Cada vez que Kaede besaba a Mari ésta se apartaba un poco molesta, ambas eran niñas de secundaria como lo fueron su hermana y prima respectivamente pero su fuerte amistad llegó a un punto donde el cariño era de dos personas amantes y eternas compañías que un simple dúo de amigas.

La castaña de coletas bajas miraba con algo de molestia a su novia peliazul de cejas anchas mientras se limpiaba la boca como si hubiera consumido algo sucio

-¿Por qué siempre me haces esto? ¿Tiene algún significado?- Miró molesta a Kaede la cual suspiró un poco triste mientras trató de acercarse a su amada pero ésta la apartó como si fuera algo que la perturbara

-Sí lo tiene…- Sonrió tenuemente- Puedes preguntarle a Yui-san o a Oneechan que significa

La castaña decidió retirarse de los aposentos de su amada para dirigirse a su casa con tal de aclarar con su hermana mayor pero en realidad tenía miedo, miedo de no volver a tener esa sensación que le agrava a pesar de su descontento. Si en verdad ella lo hacía, posiblemente Kaede nunca la besaría más.

Finalmente llegó a su casa donde dio con su prima y en ese momento le contó su relación con Kaede a lo cual por medio de una pregunta algo implorante dijo

-Yui-chan, ¿Por qué la gente junta sus labios con los de otra persona?

La pelivioleta mayor preguntó con una sonrisa algo comprensiva pero su pequeña prima se tornó algo molesta mientras reclamaba

-¿Por qué preguntas eso?

-No importa por qué, sólo dime

La pelivioleta mayor tuvo que aclararse su garganta y decidió en tratar de darle a su pequeña prima una explicación algo concisa sin llegar a ser una tortura científica y una confusión total

-Bueno, se llama beso cuando se conecta con tu persona especial…- Luego de unos tres minutos de explicación la castaña de coletas largas se paró y agradeció a su prima por todo

-Gracias Yui-san, con eso es suficiente… No tienes con que decirme más- Se despidió y decidió ir corriendo hasta llegar a casa de los Furutani a encontrarse con Kaede, cerró la puerta con seguro.

La castaña rodeó el cuello de la peliazul, dorados pálidos como violetas opacos brillaban hasta que ambas comenzaron a conectar sus labios de manera directa y linda. Ahora ambas sonreían como cuando lo hacían de niñas

-¿Por qué no estás enojada? ¿Acaso no le preguntaste a Yui?

La castaña tomó las manos de su amada peliazul mientras sonreía levemente

-No, no le pregunté- Mintió, de hecho nunca debió ni rechazar ni tampoco preguntar. Debió haberse llevado por los bonitos sentimientos que tenía hacia su amiga de infancia, la amaba como también la amaba ella.

Después de eso se besaron una y otra vez hasta que llegaron a un punto donde los besos no eran lo único para preguntar sino hasta donde podían sus almas y sus esencias.