier youkai apreciaría. Y tampoco cualquier youkai podría llegar hasta allí sin ser fuerte para resistir cuantiosas barreras de energía. Los humanos, por ser humanos, no se acercaban al área. Rin debía ser la primera en pisar aquel lugar sin estar a la venta.

En ese sitio había adquirido esa bonita cadena que daba aviso de que no era buena idea acariciar a la gatita. Pero mucho menos buena idea era entrometerse con sus pertenencias, que fue lo que el ogro mercader intentó hacer. Enfurecido por su apéndice dañado, el sujeto buscó una porra, un palo o a saber qué rayos era ese armatoste y fue a golpear con su mano sana a la criatura que estaba sentada. La 'gatita', cuyo rostro estaba ensangrentado y se había estado relamiendo el sabor de la sangre que acababa de probar, abrió ampliamente sus ojos. Rodó a un lado y saltó poniéndose de pie. Esquivó aquellos golpes e intentó alejar al sujeto de ella, dándole una patada en el estómago. El ogro no se inmuto, puesto que su carcaza era dura y ella cayó otra vez sentada. Pero era muy rápida, como su especie así lo era, y rodó y saltó hasta lograr emplear su cadena como un arma también y rodear al sujeto con ella. En unos momentos, estuvo ya con el mercader atado por los brazos. No pudo hacer más porque se le había terminado la cadena. Cuya punta, Sesshoumaru-sama no soltaba.

-Suficiente. -Dijo el lord youkai viendo como los dientes de aquella propiedad suya relucían con la esperanza de matar a aquel ogro. Al momento en que le habló, ella levantó la mirada.

-No, debe morir. -Insistió, como lo era su naturaleza caprichosa y ridícula. -Es mi presa. -Gruñó, clavando las uñas de sus manos apresadas sobre su cuello.

-He dicho que es suficiente. -La oscuridad de su mirada hablaba por sí mismo.

Ella lo golpeó antes de soltarlo, y le siguió golpeando hasta que le desembarazó de sus cadenas. A una mirada de Sesshoumaru, el ogro se fue, jurando vengarse en el camino. Como siempre, buscando el límite a las órdenes. Siempre intentando buscar el agujero en la perfecta y calma voz de Sesshoumaru. El lord tiró de la cuerda y continuó caminando, sin volver a dirigirle la palabra.

La neko-youkai. Su tercera adquisición no requerida ni buscada en lo absoluto. Se preguntó si alguna vez tendría la suerte de contar con un ser que no hiciera demasiadas preguntas u obedeciera específicamente a lo que pedía. Jaken cuestionaba cada vez que podía, Rin hacía lo que le placía si se le daba demasiada libertad. Y tenía una esclava que exageraba cada orden e intentaba escapar todo el tiempo. ¿Es que era demasiado blando?. Jaken todavía no era el criado perfecto y silencioso. La neko no era una verdadera esclava sumisa y apacible. Rin no era una niña tímida. Y él, él tenía todavía mucho que aprender para lograr que todos a su alrededor fueran como se suponía. Se negaba a suponer que era blando, de ningún modo. Ninguna de las personas que le veían caminando le consideraba demasiado blando. Su nombre se pronunciaba con miedo en cualquier círculo. Imponía respeto y era un rival de consideración en cualquier ámbito. Parecía que podía conseguir lo que quisiera, de cualquier ser vivo.

Excepto...

-Rin no necesita más kimonos ¡me gusta este!. -Exclamó la pequeña humana, haciendo referencia a la ropa que llevaba puesta.

-No seas idiota, Rin. ¡Te queda muy corto! ¡has crecido! No sé por qué el amo bonito decide malcriarte, no haces justicia a sus consideraciones. -Exclamaba Jaken.

-Qué miras, engendro... -Una mirada venenosa, iba de la silenciosa neko a una cría de kitsune que la observaba embobado.

Los ajustes eran necesarios y requeridos. Sesshoumaru debía ejercitar en su mente un plan para poder obtener resultados que hicieran justicia a su procedencia. A partir de ahora, las cosas tendrían que ser un poco distintas. Debía encontrar el balance justo entre autoridad respetable y youkai temido por todas las criaturas de la tierra. Serían días agitados, pero hasta el momento, era el mayor desafío que tenía a su disposición. En días en los cuales ya no había retos imposibles que vencer, este entretenimiento podía llegar a disipar al menos por un rato el tedio que abundaba en su vida.