CAPÍTULO 1

EAT ME!

Con voz firme la castaña le indicó que se pusiera en cuatro, con el mango del látigo recorrió su espalda, con cada roce dado hacia palpitar su sexo, la respiración de Natsuki se agitaba cada vez más, ella lo noto y en castigo por su excitación le hacía querer con más desesperación sentir el látigo estrellarse contra su piel.

Le indicó que la mirara, es una habitación aislada del mundo, se escucha el látigo rebotando en la carne, marcas rojizas se vislumbran con cada golpe dado haciendo esa piel brillar en un tono carmesí, los ojos en blanco de una chica de oscuros cabellos, que totalmente desnuda está siendo castigada, su espalda se arquea a causa del ardor de sus heridas, mientras la castaña se muerde los labios, es una sesión especial, el sudor que las cubre escurre poco a poco mientras el placer se incrementa, es su piel blanca siendo marcada lo que está por llevar a la castaña a un orgasmo estruendoso.

-Por favor, escúpeme- gime suplicante la chica de negros cabellos.

La castaña deja caer su saliva en la espalda lastimada de la chica que ahora está terminando, este es su pequeño secreto, su modo de vida, algo que pocos o nadie podrá comprender pero ellas necesitan en sus vidas para ser felices en medio de su caos.

En el ambiente se respira deseo, depravación y placer.

-Mira que pedirme que te escupa Natsu, vaya que eres una sucia deberé azotarte con mayor fuerza para nuestra próxima cita-dijo la castaña.

-Haz lo que deseé mi Señora- dijo casi en un susurro.

La tomo del cabello mientras la ponía de pie, para conducirla hasta la cama donde la arrojo como si se tratase de una muñeca.

- Ahora Acuéstate, abre las piernas y mírame bien que soy la única que puede entrar en ti.

Sus manos recorrieron sus piernas, mientras presionaba un poco la piel, sentía volverse loca cada que el color rosado se mostraba en aquella piel inmaculada que iba palpando, sus uñas se clavaban en el interior de los muslos de la chica que dejaba escapar hermosos sonidos agónicos, levanto un poco las piernas de Natsuki dejando expuesto su sexo, era momento de probar los fluidos que bañaban el interior de su deseo, besó su pubis mientras su lengua iba trazando un camino de saliva desde sus labios mayores a los menores, su lengua se posiciono en aquella pequeña protuberancia, la succiono y comenzó a brindarle placer a base de movimientos circulares, sus manos subieron hasta tocar los pechos, los apretaba, sentía la dureza de los pezones de la chica que se debatía en oleajes de placer, y como si se tratase de un depredador no dejaba de ver el cuerpo convulsionado de Natsuki, debatiéndose en placer, de poco su lengua se introdujo ferozmente, como si buscara internarse en el fondo de su vagina.

-¡Detente! ¡No puedo más!- gritaba Natsuki.

La castaña paro en seco mientras observaba furiosa a la chica.

-Tú no tienes por qué darme ordenes de que hacer perra-dijo mientras se posicionaba sobre ella.

Con una mano apreso las muñecas de Natsuki, las llevo sobre su cabeza mientras que mordía ligeramente sus pechos para después terminar mordiendo su cuello, bruscamente introdujo sus dedos en el interior que estaba hirviendo mientras Natsuki emitía un gemido entre dolor y placer, la temperatura de la habitación iba aumentando y con ello la velocidad de las embestidas de la castaña.

-¿Quieres que te destroce? O ¿piensas detenerme de nuevo?-dijo mientras su mano liberaba las muñecas de la joven y se posicionaban en su cuello.

El sudor escurría por los pliegues de piel que se sacudían con cada movimiento, las uñas de Natsuki se clavaron en la espalda de la castaña dejando a su paso pequeños hilos carmín, el ardor en su espalda le hizo hundir bruscamente su boca para atrapar la lengua de joven que estaba siendo asfixiada, separo un poco su rostro para observar a los ojos jade directamente, disfrutando las muecas de placer que se plasmaban por completo en su cara, en un momento se contrajo y dejo de respirar mientras se estremecía bajo su cuerpo, sus ojos carmesí se vieron satisfechos, las gotas de sudor copiosas resbalan por sus mejillas sonrosadas.

La castaña se puso de pie, y comenzó a vestirse mientras la chica postrada en la cama seguía con los ojos en blanco, su pecho subía y bajaba agitado, su cabeza aun daba vueltas en aquel estruendoso orgasmo, nadie salvo aquella mujer castaña podía llevarla a ese éxtasis, el cuarto estaba impregnado en una mezcla de sudor y sexo.

-Es hora de irme, la próxima vez usaremos las cuerdas.

-Aun no te vayas mi Señora, quédate-dijo jadeando mientras intentaba sentarse al borde la cama.

-Que puta eres, ¿no te llenas aún?, báñate y corre a los brazos de tu prometida que debe de estarte esperando en tu vida aburrida, el viernes volverá a verte-dijo dándole una bofetada- no vuelvas a contestarme jamás mientras te estoy cogiendo, ¿entendiste?

Ella solo asintió con su cabeza, mientras escuchaba los tacones alejarse por el pasillo de su cuarto favorito, de su oculto recinto.

¿Cómo llegaron a esta situación?

Hace tres meses.

Natsuki Kuga es representante legal de la empresa Sears, líder farmacéutica a nivel mundial, ella es temida por la mayor parte de la gente, debido a su fuerte temperamento, su poca tolerancia y a la mirada de hielo que siempre la acompaña, siempre viste traje sastre, de manera pulcra, su cabello suelto siempre esta sujetado por un lado por un pasador, su belleza nunca ha necesitado maquillaje siempre se ve radiante, su pareja es Alice Sears la heredera de la compañía que está más que enamorada de ella.

-Hola Nat el día de hoy tengo una reunión, y necesito que le des la bienvenida a la nueva jefa de la junta rectora viene recomendada por mi padre, te veo por la noche.

-Deberías de hacerlo tu Alyss, siempre me dejas lo más aburrido, me la pagas en la casa.

-Lo siento, solamente no me rasgues la ropa la semana pasada era un vestido muy costoso, tengo que irme- y colgó.

Demonios ahora tengo que ir a conocer a la fulanita y darle el recorrido por la empresa, me imagino debe ser una doña con aires de aristocracia, en fin debe estar tras esta puerta.

-Buenos días –dijo mientras perdía el habla-.

Se trataba de una mujer castaña, con un par de ojos carmesí que parecían ver a través de ella, su piel de porcelana, pequeños toques de rosa pálido en los labios, un vestido que se ajustaba perfectamente a su cuerpo y un par de pechos que serían demasiado para cualquiera, además tenía un aura de peligro que le hacía muy atrayente.

-Es un placer .dijo estrechando su mano- Fujino Shizuru.

-Kuga, el placer es mío, voy a darle un paseo por nuestras instalaciones, y le doy la bienvenida a nombre de Sears.

-Creí que la señorita Sears me recibiría personalmente ya que hablamos hace unos minutos por teléfono y no me indico esta situación.

-Lo lamento pero ella se encuentra bastante ocupada en una junta y me temo no podrá acompañarnos.

-Lamento sí parece que me estoy quejando, créame no es así, es un gusto que una mujer tan bella me reciba.

-Gracias por el cumplido aunque es muy inapropiado de su parte puesto que acaba de conocerme y además estoy comprometida con la dueña de esta empresa, podría ocasionarme un problema si la escucha.

-Yo también estoy comprometida pero eso no evita que reconozca a una mujer bella cuando la tengo frente a mí- dijo sonriendo malévolamente.

Natsuki por primera vez en su vida trago saliva y no tuvo nada que contestarle, la castaña dio un paso y le tomo por el rostro hundiendo un beso pesado, Natsuki dio un paso atrás mientras molesta se alejaba.

-¿Por qué has hecho eso?

-Porque me pareció que era lo que deseabas, puedo sentir como me miras, y viendo lo atractiva que eres no tengo problema con hacerlo.

El corazón acelerado de Natsuki quiso salir corriendo, pero se esforzó doblemente para mantener la compostura y aquello no le afectara.

-Continuemos-dijo mientras salían de la sala.

Caminaron por los largos pasillos, esta vez Natsuki guardo la distancia mientras Shizuru observa como todo el mundo le temía mientras ella sentía ganas de tocarla. Su acento de Kioto la hacía ver inocente pero le sorprendía recordar lo que había sucedido y que extrañamente se sentía completa con aquel acto, todo el tiempo ella había tenido la iniciativa, era la primera vez que alguien daba ese paso primero con ella, incluso en el sexo siempre tenía el control, en la escuela, con sus amigos, en su lugar de trabajo incluso con sus mascotas, como era posible que se sintiera tan bien que una extraña le provocara aquello, mientras estos pensamientos rondaban su cabeza llegaron a la que sería la oficina de la castaña, en la entrada estaba una joven pelirroja.

-Buenos días Kuga-san – dijo sin levantarse de su lugar con una mirada divertida.

-Yuuki-san te presento a Fujino la nueva encargada del área, ahora consultaras todo con ella.

-Es un gusto –dijo la pelirroja sonrojada.

-Yuuki-san puedes conseguir algo de café, ya que estoy bastante cansada por el vuelo y tengo que ponerme al día con los pendientes de este lugar.

-Claro, volveré en seguida- salió de prisa.

Entraron en la oficina y Kuga le llevo hasta el escritorio una serie de carpetas.

-Estos son los reportes de gestión de calidad y procesos habrá una junta dentro de poco y lo ideal será que estés al tanto, yo me retiro ya que tengo bastante que hacer.

-Natsuki si quieres repetir lo de esta mañana podemos vernos en mi departamento.

-¿Por qué querría hacer algo así?-dijo levantando una ceja.

-Porque se la clase de mujer que eres.

-¿Y qué clase soy?-dije molesta-

-La clase de mujer que muere por un poco de control

-Creo que te estas equivocando y si vuelves hacer algo como lo de hoy, te juro que te abofeteare tan fuerte que se te caerán esos lindos dientes.

-Eso sería realmente excitante por favor hazlo.

Natsuki salió a toda prisa de la Oficina realmente no sabía que estaba pasando con ella, porque toda aquella situación la estaba alentando a ir acorde a los deseos de esa extraña, tal vez era porque no había visto a Alyss con los mismos ojos por mucho tiempo, su vida sexual era nula y nadie conocía su pasado, ella era una muñeca rota que por mucho tiempo había estado en el desván y esta mujer prometía darle el castigo que se merecía, Natsuki encendió un cigarrillo mientras observaba por la ventana de su despacho, el paisaje urbano de miles de edificios, las luces de los autos, los letreros de la ciudad, su corazón de nuevo se aceleraba cada que recordaba sus palabras, y su cuerpo se estremecía al recordar el toque de aquellos labios fríos, suaves y húmedos.

Solo habrá que esperar al anochecer…